“Swifterature”: Taylor Swift como un referente literario

“Swifterature”: Taylor Swift como un referente literario

Hace más de un año, con el inicio de The Eras Tour, Taylor Swift ha sido noticia constante. Lo interesante es que no solo es una estrella pop, sino que también es un objeto de estudio académico y particularmente desde el área de las letras. Varias investigaciones han revelado la calidad literaria de sus canciones, destacando en ellas la influencia de obras clásicas como Romeo y Julieta, así como su estilo de escritura. 

Por Agustina Carroza (@agustinacarroza)

Edición: Catalina Aillapan (@aillapanda)

El año pasado fue el año de Taylor Swift. Comenzó en marzo The Eras Tour, la gira donde la cantante —por más de tres horas— interpreta los mayores éxitos que ha compuesto a lo largo de su carrera. Con 18 años de trayectoria, Swift es considerada una de las mujeres más influyentes de la industria musical y el año pasado fue elegida como el personaje del año según la revista Time

La artista se ha vuelto un tema de estudio entre académicos, que no solo analizan las características de sus fanáticos (swifties) o las estrategias de marketing de la cantante, sino que también estudian las letras de sus canciones. Para muchos, Swift se ha convertido en un sujeto de investigación en la literatura, llegando a impartirse cursos sobre la cantante a nivel universitario.

El profesor de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez, Alejandro Martínez, inició un curso llamado Taylor Swift: la poesía en la era de Spotify dirigido a estudiantes de la institución. El taller surgió, cuenta Martínez, al ver el interés de los propios estudiantes por la música de Swift. Él les preguntaba a sus alumnos sobre sus lecturas y gustos musicales. Al escuchar a la cantante pop, el profesor les hizo notar que lo que ella escribía era literatura. Martínez dice: “Lo que caracteriza a Taylor Swift, a diferencia de otros artistas, es el trabajo de sus letras. Estamos hablando de alguien que hace un gran trabajo literario para construir sus canciones. No se va por la solución fácil como, por ejemplo, la repetición constante de versos”. 

El curso, que comenzó en agosto del año pasado, en su primera edición funcionó como una especie de piloto. Al iniciar, se exigió a sus estudiantes leer las letras de las canciones de Taylor Swift como texto poético, sin música e incluso traducidas al español, para crear la distancia —sin dejarse llevar por el ritmo o por el mismo fanatismo— y analizar realmente lo que la cantante escribe. En la planificación del semestre, la idea de Martínez era abarcar los diez discos de Swift, pero solo alcanzaron a estudiar los primeros cinco. El profesor cuenta que no era la idea hacerlo de manera acelerada y en forma de anécdota recuerda que en una sesión solo les dio para hablar de una canción —All Too Well (10 minute version)— por el nivel de comentarios e interacciones. Ahí mismo destaca: “Si una sola canción nos da para una hora de discusión es porque hay algo en esas canciones, hay un tipo de valor que hay que reconocer”.

La dinámica variaba de clase en clase. Cuando trabajaron el disco Red (Taylor’s Version), la regrabación de un álbum que había sacado en 2012 y que trata sobre las emociones que se viven en una relación intensa y que consume, leyeron a la par unos poemas de Pablo Neruda de su libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Se armó una discusión en la sesión de ese día, porque el videoclip de una de las canciones, All Too Well (10 minute version), parte con una cita del poeta chileno: “Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido”. Ello los llevó a preguntarse si era casual o no, intentando hacer las comparaciones y conexiones con la poesía tildada como “clásica”. 

La música unida a la literatura

El profesor Alejandro Martínez aclara que la poesía desde sus inicios ha estado ligada a la música. Cuando se estudia la Odisea o a los poetas griegos se hace énfasis en que toda esa poesía iba acompañada de música.  “No era una lectura solitaria independiente, era casi como un acto ritual, donde la música tenía un papel fundamental”, dice. Según el experto, esa parte de la poesía, la rescata Bob Dylan, Violeta Parra y de la misma forma, Taylor Swift. 

Ricardo Martínez, doctor en Lingüística de la Universidad Católica de Valparaíso, pone de ejemplo a Bob Dylan, ganador del Premio Nobel de Literatura. El cantante de éxitos como Knockin’ on Heaven’s Door fue el primer músico en obtener este reconocimiento en 2016. Esto generó debates. Al respecto, el académico señala que “se tiende a asumir de forma estereotípica que la literatura es lo que está en los libros y no lo que se escucha”.

Natalia Campos, socióloga y magíster en Teoría del Arte de la Universidad de Chile, comenta sobre el mismo debate: “La academia va a ser castigadora, sobre todo en el área de la literatura. Es cosa de ver cuánto se demoraron en darle el Premio Nobel de Literatura a Gabriela Mistral por su poesía”. La socióloga recuerda cuando trabajó escribiendo para la revista Literatura y Lingüística de la Universidad Católica Silva Enríquez , donde también se cuestionaba que a Isabel Allende no la reconocieran por su trabajo al ser considerada como mainstream

Taylor Swift no se escapa de estas mismas críticas. No solo por ser una cantante mainstream sino que también se le cuestiona la razón de su éxito. Internautas han dicho que es muy emocional o que solo escribe de sus exparejas. Para algunos expertos se trata de una mirada sexista. Sobre esto la misma Swift escribió en la canción The Man, donde dice: “Estoy tan harta de correr lo más rápido que pueda, preguntándome si llegaría más rápido si fuese un hombre”. 

Bob Dylan es un buen ejemplo también de esta tendencia de ser considerado su trabajo en instancias académicas. El cantante ha sido estudiado desde una mirada literaria a lo largo de los años. La Universidad de Chile dio en 2021 el curso Bob Dylan: poesía, música folk y pop, dictado por el escritor Rodrigo Olavarría y estaba abierto a todo público. Pero Olavarría no está de acuerdo en considerar a los cantantes como poetas. Dice que a Bob Dylan no le entregaron el premio por eso, sino que por lo que eran sus canciones.  “Creo que le damos mucha importancia a la imagen del poeta, lo que hace que históricamente se ha querido llamar poetas a personas que interpretan los sentimientos de su generación –como (Bob) Dylan y Taylor (Swift)- a través de canciones”, comenta Olavarría.

El profesor sí considera que el trabajo de los artistas como Swift puede ser parte de la literatura, pero no es necesario atribuirles el término de poetas cuando no lo son. Dice que si bien un género literario puede ser mixto —una novela puede incluir poemas, cartas u otros registros literarios— no es como que una canción por parecerse a la poesía sea poesía. “Yo diría que Taylor es una gran compositora de canciones, que tiene un talento pop único para tomar textos muy autobiográficos, que a primera vista no parecen muy pop, y comunicarlos con enorme talento. Es una artista única, una en un millón, pero no diría que es una poeta”, agrega el escritor. 

Ricardo Martínez difiere de la separación entre el género de la canción y el género literario que señala Olavarría. Martínez comenta que, desde su estudio, las letras de las canciones pueden agruparse en dos grandes tipos. Primero, el de las canciones líricas, donde se ocupan las figuras retóricas de la poesía más clásica. Segundo, el de las letras más narrativas, que son las que cuentan las historias. Asimismo, dice que las letras de Taylor Swift son bastante narrativas. Y es que sus canciones son también historias, historias de amor, traición, desamor, fracasos, amistad entre otras temáticas. 

