Marea de cambio: las organizaciones que se comprometen por las costas chilenas

Hoy los océanos albergan el equivalente a 21.000 residuos plásticos por habitante. En Chile, diversas organizaciones lideran la lucha contra la contaminación marina de las costas, empoderando a jóvenes y a niños para que tomen acción por el cambio. 

Por: Magdalena Soublette. (@maidasoublette)

Edición: Trinidad Riobó (@trinidadriobo)

Son las 10:00 am y más de 100 jóvenes voluntarios se encuentran repartidos en Constitución realizando diversas labores. Algunos construyen basureros para la comunidad. Otros pintan carteles para concientizar sobre el cuidado de las playas. Unos cuantos realizan talleres de esta misma temática para niños. Un poco más allá varios, en distintas playas del sector y en un cerro, recolectan 1625.7 kg de basura y de material reciclable como plástico pet, vidrio o latas.

Al terminar la jornada están todos felices, pero jamás satisfechos. Saben que hay mucha más basura por recoger. 

Todos ellos son los voluntarios del proyecto Ucéanos, una iniciativa que surgió en 2018 en la Facultad de Economía y Administración de la Universidad Católica. La  ingeniera comercial de la UC María de la Luz Cilveti está desde sus inicios y fue la Jefa General el 2020 y 2021.

Cilveti relata que todo comenzó entre un grupo acotado de compañeros que buscaba crear algo distinto, que influyera en la mentalidad de los estudiantes, pero que estuviese alejado de lo político. Ese mismo año fueron por primera vez a limpiar una playa, y decidieron que no se querían limitar a simplemente recoger la basura. “Creamos este proyecto no solamente para limpiar las playas en sí, sino para que los estudiantes tengan una conciencia sustentable”, comenta Cilveti. Y agrega: “(Queremos que) cuando más adelante vayan a sus trabajos (los estudiantes) piensen y esperen antes de tomar cualquier decisión para que sea un poco más sustentable”.

A cinco años de su inicio, el proyecto de la Universidad Católica ha convocado a cientos de estudiantes. Ellos cada semestre van a limpiar una playa y a educarse para ser, como llaman sus organizadores, “agentes de cambio” en su día a día. Rosario Escudero, actual coordinadora del proyecto, atribuye el éxito de los proyectos sustentables surgidos en los últimos 10 años a las redes sociales. Menciona que la globalización de la información y la temprana edad en la que los niños aprenden a usar red

es como Instagram o TikTok, ha influido en el conocimiento que se tiene sobre la crisis que hay en las costas del país. 

Costas repletas de desechos

A inicios de este año, una investigación realizada por el instituto 5 Gyres, una organización sin ánimo de lucro que funciona a nivel global y que se enfoca en reducir la contaminación por plásticos mediante la investigación, reveló una inquietante verdad: se estima que en la actualidad hay cerca de 170 billones de partículas de plástico en el océano. Esto equivaldría a 21.000 residuos plásticos por habitante a nivel mundial. Llevando esta problemática al país, a pesar de la implementación de diversas políticas públicas que apuntan a disminuir el uso de plástico, las costas de Chile se encuentran repletas de desechos y no todos son de este material. Aunque la mayoría de estos se encuentran en la orilla del mar suponen un peligro al dañar los ecosistemas del país. 

“Si todos hacen un poco, algo grande va a salir”, dice Cilveti, acerca de las acciones que se pueden realizar para reducir la basura en las costas. Sin embargo, el esfuerzo de Ucéanos no es único en Chile. Cada vez son más las organizaciones no gubernamentales que han decidido empoderar a los más jóvenes para afrontar el desafío de la contaminación en las costas chi

lenas.

 

Varias organizaciones educan a colegiales de todo Chile para el cuidado de ellas. Una de estas es Científicos de la Basura, un programa escolar que data de 2007 y realiza “ciencia ciudadana” con estudiantes. Martín Thiel, biólogo marino y director del programa, explica que esta ciencia es aquella que es realizada por personas no especializadas en el rubro en conjunto con científicos y que en el programa la hacen precisamente con escolares.

