“Swifterature”: Taylor Swift como un referente literario

“Swifterature”: Taylor Swift como un referente literario

Hace más de un año, con el inicio de The Eras Tour, Taylor Swift ha sido noticia constante. Lo interesante es que no solo es una estrella pop, sino que también es un objeto de estudio académico y particularmente desde el área de las letras. Varias investigaciones han revelado la calidad literaria de sus canciones, destacando en ellas la influencia de obras clásicas como Romeo y Julieta, así como su estilo de escritura. 

Por Agustina Carroza (@agustinacarroza)

Edición: Catalina Aillapan (@aillapanda)

El año pasado fue el año de Taylor Swift. Comenzó en marzo The Eras Tour, la gira donde la cantante —por más de tres horas— interpreta los mayores éxitos que ha compuesto a lo largo de su carrera. Con 18 años de trayectoria, Swift es considerada una de las mujeres más influyentes de la industria musical y el año pasado fue elegida como el personaje del año según la revista Time

La artista se ha vuelto un tema de estudio entre académicos, que no solo analizan las características de sus fanáticos (swifties) o las estrategias de marketing de la cantante, sino que también estudian las letras de sus canciones. Para muchos, Swift se ha convertido en un sujeto de investigación en la literatura, llegando a impartirse cursos sobre la cantante a nivel universitario.

El profesor de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez, Alejandro Martínez, inició un curso llamado Taylor Swift: la poesía en la era de Spotify dirigido a estudiantes de la institución. El taller surgió, cuenta Martínez, al ver el interés de los propios estudiantes por la música de Swift. Él les preguntaba a sus alumnos sobre sus lecturas y gustos musicales. Al escuchar a la cantante pop, el profesor les hizo notar que lo que ella escribía era literatura. Martínez dice: “Lo que caracteriza a Taylor Swift, a diferencia de otros artistas, es el trabajo de sus letras. Estamos hablando de alguien que hace un gran trabajo literario para construir sus canciones. No se va por la solución fácil como, por ejemplo, la repetición constante de versos”. 

El curso, que comenzó en agosto del año pasado, en su primera edición funcionó como una especie de piloto. Al iniciar, se exigió a sus estudiantes leer las letras de las canciones de Taylor Swift como texto poético, sin música e incluso traducidas al español, para crear la distancia —sin dejarse llevar por el ritmo o por el mismo fanatismo— y analizar realmente lo que la cantante escribe. En la planificación del semestre, la idea de Martínez era abarcar los diez discos de Swift, pero solo alcanzaron a estudiar los primeros cinco. El profesor cuenta que no era la idea hacerlo de manera acelerada y en forma de anécdota recuerda que en una sesión solo les dio para hablar de una canción —All Too Well (10 minute version)— por el nivel de comentarios e interacciones. Ahí mismo destaca: “Si una sola canción nos da para una hora de discusión es porque hay algo en esas canciones, hay un tipo de valor que hay que reconocer”.

La dinámica variaba de clase en clase. Cuando trabajaron el disco Red (Taylor’s Version), la regrabación de un álbum que había sacado en 2012 y que trata sobre las emociones que se viven en una relación intensa y que consume, leyeron a la par unos poemas de Pablo Neruda de su libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Se armó una discusión en la sesión de ese día, porque el videoclip de una de las canciones, All Too Well (10 minute version), parte con una cita del poeta chileno: “Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido”. Ello los llevó a preguntarse si era casual o no, intentando hacer las comparaciones y conexiones con la poesía tildada como “clásica”. 

La música unida a la literatura

El profesor Alejandro Martínez aclara que la poesía desde sus inicios ha estado ligada a la música. Cuando se estudia la Odisea o a los poetas griegos se hace énfasis en que toda esa poesía iba acompañada de música.  “No era una lectura solitaria independiente, era casi como un acto ritual, donde la música tenía un papel fundamental”, dice. Según el experto, esa parte de la poesía, la rescata Bob Dylan, Violeta Parra y de la misma forma, Taylor Swift. 

Ricardo Martínez, doctor en Lingüística de la Universidad Católica de Valparaíso, pone de ejemplo a Bob Dylan, ganador del Premio Nobel de Literatura. El cantante de éxitos como Knockin’ on Heaven’s Door fue el primer músico en obtener este reconocimiento en 2016. Esto generó debates. Al respecto, el académico señala que “se tiende a asumir de forma estereotípica que la literatura es lo que está en los libros y no lo que se escucha”.

Natalia Campos, socióloga y magíster en Teoría del Arte de la Universidad de Chile, comenta sobre el mismo debate: “La academia va a ser castigadora, sobre todo en el área de la literatura. Es cosa de ver cuánto se demoraron en darle el Premio Nobel de Literatura a Gabriela Mistral por su poesía”. La socióloga recuerda cuando trabajó escribiendo para la revista Literatura y Lingüística de la Universidad Católica Silva Enríquez , donde también se cuestionaba que a Isabel Allende no la reconocieran por su trabajo al ser considerada como mainstream

Taylor Swift no se escapa de estas mismas críticas. No solo por ser una cantante mainstream sino que también se le cuestiona la razón de su éxito. Internautas han dicho que es muy emocional o que solo escribe de sus exparejas. Para algunos expertos se trata de una mirada sexista. Sobre esto la misma Swift escribió en la canción The Man, donde dice: “Estoy tan harta de correr lo más rápido que pueda, preguntándome si llegaría más rápido si fuese un hombre”. 

Bob Dylan es un buen ejemplo también de esta tendencia de ser considerado su trabajo en instancias académicas. El cantante ha sido estudiado desde una mirada literaria a lo largo de los años. La Universidad de Chile dio en 2021 el curso Bob Dylan: poesía, música folk y pop, dictado por el escritor Rodrigo Olavarría y estaba abierto a todo público. Pero Olavarría no está de acuerdo en considerar a los cantantes como poetas. Dice que a Bob Dylan no le entregaron el premio por eso, sino que por lo que eran sus canciones.  “Creo que le damos mucha importancia a la imagen del poeta, lo que hace que históricamente se ha querido llamar poetas a personas que interpretan los sentimientos de su generación –como (Bob) Dylan y Taylor (Swift)- a través de canciones”, comenta Olavarría.

El profesor sí considera que el trabajo de los artistas como Swift puede ser parte de la literatura, pero no es necesario atribuirles el término de poetas cuando no lo son. Dice que si bien un género literario puede ser mixto —una novela puede incluir poemas, cartas u otros registros literarios— no es como que una canción por parecerse a la poesía sea poesía. “Yo diría que Taylor es una gran compositora de canciones, que tiene un talento pop único para tomar textos muy autobiográficos, que a primera vista no parecen muy pop, y comunicarlos con enorme talento. Es una artista única, una en un millón, pero no diría que es una poeta”, agrega el escritor. 