Un acercamiento a los clásicos

La escritora argentina Mariana Enríquez, una de las grandes voces de la literatura latinoamericana, conocida también por estar al tanto de las tendencias musicales, se ha referido en más de una ocasión a Taylor Swift. En el programa radial Marcar como leído, de Futurock FM, compara la novela de Marguerite Duras: El arrebato de Lol V. Stein, con una canción de la cantante. Comenta que la trama del libro es muy parecida a la canción “right were you left me” de Swift, donde habla de una protagonista a quien la dejan esperando en un bar y se queda ahí, mientras ve cómo la vida continua. La escritora hace la comparación con la novela. Según ella, la protagonista del libro de Duras tiene la similitud del quedarse esperando y ver cómo el tiempo pasa. Al preguntarle si las letras de las canciones de Taylor Swift pueden ser estudiadas desde el punto literario y específicamente desde la poesía, la escritora respondió enfática: “por supuesto”.

Alejandro Martínez, profesor del curso de la artista, reflexiona sobre el uso del fenómeno swiftie para incentivar a los jóvenes a conectar con el mundo literario. “Hay mucho miedo a la poesía. Se piensa que leerla, entenderla o interpretarla es difícil. Pero haciéndolo desde Taylor Swift, que es algo tan cercano para los estudiantes, se quita ese miedo, y puede llevar a que también lean a otros poetas o escritores”, dice Martínez.  Así, aprenden que la comprensión de la poesía es más común de lo que se piensa. Por lo mismo destaca que no se puede negar el aporte de Taylor Swift, ya que esta misma puede ser un puente para que los estudiantes lleguen e incluso se interesen por los clásicos de la literatura.

Profesoras bajo amenaza: Cuando se educa con miedo

El caso de Katherine Yoma, la profesora antofagastina que se suicidó en marzo pasado tras ser víctima de hostigamiento y amenazas de un estudiante y su apoderado, puso el tema de la violencia ejercida contra profesores en establecimientos educacionales en la palestra. En un contexto en el que la evidencia nacional muestra que son más mujeres las víctimas, un grupo de profesoras de educación básica en el sistema público repasa lo más duro de ser violentadas por menores de edad en su trabajo y ver que no son protegidas por las instituciones donde se desempeñan.

Por María Paz Martínez 

@Pacitamartinez_ 

Edición: OPR Taller de edición FCOM-UC

Alicia Serrano (48) abre la puerta de la sala de clases donde se desempeña como profesora de enseñanza básica en un colegio ubicado en la comuna de Puente Alto hace dos años. Deja entrar a un alumno con el aliento cortado y con el afán de protegerlo, cierra de una vez. Tras él, por la ventana que da al pasillo, se ve a un compañero que corre furioso en su dirección, con los puños apretados. Este se detiene bruscamente y comienza a golpear el vidrio de la ventana y que ahora es lo único que los separa. El alumno no se calma. Serrano, la profesora de ambos estudiantes de 10 años, no sabe qué hacer. Entonces, el vidrio estalla en pedazos. El menor que provoca el incidente se mira las manos. La sangre corre por sus brazos. 

“Fue terrible, fue la experiencia más fea a la que me he enfrentado. Ver un niño tan descolocado”, dice Serrano a un año del episodio. A propósito de este evento y otros similares que se sumaron con el tiempo, obtuvo una licencia médica de casi tres meses, por la angustia que los episodios le generaron. 

La violencia escolar ejercida contra profesores en establecimientos educacionales es un problema de largo aliento. Katherine Yoma, profesora de inglés de la Escuela D–68 de Antofagasta, se quitó la vida hace un par de semanas, tras recibir amenazas de muerte por parte de una estudiante y su apoderado. Este episodio puso el tema en la palestra. Además implicó que instituciones como el Ministerio de Educación y organismos como la Superintendencia de Educación emitieran declaraciones sobre un problema que para docentes como Serrano siempre ha estado invisibilizado.

Incluso, hoy el Colegio de Profesores exige con urgencia la implementación del proyecto de ley Katherine Yoma, que propone la mejora de protocolos para el resguardo de docentes y trabajadores de la educación ante hechos de vulneración de derechos, acoso y agresiones a la vez que reclama sanciones para aquellos que incurran en ataques contra profesores.  

De acuerdo con el estudio “Docentes ante las violencias en la escuela” publicado por el Colegio de Profesores en 2022 son muchas más las mujeres que han sido víctimas de violencia escolar. En este documento se dice que ese año 2.914 mujeres y 627 hombres fueron víctimas de insultos en sus establecimientos, mientras que 365 mujeres versus 83 hombres experimentaron golpes. 

De acuerdo con la Superintendencia de Educación, en 2023 se registraron un total de 12.530 denuncias, lo que representa un aumento del 14,8% en comparación con el mismo período de 2022. De todas las denuncias realizadas en 2023 hasta el 30 de septiembre, el 71,1% (8.911 casos) están asociadas al ámbito de convivencia.

Serrano, con más de 20 años de trayectoria como profesora, nunca se había enfrentado a ese nivel de violencia por parte de menores de edad. Asegura que, desde que los colegios volvieron a exigirle a sus alumnos la presencialidad, todos los días hay incidentes de este tipo en el lugar donde trabaja. En ese sentido cree que la pandemia exacerbó los niveles de violencia. “Se amenazan, se dicen groserías que yo nunca había escuchado, como: ‘en la noche voy a ir a la casa y voy a violar a tu mamá’ (…)  “Son cosas que uno escucha y dice: ‘esto no se le ocurrió a un niñito de 11 años’”.

UNA COMUNIDAD DOCENTE DAÑADA

Serrano no es la única profesora que ha identificado esta tendencia en Chile. El 2022, un estudio del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile evidenció que un 9,4% del cuerpo académico de aula se encontraba con licencia, habían reducido sus horas de jornada o habían renunciado. “La docencia se está convirtiendo en una profesión de alto riesgo, con episodios permanentes de violencia, de agobio, de estrés, con altísima cantidad de licencias médicas porque la gente ya no soporta”, afirma Mario Aguilar, presidente del Colegio de Profesores y Profesoras. 

María José Pérez, profesora de historia, recuerda aquella vez que entró a la sala con los dedos apretados, pero dispuesta a dar su clase. La rodeaban 40 niños de 10 años. Que estuvieran todos callados no era requisito para comenzar. Repentinamente, un grito irrumpió por sobre el ruido de la sala. Pérez, asustada, levantó la vista y sobre los bancos, vio a un menor saltando y botando a patadas los cuadernos de sus compañeros. Pisaba las páginas con fuerza, gruñía mientras lanzaba al suelo los cuatro computadores de la sala. En medio de la conmoción, la educadora no se percató que el niño llevaba algo en la mano. Mientras evacuaba a sus alumnos, Pérez sintió un golpe en su cabeza que la dejó aturdida. El niño le había arrojado un  ladrillo de madera. “Me quería morir porque yo no estudié para esto. Se me derrumbó todo”, dice hoy. 

Nora Gray, psicóloga laboral, académica de Psicología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, cree que en estas condiciones cuesta mantener la vocación. “El desgano, el ninguneo, el desprecio, se va acumulando y se va apagando el fuego interno, las ganas de ser profesor”, explica.

