Fotografías de Eric Zolov y Terri Gordon-Zolov

Entrevista a los académicos Terri Gordon-Zolov y Eric Zolov:

“Los muros en Chile van a hablar por mucho tiempo”

El matrimonio de académicos neoyorquino Gordon-Zolov apenas comenzaba a conocer Santiago cuando la ciudad estalló. Iniciaban su semestre académico para investigar el pasado chileno y aprender español, cuando el presente, las calles de la ciudad y lo que decían sus murallas, se transformaron en su tema de estudio y también en un libro, recién lanzado. En esta entrevista recuerdan su paso por Chile en 2019, se refieren a la “explosión artística” que dejó el estallido en las calles y dan su mirada sobre los planes de restauración de fachadas en el país.

Por Amanda Contreras (@amand4.c0m), Francisca Cares (@whocaresfran) y Muriel Alarcón (@muriel_alarcon_photos).

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Aunque para la segunda semana de octubre de 2019 llevaban tres meses en Chile, y recién conocían Santiago, la presencia militar en el metro les pareció inusual en la ciudad.

Eric Zolov, profesor de historia latinoamericana en Stony Brook University y Terri Gordon-Zolov, profesora asociada de literatura comparada en The New School, casados, tres hijos en edad escolar, neoyorquinos, apenas habían iniciado un semestre académico para investigar el pasado chileno y aprender español cuando el estallido social ocurrió.

Eric, becario Fulbright, dictaba un curso de posgrado en la UC sobre los “Sesenta Globales” (la década, analizada desde una perspectiva geopolítica y cultural). Terri investigaba casas utilizadas como lugares de detención clandestina durante la dictadura.

“¿Qué pasa? ¿Qué es esto? me preguntaba”, dice Eric, desde Nueva York, por Zoom. El 19 de octubre, con el toque de queda, sin transporte disponible, obligados a caminar para llegar a su casa, escucharon un disparo y vieron a un tipo correr en las inmediaciones de su barrio temporal, entre Providencia y Las Condes, cerca del metro Cristóbal Colón.

“Eric comenzó a tomar fotografías”, recuerda Terri, a su lado en la pantalla. “Comenzamos no solo a documentar el estallido, también el sonido de los cacerolazos del toque de queda, los bocinazos. Y luego empezamos a salir a la calle y nos impresionó mucho la variedad de expresiones artísticas y la calidad profesional del trabajo, los carteles, la serigrafía”.

De toda esa observación surgió “Los Muros de Santiago: Revolución Social y Estética Política en el Chile Contemporáneo”, el libro que los Gordon-Zolov lanzaron recientemente, y que también es resultado de la cobertura fotográfica que hicieron por cinco meses de lo que las protestas dejaron retratado en las vías públicas de Santiago: grafitis, carteles, murales y montajes. Aquello que ellos presentan como una “explosión artística” o “arte público” y que luego desapareció cuando la ciudad entró a su cuarentena y varios muros fueron blanqueados. “En los meses siguientes, prácticamente desaparecieron todos los rastros del malestar social documentado en este libro”, dicen los autores en su epílogo.

A tres años del registro, aunque hoy desde Nueva York, los Gordon-Zolov han estado atentos a los anuncios de las alcaldesas Irací Hassler y Evelyn Matthei de la Municipalidad de Santiago y Providencia de restaurar fachadas destrozadas por el estallido. Pero, ¿qué debiera ser borrado y qué, no? ¿Cuál es la línea divisoria entre arte y vandalismo?

“No estoy segura de que uno pueda distinguir fácilmente entre el arte público y el vandalismo, ya que el arte callejero tiende a ser una actividad clandestina. Y no creo que se pueda privilegiar un tipo de arte callejero por sobre otro por motivos estéticos. Para mí lo importante es el mensaje político o la trascendencia política del grafiti”, responde Terri.

“En general, estoy de acuerdo con Terri”, agrega Eric. “Pero también creo que las etiquetas de grafiti reiterativas, como por ejemplo A.C.A.B. (cuyo significado, en inglés, es ‘All Cops Are Bastards’ o, en español, ‘Todos los policías son bastardos’, que adquirió un carácter de consigna política en Santiago), pueden convertirse en ruido visual cuando ya no están directamente conectadas con un movimiento social con objetivos políticos claros”.

Según Eric, cualquier esfuerzo por restaurar la zona cero y “conmemorar el significado histórico del estallido social”, dice, ya sea a través de un contramonumento (en Plaza Baquedano) o “un museo abierto” como propuso Hassler, o alguna combinación de ambas ideas, “implica un esfuerzo por silenciar o, al menos, dictar los términos del discurso público”, agrega.

“Pero aquí también hay una realidad política”, continúa, “que refleja preocupaciones ampliamente expresadas sobre el atractivo y la accesibilidad de esa misma esfera pública. Esas preocupaciones también necesitan tener peso”.