Ricardo Martínez difiere de la separación entre el género de la canción y el género literario que señala Olavarría. Martínez comenta que, desde su estudio, las letras de las canciones pueden agruparse en dos grandes tipos. Primero, el de las canciones líricas, donde se ocupan las figuras retóricas de la poesía más clásica. Segundo, el de las letras más narrativas, que son las que cuentan las historias. Asimismo, dice que las letras de Taylor Swift son bastante narrativas. Y es que sus canciones son también historias, historias de amor, traición, desamor, fracasos, amistad entre otras temáticas. 

Un acercamiento a los clásicos

La escritora argentina Mariana Enríquez, una de las grandes voces de la literatura latinoamericana, conocida también por estar al tanto de las tendencias musicales, se ha referido en más de una ocasión a Taylor Swift. En el programa radial Marcar como leído, de Futurock FM, compara la novela de Marguerite Duras: El arrebato de Lol V. Stein, con una canción de la cantante. Comenta que la trama del libro es muy parecida a la canción “right were you left me” de Swift, donde habla de una protagonista a quien la dejan esperando en un bar y se queda ahí, mientras ve cómo la vida continua. La escritora hace la comparación con la novela. Según ella, la protagonista del libro de Duras tiene la similitud del quedarse esperando y ver cómo el tiempo pasa. Al preguntarle si las letras de las canciones de Taylor Swift pueden ser estudiadas desde el punto literario y específicamente desde la poesía, la escritora respondió enfática: “por supuesto”.

Alejandro Martínez, profesor del curso de la artista, reflexiona sobre el uso del fenómeno swiftie para incentivar a los jóvenes a conectar con el mundo literario. “Hay mucho miedo a la poesía. Se piensa que leerla, entenderla o interpretarla es difícil. Pero haciéndolo desde Taylor Swift, que es algo tan cercano para los estudiantes, se quita ese miedo, y puede llevar a que también lean a otros poetas o escritores”, dice Martínez.  Así, aprenden que la comprensión de la poesía es más común de lo que se piensa. Por lo mismo destaca que no se puede negar el aporte de Taylor Swift, ya que esta misma puede ser un puente para que los estudiantes lleguen e incluso se interesen por los clásicos de la literatura.

Profesoras bajo amenaza: Cuando se educa con miedo

El caso de Katherine Yoma, la profesora antofagastina que se suicidó en marzo pasado tras ser víctima de hostigamiento y amenazas de un estudiante y su apoderado, puso el tema de la violencia ejercida contra profesores en establecimientos educacionales en la palestra. En un contexto en el que la evidencia nacional muestra que son más mujeres las víctimas, un grupo de profesoras de educación básica en el sistema público repasa lo más duro de ser violentadas por menores de edad en su trabajo y ver que no son protegidas por las instituciones donde se desempeñan.

Por María Paz Martínez 

@Pacitamartinez_ 

Edición: OPR Taller de edición FCOM-UC

Alicia Serrano (48) abre la puerta de la sala de clases donde se desempeña como profesora de enseñanza básica en un colegio ubicado en la comuna de Puente Alto hace dos años. Deja entrar a un alumno con el aliento cortado y con el afán de protegerlo, cierra de una vez. Tras él, por la ventana que da al pasillo, se ve a un compañero que corre furioso en su dirección, con los puños apretados. Este se detiene bruscamente y comienza a golpear el vidrio de la ventana y que ahora es lo único que los separa. El alumno no se calma. Serrano, la profesora de ambos estudiantes de 10 años, no sabe qué hacer. Entonces, el vidrio estalla en pedazos. El menor que provoca el incidente se mira las manos. La sangre corre por sus brazos. 

“Fue terrible, fue la experiencia más fea a la que me he enfrentado. Ver un niño tan descolocado”, dice Serrano a un año del episodio. A propósito de este evento y otros similares que se sumaron con el tiempo, obtuvo una licencia médica de casi tres meses, por la angustia que los episodios le generaron. 

La violencia escolar ejercida contra profesores en establecimientos educacionales es un problema de largo aliento. Katherine Yoma, profesora de inglés de la Escuela D–68 de Antofagasta, se quitó la vida hace un par de semanas, tras recibir amenazas de muerte por parte de una estudiante y su apoderado. Este episodio puso el tema en la palestra. Además implicó que instituciones como el Ministerio de Educación y organismos como la Superintendencia de Educación emitieran declaraciones sobre un problema que para docentes como Serrano siempre ha estado invisibilizado.

Incluso, hoy el Colegio de Profesores exige con urgencia la implementación del proyecto de ley Katherine Yoma, que propone la mejora de protocolos para el resguardo de docentes y trabajadores de la educación ante hechos de vulneración de derechos, acoso y agresiones a la vez que reclama sanciones para aquellos que incurran en ataques contra profesores.  

De acuerdo con el estudio “Docentes ante las violencias en la escuela” publicado por el Colegio de Profesores en 2022 son muchas más las mujeres que han sido víctimas de violencia escolar. En este documento se dice que ese año 2.914 mujeres y 627 hombres fueron víctimas de insultos en sus establecimientos, mientras que 365 mujeres versus 83 hombres experimentaron golpes. 

De acuerdo con la Superintendencia de Educación, en 2023 se registraron un total de 12.530 denuncias, lo que representa un aumento del 14,8% en comparación con el mismo período de 2022. De todas las denuncias realizadas en 2023 hasta el 30 de septiembre, el 71,1% (8.911 casos) están asociadas al ámbito de convivencia.

Serrano, con más de 20 años de trayectoria como profesora, nunca se había enfrentado a ese nivel de violencia por parte de menores de edad. Asegura que, desde que los colegios volvieron a exigirle a sus alumnos la presencialidad, todos los días hay incidentes de este tipo en el lugar donde trabaja. En ese sentido cree que la pandemia exacerbó los niveles de violencia. “Se amenazan, se dicen groserías que yo nunca había escuchado, como: ‘en la noche voy a ir a la casa y voy a violar a tu mamá’ (…)  “Son cosas que uno escucha y dice: ‘esto no se le ocurrió a un niñito de 11 años’”.

UNA COMUNIDAD DOCENTE DAÑADA

Serrano no es la única profesora que ha identificado esta tendencia en Chile. El 2022, un estudio del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile evidenció que un 9,4% del cuerpo académico de aula se encontraba con licencia, habían reducido sus horas de jornada o habían renunciado. “La docencia se está convirtiendo en una profesión de alto riesgo, con episodios permanentes de violencia, de agobio, de estrés, con altísima cantidad de licencias médicas porque la gente ya no soporta”, afirma Mario Aguilar, presidente del Colegio de Profesores y Profesoras. 