Con los ojos llorosos y la voz temblando, Pérez cuenta que incluso había un grupo de estudiantes que se mofaban verbalmente en la hora de clases: “Y yo, estoica, tenía que seguir con mi clase. Y eso es súper violento”. Con decepción, Pérez dice que en la universidad le dieron una perspectiva súper idealista. “Cuando salimos, creemos que vamos a cambiar el mundo”.

El ambiente hostil que rodea las jornadas escolares no se queda en los establecimientos, sino que la violencia persigue a los docentes hasta las redes sociales. 

Carolina Palma, profesora de matemáticas, recuerda con los ojos llorosos y las manos cruzadas sobre su pecho la vez que un apoderado la amenazó públicamente por Facebook: “hasta aquí no más llegaste”, le comentó. “No podía salir de mi casa, no podía manejar, llegaba a la casa de mi mamá llorando”. Por este episodio estuvo más de 15 días con licencia médica.

AGRESIÓN QUE TRASPASA EL AULA 

Ante la ausencia de una ley que regule la violencia ejercida contra profesores y profesoras en establecimientos educacionales, el gremio es tajante: “La sensación que tienen nuestros colegas es que muchas veces no se hace nada (…) nuestros colegas están abandonados”, afirma Aguilar, presidente del Colegio de Profesores. Sugiere que esto vaya a la par con políticas educativas, apoyo profesional y distintas estrategias. “Legalmente estamos en total desamparo. Mientras la política pública y la normativa educacional vigente no haga un cambio, nosotros no podemos hacer nada”, agrega Pérez.

“Hay que reconstruir la posición relevante de los profesores en la sociedad, son claves. (Deben estar) en un sitio de respeto”, complementa Gray.

Serrano, profesora de enseñanza básica, vuelve a recordar sus días en aquel colegio en Puente Alto, del que luego renunció. Dice que el miedo a ser nuevamente víctima era algo que la acompañaba no solo durante clases, sino que previo a ellas y después. “Es como que te dejen metida en una favela a las dos de la mañana. Es estar en constante alerta”. 

En ese sentido, según los expertos, la agresión que experimentan los profesores no empieza ni termina durante el episodio de violencia que sufren en su lugar de trabajo. Quienes  frecuentan contextos agresivos entran en un modo de supervivencia. “Entonces, el profesor o profesora va a estar con miedo, con la hormona del estrés alta, con todos los parámetros biológicos alterados”, afirma Magdalena Cruz, psicóloga clínica de la Universidad de Los Andes.

Bajo estrés, el cuerpo comienza a dar señales y surgen “problemas digestivos, trastornos del sueño y del apetito”, explica la psicóloga, Nora Gray. 

Peréz por las noches se despierta gritando: “¡Chicos, porfa, silencio! ¡No! ¡No! ¡No le pegues!”. Serrano también sufrió de pesadillas y su doctor le aclaró que padecía de terrores nocturnos. Palma asegura que antes de ser violentada por menores: “Yo estaba sana, yo tenía ganas de trabajar, yo tenía ganas de hacer cosas y me enfermé, me enfermé tanto”, lamenta.

Gray explica que para las profesoras afectadas naturalmente habrá repercusiones de la violencia escolar en otras esferas de su vida. “Lo que me dio más rabia fue traer algo laboral a la casa”, suma Palma, “porque yo ya no era la misma, no pude funcionar como mamá, como esposa, como hija”.

A la hora de pensar en una solución, la psicóloga Gray dice que es un gran desafío, sobre todo si la violencia está normalizada. Además, hay veces que no es responsabilidad de los docentes intermediar, ya que son las condiciones específicas de sus estudiantes las que entran en conflicto, explica Gray. “Somos profes, no somos enfermeros, psicólogos o psiquiatras”, manifiesta Palma. “Los docentes enfrentan situaciones que los sobrepasan profesionalmente”, complementa Aguilar. 

La invisibilización se debe, según las mismas profesoras, a que es un enfrentamiento dispar. “Trato de resguardarme también. Si tocas a un niño y lo contienes de alguna manera, también puede jugar en contra tuyo”, afirma Serrano. Palma agrega: “un menor te golpea, te trata mal, (no puedes) hacer nada, porque es un niño… Ellos jamás van a ser responsables de todos sus actos”. “Es una lucha interna”, dice Pérez y plantea que “uno tiene que entender que son niños carentes de sus familias”. 

Según Gray, psicóloga, “es muy doloroso aceptar que personas que están en esas tiernas edades sean capaces de tamañas acciones”. Sin embargo, “por protegerlos a ellos, nos pasamos para el otro lado y los profesores muchas veces se ven atados de mano”.

 

María Paz Martínez (@pacitamartínez_) es alumna de cuarto año de Periodismo en la FCOM – UC (@fcomuc).  El 2023 fue nominada al premio «Pobre el Que no Cambia de Mirada», organizado por la Alianza Comunicación y Pobreza, por su reportaje titulado «Carpas y rucos: la eterna mudanza de las personas en situación de calle». Actualmente se desempeña como editora en Kmcero.

Marea de cambio: las organizaciones que se comprometen por las costas chilenas

Hoy los océanos albergan el equivalente a 21.000 residuos plásticos por habitante. En Chile, diversas organizaciones lideran la lucha contra la contaminación marina de las costas, empoderando a jóvenes y a niños para que tomen acción por el cambio. 

Por: Magdalena Soublette. (@maidasoublette)

Edición: Trinidad Riobó (@trinidadriobo)

Son las 10:00 am y más de 100 jóvenes voluntarios se encuentran repartidos en Constitución realizando diversas labores. Algunos construyen basureros para la comunidad. Otros pintan carteles para concientizar sobre el cuidado de las playas. Unos cuantos realizan talleres de esta misma temática para niños. Un poco más allá varios, en distintas playas del sector y en un cerro, recolectan 1625.7 kg de basura y de material reciclable como plástico pet, vidrio o latas.

Al terminar la jornada están todos felices, pero jamás satisfechos. Saben que hay mucha más basura por recoger. 

Todos ellos son los voluntarios del proyecto Ucéanos, una iniciativa que surgió en 2018 en la Facultad de Economía y Administración de la Universidad Católica. La  ingeniera comercial de la UC María de la Luz Cilveti está desde sus inicios y fue la Jefa General el 2020 y 2021.

Cilveti relata que todo comenzó entre un grupo acotado de compañeros que buscaba crear algo distinto, que influyera en la mentalidad de los estudiantes, pero que estuviese alejado de lo político. Ese mismo año fueron por primera vez a limpiar una playa, y decidieron que no se querían limitar a simplemente recoger la basura. “Creamos este proyecto no solamente para limpiar las playas en sí, sino para que los estudiantes tengan una conciencia sustentable”, comenta Cilveti. Y agrega: “(Queremos que) cuando más adelante vayan a sus trabajos (los estudiantes) piensen y esperen antes de tomar cualquier decisión para que sea un poco más sustentable”.

A cinco años de su inicio, el proyecto de la Universidad Católica ha convocado a cientos de estudiantes. Ellos cada semestre van a limpiar una playa y a educarse para ser, como llaman sus organizadores, “agentes de cambio” en su día a día. Rosario Escudero, actual coordinadora del proyecto, atribuye el éxito de los proyectos sustentables surgidos en los últimos 10 años a las redes sociales. Menciona que la globalización de la información y la temprana edad en la que los niños aprenden a usar red

es como Instagram o TikTok, ha influido en el conocimiento que se tiene sobre la crisis que hay en las costas del país. 