Thiel relata que los Científicos de la Basura surge de una investigación que estaba realizando con otros compañeros que concluyó que toda la basura que hay en el mar de las costas chilenas, tiene su origen en el propio país y no llega flotando de otros lugares. Por lo mismo, decidieron que en vez de solo recoger los desechos, debían educar a las personas sobre el problema desde temprana edad. No solo quisieron enseñarles de la basura, sino que también incorporaron a los niños a la investigación. “La mejor forma de hacerles ver la problemática es que ellos mismos la investiguen, que ellos mismos la vean con sus propios ojos”, explica Thiel.

El 2008 se lanzaron y con más de 1500 escolares de 45 colegios de Chile realizaron el primer muestreo nacional de la basura que hay de las playas. Martín Thiel afirma que antes de eso no existía la información de qué había exactamente en las playas del país. “Nadie sabía qué tipo de basura, nadie sabía en qué lugares, en qué playas, en qué ciudades había más basura o menos basura. Y nadie sabía de dónde venía esa basura”, dice.

Actualmente, los Científicos de la Basura llevan a cabo este muestreo en playas cada cuatro años, y desde el 2013 realizan también un muestreo en los ríos, ya que muchos desembocan en las playas. Además desde 2017 se han expandido internacionalmente llegando a los 11 países de América Latina que bordean el Océano Pacifico (de México a Chile).  

Con la completa recolección de datos que realizan y las investigaciones que han hecho respecto a este tema, Martín Thiel afirma que ahora lo fundamental no es solamente que los niños recopilen la información, sino que con ella hagan algo. “Una cosa es ser conscientes, pero lo otro es tomar acción”. Por esto mismo, hoy incentiva a los escolares a investigar en donde se origina la basura para que así adopten conductas de bajo consumo de plásticos y cambien aquellos hábitos que tienen repercusiones negativas en las costas. Actualmente están llevando a cabo un muestreo en toda la costa del Océano Pacífico en Latinoamérica para saber dónde y cuándo las botellas plásticas que encuentran fueron embotelladas y vendidas. Con los datos recopilados por cientos de niños y los adultos que quieran sumarse, buscan aclarar el origen del problema y así poder combatirlo.

Similar en su público, los Exploradores Marinos le enseñan a niños entre seis y 12 años sobre el mar para que conecten con él, desarrollen diversas habilidades científicas como el pensamiento crítico y se sientan llamados a conservar y cuidar las costas del país. Esta agrupación inició sus actividades en 2020. En un principio, realizaban talleres por Zoom sobre distintas especies marinas y, haciendo uso de Instagram, rápidamente alcanzaron una gran cantidad de seguidores y de “exploradores” que acudían semanalmente a su taller. Con la vuelta a la presencialidad comenzaron a realizar actividades en diversas playas, enseñando de manera lúdica sobre los organismos que viven en las costas chilenas.

Actualmente Exploradores Marinos se ha expandido y cuenta con diversas áreas. Una de ellas es la “Academia de Exploradores Marinos”, la cual busca realizar experiencias educativas. Esta academia cuenta con diversos programas; algunos son implementados en colegios, mientras que otros los realizan con niños que por cuenta propia participan activamente en la academia. Carolina Ezquer, cofundadora de la academia, explica que una parte importante de esta área es el cuidado de la salud mental de los niños. Evitan a toda costa el agobiarlos con exceso de información negativa y, en vez de eso, les enseñan del mar y sus beneficios para que cuiden del océano de forma innata. “Es realmente un vínculo muy recíproco y ahí es donde se fomenta un verdadero cuidado, un cuidado muy genuino de estos espacios”.