María José Pérez, profesora de historia, recuerda aquella vez que entró a la sala con los dedos apretados, pero dispuesta a dar su clase. La rodeaban 40 niños de 10 años. Que estuvieran todos callados no era requisito para comenzar. Repentinamente, un grito irrumpió por sobre el ruido de la sala. Pérez, asustada, levantó la vista y sobre los bancos, vio a un menor saltando y botando a patadas los cuadernos de sus compañeros. Pisaba las páginas con fuerza, gruñía mientras lanzaba al suelo los cuatro computadores de la sala. En medio de la conmoción, la educadora no se percató que el niño llevaba algo en la mano. Mientras evacuaba a sus alumnos, Pérez sintió un golpe en su cabeza que la dejó aturdida. El niño le había arrojado un  ladrillo de madera. “Me quería morir porque yo no estudié para esto. Se me derrumbó todo”, dice hoy. 

Nora Gray, psicóloga laboral, académica de Psicología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, cree que en estas condiciones cuesta mantener la vocación. “El desgano, el ninguneo, el desprecio, se va acumulando y se va apagando el fuego interno, las ganas de ser profesor”, explica.

Con los ojos llorosos y la voz temblando, Pérez cuenta que incluso había un grupo de estudiantes que se mofaban verbalmente en la hora de clases: “Y yo, estoica, tenía que seguir con mi clase. Y eso es súper violento”. Con decepción, Pérez dice que en la universidad le dieron una perspectiva súper idealista. “Cuando salimos, creemos que vamos a cambiar el mundo”.

El ambiente hostil que rodea las jornadas escolares no se queda en los establecimientos, sino que la violencia persigue a los docentes hasta las redes sociales. 

Carolina Palma, profesora de matemáticas, recuerda con los ojos llorosos y las manos cruzadas sobre su pecho la vez que un apoderado la amenazó públicamente por Facebook: “hasta aquí no más llegaste”, le comentó. “No podía salir de mi casa, no podía manejar, llegaba a la casa de mi mamá llorando”. Por este episodio estuvo más de 15 días con licencia médica.

AGRESIÓN QUE TRASPASA EL AULA 

Ante la ausencia de una ley que regule la violencia ejercida contra profesores y profesoras en establecimientos educacionales, el gremio es tajante: “La sensación que tienen nuestros colegas es que muchas veces no se hace nada (…) nuestros colegas están abandonados”, afirma Aguilar, presidente del Colegio de Profesores. Sugiere que esto vaya a la par con políticas educativas, apoyo profesional y distintas estrategias. “Legalmente estamos en total desamparo. Mientras la política pública y la normativa educacional vigente no haga un cambio, nosotros no podemos hacer nada”, agrega Pérez.

“Hay que reconstruir la posición relevante de los profesores en la sociedad, son claves. (Deben estar) en un sitio de respeto”, complementa Gray.

Serrano, profesora de enseñanza básica, vuelve a recordar sus días en aquel colegio en Puente Alto, del que luego renunció. Dice que el miedo a ser nuevamente víctima era algo que la acompañaba no solo durante clases, sino que previo a ellas y después. “Es como que te dejen metida en una favela a las dos de la mañana. Es estar en constante alerta”. 

En ese sentido, según los expertos, la agresión que experimentan los profesores no empieza ni termina durante el episodio de violencia que sufren en su lugar de trabajo. Quienes  frecuentan contextos agresivos entran en un modo de supervivencia. “Entonces, el profesor o profesora va a estar con miedo, con la hormona del estrés alta, con todos los parámetros biológicos alterados”, afirma Magdalena Cruz, psicóloga clínica de la Universidad de Los Andes.

Bajo estrés, el cuerpo comienza a dar señales y surgen “problemas digestivos, trastornos del sueño y del apetito”, explica la psicóloga, Nora Gray. 

Peréz por las noches se despierta gritando: “¡Chicos, porfa, silencio! ¡No! ¡No! ¡No le pegues!”. Serrano también sufrió de pesadillas y su doctor le aclaró que padecía de terrores nocturnos. Palma asegura que antes de ser violentada por menores: “Yo estaba sana, yo tenía ganas de trabajar, yo tenía ganas de hacer cosas y me enfermé, me enfermé tanto”, lamenta.

Gray explica que para las profesoras afectadas naturalmente habrá repercusiones de la violencia escolar en otras esferas de su vida. “Lo que me dio más rabia fue traer algo laboral a la casa”, suma Palma, “porque yo ya no era la misma, no pude funcionar como mamá, como esposa, como hija”.

A la hora de pensar en una solución, la psicóloga Gray dice que es un gran desafío, sobre todo si la violencia está normalizada. Además, hay veces que no es responsabilidad de los docentes intermediar, ya que son las condiciones específicas de sus estudiantes las que entran en conflicto, explica Gray. “Somos profes, no somos enfermeros, psicólogos o psiquiatras”, manifiesta Palma. “Los docentes enfrentan situaciones que los sobrepasan profesionalmente”, complementa Aguilar. 

La invisibilización se debe, según las mismas profesoras, a que es un enfrentamiento dispar. “Trato de resguardarme también. Si tocas a un niño y lo contienes de alguna manera, también puede jugar en contra tuyo”, afirma Serrano. Palma agrega: “un menor te golpea, te trata mal, (no puedes) hacer nada, porque es un niño… Ellos jamás van a ser responsables de todos sus actos”. “Es una lucha interna”, dice Pérez y plantea que “uno tiene que entender que son niños carentes de sus familias”. 

Según Gray, psicóloga, “es muy doloroso aceptar que personas que están en esas tiernas edades sean capaces de tamañas acciones”. Sin embargo, “por protegerlos a ellos, nos pasamos para el otro lado y los profesores muchas veces se ven atados de mano”.

 

María Paz Martínez (@pacitamartínez_) es alumna de cuarto año de Periodismo en la FCOM – UC (@fcomuc).  El 2023 fue nominada al premio «Pobre el Que no Cambia de Mirada», organizado por la Alianza Comunicación y Pobreza, por su reportaje titulado «Carpas y rucos: la eterna mudanza de las personas en situación de calle». Actualmente se desempeña como editora en Kmcero.

Radiografía a la música emergente universitaria

Radiografía a la música emergente universitaria

Los géneros indie, rock, urbano y pop influyen en los nuevos proyectos musicales a cargo de universitarios. Algunos van todavía más allá y buscan en disciplinas como la literatura, el cine,  en épocas pasadas, como la de los 90’s y 00’s y en estilos como el lo-fi, referentes para su producción. Un puñado de estas bandas encabezadas por jóvenes sub-25 se presentará este jueves 16 de noviembre en la tocata “Lo último” organizada por el Centro de Estudiantes de la Facultad de Comunicaciones de la UC. El patio de la FCOM será la sede de este evento, que tendrá lugar entre las 17 y las 22 horas. Aquí, una radiografía de los invitados. 