Costas repletas de desechos

A inicios de este año, una investigación realizada por el instituto 5 Gyres, una organización sin ánimo de lucro que funciona a nivel global y que se enfoca en reducir la contaminación por plásticos mediante la investigación, reveló una inquietante verdad: se estima que en la actualidad hay cerca de 170 billones de partículas de plástico en el océano. Esto equivaldría a 21.000 residuos plásticos por habitante a nivel mundial. Llevando esta problemática al país, a pesar de la implementación de diversas políticas públicas que apuntan a disminuir el uso de plástico, las costas de Chile se encuentran repletas de desechos y no todos son de este material. Aunque la mayoría de estos se encuentran en la orilla del mar suponen un peligro al dañar los ecosistemas del país. 

“Si todos hacen un poco, algo grande va a salir”, dice Cilveti, acerca de las acciones que se pueden realizar para reducir la basura en las costas. Sin embargo, el esfuerzo de Ucéanos no es único en Chile. Cada vez son más las organizaciones no gubernamentales que han decidido empoderar a los más jóvenes para afrontar el desafío de la contaminación en las costas chi

lenas.

 

Varias organizaciones educan a colegiales de todo Chile para el cuidado de ellas. Una de estas es Científicos de la Basura, un programa escolar que data de 2007 y realiza “ciencia ciudadana” con estudiantes. Martín Thiel, biólogo marino y director del programa, explica que esta ciencia es aquella que es realizada por personas no especializadas en el rubro en conjunto con científicos y que en el programa la hacen precisamente con escolares.

Thiel relata que los Científicos de la Basura surge de una investigación que estaba realizando con otros compañeros que concluyó que toda la basura que hay en el mar de las costas chilenas, tiene su origen en el propio país y no llega flotando de otros lugares. Por lo mismo, decidieron que en vez de solo recoger los desechos, debían educar a las personas sobre el problema desde temprana edad. No solo quisieron enseñarles de la basura, sino que también incorporaron a los niños a la investigación. “La mejor forma de hacerles ver la problemática es que ellos mismos la investiguen, que ellos mismos la vean con sus propios ojos”, explica Thiel.

El 2008 se lanzaron y con más de 1500 escolares de 45 colegios de Chile realizaron el primer muestreo nacional de la basura que hay de las playas. Martín Thiel afirma que antes de eso no existía la información de qué había exactamente en las playas del país. “Nadie sabía qué tipo de basura, nadie sabía en qué lugares, en qué playas, en qué ciudades había más basura o menos basura. Y nadie sabía de dónde venía esa basura”, dice.

Actualmente, los Científicos de la Basura llevan a cabo este muestreo en playas cada cuatro años, y desde el 2013 realizan también un muestreo en los ríos, ya que muchos desembocan en las playas. Además desde 2017 se han expandido internacionalmente llegando a los 11 países de América Latina que bordean el Océano Pacifico (de México a Chile).  

Con la completa recolección de datos que realizan y las investigaciones que han hecho respecto a este tema, Martín Thiel afirma que ahora lo fundamental no es solamente que los niños recopilen la información, sino que con ella hagan algo. “Una cosa es ser conscientes, pero lo otro es tomar acción”. Por esto mismo, hoy incentiva a los escolares a investigar en donde se origina la basura para que así adopten conductas de bajo consumo de plásticos y cambien aquellos hábitos que tienen repercusiones negativas en las costas. Actualmente están llevando a cabo un muestreo en toda la costa del Océano Pacífico en Latinoamérica para saber dónde y cuándo las botellas plásticas que encuentran fueron embotelladas y vendidas. Con los datos recopilados por cientos de niños y los adultos que quieran sumarse, buscan aclarar el origen del problema y así poder combatirlo.

Similar en su público, los Exploradores Marinos le enseñan a niños entre seis y 12 años sobre el mar para que conecten con él, desarrollen diversas habilidades científicas como el pensamiento crítico y se sientan llamados a conservar y cuidar las costas del país. Esta agrupación inició sus actividades en 2020. En un principio, realizaban talleres por Zoom sobre distintas especies marinas y, haciendo uso de Instagram, rápidamente alcanzaron una gran cantidad de seguidores y de “exploradores” que acudían semanalmente a su taller. Con la vuelta a la presencialidad comenzaron a realizar actividades en diversas playas, enseñando de manera lúdica sobre los organismos que viven en las costas chilenas.

Actualmente Exploradores Marinos se ha expandido y cuenta con diversas áreas. Una de ellas es la “Academia de Exploradores Marinos”, la cual busca realizar experiencias educativas. Esta academia cuenta con diversos programas; algunos son implementados en colegios, mientras que otros los realizan con niños que por cuenta propia participan activamente en la academia. Carolina Ezquer, cofundadora de la academia, explica que una parte importante de esta área es el cuidado de la salud mental de los niños. Evitan a toda costa el agobiarlos con exceso de información negativa y, en vez de eso, les enseñan del mar y sus beneficios para que cuiden del océano de forma innata. “Es realmente un vínculo muy recíproco y ahí es donde se fomenta un verdadero cuidado, un cuidado muy genuino de estos espacios”.

La sobreexposición de los niños a información negativa le preocupa a Ezquer, por lo que hace énfasis en que, para que tengan una buena relación con el ambiente marino y que en consecuencia lo cuiden, los adultos deben dejar a los niños relacionarse con este de forma libre. “Interactuar a través de los sentidos, oler, jugar, tocar, arrastrarse, hacerse escalopa, meterse al agua y probar distintas cosas”, señala. Y así, explica, estos niños “terminan amando el mar, más que solo cuidándolo”.

 

La farmacia de las pastillas que se rehúsan a morir

La farmacia de las pastillas que se rehúsan a morir

Según datos de la Contraloría, en 2021, más de 35 millones de unidades de medicamentos fueron desechados por vencimiento en los recintos de salud pública. Para evitar que terminen en el tacho de la basura, y amortiguar los altos gastos en fármacos que tienen que afrontar los pacientes crónicos, un grupo de ingenieros decidió instalar Farmaloop, una droguería independiente que liquida remedios a punto de caducar.

Por: Sebastián Cornejo I. | Tiempo estimado de lectura: 7 minutos.

 

Joaquín Rodríguez tiene 37 años y puede sufrir una trombosis en cualquier momento. A los 15, desarrolló un raro trastorno hemorrágico que hace que su cuerpo presente una deficiencia de protombina, una proteína cuya ausencia hace que su sangre sea más viscosa que la del resto. Vive prisionero de la warfarina, un anticoagulante cuyo valor asciende a los 30 mil pesos por cajetilla en las farmacias de cadena. Esos 30 mil se los “toma” en una semana. Si Rodríguez deja de consumir su pastilla un solo día, sería internado en la clínica casi seguro, como ya lo ha estado seis veces a lo largo de su vida.

Más de la mitad de los chilenos presentan actualmente dos o más enfermedades crónicas. Las cifras del Ministerio de Salud señalan que la obesidad (7 millones de casos), la hipertensión arterial (3 millones), y la diabetes mellitus (1 millón 700 mil) son de las más comunes. Aun así, una encuesta del Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello realizada en 2021 indica que el 68% de pacientes crónicos tuvo que suspender alguna vez su tratamiento por el alto costo de los medicamentos.