LAS PAREDES QUE HABLAN

A pesar del caos y la incertidumbre que reinó las primeras semanas del estallido, los Gordon-Zolov decidieron quedarse en Chile. Y volcar su atención a lo que encontraron distintivo del contexto chileno: cuánto de la crisis social empezó a leerse en las paredes de Santiago.

“Nunca había visto tanta expresión creativa concentrada en un solo espacio. Estábamos realmente muy impresionados por la situación política”, dice Terri, quien se turnó con su esposo para cuidar a los niños y salir a la calle a tomar fotos. Y agrega: “Realmente estábamos viviendo la historia. Estábamos en medio de este movimiento de protesta global. (…) Estos grafitis y gráficos de protesta importaban. Creo que la gente también estaba tratando de grabarlos para archivarlos. Creo que había una conciencia general de la importancia de los muros”.

“Nos volvimos muy conscientes del encuadre. No solo estábamos tomando fotos. Queríamos pensar cómo funcionaba el grafiti o el afiche”, dice Eric.

El primer mensaje que llamó la atención del académico lo vio en una pared muy cerca de su casa. Decía: “Evade = Exigir”. De pronto, asegura, empezó a leer “evade” en todas partes.

“Yo tengo un alumno chileno que estaba en la universidad de Stony Brook para entonces y yo le escribía por WhatsApp: ‘mira lo que está pasando en tu país’. Él me ayudaba mucho a interpretar y entender los chilenismos y las frases”, dice. “Me llamó mucho la atención la manera, no solo de la ubicuidad de la palabra ‘evade’, pero las varias transformaciones lingüísticas e incorporaciones gráficas de la palabra, como en varias dimensiones”, dice.

Autor de numerosos artículos sobre cultura popular, México del siglo XX y las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, el historiador reconoce que al llegar a Santiago, en julio de 2019, los muros chilenos precisamente llamaron su atención.

“Habíamos ido a Argentina donde hay mucho stencil y grafiti. Y le comentaba a amistades, conocidos: ‘las paredes (chilenas) están bastante limpias, no veo nada político en el centro. Habíamos visto murales, muy interesantes, en Valparaíso, pero así establecidos, más semi-oficiales, autorizados… Entonces para mí, la idea de (ver el mensaje) ‘evade’ en todos lados, rompió ese silencio de los muros que ya no se puede callar”, dice. “En una ciudad, las paredes hablan (…) Los muros en Chile, por lo menos ahora, van a hablar por mucho tiempo”, agrega.

Eric exploró a pie el Santiago más céntrico de manera paulatina.

“Nos llamó la atención la creatividad fenomenal de los mensajes pintados en las paredes de las calles durante la protesta. (Santiago se convirtió en) un museo en la ciudad, pero era un museo de la gente, con muchas obras anónimas y muchas colectivas (…) A veces espontáneo, pero a veces organizado”, dice Terri.

Eric recuerda a varios adultos, posando y tomándose fotos frente a los mensajes pintados en los muros. “Me hizo ver que la audiencia de estos mensajes en las paredes eran los ciudadanos que se definían a sí mismos en relación con lo que estaba pasando allí. Había una sensación de orgullo”, dice. Su contenido, agrega Eric, era transgeneracional. “Veías varias imágenes de Allende, pero transformado en ‘hipster’. O de Gabriela Mistral. Eran como puentes transculturales y transhistóricos, y por eso me llamó mucho la atención que adultos se identificaran con eso. Había manera de entrar a este movimiento que era del presente y futuro y también del pasado”.

Terri, por su parte, empezó a ver mucho humor.

“A veces era muy sutil”, dice. “Si ‘evadir’ fue el leitmotiv en la primera semana de protestas, empezaron a surgir variaciones divertidas como ‘evade, mi amor’, juegos de palabras. Después que la entonces primera dama dijera ‘(que el estallido) era como una invasión extranjera, alienígena’ (las calles se llenaron de referencias) de extraterrestres. Había mucho humor pop, arte pop”.

“Y también hubo muchos íconos contemporáneos, superhéroes del arte pop, incluso superhéroes chilenos. (‘La explosión artística’) tuvo todo tipo de referencias culturales y generó su propia iconografía y su propio léxico”, dice Eric. “Y cuesta tanto explicar los niveles significativos de cada imagen, porque hay niveles. Hay que entender no solo la historia profunda, el contexto histórico, pero todo el significado de las frases y de las referencias. Son imágenes muy complejas, revelan mucho también”.

¿Pero hasta qué punto lo que mostraban los muros del estallido eran arte y cuando destrucción?