Por José Gubbins (@josejo.se) y Nicolás Stevenson (@_nicostevenson)

Producción por Isidora Blanco (@isii.b) 

17:30

“Santi Persona”: Rock acústico fusionado con nueva trova. 

En 2019, Santiago Javier Castro, 19 años, artista oriundo de Curacaví, comenzó su carrera musical bajo el seudónimo “Santi Persona”, haciendo e interpretando canciones con su guitarra y cultivando el estilo rock acústico con elementos de nueva trova, es decir, música popular tradicional con textos frecuentemente politizados. La cercanía con la música tiene un origen familiar. “Mi papá ha sido una gran influencia en mis gustos, mi mamá también, y mi tío siempre me motivó a tocar instrumentos”, comenta. Castro, estudiante de periodismo en la UC, es el único novato de Comunicaciones presentándose en “Lo último” y dice que en su proyecto busca mostrar la influencia de la música que lo ha marcado, con canciones compuestas por él como “Al pulso de la pasión”. 

17:55

“Frances Cowboy”: Un vaquero solitario en Santiago

Luego de que a los 14 años viera el documental The Devil and Daniel Johnston que retrata la vida del músico y artista tejano del mismo nombre, la estudiante de dirección audiovisual UC Francisca Cortéz no paró de ilustrar y hacer canciones en su pieza. Con esa influencia, comenzó a producir su propia música de estilo Lo-fi —que proviene del concepto en inglés low fidelity, que significa baja calidad y que se caracteriza por exponer música mal grabada para generar nostalgia—, y synth pop —también conocido como tecno pop—de los 80s. En sus producciones, Cortéz habla sobre sentirse triste y fea, y hacer maldades con amigos. En 2022, lanzó su primer EP —extended play, álbum de menor duración—, Midnight Cowboy, que trata de su alter ego: un vaquero solitario que viene de la región a Santiago y se siente alienado. Gran fan de Madonna, Cortéz ha compuesto ocho canciones, y está trabajando en su primer álbum de larga duración, Emotional Cowboy. 

 

18:20

“Del Otro Balcón”: Una propuesta agradable y ligera.

La banda nace en 2020, en plena pandemia, cuando Felipe Donoso, Andrés Napoleoni, Elías Salinas y Héctor Valenzuela, estudiantes de composición musical en la Escuela Moderna de Música y Danza, se juntaban a hacer trabajos para la universidad, a componer y a grabar demos en casa. Algunas de ellas saldrían a la luz tres años después en su primer EP: “Una Vez, Otra Vez”. Hoy solo quedan Andrés y Héctor como dúo, quienes tocan todos los instrumentos, menos la batería, que la asumió el también estudiante de música Felipe Acevedo. Cuando tocan en vivo, Andrés se encarga de la guitarra y Héctor del teclado. “Nos gusta trabajar con un sonido limpio”, dice Héctor. “Nos gusta hacer música agradable y ligera, con melodías fáciles de aprender y armonías claras”.

 

18:55

“José Fue a Cazar Tornados”: Una idea pandémica.

Esta banda santiaguina de indie —subgénero del rock caracterizado por ser independiente—, pop y rock, integrada por estudiantes de distintas carreras como dirección audiovisual en la UC, producción musical en la Escuela Moderna de Danza y Música, psicología en la Universidad Central y derecho en la Universidad de Chile, nació en pandemia. Hoy está compuesta por Tomás Gómez (guitarra), Felipe Villagrán (bajo), Germán Pavéz (voz y guitarra) y Felipe “Ace” Acevedo (batería). “(Teníamos) ganas de formar un proyecto con amigos que siempre habíamos hecho música pero no de manera formal. Después de harto leseo yo hice varias canciones y se las mandé al Ace en forma de maquetas y él hizo demos, formalizando el proyecto”, explica Pavéz. Durante 2022 estrenaron “440”, para luego volver en 2023 con “III (No Me Podías Decir)”. En julio de este año estrenaron “El Pozo Por Envenenar”, su primer trabajo de larga duración.

 

19:30

“Idea Blanco”: Creación feminista que nace de la poesía.

Camila Florez es una joven artista emergente de la escena chilena indie, rock y pop. Oriunda de Talca y egresada de periodismo en la UC, se inspira en la literatura, en autores y poetas. “Soy súper nerd, me encantan los libros”, comenta. Durante la pandemia, en una antología de poemas leyó “Ya no” de la uruguaya Idea Vilariño. “Lo encontraba tan peculiar, tan curioso […]. Cuando estaba buscando nombre, surgió la oportunidad de copiarle el nombre y autonombrarme Idea […]. Luego empecé a ver qué transmitía el nombre, el color blanco. Hay varios escritores que me gustan que tienen apellido Blanco”. Florez comenzó su carrera en 2020 con “Paso Seco de Mujer”, canción feminista contra la violencia de género. Durante 2021 estrenó “Lo Que Ayuda” y “Eso Eres”, con la que ingresó a una playlist oficial de Spotify, siendo número uno de Mujeres del Indie. En diciembre de 2021 estrenó su EP debut: “Textos, Vol. I”, álbum corto de 5 canciones.

 

20:05 

“Candelabro”: Gente “ñoña” haciendo música. 

Esta banda santiaguina de rock alternativo está conformada por Matías Avila (vocalista y guitarra), Carlos Muñoz (bajo), Franko Arriagada (batería), Nahuel Alavia (candelabro y saxo), Luis Ayala (guitarra) y Javiera Donoso (voz y sintetizador); estudiantes de diversas carreras como diseño y letras en la UC, músicos intérpretes en la escuela Arcos e instituto Projazz, y música en la UMCE . Desde 2021 se ha presentado en lugares como la explanada de Matucana 100 junto al compositor indie Simón Campusano, en Espacios Pendientes, y en Sesiones 1215 en Balmaceda Arte Joven junto a la banda Déjenme Dormir. Estrenaron su disco titulado “Ahora o nunca”: “El disco se sitúa entre la locura de salir al mundo pospandemia y vivir muchas cosas por primera vez”, explica Ávila. “Sonoramente tratamos de desarrollar la idea de este nerd rock que venimos proponiendo desde hace un tiempo, que es propio de la idea de gente‘ñoña’ haciendo música”, añade, haciendo alusión a las personalidades que tienen, muy distintas al prototipo “estrella de rock”.

 

20:45

“Déjenme Dormir”: Una forma de rock alternativo noventero en 2023.