“En un momento nos tuvimos que poner en la encrucijada de decidir si comprábamos el remedio o pañales y leche”, relata Synthia Barraza, esposa de Rodríguez, quien asegura que durante mucho tiempo estuvo luchando contra los gastos del tratamiento de su marido. Sin embargo, el 2022 encontró que a la vuelta de su casa había una pequeña farmacia que ofrecía la misma warfarina a 3 meses de vencer. ¿Su precio? Solamente 3 mil pesos.

Ubicado en el sector de Príncipe de Gales en la comuna de La Reina, Farmaloop es un centro de salud que abrió en 2022 por la idea de los ingenieros Felipe Díaz y Claudio Cea. Ambos trabajaban en laboratorios farmacéuticos, donde tenían que incinerar con “un dolor gigante” parte de los 40 mil millones de pesos en medicamentos que cada año no se alcanzaban a vender en el mercado. El tercer integrante fundador, Michel Tesmer, aportó con la “otra mirada”: la del paciente, al haber sido funcionario en un hospital clínico virtual como monitor de enfermos crónicos.

La farmacia destaca por ser la única del país cuyo objetivo es vender medicamentos que ya casi nadie quiere. Dicha estrategia es su objetivo para ofrecerlos a precios más accesibles. Felipe Díaz, ingeniero comercial y cofundador de Farmaloop, detalla que su modelo de negocio se basa en el concepto de “economía circular”, el cual “disminuye la destrucción de medicamentos y a su vez aumenta el acceso de los pacientes a tratamientos”.

Díaz asegura que de esta manera logran vender fármacos, tales como insulina, anticonvulsivos y warfarina, hasta con 80% de descuento sobre el precio de lista, dependiendo de qué tan próximos están de vencer. Generalmente es de 9 a 3 meses. Cuando queda menos de uno, los medicamentos son retirados para evitar que caduquen en las casas de los clientes. El 2021 pudieron salvar más de 20 mil remedios cuyos destinos iban ser expirar sin ser consumidos.

Farmaloop tiene convenio con la mayoría de los laboratorios que operan en Chile. Para obtener los medicamentos más baratos que las grandes cadenas, la empresa los compra cuando su vida útil ya es de “corta duración”, y en pocas cantidades. Así la empresa puede controlar el stock que va liquidando, según la cantidad de meses que le quedan al remedio. “Somos súper transparentes con la fecha de vencimiento y por ende con el descuento. En otras farmacias cuando al remedio le queda poco te lo venden al mismo precio”, agrega Díaz.

“En Chile los medicamentos están sujetos a las leyes del mercado. Al igual que la ropa o cualquier otra cosa”, señala Mario Rivera, doctor en farmacología de la Universidad de Chile. Dicho mercado es controlado, según cifras del Ministerio de Salud, en un 95% de sus ventas totales por tres grandes compañías: Salcobrand, Cruz Verde y Ahumada.

En países de la Unión Europea eso no pasa. El profesor de farmacia clínica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Cristián Plaza, viaja regularmente a España por fines académicos: “Allá no existen los azules, los verdes y los rojos”, asegura refiriéndose a las cadenas Salcobrand, Cruz Verde y Ahumada, respectivamente. En cambio, existe un “sistema de circuito”, donde cada sector urbano está adscrito a cierta farmacia. “Esto impide lo que ocurre en Chile, y que haya esquinas con cuatro farmacias, de cuatro cadenas diferentes mientras hay comunas donde simplemente no hay”, añade el docente.

“Los laboratorios venden los medicamentos al precio que el país pueda pagar”, describe Sergio Muñoz, jefe del subdepartamento de farmacia en el Instituto de Salud Pública. Es así como en Chile, según datos de la Central de Abastecimiento de Medicamentos (CENABAST), se compran remedios hasta 24 veces más caros que en otros países de América Latina.

El profesor Plaza explica que en Europa los precios de algunos medicamentos están regulados por los Estados, al igual que en países latinoamericanos. Dicha situación llevó a Synthia Barraza a conseguir esporádicamente warfarina desde Argentina hasta el 2017, mediante un familiar que solía viajar a ese país. El precio al que conseguía el anticoagulante, en ese entonces, era de 4 mil pesos chilenos por caja.

Con respecto a los posibles riesgos de consumir fármacos a punto de vencer, el doctor Rivera detalla que son casi nulos, pero hay que tomar precauciones con el almacenamiento: “Si las condiciones no son las óptimas, la fecha de vencimiento puede adelantarse”. Los fármacos líquidos, como gotas para los ojos y ampollas de insulina, pueden perder esterilidad y vencer más rápido que los comprimidos porque son más propensos a contaminarse con bacterias debido a su manipulación.

Rivera también explica que hay medicamentos, como los anticoagulantes que consume Joaquín Rodríguez, que con el mínimo cambio en la dosis causado por la degradación del fármaco puede provocar toxicidad o pérdida total del efecto: “Si una persona se toma un anticoagulante vencido puede traer como consecuencia que sufra una trombosis”.

Generalmente las farmacias del país retiran los medicamentos de las góndolas con al menos dos meses de anticipación a su expiración. Esta práctica ocurre no por un tema reglamentario, sino porque estos medicamentos son devueltos a los laboratorios a cambio de reposición de stock o descuentos. Sergio Muñoz, del ISP, detalla que el reglamento legal farmacéutico “únicamente prohíbe que se vendan medicamentos vencidos” y que la decisión de dejar de vender remedios a punto de caducar recae exclusivamente en el químico farmacéutico del local establecido.

Samuel Fernández es esa persona en Farmaloop. La farmacia recibe pacientes crónicos de todo Santiago y él se asegura de que ningún medicamento que venda el local exceda la fecha de vencimiento: “Primero los clientes compraban por internet, pero después venían a la tienda porque querían ver si la farmacia era real”, asegura, mientras imprime con papel reciclado la guía de stock que dictamina todos los remedios que tiene que reponer día por medio.

Fernández, quien atiende la farmacia durante la semana, detalla que Farmaloop no intenta competir contra las grandes cadenas, ya que su foco está puesto exclusivamente en un público marginado por el sistema farmacéutico actual: “No sé si los clientes están al alza, pero nos encuentran”. Por lo mismo, el químico afirma que sus clientes le van pidiendo personalmente que traiga distintos medicamentos para sus respectivos tratamientos. Para la epilepsia. Para la tiroides. Para la sangre. Es así como Synthia Barraza consiguió que trajeran warfarina a la farmacia en septiembre de 2022.

Cuenta que, en ocasiones, los vecinos del sector le solicitan remedios para otras necesidades médicas o que no tengan una caducidad tan corta, como soluciones de lavado nasal o cremas para la piel: “Cuando intento explicarles que si se los compro al laboratorio no los podría vender con descuento, me dicen ‘no importa, pago dos lucas de más para comprarlos aquí’, lo cual es bonito”.

“Esta es una idea que para mí es maravillosa, y si se puede replicar en otros lados sería bien recibida por la comunidad”, expresa Barraza. Mientras tanto, la directiva de Farmaloop está estudiando la viabilidad de instalarse en México dentro de los próximos años. La tienda sigue operando con su única sucursal física, pero con una red de envíos a nivel nacional.

Felipe Díaz asegura que cada vez es más difícil mantener estable el precio de los remedios, debido a que, entre otras cosas, la inflación ha aumentado el valor total en los cargamentos que ofrecen sus proveedores. Los precios de los medicamentos, especialmente los que tratan al sistema nervioso central, han subido un 13,7% en Chile entre los años 2021 y 2022, según un informe del centro de estudios Clapes UC.

