A los 77 años es una de las transformistas más longevas y famosas de Chile. La fundadora y expresidenta de Las Sobrevivientes, el único club de adultos mayores trans y travestis en el país, no solo ha librado una lucha por la visibilización de una comunidad olvidada. También ha buscado una reparación histórica para las disidencias sexuales por los delitos cometidos en dictadura.

Por Rosario Urzúa Ricci (@rosariouricci)

Edición por María Paz Martínez (@pacitamartinez_) – Fotógrafo: Víctor Vivas (@thevicbox)

El Teatro del Parque Cultural ex Cárcel de Valparaíso estalla en vítores. Con las butacas repletas, la audiencia le da una ovación de pie a una de las transformistas más longevas y famosas de Chile: Se llama Pilola Polett, tiene 77 años y es la estrella y el alma de la función.

Esta es la última fecha de “Made in Valpo: Prohibición y Deseo”, una obra de baile contemporáneo de la Compañía Amateur, escrita por el director y coreógrafo Marco Ignacio Orellana, basada en testimonios biográficos de Polett. Este trabajo toma como foco su vida durante la dictadura y destaca los momentos donde vivió violencia y represión.

Estas vivencias fueron las que llevaron a la transformista a fundar en 2021 y a presidir hasta 2023, el único club para adultos transgénero y travestis mayores de edad que existe en Chile: Se llama “Las Sobrevivientes” y nació al alero del Sindicato Afrodita de Trabajadoras Sexuales Travesti y Transgénero. Este grupo es también una cofradía que acompaña a quienes enfrentan al día de hoy la discriminación y violencia y brinda apoyo emocional a sus integrantes. El nombre del grupo refleja una dura realidad: alcanzar la adultez mayor es, en sí mismo, un acto de resistencia. En América Latina, la esperanza de vida de las mujeres trans apenas alcanza los 35 años, según un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

El director y coreógrafo Marco Ignacio Orellana afirma que la historia de Polett lo marcó tanto que, con esta obra, quiso homenajear su resistencia por los derechos humanos y hacerla resonar en la comunidad LGBTIQ+.

En el escenario del Teatro del Parque Cultural ex Cárcel de Valparaíso, Polett se dirige a su público: “Con casi 80 años, he trabajado mucho en circo y en prostíbulos. Tengo que decirlo, con orgullo…”, dice conmovida sin acabar la frase, con la voz quebrada. “No querían saber nada de mí”, agrega entre lágrimas y luego agradece al elenco a los que llama sus “pilolitos”. “Había guardado a la Pilola en un baúl. Estos chicos me rescataron y me hicieron vivir nuevamente”.

La melodía de “Yo soy esa” de Isabel Pantoja, una de las canciones favoritas de Polett, acompaña la última performance de la noche. Salvo por ella, el escenario está vacío, y la figura de la transformista brilla entre luces violetas. Retumba en el teatro: “Soy la que no tiene nombre, la que a nadie le interesa”.

El mismo recinto que aloja el escenario donde hoy Polett se presenta, tras el golpe de estado, en 1973, se convirtió en un centro de detención y tortura. Según el Informe de Violación a los DD. HH. de Personas Transexuales Quinta Ronda del Examen Periódico Universal ONU del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) de 2009, distintos testimonios acreditan la tortura intencional a disidencias sexuales. “En Chile no se asesinó solo por militancias políticas, sino que también por orientaciones y militancias sexuales”, dice el documento.

El informe menciona un caso registrado en el Informe Rettig, donde relata “que en fosas comunes de la zona norte del país, utilizadas por los militares durante la dictadura para ocultar cuerpos de personas ejecutadas políticas, se habrían encontrado cuerpos de personas genotípicamente del sexo masculino y que llevaban ropas de mujer”.

Este hallazgo llevó al Movimiento de Liberación Homosexual (MOVILH), formado en 1991, a solicitar ese año que se investigaran las violaciones a los derechos humanos sufridas por las disidencias sexuales durante la dictadura. Sin embargo, según Polett, esa violencia no comenzó en ese periodo. “Nosotras somos maltratadas desde el tiempo de Carlos Ibáñez, de Balmaceda. En la dictadura (de Pinochet) se ensañaron, pero hay que acordarse de toda la historia”, aclara.

Foto extraída de memoriachilena.gob.cl
Sucesos. Valparaíso : [Editor no identificado], 1902-1932 (Valparaíso : Universo) 32 volúmenes, número 1284, (1927)

Polett fue tomada presa y torturada en la ex Cárcel de Valparaíso, donde hoy hay una placa conmemorativa dedicada a “Las Sobrevivientes”. Su detención se hizo bajo los artículos 365 y 373 del Código Penal de 1875, que referían a la penalización de la práctica consentida de sodomía entre adultos y a las ofensas al pudor o las buenas costumbres con “hechos de grave escándalo o trascendencia”, respectivamente. Bajo estos artículos, se acentuó la amenaza hacia las disidencias sexuales, pues la persecución y detención fue amparada por una “ley que buscaba su penalización y castigo por medio de trabajos forzados e internación”, según publicó el antropólogo social Bastián Tapia en un artículo para la Revista Punto Género de la Universidad de Chile en 2024. “Había un teniente que no soportaba ver a los colas ¡Llegaron los maricones!, decía”, recuerda Polett. El teniente, dice ella, les negaba comida y luz. A las cuatro de la madrugada, agrega, los despertaba y desnudaba para bañarlos con agua congelada. “Nos hacían las atrocidades más grandes”.