Esta banda de indie rock fue creada en Santiago en 2019 por Juan Diego Soto (voz y guitarra). Soto invitó a los músicos Diego “Keko” López (guitarra y segundas voces), Nicolás Yáñez (bajo), Felipe Ibar (batería) y Vicente Reyes (sintetizadores), la mayoría estudiantes de Música en la UNIACC, con la intención de interpretar en vivo su EP debut: “Mirador”.Juntos desarrollan un sonido potente y melancólico que rescata elementos del indie rock y el rock alternativo norteamericano de los 90s. “Me gané el nombre en un cachipún. Yo tocaba en una banda de covers en el colegio que se llamaba Déjenme Dormir”, cuenta Soto. “Para mí al principio tenía sentido, era como algo medio adolecente, pero con el tiempo caché que es un sentimiento universal el ‘déjenme dormir’… ese sentimiento de no me webeen más”. El 28 de octubre de 2022, la banda estrenó su álbum debut: “Neumonía”, y durante el verano de 2023 realizó una gira por el sur de Chile. Actualmente trabaja en su segundo LP a la vez que se presenta en escenarios de la capital. “Vamos a tocar temas nuevos en la tocata de la FCOM”, asegura el vocalista.

Viaje al universo de Taylor Swift en Buenos Aires

Viaje al universo de Taylor Swift en Buenos Aires

FOTO: Marcelo Endelli

El primero de los tres conciertos de la gira The Eras Tour que la cantante dio en el estadio Monumental River Plate paralizó a la capital de Argentina. Miles de swifties llegaron con outfits que imitaban los de la cantante y friendship bracelets que se instauraron con la gira entre los seguidores. Este es el registro de la primera noche de su presentación.

Por: Trinidad Riobó @trinidadriobo

Cae la tarde del jueves 9 de noviembre en Buenos Aires, la capital de Argentina. Tres cuadras en el Barrio Belgrano dentro del radio del estadio River Plate se encuentran con las calles cerradas. Cientos de policías rodean uno de los más grandes complejos deportivos de América Latina que ha sido escenario de eventos culturales de gran envergadura en su historia. Tal como el de hoy, en el que la cantante estadounidense Taylor Swift, una de las artistas actuales más exitosas de la industria, se presenta por primera vez en Sudamérica tras 17 años de carrera. Su gira The Eras Tour ha elevado su nombre a nivel global. En tres horas de concierto, la cantante hará un recorrido por todas sus “eras”, como le llama a los álbumes que han consolidado desde distintos sonidos su prolífica carrera.

Con 33 años y una carrera que comenzó a los 16, Swift cuenta con diez álbumes de estudio —de los que ha regrabado cuatro, los cuales denomina Taylor´s Version—, ha protagonizado diez giras mundiales y cuenta con un patrimonio de más de US $1.000 millones de dólares.

Los swifties —como se les llama a sus fieles seguidores— han hecho fila desde la madrugada a la espera de que las puertas abran a las 16:00 horas. Vienen de todas partes a ver a la cantante: de Argentina, Perú, Bolivia y, sobre todo, de Chile. 

El sol primaveral hace brillar más sus outfits —varios con aplicaciones de lentejuelas— mientras intercambian pulseras —los friendship bracelets que se instauraron con la gira entre los seguidores— que hacen la espera más amena.

Cuando las puertas finalmente se abren, los fanáticos se emocionan, incluso hasta las lágrimas, y corren a toda velocidad las más de cinco cuadras que hay de fila para llegar hasta las puertas del estadio. El recinto —que tiene capacidad para 85.000 personas— cuando habían pasado solo 30 minutos desde su apertura estabaocupado en más de su mitad. 

Si bien The Eras Tour se ha presentado en varios países a la fecha, en cada ocasión la cantante prepara canciones que nunca ha cantado antes de manera acústica y así regala una sorpresa distinta a su audiencia por noche.  A medida que los cientos de seguidores empiezan a ocupar los únicos espacios vacíos del estadio, el rumor es uno solo: “¿Cuáles serán los temas esta vez?”

Cerca de las 18:00 horas, cuando ya han desaparecido los destellos del sol, aparece el primer telonero de la noche, Louta, un cantante argentino, que hace bailar y cantar a los fanáticos que llevan horas esperando con una mezcla de géneros que circula entre el pop, la cumbia y el reggaetón. Tras media hora de show, aterriza en el escenario la siguiente telonera: la cantante y actriz estadounidense Sabrina Carpenter, exponente del pop, quien ha teloneado a Swift en otros países.

El público está entretenido, pero ya quiere empezar a viajar por las eras de Swift. 

Son las 20:45 horas. Han pasado unos pocos minutos desde que Carpenter se retiró, cuando la pantalla led principal se ilumina con un cronómetro que anuncia 2 minutos. El público grita desaforado de la emoción. Al finalizar la cuenta regresiva, el escenario se ilumina con fotos de las eras de Swift mientras van apagándose las luces del resto del estadio. 

En un traje rosado, la cantante estadounidense se convierte en una luz brillante mientras termina de anochecer. El público corea a todo pulmón Miss Americana, de su álbum Lover.

Swift aparece al medio de una pasarela instalada en la cancha del estadio. Los fanáticos ya no solo cantan: también gritan y lloran al son de su música, haciendo retumbar el estadio. Las pulseras luminosas que entregaron a la entrada del concierto encienden de colores todo el horizonte del Estadio Monumental. 

FOTO: Marcelo Endelli

Entonces empiezan a revivir todas las eras de la cantante: Lover, Fearless, Evermore, Reputation, Speak Now, Red, Folklore, 1989 y Midnights. Acompañada de sus bailarines y su banda, Swift toca más de 40 canciones en total. Para todas, se cambia de atuendo y es como si se convirtiera en otra persona. La versión de sí misma que era cuando las compuso.

En medio de la presentación de la era Evermore, al comienzo de Champange Problems, la cantante dedica tiempo a dar unas palabras a su fanaticada: Está gratamente sorprendida, dice. Se siente muy agradecida por el recibimiento que Argentina le ha dado. La visita por primera vez con su show.

Hacia el final del concierto, la cantante deslumbra a sus fanáticos con las canciones sorpresa de la noche: The Very First Night, parte del álbum Red, y Labyrinth, de su álbum Midnights.

Ya en su última y más reciente era, Midnights, Taylor le dice adiós al público que la acompañó en su primera noche en Buenos Aires con sus canciones Mastermind y Karma entre destellos de luz y fuegos artificiales iluminando la ovación.

Trinidad Riobó es estudiante de periodismo de tercer año en la Facultad de Comunicaciones de la UC (@fcomuc). Actualmente, es Secretaria General del CECOM (@cecom_uc), ha participado en distintos programas de Radio UC (@radio.uc) y es actual editora de la revista kmcero.

La disciplina de la mente: el invisible trabajo psicológico detrás de los Panamericanos

La disciplina de la mente: el invisible trabajo psicológico detrás de los Panamericanos

Más de 8.000 deportistas compiten en 39 disciplinas distintas en los Juegos Panamericanos. La mayoría lleva preparándose físicamente desde los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Pero fuera de las canchas y de las pistas también hay tarea, pues el trabajo psicológico es clave para los atletas. Después del retiro en los últimos juegos  por motivos emocionales de la estadounidense Simone Biles, la mejor gimnasta del mundo, se volvió evidente que la fortaleza mental es una prioridad. A pesar de la evidencia, «en el deporte chileno, el psicólogo deportivo es el último eslabón”, afirma un especialista.