El doctor Rivera enfatiza que Farmaloop es “una iniciativa fantástica”. Sin embargo, es enfático al decir que el consumo responsable de los medicamentos significa que el paciente tome solamente remedios dentro de su período de validez: “Eso es lo más importante. No importa que esté cerca o hasta el último mes, pero que se consuman hasta cuando indica el laboratorio. No hay dobles lecturas”.


Sobre el autor: Sebastián Cornejo (@seb.cornejo) es estudiante de cuarto año de Periodismo en la FCOM UC (@fcomuc). Es director del medio estudiantil El PUClítico (@el_puclitico). Se ha dedicado a cubrir política universitaria de la UC y las elecciones FEUC desde 2021. Además, es editor del Kmcero (@revistakmcero).

Peligra una especie única de Chile: los efectos que tiene el cambio climático en el monito del monte

Fotografía de  Carolina Contreras

Fotografía de  Carolina Contreras

Considerado un “fósil viviente” y clasificado como una especie “casi amenazada”, el monito del monte, un marsupial de apenas 22 centímetros de largo, es el único animal en Chile que hiberna, y el gradual aumento de temperaturas pone en riesgo este proceso y su vida. ¿Cómo puede enfrentar la amenaza de la crisis climática?

Por Javier Burgos @bxrgos­­­_jxvi

Edición por Nicolás Stevenson Flaño @_nicostevenson

De apenas 22 centímetros de largo y 23 gramos de peso, el monito del monte (Dromiciops gliroides) sale de la cavidad de un árbol por la noche. Este marsupial, con la apariencia de una ardilla, habitante entre las regiones del Maule y los Lagos, tiene un promedio de vida de solo dos años. Debe ser rápido y sigiloso, pues sus depredadores también son nocturnos, pero su pelaje marrón pardo le favorece en la oscuridad. Con sus pulgares opuestos en sus cuatro patas, este animal tiene la habilidad de trepar con facilidad todo tipo de árboles, ocupando los 11 centímetros de su cola prensil que enrolla en las ramas y le permite colgarse para cruzar de un lado a otro a través del bosque. En su marsupio, parecido a la bolsa característica de un canguro, transporta a su cría hasta que cumple doscientos semanas de vida. Dentro de esta, el animal encuentra cuatro pezones que ocupa para nutrirse.

Insectos y frutos como el quintral, una planta hemiparásita que produce bayas, son la principal fuente de nutrición del monito del monte. Debe sobrealimentarse, ya que tiene que almacenar la mayor cantidad de energía posible para los periodos de invierno en los que se prepara para la hibernación.

Sin embargo, con la llegada del cambio climático y las olas de calor, esta especie, el único animal en Chile que hiberna, ha visto amenazada su existencia.

La importancia del último ser de un orden extinto

El monito del monte es considerado en la actualidad como “fósil viviente”, de acuerdo con Eduardo Palma, Profesor de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica. “La mayor parte de las especies de ese linaje se extinguieron. Es el último del orden microbiotheria, un grupo de hace más de 40 millones de años. Si mueren, no hay más”, explica.

Lida Franco, zoóloga de la Universidad Austral, comenta que esta “es una especie emblema para el tema del cambio climático, es única y carismática, representante súper importante de la fauna chilena, ya que de él depende en gran parte la regeneración del bosque valdiviano”. En su proceso digestivo, el monito del monte defeca la comida 30 minutos después de haberla tragado, y luego dispersa en las heces semillas de su alimento vegetal que permiten mantener la integridad y funcionamiento de los bosques del sur.

La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), un indicador crítico de la salud de la biodiversidad mundial, ha clasificado a este mamífero como un animal “casi amenazado” debido a un continuo declive en su población causado por la actividad maderera y agrícola. Franco comenta que: “Uno lo escucha y no suena tan terrible, pero para un zoólogo, un animal que está casi amenazado va camino a la extinción”. 

La zoóloga explica que la especie es altamente vulnerable al cambio climático por sus restricciones energéticas, debido a la necesidad de entrar en hibernación. Este proceso es una disminución controlada de la temperatura y en general del metabolismo corporal programado, que puede llegar a extenderse de días a meses. Debe distinguirse del sopor que, en términos de Gloria Rodríguez, bióloga de la Universidad de Chile, se puede definir como “una especie de micro hibernación”. Puede durar incluso horas. El monito del monte es un mamífero que ya está adaptado a un letargo fisiológico para soportar el invierno, por lo que mantenerse activo permanentemente no es eficiente para ellos, a diferencia de otros marsupiales. Una cualidad del monito del monte es que puede entrar tanto en sopor cómo en hibernación.

René Quispe, médico veterinario de la Universidad de Chile, explica que solo hay dos marsupiales que entran en etapa de sopor en el país: el monito del monte y la yaca . La yaca (Thylamys elegans) es una especie de marsupial que, en aspecto, es muy similar al monito del monte, pero dista por su pelaje grisáceo, hocico aguzado y grandes orejas que puede plegar a voluntad. Su principal diferencia con el monito del monte es su capacidad para soportar las altas temperaturas, producto de su hábitat ubicado en la zona norte-centro del país.

“Si se hiciera una comparación con la yaca, sería el monito quien se vería más afectado ante el cambio climático y altera directamente su hibernación, porque la yaca está más adaptada a vivir en ambientes secos y cálidos que el monito del monte”, asegura Quispe.

Rodríguez menciona que, tanto la hibernación como el sopor son procesos regulados y no son una decisión consciente. Los diferencia su duración. Pero la hibernación es un poco más predecible en los meses de invierno y le permite al animal sobrevivir sin comida disponible, ya que la poca energía que necesita para mantenerse con vida, la obtiene de la grasa de su tejido adiposo.

Esta especie tiene un proceso de termorregulación que lo define como un animal homeotermo. Esto significa que podrá adecuar su temperatura corporal en base a las condiciones climáticas de su entorno. A medida que la sensación térmica exterior disminuye, la temperatura corporal del monito baja, dando la señal de que es hora de hibernar. 

“Imagina que soy el monito. Lo que yo haré será despertar de mi hibernación porque aumentó la temperatura. Mi sistema de termorregulación está diseñado así evolutivamente. Pero ahora voy a estar despierta gastando una energía totalmente diferente a la que gasto durante la hibernación o en estados de sopor y no van a estar los recursos. Esto me perjudica totalmente, y esto le puede ocurrir a todos los animales que hibernan en el mundo”, explica la bióloga.

El gran problema

El último informe anual de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), publicado en abril de este año, indicó que las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando y que el clima también se encuentra constantemente cambiante. Los ocho años comprendidos entre 2015 y 2022 fueron los más cálidos de los que se tiene constancia, pese al efecto de enfriamiento producido por un episodio de La Niña durante los tres últimos años. Esto ha traído repercusiones en el sopor e hibernación del monito del monte.

“Hoy estamos en el escenario más catastrófico que se pronosticaba. Ya no solo está el cambio climático, hay que sumarle el global. Son conceptos diferentes, porque el cambio global es un proceso acelerado del cambio climático producido por la acción humana. El ser humano llegó para acelerar este proceso de manera artificial”, explica Carolina Contreras, Licenciada en Ciencias Biológicas de la Universidad Austral de Chile sobre la crisis climática.