La sobreexposición de los niños a información negativa le preocupa a Ezquer, por lo que hace énfasis en que, para que tengan una buena relación con el ambiente marino y que en consecuencia lo cuiden, los adultos deben dejar a los niños relacionarse con este de forma libre. “Interactuar a través de los sentidos, oler, jugar, tocar, arrastrarse, hacerse escalopa, meterse al agua y probar distintas cosas”, señala. Y así, explica, estos niños “terminan amando el mar, más que solo cuidándolo”.

 

La farmacia de las pastillas que se rehúsan a morir

La farmacia de las pastillas que se rehúsan a morir

Según datos de la Contraloría, en 2021, más de 35 millones de unidades de medicamentos fueron desechados por vencimiento en los recintos de salud pública. Para evitar que terminen en el tacho de la basura, y amortiguar los altos gastos en fármacos que tienen que afrontar los pacientes crónicos, un grupo de ingenieros decidió instalar Farmaloop, una droguería independiente que liquida remedios a punto de caducar.

Por: Sebastián Cornejo I. | Tiempo estimado de lectura: 7 minutos.

 

Joaquín Rodríguez tiene 37 años y puede sufrir una trombosis en cualquier momento. A los 15, desarrolló un raro trastorno hemorrágico que hace que su cuerpo presente una deficiencia de protombina, una proteína cuya ausencia hace que su sangre sea más viscosa que la del resto. Vive prisionero de la warfarina, un anticoagulante cuyo valor asciende a los 30 mil pesos por cajetilla en las farmacias de cadena. Esos 30 mil se los “toma” en una semana. Si Rodríguez deja de consumir su pastilla un solo día, sería internado en la clínica casi seguro, como ya lo ha estado seis veces a lo largo de su vida.

Más de la mitad de los chilenos presentan actualmente dos o más enfermedades crónicas. Las cifras del Ministerio de Salud señalan que la obesidad (7 millones de casos), la hipertensión arterial (3 millones), y la diabetes mellitus (1 millón 700 mil) son de las más comunes. Aun así, una encuesta del Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello realizada en 2021 indica que el 68% de pacientes crónicos tuvo que suspender alguna vez su tratamiento por el alto costo de los medicamentos.

“En un momento nos tuvimos que poner en la encrucijada de decidir si comprábamos el remedio o pañales y leche”, relata Synthia Barraza, esposa de Rodríguez, quien asegura que durante mucho tiempo estuvo luchando contra los gastos del tratamiento de su marido. Sin embargo, el 2022 encontró que a la vuelta de su casa había una pequeña farmacia que ofrecía la misma warfarina a 3 meses de vencer. ¿Su precio? Solamente 3 mil pesos.

Ubicado en el sector de Príncipe de Gales en la comuna de La Reina, Farmaloop es un centro de salud que abrió en 2022 por la idea de los ingenieros Felipe Díaz y Claudio Cea. Ambos trabajaban en laboratorios farmacéuticos, donde tenían que incinerar con “un dolor gigante” parte de los 40 mil millones de pesos en medicamentos que cada año no se alcanzaban a vender en el mercado. El tercer integrante fundador, Michel Tesmer, aportó con la “otra mirada”: la del paciente, al haber sido funcionario en un hospital clínico virtual como monitor de enfermos crónicos.

La farmacia destaca por ser la única del país cuyo objetivo es vender medicamentos que ya casi nadie quiere. Dicha estrategia es su objetivo para ofrecerlos a precios más accesibles. Felipe Díaz, ingeniero comercial y cofundador de Farmaloop, detalla que su modelo de negocio se basa en el concepto de “economía circular”, el cual “disminuye la destrucción de medicamentos y a su vez aumenta el acceso de los pacientes a tratamientos”.