Por Nicolás Silva (@nsilvam39)

Editado por Matías Langerfeldt (@cholder___)

Una de las grandes interrogantes en la previa de Santiago 2023 fue la posible presencia de Simone Biles, la campeona olímpica de gimnasia en los JJ.OO. de 2016 y seis veces campeona del mundo en all-around, entre otras distinciones. La noticia no solo era que la estadounidense podía venir a Chile, sino que además volvería a competir tras 2 años de inactividad: en 2021, el año en que se celebró Tokio 2020 pospuesto por la pandemia por COVID-19, sorprendió al mundo tras no presentarse a la final de barras asimétricas. La Federación Estadounidense de Gimnasia comunicó que Biles no estaba en “el lugar mental” idóneo para seguir participando. Tampoco participó de las finales de suelo, barra y barra asimétrica. En conferencia de prensa explicó, sin soltar una lágrima y con gran aplomo, que su decisión pasó por la presión que sintió en las pruebas iniciales. «No quise perjudicar al equipo con una mala actuación y que perdieran la opción de llevarse una medalla”, dijo Biles. 

El capítulo terminó con la multi medallista anunciando un retiro indeterminado por una depresión. ¿El motivo? Una serie de abusos perpetrados en su contra por Larry Nassar, antiguo médico del equipo estadounidense de gimnasia. Finalmente, Simone Biles no aterrizó en Pudahuel, ya que decidió volver al circuito competitivo en el Mundial de Amberes, que terminó hace pocos días. Dos años de ausencia que visibilizaron lo crucial que es la salud mental dentro y fuera de la cancha para los deportistas.

 

 

Pero Biles no fue la única damnificada de Tokio 2020. Luego de su participación en los mismos juegos, el pesista chileno-cubano Arley Méndez se quebró en plena transmisión oficial de TVN: “Me voy a retirar. Tengo muchas complicaciones, ya no me siento a gusto. No doy más”.

Sólo dos meses antes, había estado en el ojo del huracán tras dar positivo en un test de dopaje por consumo de marihuana que lo dejaba fuera de sus primeros JJ.OO. Pero su defensa apeló y redujeron la sanción: la prohibición de competir acabó tres días antes del inicio del certamen. 

El medio nacional esperaba una medalla de Méndez, quien fue campeón mundial de halterofilia —levantamiento de pesas— en 2017. La entrevista post prueba, que prometía ser una fiesta, era ahora una despedida en vivo: “¿Es por el tema del doping, del consumo de marihuana?”, contra preguntó el periodista. Arley confesó “eso lo hice de adrede”. Llorando, reiteró: “yo no quiero levantar más pesas… Llevo meses cansado de esto, estoy sufriendo con dolores y depresiones. Mi carrera se ha ido a la mierda”.

Tras competir en Tokio, otra chilena, la exponente del canotaje María José Mailliard, señaló que le hizo falta su psicóloga. Recién dos años después de estos juegos olímpicos, confesó que antes de Tokio falleció su abuela. Además, acusó violencia psicológica por parte de su entrenador en el mismo periodo. “Necesitaba a mi psicóloga tanto en el proceso como durante la competencia». Tras sus primeros juegos, hoy afirma que su resultado final no pasó sólo por su destreza deportiva.

Pero… ¿cómo entrenar la mente?

“Estás en un bosque, no ves nada, estás de noche, tienes una linterna de mano y una brújula. Tu entorno te dice que no ves nada, tienes que usar una linterna de mano, no te ayuda mucho, pero en la brújula tienes tu norte, sabes para dónde vas, entonces si tienes claro para dónde vas, es más probable que seas capaz de aguantar el entorno”. Así grafica Esteban González, atleta de Team Chile, la agrupación que reúne a los deportistas olímpicos chilenos, lo que es la salud mental deportiva para él. Este psicólogo y especialista de 1500 metros planos suelta esta reflexión minutos antes de iniciar su rutina física, a las afueras del Club Deportivo Universidad Católica. Sostiene que se trata de una habilidad que se va entrenando y que la dureza mental implica saber sobreponerse a la adversidad “como una flexibilidad rugosa”. Para él, la capacidad de adaptación a las circunstancias combinada con una fuerte convicción son la clave hacia el éxito. Un éxito particular, que no se mide con medallas ni cronómetros.

 

Esteban González en la premiación de los Juegos Bolivarianos de Valledupar 2022, tras obtener el bronce en los 1.500m. Foto: Óscar Muñoz Badilla (@fotografiadeportiva en Instagram).

 

El psicólogo deportivo del Centro de Alto Rendimiento (CAR) Antonio Ceresuela asegura que un deportista no cambia su capacidad técnica de un día para otro, sea para mejor o para peor. Sin embargo, la psiquis sí puede llegar a afectar una performance de manera súbita. «Son deportistas que compiten en niveles muy altos, entonces la inseguridad entra al tiro”. Por su lado, la hoy campeona mundial Maillard enfatiza: «el apoyo psicológico es importante sobre todo cuando se tienen problemas externos al deporte. Es importante en el proceso y también a la hora de competir”.

 

María José Maillard posa con su medalla de oro tras coronarse campeona del mundo de los 500m de canotaje. Foto: @cotemailliard (Instagram personal).

 

El costo del resultado en los Panamericanos

Competencias del nivel de los Panamericanos son las que validan si es que los atletas de las distintas disciplinas pueden optar al Sistema de Becas para Deportistas de Alto Rendimiento (PRODDAR), un pago mensual que el Instituto Nacional de Deportes (IND) entrega a quienes “hayan obtenido un logro deportivo destacado a nivel internacional”. Este beneficio también incluye a los cuerpos técnicos.

“Por supuesto que les genera mucha ansiedad”, asegura Ceresuela. González agrega que, aunque le permite sustentarse, “no es suficiente”. Para él, el atractivo principal de Santiago 2023 es la exposición mediática que supone un escenario así, lo que puede atraer la atención de privados que financien de manera particular a los deportistas a través de auspicios o donaciones.

En Chile, el único deporte que obliga a una relación contractual entre los deportistas y sus clubes es el fútbol, que cuenta con 1170 jugadores profesionales al día de hoy. En su mayoría son hombres, aunque actualmente la actividad femenina está en proceso de profesionalización. El mediofondista González es claro: “tú te tienes que mover por ti, nadie te va a ayudar”. Pese a esto, su esperanza es que el atletismo se profesionalice y que así existan herramientas suficientes para vivir de la actividad.