Con el constante aumento de temperaturas que se han producido por el cambio global, existe una sincronía entre el fin del ciclo de hibernación o sopor del monito del monte y su periodo de reproducción. Contreras menciona que: “Una vez finalizado los periodos de frío, el animal está más activo y aumentan los recursos. Pero al salir del evento de sopor o hibernación en pleno invierno, y con altas temperaturas, no habrá recursos necesarios para el desarrollo de la vida del monito. Entonces gastará más del 90% de su energía en un momento que no correspondía, y no tendrá la compensación energética que necesita”.

Claudio Veloso, Director del Departamento de Ciencias Ecológicas de la Universidad de Chile, afirma que el calentamiento global afectará negativamente a estos animales, ya que no van a poder llegar a los niveles de ahorro de energía lo suficientemente potentes y tendrán que estar en déficit. Esto, según el experto, podría dar como resultado un aumento de la tasa de mortalidad poblacional.

Para Veloso, la evolución funciona en base al cambio climático, y detecta que el problema está en que la crisis que se maneja actualmente, es de origen antrópica, es decir, de origen humano. Y la tasa de cambio, la velocidad con que está cambiando el clima, es muy fuerte, y para que estos animales se adapten debe haber un efecto de selección natural, donde el tiempo juega un rol fundamental. Ejemplifica de la siguiente manera: “Si yo caliento algo de un día para otro a 100 grados, hervirán todas las cosas, pero si yo voy subiendo la temperatura un grado cada 200 años, las poblaciones se van seleccionando, quedan los que son más eficientes a esas condiciones, y los que no, corren otra suerte.”

¿Qué opciones quedan?

Es complicado hacer cualquier tipo de predicción respecto al futuro del monito del monte, dicen los expertos. Es un animal muy difícil de ver y atrapar, lo que ha retrasado su proceso de estudio e investigaciones. Los expertos han especulado sobre la respuesta que podría tener para enfrentar el cambio climático y prevalecer en el tiempo. La principal conclusión apunta al desplazamiento de su población a otras zonas del territorio chileno. “Buscarán seguir manteniendo rangos marcados de temperatura entre invierno y verano. Es posible también, que empiecen a disminuir estos eventos de hibernación y de sopor, que no estarían acorde al medio ambiente”, comenta la bióloga Gloria Rodriguez.

Rodrigo Vásquez, investigador de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, explica que este desplazamiento no sería tan extraño, pues otros animales del continente están adoptando estas medidas migratorias: “Se ha visto que en aves como el rayadito y el chincol se han ido adelantando las fechas de migración, asociados al calentamiento global. Escapan de los cortos periodos de luz y temperatura que no les permite conseguir alimento suficiente.”

Coincide Claudio Veloso, quien agrega que: “Si se comienzan a secar los hábitats por el calor, el monito tendrá que moverse. Pueden desplazarse en bloque, manteniendo el rango de distribución hacia el sur y tendrán que modificar sus patrones de actividad diarios. Van a tener que hacer un montón de cosas para ajustarse si es que efectivamente llegamos a niveles tan extremos”.

Serían estos hábitos migratorios los procesos que podrían ayudar al monito del monte a sobrevivir a las adversas condiciones climáticas producidas por el cambio global. Pero Veloso identifica el desafío más grande que tiene hoy el monito del monte: “El problema aquí, es que es tan rápida la velocidad de cambio, que en ocasiones los animales no alcanzan a responder, y llega un momento en que no hay reacción porque fue muy rápido, no aguantaron la temperatura, el cambio de hábitat, la falta de agua, ni las presas. Y la población puede llegar a desaparecer”.

Carta a los periodistas: un boletín secreto bajo Estado de Sitio

Carta a los periodistas: un boletín secreto bajo Estado de Sitio

En plena dictadura militar, un grupo de periodistas se organizó con el fin de esquivar la censura de prensa. Ante la necesidad de contar lo que estaba pasando, crearon la Carta a los Periodistas, un medio de comunicación alternativo que circuló entre los años 1984 y 1985, con sede en el Colegio de Periodistas. 50 años después, sus protagonistas reviven aquella época y relatan lo que la iniciativa significó para ellos y para las personas que pudieron leerla.

Por Lisa Parada Larenas (@lisaparadal)

Edición por Sebastián Cornejo (@seb.cornejo)

Estaban sentados alrededor de la mesa central en el quinto piso del Colegio de Periodistas, sede que integraba el Consejo Nacional y el Consejo Metropolitano, en Amunátegui 31. Los entonces once dirigentes, discutían sobre cómo informar a la ciudadanía en el escenario nacional de aquella época. Oriana Zorrilla (74), periodista que participó de la Carta e integrante del Consejo Metropolitano, ahora jubilada, cuenta: “Recuerdo que Gustavo Pueller (colega suyo) dijo: ‘oye, pero hagamos una carta, una carta a los periodistas’”. A principios de noviembre de 1984 se inició un boletín tamaño carta, de dos hojas, cada una impresa por ambas caras, que contenía las noticias más importantes de la jornada del día anterior. Para concretar la iniciativa de manera discreta, reutilizaron un boletín de circulación interna llamado El Periodista, en el que se informaba sobre lo que ocurría dentro del Colegio, las próximas reuniones, las cuotas, entre otros asuntos, recuerda Oriana.

Nadie imaginaba entonces, dice la periodista, la masificación que la Carta llegaría a tener. “Venían a buscar una copia los estudiantes universitarios, las federaciones, pobladores organizados, vicarías, grupos de derechos humanos, muchos organismos diferentes”, añade.  

Como cuentan sus participantes, la Carta surgió como idea del Consejo Nacional y el Metropolitano. “Nosotros (como dirigentes) aprobamos y respaldamos de inmediato”, afirma el periodista Guillermo Torres-Gaona (74), dirigente del Consejo Nacional en dictadura. Así comenzó la redacción: Buscábamos cómo contribuir a que terminara ese infierno en Chile y pudiéramos tener democracia nuevamente”, cuenta y revela que, pese a estar en su mayoría cesantes, el compromiso de los periodistas con la información era mayor.   

Estimado colega:

Oriana Zorrilla en la actualidad

Oriana Zorrilla en el Colegio de Periodistas (2023)

Cada día, todos llegaban a las 9:30 de la mañana y salían a buscar la información cerca de las 10. “Era un horror (reportear). Uno tenía que conseguirse monedas para llamar al Colegio desde un teléfono público, o más bien conseguirse uno de red fija para despachar lo que estabas reporteando”, cuenta Oriana mientras hojea el libro Carta a los Periodistas: Crónicas Bajo Estado de Sitio, una recopilación de lo que fue la iniciativa. Trabajaban de lunes a viernes hasta las seis de la tarde, tratando de respetar un margen horario para que los periodistas llegaran a sus casas antes del toque de queda, que partía usualmente a las 8 pm. Las personas en puestos de redacción y reporteo variaban, pero había cargos fijos. “Teníamos una reunión a media mañana, en la que Tati Penna e Isabel Torres (colegas) fijaban la pauta de lo que había que cubrir y reportear”, recuerda Guillermo.