Díaz asegura que de esta manera logran vender fármacos, tales como insulina, anticonvulsivos y warfarina, hasta con 80% de descuento sobre el precio de lista, dependiendo de qué tan próximos están de vencer. Generalmente es de 9 a 3 meses. Cuando queda menos de uno, los medicamentos son retirados para evitar que caduquen en las casas de los clientes. El 2021 pudieron salvar más de 20 mil remedios cuyos destinos iban ser expirar sin ser consumidos.

Farmaloop tiene convenio con la mayoría de los laboratorios que operan en Chile. Para obtener los medicamentos más baratos que las grandes cadenas, la empresa los compra cuando su vida útil ya es de “corta duración”, y en pocas cantidades. Así la empresa puede controlar el stock que va liquidando, según la cantidad de meses que le quedan al remedio. “Somos súper transparentes con la fecha de vencimiento y por ende con el descuento. En otras farmacias cuando al remedio le queda poco te lo venden al mismo precio”, agrega Díaz.

“En Chile los medicamentos están sujetos a las leyes del mercado. Al igual que la ropa o cualquier otra cosa”, señala Mario Rivera, doctor en farmacología de la Universidad de Chile. Dicho mercado es controlado, según cifras del Ministerio de Salud, en un 95% de sus ventas totales por tres grandes compañías: Salcobrand, Cruz Verde y Ahumada.

En países de la Unión Europea eso no pasa. El profesor de farmacia clínica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Cristián Plaza, viaja regularmente a España por fines académicos: “Allá no existen los azules, los verdes y los rojos”, asegura refiriéndose a las cadenas Salcobrand, Cruz Verde y Ahumada, respectivamente. En cambio, existe un “sistema de circuito”, donde cada sector urbano está adscrito a cierta farmacia. “Esto impide lo que ocurre en Chile, y que haya esquinas con cuatro farmacias, de cuatro cadenas diferentes mientras hay comunas donde simplemente no hay”, añade el docente.

“Los laboratorios venden los medicamentos al precio que el país pueda pagar”, describe Sergio Muñoz, jefe del subdepartamento de farmacia en el Instituto de Salud Pública. Es así como en Chile, según datos de la Central de Abastecimiento de Medicamentos (CENABAST), se compran remedios hasta 24 veces más caros que en otros países de América Latina.

El profesor Plaza explica que en Europa los precios de algunos medicamentos están regulados por los Estados, al igual que en países latinoamericanos. Dicha situación llevó a Synthia Barraza a conseguir esporádicamente warfarina desde Argentina hasta el 2017, mediante un familiar que solía viajar a ese país. El precio al que conseguía el anticoagulante, en ese entonces, era de 4 mil pesos chilenos por caja.

Con respecto a los posibles riesgos de consumir fármacos a punto de vencer, el doctor Rivera detalla que son casi nulos, pero hay que tomar precauciones con el almacenamiento: “Si las condiciones no son las óptimas, la fecha de vencimiento puede adelantarse”. Los fármacos líquidos, como gotas para los ojos y ampollas de insulina, pueden perder esterilidad y vencer más rápido que los comprimidos porque son más propensos a contaminarse con bacterias debido a su manipulación.

Rivera también explica que hay medicamentos, como los anticoagulantes que consume Joaquín Rodríguez, que con el mínimo cambio en la dosis causado por la degradación del fármaco puede provocar toxicidad o pérdida total del efecto: “Si una persona se toma un anticoagulante vencido puede traer como consecuencia que sufra una trombosis”.

Generalmente las farmacias del país retiran los medicamentos de las góndolas con al menos dos meses de anticipación a su expiración. Esta práctica ocurre no por un tema reglamentario, sino porque estos medicamentos son devueltos a los laboratorios a cambio de reposición de stock o descuentos. Sergio Muñoz, del ISP, detalla que el reglamento legal farmacéutico “únicamente prohíbe que se vendan medicamentos vencidos” y que la decisión de dejar de vender remedios a punto de caducar recae exclusivamente en el químico farmacéutico del local establecido.