El cineasta chileno Ricardo Villarroel intentó mostrar estos episodios en su película “Las Sobrevivientes” de la productora nacional Minerva Films, que está en proceso de posproducción, y cuyo estreno se espera para 2025. De la agrupación, Villarroel dice que “tienen mucho que comunicar y expresar sobre la memoria de una generación entera porque ahí hay un retrato generacional”, comenta. “Es un grupo muy variado, pero lo que las une es que todas tuvieron que prostituirse a los 11-14 años”.

“¡Ay, imagínate lo que fue llegar ahí de nuevo!”, dice Polett al hablar de presentar “Made in Valpo” en un lugar donde sufrió tortura. Ese escenario, cargado de memoria, es también donde las nuevas generaciones se acercan a reconocer su legado. Un ejemplo es su asistente teatral, Amapola Cid, oriunda de Valparaíso, integrante de la Compañía Amateur y fundadora de la Compañía Cabaret Ecléctico de la ciudad. “Fue un privilegio conocer a una leyenda viviente de la antigua bohemia porteña”, comenta Cid, quien acompañó a Polett de manera constante durante la producción y puesta en escena de “Made in Valpo”.

 

Foto extraída de página web: parquecultural.cl

La artista tras bambalinas

Polett es la octava de nueve hermanos por el lado de sus padres biológicos, aunque tiene poca relación con casi todos. A los 14 años, se escapó de la casa de sus padrinos (con quienes vivió casi toda su infancia) e inició su vida en la prostitución en el burdel de la “Señora Eliana”, conocida también como “La Ñata”, en Cajilla 28, en Valparaíso.
En 1973, Polett era conocida como “cabrona”, un término utilizado para referirse a quienes manejaban prostíbulos. En su caso, estaba a cargo de 18 mujeres en el prostíbulo 77 en calle San Antonio de Viña del Mar. En ese periodo, la bohemia porteña vivía su mayor apogeo, impulsada por los espectáculos de Valparaíso, que reflejaban las dinámicas sociales y culturales de la ciudad.
Entre estos espectáculos destacaba el Circo Timoteo, reconocido por ser uno de los primeros en incluir artistas abiertamente homosexuales en sus presentaciones. A lo largo del tiempo, el circo incorporó cada vez más transformistas, y Polett llegó a desempeñarse como anfitriona del espectáculo.
Otro referente de la bohemia porteña era el espectáculo “Hollywood”, protagonizado por la transformista Fabiola Taylor, donde Polett trabajó como anunciadora. Juntas crearon el “Domingo Rosa”, una fiesta mensual que se celebraba el primer domingo de cada mes y culminaba con la coronación de la “Reina del Domingo Rosa”.

En esta icónica fiesta de la bohemia porteña, Katty Fontey, de 72 años, adulta mayor transgénero y presidenta de Traves Chile, forjó una de sus amistades más duraderas con Polett. Aunque sus encuentros eran esporádicos, la conexión entre ambas se fortaleció con el tiempo, uniéndolas en la lucha por visibilizar la realidad de las personas trans adultas mayores. Fontey, además, fue protagonista de un hito histórico: participó en la primera protesta de la diversidad sexual en Chile, el 22 de abril de 1973.

Sin embargo, detrás del brillo de las fiestas y los espectáculos, la vida íntima de quienes construían esa bohemia estaba marcada por una constante lucha por la supervivencia. En ese contexto, el Sindicato Afrodita emergió el 22 de agosto de 2000 como un espacio de resistencia y refugio, reuniendo a quienes compartían una historia común. Según Polett, gracias a este sindicato, varios artistas transformistas lograron volver a verse después de años de incertidumbre, entre saludos emocionados y la dura realidad del paso del tiempo. “Me reencontré con la Franci (que era el Kiko), con el Carlitos Vera, con Linda Cristal”, rememora Polett. “Fue emocionante”, añade. En estas reuniones se repetían frases como: “¡Ay, estás viva! ¡Ay, creí que estabas muerta! ¡Ay, que estás vieja!”.

Hoy, Polett mantiene viva su pasión por la visibilización de las disidencias sexuales, impulsada por un objetivo claro: lograr una reparación histórica por los abusos sufridos. “Nosotras pedimos que las Fuerzas Armadas, Carabineros, Policía de Investigaciones y todos los que estuvieron a cargo de la violencia que pasamos, pidan un perdón público a toda nuestra comunidad. No se trata de que nos den plata. A nosotras nunca se nos dio el derecho a votar, a educación, a vivienda. Eso queremos para las nuevas generaciones y que nunca bajen el moño”.

Esa misma determinación fue parte de lo que transmitió recientemente desde su casa en Cerro San Roque, cuando desempolvó telas y plumas de su época de anunciadora y maestra de ceremonias para recuperar el vestuario que volvería a lucir en el escenario de “Made in Valpo”. Con ayuda de su equipo de “pilolitos”, Polett volvió a vestirse con las prendas que definieron su presencia en los escenarios medio siglo atrás. Al término de las funciones, en un gesto simbólico, regaló esos trajes a miembros del elenco, entregándoles un fragmento de su historia.

Equipo “Made in Valpo” en la casa de Pilola Polett
Fotógrafo: Víctor Vivas (@thevicbox)

Rosario Urzua Ricci es estudiante de quinto año de Periodismo en la Facultad de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Desde 2023, ha participado en Radio UC como conductora del programa Página 33. Fue ayudante del curso Desafíos de la Comunicación y Test de Actualidad. Actualmente es editora de la Revista Kmcero. Es su primera vez publicando en un medio.