La Carta comenzaba a repartirse, de manera gratuita, alrededor del mediodía (o 12 del día). Si bien la situación política prohibía la publicación de cualquier impreso, el boletín “era para los periodistas” comenta Oriana añadiendo con tono irónico que, de igual manera “lo hacían circular afuera” del colegio. Estimado colega: queremos informarte…, eran las cuatro primeras palabras que contenía el boletín, que ayudaban a la discreción que la iniciativa requería al comienzo, pero con el tiempo “no pasaba nada de piola”, según Oriana. Posteriormente, se desplegaban dos hojas con ambas carillas cubiertas de información del día anterior, que combinaba datos sobre interrogatorios, noticias internacionales que otros medios compartían y la descripción de casos de quiénes estaban siendo detenidos, secuestrados o liberados en Chile.

María Olivia Monckeberg (79) periodista que participó de la iniciativa, además de presidir el Consejo Metropolitano, describe la Carta como: “una acción de resistencia ante una situación totalmente anómala, para poder darle información mínima a la gente. No eran grandes reportajes, era información chica”. Pero, aunque fuera acotada o superficial, no por eso dejarían de hacerla, “no podíamos dejar de informar”, relata la periodista. 

Contaban con sólo tres máquinas de escribir y una fotocopiadora donada por organizaciones de periodistas internacionales, rememora Oriana: “Hacíamos la Carta en hojas con papel calco, de ahí sacábamos cinco copias, luego fotocopias y con esténcil también”, dice. El fin era replicar los ejemplares para dar abasto a las personas que iban a retirarlas a la sede del Colegio o para repartirlas en la calle o a la salida del metro.

Una larga fila

El alto edificio del Colegio de Periodistas se transformó en la casa matriz de la distribución de estos ejemplares. Antes de comenzar a entregar la carta solía generarse una fila que iniciaba en la puerta de la oficina principal del Consejo Nacional, ubicada en el quinto piso. Esta recorría el edificio, bajando los 20 escalones de cada piso. Según relatan sus participantes, una vez fuera, la hilera de personas continuaba por Amunátegui hasta llegar a la calle Agustinas y posteriormente chocaba con Teatinos. Si bien esta se disipaba durante la tarde, personas seguían apareciendo hasta antes del cierre de la sede.

Escalera del Colegio de Periodistas de Chile

Escalera del Colegio de Periodistas de Chile

«Nos dimos cuenta de que no teníamos capacidad para hacer tantos boletines y organizamos grupos, agrupaciones que representaran a otros, para que luego las distribuyeran y reprodujeran”, explica Jorge Andrés Richards (75), periodista y dirigente del Consejo Nacional en dictadura. De esta manera comenzó a perderse el rastro de la cantidad de copias repartidas por ejemplar. Se sabe que hubo 144 ediciones de la Carta a los Periodistas, entregadas entre 1984 y 1985, pero no cuántas copias se hicieron en total. “Por fax se empezó a mandar a regiones, a los colegas dirigentes que sobrevivían”, cuenta Oriana. En Concepción e Iquique se les sumaba información regional sobre lo que estaba ocurriendo. Dentro de las noticias podías encontrar titulares como: “Secuestran a la hija de …”, que contenía el detalle de la hora y lugar donde fue vista por última vez, qué se encontraba haciendo o hacia donde se dirigía.

No tenían financiamiento, se apoyaban en aportes de los colegas, la mensualidad del Colegio y las donaciones de otros periodistas. “Alguien trajo un gran tarro de leche nido vacío, cerrado y con un orificio en la tapa. En la parte visible del tarro se había sacado la etiqueta de leche en polvo y se le puso: “Carta a los Periodistas”, recuerda Oriana, ahí la gente que iba a recoger el ejemplar hacía su aporte voluntario. Con eso financiaban los implementos que necesitaban para reproducirla, papel, tinta y cinta para las máquinas de escribir.

Pero la ayuda no sólo se veía en lo económico. Según relata Guillermo, la colaboración de los periodistas de medios formales, que no estaban clausurados, era clave: “Nos entregaban información y antecedentes que tenían por su lado”. Oriana lo reafirma: “Los colegas nos entregaban noticias que ellos no podían publicar por la censura”. Además, por su parte, los dirigentes sociales que retiraban la Carta en la sede aprovechaban de poner al día a los redactores sobre lo que ellos estaban haciendo. Así la información venía de diversas fuentes.

Enfrentando el miedo en conjunto

Con la gran difusión, llegaron las amenazas. Sus participantes cuentan que diariamente eran perseguidos por los militares. Había amedrentamiento de diverso calibre: “Nos decían que nos cuidáramos que nos iban a sacar la mugre, pero no los pescábamos”, cuenta Jorge Andrés. “A los dirigentes nos amenazaban de muerte. A mí me tiraron gatos muertos en el antejardín con el nombre mis hijos (escrito en el cuerpo de los animales)”, relata Oriana, “no nos pasó mucho, pero era muy duro”.

“Siempre como ser humano uno tiene miedo, pero al estar juntos enfrentábamos ese miedo en grupo”, cuenta Guillermo. Como institución no sólo distribuían la Carta, sino que también organizaban manifestaciones callejeras, exigiendo la libertad de prensa. “A más de alguno lo tomaron preso alguna vez”, señala. Producto de una marcha, Guillermo estuvo detenido por cinco días. 

Las amenazas al Colegio se concretaron con el primer y único allanamiento que tuvieron durante la distribución de la Carta, el 5 de enero de 1985. Se registraron las dependencias de la oficina del consejo y les incautaron máquinas, entre ellas la fotocopiadora. Tras aquel episodio comenzaron a turnarse para cuidar el edificio, relata Guillermo. “Resguardábamos lo propio para poder continuar con nuestra tarea. Nos quedábamos toda la noche”.

El equipo de la Carta contaba con asesoría legal y de defensores de los derechos humanos. “Teníamos dos abogados, no les pagábamos ni uno, pero defendían a los periodistas que tomaban presos”, explica Oriana. Los cronistas relatan que ocurría algo “insólito” con el trato hacia la prensa por parte de las Fuerzas Armadas. Según Guillermo la tenacidad de sus abogados tenía mucho que ver. “Quizás tomaban cierto resguardo por el hecho de ser nosotros periodistas”. Al menos así se explica él que la Carta perdurara, pese a la situación de censura nacional.

En junio del año 1985, por orden del régimen, se dio por finalizado el Estado de Sitio en Chile, lo que permitió que medios que se habían visto obligados a dejar de funcionar, volvieran a hacerlo, aún bajo censura militar. Esto trajo consigo el final definitivo de la Carta a los Periodistas, María Olivia relata: “tuvimos que seguir con lo nuestro”, refiriéndose a sus trabajos paralelos a lo que hacían por la Carta, sin dejar sus puestos ni actividades dentro del Colegio.

Con fecha exacta el 28 de junio del mismo año, se publica la última edición de la iniciativa. En esta el equipo de redacción se despide de su público: “La Carta llegó a formar parte substancial de nuestras vidas en este difícil periodo, porque no solo permitió conocer y difundir aquello que otros se empeñaron en ocultar, sino que hizo posible que los principios éticos, morales y filosóficos que nos mueven en el ámbito profesional y personal tuviesen cauce para ejercerlos”, según narra este fragmento extraído de ejemplar número 144.

Ejemplar de la última Carta a los Periodistas (1985)

Ejemplar de la última Carta a los periodistas (1985)

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Sobre la autora: Lisa Parada es estudiante de quinto año de la @fcomuc. Su área de interés es el periodismo social y de investigación.