Samuel Fernández es esa persona en Farmaloop. La farmacia recibe pacientes crónicos de todo Santiago y él se asegura de que ningún medicamento que venda el local exceda la fecha de vencimiento: “Primero los clientes compraban por internet, pero después venían a la tienda porque querían ver si la farmacia era real”, asegura, mientras imprime con papel reciclado la guía de stock que dictamina todos los remedios que tiene que reponer día por medio.

Fernández, quien atiende la farmacia durante la semana, detalla que Farmaloop no intenta competir contra las grandes cadenas, ya que su foco está puesto exclusivamente en un público marginado por el sistema farmacéutico actual: “No sé si los clientes están al alza, pero nos encuentran”. Por lo mismo, el químico afirma que sus clientes le van pidiendo personalmente que traiga distintos medicamentos para sus respectivos tratamientos. Para la epilepsia. Para la tiroides. Para la sangre. Es así como Synthia Barraza consiguió que trajeran warfarina a la farmacia en septiembre de 2022.

Cuenta que, en ocasiones, los vecinos del sector le solicitan remedios para otras necesidades médicas o que no tengan una caducidad tan corta, como soluciones de lavado nasal o cremas para la piel: “Cuando intento explicarles que si se los compro al laboratorio no los podría vender con descuento, me dicen ‘no importa, pago dos lucas de más para comprarlos aquí’, lo cual es bonito”.

“Esta es una idea que para mí es maravillosa, y si se puede replicar en otros lados sería bien recibida por la comunidad”, expresa Barraza. Mientras tanto, la directiva de Farmaloop está estudiando la viabilidad de instalarse en México dentro de los próximos años. La tienda sigue operando con su única sucursal física, pero con una red de envíos a nivel nacional.

Felipe Díaz asegura que cada vez es más difícil mantener estable el precio de los remedios, debido a que, entre otras cosas, la inflación ha aumentado el valor total en los cargamentos que ofrecen sus proveedores. Los precios de los medicamentos, especialmente los que tratan al sistema nervioso central, han subido un 13,7% en Chile entre los años 2021 y 2022, según un informe del centro de estudios Clapes UC.

El doctor Rivera enfatiza que Farmaloop es “una iniciativa fantástica”. Sin embargo, es enfático al decir que el consumo responsable de los medicamentos significa que el paciente tome solamente remedios dentro de su período de validez: “Eso es lo más importante. No importa que esté cerca o hasta el último mes, pero que se consuman hasta cuando indica el laboratorio. No hay dobles lecturas”.


Sobre el autor: Sebastián Cornejo (@seb.cornejo) es estudiante de cuarto año de Periodismo en la FCOM UC (@fcomuc). Es director del medio estudiantil El PUClítico (@el_puclitico). Se ha dedicado a cubrir política universitaria de la UC y las elecciones FEUC desde 2021. Además, es editor del Kmcero (@revistakmcero).

Cócteles sustentables: la tendencia medioambientalista que revoluciona los bares santiaguinos

Cócteles sustentables: la tendencia medioambientalista que revoluciona los bares santiaguinos

Luego de casi dos años cerrados por la pandemia, los bares de Santiago se arriesgaron implementando nuevas tendencias para atraer a una clientela ansiosa por su reapertura. Una de estas fue la creación de cócteles sustentables, que han hecho que los locales tomen una fuerte postura ante el fenómeno del cambio climático y los incorporen a su carta. Pero ¿cuál es el precio que se debe pagar para ser sustentable mediante estos tragos? Y ¿cómo saber si son realmente sostenibles o si son solo otra forma de greenwashing?

Por: Maximiliano Galleguillos C. (@maaczee)

9 minutos de lectura ⏰

“Este bar es 100% sustentable. Todas las preparaciones lo son. Ve la carta y sorpréndete”, dice una garzona de Gracielo Bar, local ubicado en la calle Cirujano Guzmán, en Providencia.

