Fotografía de  Carolina Contreras

Fotografía de  Carolina Contreras

Considerado un “fósil viviente” y clasificado como una especie “casi amenazada”, el monito del monte, un marsupial de apenas 22 centímetros de largo, es el único animal en Chile que hiberna, y el gradual aumento de temperaturas pone en riesgo este proceso y su vida. ¿Cómo puede enfrentar la amenaza de la crisis climática?

Por Javier Burgos @bxrgos­­­_jxvi

Edición por Nicolás Stevenson Flaño @_nicostevenson

De apenas 22 centímetros de largo y 23 gramos de peso, el monito del monte (Dromiciops gliroides) sale de la cavidad de un árbol por la noche. Este marsupial, con la apariencia de una ardilla, habitante entre las regiones del Maule y los Lagos, tiene un promedio de vida de solo dos años. Debe ser rápido y sigiloso, pues sus depredadores también son nocturnos, pero su pelaje marrón pardo le favorece en la oscuridad. Con sus pulgares opuestos en sus cuatro patas, este animal tiene la habilidad de trepar con facilidad todo tipo de árboles, ocupando los 11 centímetros de su cola prensil que enrolla en las ramas y le permite colgarse para cruzar de un lado a otro a través del bosque. En su marsupio, parecido a la bolsa característica de un canguro, transporta a su cría hasta que cumple doscientos semanas de vida. Dentro de esta, el animal encuentra cuatro pezones que ocupa para nutrirse.

Insectos y frutos como el quintral, una planta hemiparásita que produce bayas, son la principal fuente de nutrición del monito del monte. Debe sobrealimentarse, ya que tiene que almacenar la mayor cantidad de energía posible para los periodos de invierno en los que se prepara para la hibernación.

Sin embargo, con la llegada del cambio climático y las olas de calor, esta especie, el único animal en Chile que hiberna, ha visto amenazada su existencia.

La importancia del último ser de un orden extinto

El monito del monte es considerado en la actualidad como “fósil viviente”, de acuerdo con Eduardo Palma, Profesor de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica. “La mayor parte de las especies de ese linaje se extinguieron. Es el último del orden microbiotheria, un grupo de hace más de 40 millones de años. Si mueren, no hay más”, explica.

Lida Franco, zoóloga de la Universidad Austral, comenta que esta “es una especie emblema para el tema del cambio climático, es única y carismática, representante súper importante de la fauna chilena, ya que de él depende en gran parte la regeneración del bosque valdiviano”. En su proceso digestivo, el monito del monte defeca la comida 30 minutos después de haberla tragado, y luego dispersa en las heces semillas de su alimento vegetal que permiten mantener la integridad y funcionamiento de los bosques del sur.

La Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), un indicador crítico de la salud de la biodiversidad mundial, ha clasificado a este mamífero como un animal “casi amenazado” debido a un continuo declive en su población causado por la actividad maderera y agrícola. Franco comenta que: “Uno lo escucha y no suena tan terrible, pero para un zoólogo, un animal que está casi amenazado va camino a la extinción”. 

La zoóloga explica que la especie es altamente vulnerable al cambio climático por sus restricciones energéticas, debido a la necesidad de entrar en hibernación. Este proceso es una disminución controlada de la temperatura y en general del metabolismo corporal programado, que puede llegar a extenderse de días a meses. Debe distinguirse del sopor que, en términos de Gloria Rodríguez, bióloga de la Universidad de Chile, se puede definir como “una especie de micro hibernación”. Puede durar incluso horas. El monito del monte es un mamífero que ya está adaptado a un letargo fisiológico para soportar el invierno, por lo que mantenerse activo permanentemente no es eficiente para ellos, a diferencia de otros marsupiales. Una cualidad del monito del monte es que puede entrar tanto en sopor cómo en hibernación.

René Quispe, médico veterinario de la Universidad de Chile, explica que solo hay dos marsupiales que entran en etapa de sopor en el país: el monito del monte y la yaca . La yaca (Thylamys elegans) es una especie de marsupial que, en aspecto, es muy similar al monito del monte, pero dista por su pelaje grisáceo, hocico aguzado y grandes orejas que puede plegar a voluntad. Su principal diferencia con el monito del monte es su capacidad para soportar las altas temperaturas, producto de su hábitat ubicado en la zona norte-centro del país.

“Si se hiciera una comparación con la yaca, sería el monito quien se vería más afectado ante el cambio climático y altera directamente su hibernación, porque la yaca está más adaptada a vivir en ambientes secos y cálidos que el monito del monte”, asegura Quispe.

Rodríguez menciona que, tanto la hibernación como el sopor son procesos regulados y no son una decisión consciente. Los diferencia su duración. Pero la hibernación es un poco más predecible en los meses de invierno y le permite al animal sobrevivir sin comida disponible, ya que la poca energía que necesita para mantenerse con vida, la obtiene de la grasa de su tejido adiposo.