Ceresuela afirma que la mayoría de los deportistas invierten todo lo que tienen (o pueden) en lo esencial para competir en sus disciplinas. “Entonces, obvio que el psicólogo pasa a ser la última prioridad”. Así, el sistema llega a provocar una situación paradójica: la necesidad del incentivo económico genera una ansiedad y una angustia que no pueden tratar, justamente por no contar con los fondos.

Por otra parte, González cuenta que la conexión con la federación ha sido poca. Si bien, ha habido ciertas reuniones donde se han presentado los criterios técnicos sobre las necesidades a largo plazo, dice que nada se ha concretado. Cuenta que hace cuatro años se debió haber presentado un proyecto que nunca llegó a puerto. “Hubo una escala con ciertos criterios para entregar supuestos apoyos [psicológicos y económicos], pero de eso nada ha pasado”. Aunque el psicólogo y atleta también señala “ahora tenemos la oportunidad de que Chile reciba los juegos, yo creo que es un avance muy grande porque se ha invertido”. Tanto para Ceresuela como para González, los Juegos Panamericanos representan una luz de esperanza, por ser el nivel de inversión que ha significado en el deporte nacional. Esperan que esto se vea reflejado no solo en infraestructura, sino que en mejores condiciones para los deportistas a futuro.

Respecto a la salud mental y apoyo psicológico de los deportistas, María José Mailliard reconoce avances en el apoyo entregado por el IND, aunque sigue dependiendo del trabajo con su psicóloga particular. Por su parte, el Comité Olímpico de Chile (COCh) señala en su sitio web que tienen tres psicólogos en su equipo. Según Ceresuela, se enfocan en los deportistas paralímpicos. Pero ninguno de los tres cobra por este trabajo; es ad honorem. Si bien hay especialistas que trabajan en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) y en el IND, la mayoría de quienes atienden lo hacen pagados por los clubes privados o por los mismos deportistas.

«El deporte chileno tiene la estructura de que el psicólogo deportivo es el último eslabón. Si (los deportistas) consiguen ingresos, primero buscan un lugar para entrenar, después un preparador físico, después un kinesiólogo y por último, un psicólogo”, concluye Ceresuela.

El elefante en la habitación 

En los deportes que no son de equipo, la soledad es algo muy común, según el atleta Estaban González: “es un factor de riesgo sobre todo en el deporte competitivo”. Para la canoísta María José Mailliard su psicóloga no es solo un apoyo profesional, es una compañía. “En Tokio me faltó eso”.

Hace poco, González asistió a una junta con otros deportistas durante las Fiestas Patrias. Se trató de una celebración privada, un carrete entre pares. Señala que antes de ese día, no habían tenido un espacio para hablar entre ellos. “Conversamos de la incertidumbre y de la soledad de cara a los Panamericanos; la poca certeza de si nos iban a nominar o no”. Finalmente, Esteban no fue considerado por la federación para la cita pese a cumplir con los requisitos deportivos para participar.

Antes de entrar a San Carlos de Apoquindo, con su bolso al hombro, se detiene y realiza una analogía sobre la visibilidad de la salud mental entre pares: “el elefante en la habitación es una expresión que se usa cuando hay mucha gente que sabe que hay algo que está ahí, pero nadie quiere hablar de él”.

 

El Team Chile durante una actividad previa a los Juegos Panamericanos en el Palacio de La Moneda. Foto: Santiago 2023 (@santiago2023oficial en Instagram).

 

Sobre el autor: Nicolás Silva (@nsilvam39) es estudiante de 4º año de periodismo y, en paralelo, de 1er año de geografía. Se perfila como periodista musical y/o de investigación.

El efecto que la pospandemia dejó en la “generación sándwich” chilena

El efecto que la pospandemia dejó en la “generación sándwich” chilena

Durante años, el término “generación sándwich” se ha implementado para referirse al grupo de personas que cuidan de manera simultánea a sus padres e hijos. Tras la pandemia, este grupo quedó aún más expuesto a una rutina agitada y tuvo que adaptarse a nuevas formas de vida. ¿Cómo lo hacen hoy?

Por: Trinidad Riobó Maturana @trinidadriobo

Edición: Sofía Campos @sofiacamposh

 

“Me levanto a las cinco de la mañana y paso a ver a mi hijo a la casa de mis papás porque le cuesta mucho levantarse. Un cuarto para las siete de la mañana estoy en el colegio del que soy directora y como estamos con un problema grave de personal, lo abro yo. Al mediodía tengo que ir a buscar a mi hija al colegio o tengo que llevar a mis papás al doctor. Estoy en el colegio hasta como las cinco, cinco y media, si es que no me sale una reunión. De ahí paso a la casa de mis papás, les compro pan, los acompaño y voy a la farmacia. Después de todo eso, recién llego a mi casa”.        

Cecilia Rebolledo (en el medio), junto a sus hijos.

Este es un día normal para Cecilia Rebolledo (51), directora del colegio Abraham Lincoln de San Bernardo y quien está a cargo del cuidado de sus dos hijos y sus padres. Su hija menor, de 17 años, todavía está en el colegio y su hijo mayor, Sebastián, de 27, padece trastorno bipolar de grado uno desde los 18. Él vive con sus abuelos maternos para acompañarlos durante la noche ante cualquier eventualidad. El padre de Cecilia, con 75 años, tiene Parkinson e inicios de demencia senil, mientras que su madre, con 74, tiene diabetes y problemas respiratorios. ​​“De tener dos hijos ahora tengo cuatro, ya no pueden vivir solos 100% y hay que estar pendiente todo el día”, agrega Cecilia.                                           

El término “generación sándwich” fue empleado por primera vez por la trabajadora social estadounidense Dorothy A. Miller en el artículo “The ‘sandwich’ generation: adult children of the aging” en 1981 y sigue vigente hasta el día de hoy Quienes conforman este grupo son las personas entre los 45 y 60 años que cuidan a sus padres e hijos. “Son los hijos adultos de los ancianos que están ‘en un emparedado’ entre sus padres ancianos y sus propios hijos en proceso de maduración, estando sujetos a una gran cantidad de estrés”, menciona Miller en su publicación. 

También suele denominarse como “la generación del medio” porque está efectivamente ubicada en la mitad y tiene una doble obligación generacional: la población ascendente y descendente.

Aun así, el tema no es tanto la edad de los responsables de sus familiares, sino las consecuencias del rol que ejercen que repercuten en ellos. Según los expertos, el trabajo, el estrés, el aumento de la esperanza de vida y la postergación de las nuevas generaciones son algunos de los factores que influyen en la calidad de vida de este grupo.