Es un sector lleno de risas, música que suena a toda hora, terrazas que dan vista al cerro San Cristóbal, diseños monocromáticos de flores en su interior y visitantes que se aglomeran para probar sus cócteles sustentables.

La preparación de estos aperitivos está a la vista de todos los clientes en la barra.

Los bartenders muestran cómo se realiza el proceso cuando preparan el “cordial” (licor endulzado) de frutos rojos. Toman la fruta, la trituran y luego la filtran por un papel o malla muy fina. Lo hacen de esta forma para no desperdiciar ningún desecho que tiene la materia prima y así sacar el máximo provecho al compuesto. Luego le agregan el alcohol, que en ocasiones es extraído de una botella de Johnnie Walker Blue Label, y siguen con las frutas y verduras, todas adquiridas en La Vega y/o de manos de productores orgánicos.

En la carta de Gracielo Bar los precios de estos cócteles van desde los 6 mil hasta los 9 mil pesos chilenos. Es decir, un valor un poco más elevado que un cóctel tradicional que bordea los 5 mil pesos.

‘Drácula’, es el más vendido. La presentación que ofrece le hace honor a su nombre: un vaso que contiene shrub (un almíbar ácido que se hace con fruta) de pomelo junto al zumo de limón, con un papel triangular comestible de azúcar encima de él, y una pequeña botella con un líquido rojo de cordial silvestre a su lado. Este último se le aplica al vaso revolviéndolo con un tallo de hoja. Al hacerlo, es como si Drácula hubiese puesto sus colmillos en el cóctel, transformándolo de un suave color amarillo claro a un rojo intenso.

“El cóctel ‘Drácula’ además de ser 100% sustentable, es muy vendible”, declara Pablo Vergara, jefe de barra, bar mánager y bartender de Gracielo Bar, refiriéndose a la preparación y los ingredientes extraídos del pomelo sin dejar ninguno de sus desechos. “No está a un costo tan alto, sino que está dentro de los parámetros de lo que conlleva tener un bar que calce con establecer gastos de ganancia y compraventa. Además, que es súper instagrameable”.

Vergara dice que también son muy vendidos cócteles sustentables que incluyen una pequeña flor o una fruta disecada de decoración como “el ‘Rocío de Invierno’, el ‘Rosalía’ y el ‘Tshewen-Tshewen’.

Pero ¿qué es un cóctel sustentable?

Vergara, afirma que es aquel aperitivo en el cual se “ocupa el 100% de cada uno de todos los productos orgánicos que se usan en la preparación, ya sea deshidratando, haciendo jugo, pulpas y demás. Se ocupa la mayor cantidad de recursos que tiene la fruta, la materia prima, generando la menor cantidad de desechos posibles”.

“Por ejemplo, en el caso de la piña, se corta, se pela y la cáscara se ocupa para hacer tepache. En el caso de la fruta, se hace jugo y esa pulpa se guarda para hacer un cordial de piña con gin. Entonces todos los desechos que se puedan usar de la fruta se ocupan para uno o más cócteles”, ejemplifica Vergara.

El precio de ser sustentable

Tras casi dos años en receso por la pandemia, la tendencia sustentable en bares santiaguinos ha ido en crecimiento desde su reapertura. Estos locales debían de alguna u otra forma realizar nuevos cambios en su modalidad para atraer a la clientela, tomando referencias de lo que pasaba a nivel mundial en el rubro coctelero.

La sostenibilidad estaba en auge y muchos bares decidieron arriesgarse tomando esta iniciativa de los cócteles sustentables en la capital de un país que era ajena a esta tendencia. Algunos como Gracielo Bar, lo incorporaron al 100%, mientras que otros aún están recién comenzando.