Esta especie tiene un proceso de termorregulación que lo define como un animal homeotermo. Esto significa que podrá adecuar su temperatura corporal en base a las condiciones climáticas de su entorno. A medida que la sensación térmica exterior disminuye, la temperatura corporal del monito baja, dando la señal de que es hora de hibernar. 

“Imagina que soy el monito. Lo que yo haré será despertar de mi hibernación porque aumentó la temperatura. Mi sistema de termorregulación está diseñado así evolutivamente. Pero ahora voy a estar despierta gastando una energía totalmente diferente a la que gasto durante la hibernación o en estados de sopor y no van a estar los recursos. Esto me perjudica totalmente, y esto le puede ocurrir a todos los animales que hibernan en el mundo”, explica la bióloga.

El gran problema

El último informe anual de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), publicado en abril de este año, indicó que las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando y que el clima también se encuentra constantemente cambiante. Los ocho años comprendidos entre 2015 y 2022 fueron los más cálidos de los que se tiene constancia, pese al efecto de enfriamiento producido por un episodio de La Niña durante los tres últimos años. Esto ha traído repercusiones en el sopor e hibernación del monito del monte.

“Hoy estamos en el escenario más catastrófico que se pronosticaba. Ya no solo está el cambio climático, hay que sumarle el global. Son conceptos diferentes, porque el cambio global es un proceso acelerado del cambio climático producido por la acción humana. El ser humano llegó para acelerar este proceso de manera artificial”, explica Carolina Contreras, Licenciada en Ciencias Biológicas de la Universidad Austral de Chile sobre la crisis climática.

Con el constante aumento de temperaturas que se han producido por el cambio global, existe una sincronía entre el fin del ciclo de hibernación o sopor del monito del monte y su periodo de reproducción. Contreras menciona que: “Una vez finalizado los periodos de frío, el animal está más activo y aumentan los recursos. Pero al salir del evento de sopor o hibernación en pleno invierno, y con altas temperaturas, no habrá recursos necesarios para el desarrollo de la vida del monito. Entonces gastará más del 90% de su energía en un momento que no correspondía, y no tendrá la compensación energética que necesita”.

Claudio Veloso, Director del Departamento de Ciencias Ecológicas de la Universidad de Chile, afirma que el calentamiento global afectará negativamente a estos animales, ya que no van a poder llegar a los niveles de ahorro de energía lo suficientemente potentes y tendrán que estar en déficit. Esto, según el experto, podría dar como resultado un aumento de la tasa de mortalidad poblacional.

Para Veloso, la evolución funciona en base al cambio climático, y detecta que el problema está en que la crisis que se maneja actualmente, es de origen antrópica, es decir, de origen humano. Y la tasa de cambio, la velocidad con que está cambiando el clima, es muy fuerte, y para que estos animales se adapten debe haber un efecto de selección natural, donde el tiempo juega un rol fundamental. Ejemplifica de la siguiente manera: “Si yo caliento algo de un día para otro a 100 grados, hervirán todas las cosas, pero si yo voy subiendo la temperatura un grado cada 200 años, las poblaciones se van seleccionando, quedan los que son más eficientes a esas condiciones, y los que no, corren otra suerte.”

¿Qué opciones quedan?

Es complicado hacer cualquier tipo de predicción respecto al futuro del monito del monte, dicen los expertos. Es un animal muy difícil de ver y atrapar, lo que ha retrasado su proceso de estudio e investigaciones. Los expertos han especulado sobre la respuesta que podría tener para enfrentar el cambio climático y prevalecer en el tiempo. La principal conclusión apunta al desplazamiento de su población a otras zonas del territorio chileno. “Buscarán seguir manteniendo rangos marcados de temperatura entre invierno y verano. Es posible también, que empiecen a disminuir estos eventos de hibernación y de sopor, que no estarían acorde al medio ambiente”, comenta la bióloga Gloria Rodriguez.

Rodrigo Vásquez, investigador de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, explica que este desplazamiento no sería tan extraño, pues otros animales del continente están adoptando estas medidas migratorias: “Se ha visto que en aves como el rayadito y el chincol se han ido adelantando las fechas de migración, asociados al calentamiento global. Escapan de los cortos periodos de luz y temperatura que no les permite conseguir alimento suficiente.”

Coincide Claudio Veloso, quien agrega que: “Si se comienzan a secar los hábitats por el calor, el monito tendrá que moverse. Pueden desplazarse en bloque, manteniendo el rango de distribución hacia el sur y tendrán que modificar sus patrones de actividad diarios. Van a tener que hacer un montón de cosas para ajustarse si es que efectivamente llegamos a niveles tan extremos”.

Serían estos hábitos migratorios los procesos que podrían ayudar al monito del monte a sobrevivir a las adversas condiciones climáticas producidas por el cambio global. Pero Veloso identifica el desafío más grande que tiene hoy el monito del monte: “El problema aquí, es que es tan rápida la velocidad de cambio, que en ocasiones los animales no alcanzan a responder, y llega un momento en que no hay reacción porque fue muy rápido, no aguantaron la temperatura, el cambio de hábitat, la falta de agua, ni las presas. Y la población puede llegar a desaparecer”.