Si bien las definiciones contemplan tanto a hombres como mujeres, la realidad actual, asegura Beatriz Fernández, socióloga de la Universidad Católica e investigadora asociada del Instituto Milenio Micare, centro que estudia el cuidado y acompañamiento de personas mayores, personas con discapacidad intelectual y del desarrollo de sus cuidadoras y cuidadores desde todas sus aristas, asegura que son las mujeres quienes asumen la responsabilidad del cuidado. “Debemos evitar eufemismos, finalmente la generación sándwich se compone particularmente por mujeres. Es importante tenerlo en consideración para evaluar las consecuencias del fenómeno”, dice. 

El aumento de la esperanza de vida en la población, postergación de la maternidad y la inserción laboral de las mujeres son tres de los principales factores que han hecho evolucionar la concepción de este grupo. 

En primer lugar, explica Fernández, hay una “transición demográfica hacia un país cada vez más envejecido en donde no todas las personas mayores son dependientes, pero sin duda mientras más años se vive, más probabilidades hay de finalmente tener algún problema de salud y empezar a tener dependencias funcionales”.

Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la Esperanza de Vida al Nacer (EVN) de los chilenos se ha “triplicado producto de la implementación de políticas de salud pública, la disminución y posterior erradicación de la desnutrición infantil, el aumento del nivel de escolaridad y la universalización de la educación, el incremento en la calidad de vida de la población y la reducción de la mortalidad infantil, entre otros factores”.

A lo anterior, se le suma el hecho de que las mujeres han aplazado la maternidad, teniendo hijos cada vez más tarde. Las generaciones suelen toparse durante un periodo de tiempo mayor, produciendo una doble responsabilidad. “Al haber una tendencia de tener hijos en edades más avanzadas, se genera un encuentro entre la crianza de los hijos junto a los padres que además van a vivir más años. Te topas con esa disyuntiva de necesidades”, agrega la socióloga. 

En Chile la proporción de mujeres que trabajan remuneradamente todavía es baja. “Con la pandemia disminuyeron y hoy día se recuperó, pero estamos hablando del 50%; solo una de cada dos mujeres”, enfatiza la investigadora y socióloga. Según el informe “Igualdad de género en Chile: Hacia una mejor distribución del trabajo remunerado y no remunerado”de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) la tasa de empleo femenino es de un 53,3%, siendo casi 20 puntos porcentuales más baja que la masculina. Los desafíos de la inserción de las mujeres en el mundo laboral siguen vigentes y la situación no se hace más fácil considerando el trabajo que significa el cuidado de otros miembros familiares. 

 

Un nuevo ingrediente: Lo que dejó el COVID-19

Con la llegada de la pandemia, la situación de las cuidadoras se hizo más evidente, puesto a que todos los ámbitos de sus vidas estaban concentrados en un mismo lugar: sus casas. La socióloga Beatriz Fernández explica que lo que sucedió con las mujeres cuidadoras fue que se contrajeron exclusivamente al ámbito doméstico, especialmente las que trabajaban. “La pandemia eliminó todas las posibilidades de apoyo desde el sistema educativo, de mandar a los niños al colegio, al jardín, o que alguien externo viniera a apoyarte. Y además no había división de tiempo ni espacio, sino que estás ahí todo el día en la casa tratando de hacer todo. Y eso efectivamente agudizó o creó problemas de salud mental en muchas mujeres”, explica la socióloga e investigadora.

Nicole Cazenave con su padre. Santiago, 2020.

En 2020, con el decreto del confinamiento, Nicole Cazenave (49), debió trasladar a su padre de 81 años desde su campo en Taulemu, en la región de O’Higgins, a vivir con ella, sus dos hijas universitarias y su marido en Santiago. “La rutina era súper difícil porque el departamento era chico y cada uno estaba en su mundo. Mi papá echaba de menos el campo y despertaba todos los días desorientado. Mis otras dos hijas estaban con sus cosas de la universidad y mi marido salía a trabajar, lo que me tenía histérica porque todos los días tenía miedo de que mi papá se contagiara”.

Tras seis meses viviendo con su padre bajo su cuidado, con su demencia y condición física empeorando, Cazenave y toda la familia se contagió de COVID-19. “No me preguntes por qué, pero supe que esa semana sería la última. Nos sentíamos todos muy mal, pero estábamos todos preocupados por él”, comenta Nicole. “Mi papá se fue tranquilo mientras dormía, pero el golpe fue aún más duro porque de alguna manera u otra, ya lo habíamos integrado a la dinámica familiar cotidiana”.

Ser parte de la generación de mujeres que cumplen con todas las exigencias que requiere el cuidado de dos generaciones, sumado a una creciente inserción laboral, no es fácil. Para muchas, incluso, no existe una manera de hacerlo todo al mismo tiempo, y deben acudir a redes de apoyo. 

María Angélica Regueira es psicóloga familiar hace más de 25 años y actualmente es parte de la red de psicólogos Centro Luminus, centro de derivación psicológica según las necesidades especiales de cada paciente y con distintos estilos de psicoterapia..  Trabaja con familias completas abarcando el ámbito emocional y mental interviniendo transversalmente. Ella enfatiza en que la aceptación de las emociones y sentimientos es una parte fundamental del proceso de cuidado y del hacerse responsable de otros miembros familiares. “Si las emociones no son integradas, si no son elaboradas y discriminadas, en con qué me quedo y con qué no, terminan actuando por sí mismas, más allá de mi voluntad consciente. Y eso, finalmente, en el futuro va generando repercusiones negativas, se instauran patrones distintos, para los hijos y para la descendencia posterior”, dice.

A los 55 años, Guadalupe Rodríguez es directora de un jardín infantil en Las Condes. Es casada, tiene cinco hijos y cinco nietos y cuida de sus padres. “Es difícil compatibilizarlo todo, hago un tetris para organizarme. Siempre está el sueño de tener tiempo para hacer cualquier otra cosa que no sea lo que demanda una familia, pero no es que sea atroz. Estoy feliz, es parte de mi vida. Lo vivo de ese modo y me apoyo en mi familia. En la pandemia tuvimos que aprender a trabajar en equipo y hasta hoy, es lo que más me ayuda”, comenta Guadalupe. 

Por su parte, Fernández, enfatiza en el importante rol que cumple la contención de otros. “Es crucial el rol del entorno. Empezar a cuidar va a generar cambios relevantes sobre cómo hablamos, en tu tiempo, tus recursos, tus redes, etcétera. Pero claramente si tienes una red de contención, llámese pareja, hermano, vecinos, amigos, pensando como la red más informal, por supuesto que vas a poder tener mayor capacidad de resiliencia y que tus síntomas ansiosos y depresivos no gatillen finalmente problemas de salud más profundos”, agrega.

 

Trinidad Riobó es estudiante de periodismo de tercer año en la Facultad de Comunicaciones de la UC. Actualmente es Secretaria General del CECOM, ha participado en distintos programas de Radio UC y es actual editora de la revista KMCero.