Miguel González, conocido como “Maldito Barman”, bartender, mixólogo con Máster en Coctelería en la escuela Basque Culinary, en San Sebastián, España, y especializado en sustentabilidad, asegura que esta tendencia venía “pegando fuerte” desde antes de la pandemia. Sin embargo, quedó estancada por los cierres de los locales. Con el paso del tiempo y la vuelta a la presencialidad volvió a resurgir. “En la pandemia mucha gente se sentó y empezó a mirar lo que estaba haciendo por obligación. Muchos bartenders decidieron si seguir o no con las ideas que tenían, y una de esas era el tema de la sustentabilidad que había quedado en nada. Por ende, en la reapertura, los bartenders retomaron de mejor forma sus prácticas y se arriesgaron”, afirma González.

Carolina Arteaga, bartender profesional en MundoBar y sommelier en la Escuela de Sommelier de Chile, confiesa que los bares santiaguinos luego de la pandemia tuvieron que “reinventarse” creando estos novedosos cócteles puesto que hoy en día existe “una generación más consciente a nivel social con el medio ambiente, haciendo que la sustentabilidad sea algo primordial dentro del negocio, entendiéndola como un respeto para el producto y su entorno”.

De igual forma, González declara que en un viaje que hizo a Barcelona a comienzos de octubre le “tocó la suerte de estar en los mejores bares del mundo”, donde observó que “tienen una consciencia sustentable muy fuerte y por ende son las referencias para seguir acá en Santiago. Estos bares te dicen como: ‘Si no quieres ser sustentable y quieres destruir el planeta, no te vamos a incluir en el grupo’. Ser sustentable es el único requisito que se está pidiendo para que este rubro dé un paso adelante en sus prácticas”.

A pesar de que esta tendencia revolucionaria va en crecimiento, implementarla dentro de un bar hace que el rubro sustentable sea difícil de gestionar en Santiago. Especialmente en preparaciones que traen consigo un alto costo como lo son los cócteles, no tan solo por sus ingredientes sino por todo el equipo que hay detrás de este.

“También viene la pelea de: ‘Oye qué caro esto. Lo podría hacer yo en mi casa’. Dale, pero anda a exprimir la fruta y ver el tiempo de trabajo que conlleva prepararlos. Nuestro estilo de coctelería (en Gracielo) es el hand-craft (artesanía) que todo lo hacemos acá: los cordiales, el óleo, los insumos, almíbares. Todo esto toma mucho más tiempo”, asegura Vergara.

En ocasiones, los clientes en estos bares al mirar los precios de los aperitivos sostenibles de inmediato toman una posición de rechazo porque su valor es más elevado que uno que no lo es. Según González esto se da porque “todo lo sustentable es más caro en cuanto a precio monetario, ya que son procesos e implementaciones diferentes. Es un costo que el bar tiene que asumir para poder tener un mejor desarrollo”.

Asimismo, Arteaga confiesa que para poder ejecutar una buena sustentabilidad en un bar se necesita tener una inversión a largo plazo: “El costo de merma en un bar si no se lleva de manera adecuada, puede llevarte a la quiebra”.

La evidencia sustentable en los cócteles

Pero, ¿cómo saber si estos cócteles son realmente sustentables? De acuerdo a los expertos, se necesita hacer mediciones para comprobar si estos aperitivos en realidad son sustentables o si son otra mentira del greenwashing que contribuye a campañas de marketing que dicen querer aportar a temas de cambio climático e impacto ambiental sin ninguna certificación: solo por ‘moda’.

Alex Godoy, director del Centro de Investigación de Sostenibilidad y Gestión Estratégica de Recursos (CiSGER) de la Universidad del Desarrollo, afirma que no es posible medir el impacto de un proceso productivo como lo son las preparaciones de los cócteles si es que este no se ha medido y comparado con otros que pueden ser más sostenibles. “Mientras no hagamos un estudio serio o más pulcro y una medición de un impacto real, todo cae dentro del greenwashing. Lo que a veces creemos que no genera impacto tenemos que medirlo porque a veces es peor”, sostiene Godoy.