“Los muros deben tener su papel de limpieza y claridad. No estoy de acuerdo que rayen lugares históricos”, responde Eric, y luego agrega: “pero los muros son un componente necesario del discurso público, son una válvula de escape. Son un reflejo de que el sistema político no está funcionando. Si el sistema político no está canalizando de manera suficiente y eficiente esas demandas, los muros son la salida para la expresión de esas demandas, y cumplen un propósito”.

Terri lo llama “conciencia del espacio público”: “Nos llamó la atención que antes del plebiscito para la nueva Constitución hubo muchas pintadas de rechazo y apruebo. Entonces fue como si los (grupos) más conservadores (también) decidieran que era mejor salir a la calle porque esa era una manera de hablarle a la gente”, dice. Y agrega: “Entonces eso para mí sugiere solo una transformación. Y claramente (está en juego) quién es el dueño del espacio público”.

Fotografías de Eric Zolov y Terri Gordon-Zolov

EL NUEVO ESPÍRITU DEL ESPACIO PÚBLICO

Pero el matrimonio Gordon-Zolov no supo que su material les permitiría hacer un libro inmediatamente.

“Solo éramos aspirantes a fotoperiodistas. Solo estábamos tomando fotos para documentarlo por interés al principio, pero rápidamente (el proceso se volvió) más sistemático”, dice Terri. “Como en una investigación”.

Cuando regresaron a Nueva York, hablaron con algunas editoriales para publicar. No todas mostraron interés de inmediato.

“Las imágenes en sí hablaban, hablaban por sí mismas y el editor de Berghahn Books nos dijo: ‘wow, ¡sí, tienen algo aquí! Nos interesa hacer un libro con esto”, dice Eric. “El enfoque fue hacer análisis detallados de las imágenes. Así que es un estudio de arte callejero”.

Por eso, en su trabajo no hay personas, solo muros: “Las fuentes primarias, en ese sentido, es todo lo que encontramos en las paredes (de los espacios públicos)”, agrega.

Hoy están en conversaciones con una editorial chilena. Tienen pensado publicar el próximo año una versión de su libro en español, para llegar a la audiencia del país.

“Ojalá se pueda publicar con una pequeña transformación en el epílogo, pero manteniendo el contenido”, dice.

Por mientras, han hecho llegar su libro a los artistas chilenos que entrevistaron. También regalaron un ejemplar a Irina Karamanos, que se reunió con académicos de The New School, durante la visita del presidente Gabriel Boric a la ONU en Nueva York.

Con planes de volver a Chile en un futuro cercano, los Gordon-Zolov dicen estar muy curiosos de la ciudad. Quieren ver qué están diciendo las murallas chilenas al día de hoy, post-plebiscito de salida y bajo un nuevo gobierno.

“Las ciudades siempre aspiran a la limpieza. Entonces el blanqueamiento (de los muros) transmite esta idea de control y estabilidad y este borrado de contestación, como metáfora del blanqueamiento, refleja en gran medida una aspiración gubernamental de tranquilidad y limpieza”, dice Eric. “Hoy depende del presidente o de la alcaldesa de Santiago tener una conversación pública sobre (la violencia que hay en los muros). Se necesita un reconocimiento de lo que fue el ‘estallido artístico’ en su momento histórico pero ahora que el estallido tuvo éxito, en el sentido de que logró lo que buscaba, establecer una Convención para una nueva Constitución, toca una conversación pública ahora sobre el papel de los muros y el papel del arte político”.

Los académicos también siguen atentos el plan de Hassler, y la eventual construcción de un museo al aire libre.

“No estoy segura de si este museo contendría gráficos de protesta social del estallido o sería una especie de plataforma política en evolución para la expresión pública, pero creo que es una buena idea”, dice Terri, y agrega que cree que es importante que la propia Plaza Baquedano “refleje el nuevo espíritu del espacio público y la nueva visión del estado-nación que surgió del estallido”.

Si se pudiera sugerir qué debería sentarse encima del pedestal vacío donde antes estaba la estatua del general Baquedano, Terri imagina que podría ser un contramonumento en la línea de los nacidos del movimiento Black Lives Matter.

“Como ‘Rumors of War’ de Kehinde Wiley (que muestra a un guerrero afroamericano, con rastas en el peloy unas Nike en Times Square) o ‘A Surge of Power’ de Jen Reid y Marc Quinn (una manifestante negra en chaqueta de jeans, levantando el brazo, que se montó en 2020 en Bristol pero que duró un día antes de que las autoridades públicas se la llevaran). La ciudad podría realizar un concurso artístico para visualizar el futuro de la plaza. Ser ‘dueño’ del espacio público no significa necesariamente tener acceso a las paredes. Significa tener acceso a la historia y a la memoria del país, a sus monumentos y a sus memoriales, a sus relatos históricos y su visión política”, finaliza Terri.

Eric Zolov y Terri Gordon-Zolov en Chile