“Algunos bares no tienen la evidencia cuando uno como consumidor se pregunta: ‘¿Será verdad lo que me están diciendo?’ Mientras estas personas no sean capaces de mostrar respaldo de que estos cócteles sean realmente sustentables, no hay nada que hacer”, dice Godoy.

Emilia Torres, activista climática y creadora del blog Sinergia Ambiental, asegura que aquellos bares que no tienen ninguna certificación sostenible y dicen serlo, finalmente no contribuyen a nada en esta tendencia coctelera. “(Solo) aumentan este nivel de capitalismo que no va acorde al nivel de consumismo con la sustentabilidad”, afirma Torres.

Godoy ratifica que muchos bares que implementan esta tendencia coctelera en realidad hacen una campaña comercial para crearle ilusiones al público de que están aportando al cambio climático: “Es una estrategia de marketing que hemos visto a través de la historia donde numerosas empresas venden sus productos con el sello de sostenible, sin tener su impacto documentado”.

“Hoy en día, la palabra ‘sustentable’ está tan manoseada que hasta cierto punto uno se pregunta si es creíble o no. El bar ‘Gracielo’ está abierto a que miren todo su proceso de sustentabilidad y te muestren que sus cócteles sí lo son. Pero ¿qué pasa con los otros?”, declara González.

Torres asegura que las soluciones para certificar la sustentabilidad dentro de un bar que ofrece estos cócteles sería el de “potenciar un sello sustentable que pueda vincularlo y que los mismos consumidores puedan acceder a él. También que a través de un sticker instalado en el local muestre los estándares básicos que se piden para hacerse llamar sustentable y tener una propuesta exhaustiva medioambiental”.

Por otro lado, Godoy declara que se debería hacer un ranking de los bares que efectivamente están ayudando a crear un espacio sostenible en sus preparaciones y que tengan respaldo de serlo: “Se debería premiar a aquellos (bares) que realmente muestran evidencia, con una presencia en los medios. Hacer un ranking tipo: los 3 bares más sostenibles de Santiago con evidencia medida”.

El futuro de la sustentabilidad coctelera

Pese a los desafíos para evidenciar que se está realizando un proceso productivo sustentable con los cócteles, los bares que están implementándolo al 100% y que cuenten con un sello que los respalde, parecen apostar por un futuro próspero.

Según Torres, mientras ayuden a combatir la huella de carbono y el desperdicio de residuos, estarán haciendo un buen trabajo luchando contra la crisis climática.

“Pueden ser un gran aporte en el sentido de los desperdicios porque utiliza el 100% del producto que te dan, y se aprovecha el agua invertida que se necesita para el desarrollo de la fruta desde que está en el árbol y así ayuda plenamente al medio ambiente”, dice. Y luego enfatiza: “El pagar un mayor valor agregado que no muchos están dispuestos a pagar por un cóctel y el crear un bar sostenible que es mucho más caro que uno tradicional, es el gran motivo porque no se ha masificado hoy en día”

“Cuando se aprende a manejar este rubro no significa que un gran costo solo da ganancias monetarias, sino que entregan experiencias que hacen la diferencia. Para mí, la sustentabilidad es algo que debe permanecer en nuestro funcionar como personas que viven dentro de un planeta que pide a gritos que nos hagamos cargo de nuestra basura”, declara Arteaga.

“Hay que apoyar este tipo de emprendimientos, comprando y potenciando porque al final estos bares que quieren gestionar una ayuda al medio ambiente no lo van a poder hacer si no venden y en el peor de los casos, se tendría que descartar esta tendencia porque no llegó a puerto. Desde cómo poder utilizar una fruta al 100% a cómo poder tener apoyo, es súper importante”, concluye González.

Vergara cree que “mientras cada uno aporte su grano de arena y se sienta mejor con uno mismo comprando un cóctel sustentable que ayuda al medioambiente y reduce la huella de carbono, ya está el trabajo hecho”.