Luego de ganar la Copa Intercontinental de fútbol para ciegos que se jugó en India, Erik Rodríguez, también conocido en su disciplina como “el 7 de Chile” (@el7dechile), llegó “muy, muy agotado”. Días antes del comienzo de su participación en los Juegos Parapanamericanos, se sinceró sobre su renuncia y posterior regreso al equipo estos últimos años, y habló del “legado social que va a quedar” como lo más importante de esta competición.
Por Gabriela Fernández Zamorano (@gabi_fernandez__)
Edición por Raúl Esteban Santos (@raul_stebn)
Una de las grandes revelaciones de los juegos Parapanamericanos, que comenzaron el pasado viernes 17 de noviembre y se extenderán hasta el 26, ha sido la participación de la selección Nacional de Fútbol 5 para ciegos de Chile (@futbolciegochile), conformada por jugadores no videntes, además de un arquero, un guía y un entrenador, sin discapacidad visual.
A pesar de llevar tres derrotas en este certamen que convoca a atletas paralímpicos, la selección consiguió un primer triunfo este lunes frente a Perú. Y esta noche espera sumar otro, para revivir así las grandes esperanzas con las que llegó al Centro de Deportes Paralímpico, ubicado al interior del Estadio Nacional, tras su victoria en la Copa Intercontinental de fútbol para ciegos que se jugó en India, el pasado 2 de octubre en la localidad de Kochi. Un paso importante para el equipo y también para el deporte paralímpico nacional.
Como toda selección, este grupo para ciegos busca marcar goles pero lo hace a través de un balón que posee placas sonoras que les indican a sus jugadores dónde se encuentra la pelota, además de la ayuda verbal del arquero, único jugador vidente en la cancha, y las orientaciones del entrenador. El equipo, conformado por ocho integrantes, participa en la categoría B1, es decir, posee muy baja o nula agudeza visual, percepción de la luz y/o campo visual. Se le denomina fútbol 5 porque en la cancha se enfrentan cinco jugadores de cada equipo, al igual que ocurre en el fútbol sala convencional.
En esta selección nacional, el jugador de Quilpué de 33 años, Erik Rodríguez participó desde 2012 hasta 2016 para luego reintegrarse en 2020. Hoy es su jugador número siete y es conocido en la disciplina como “el 7 de Chile”.
“Ahora llegamos a los Parapanamericanos con más fuego que otras veces y yo creo que el objetivo es la medalla”, dice el también ingeniero en Administración de Recursos Humanos. Rodríguez estudió pedagogía diferencial, y es monitor de inclusión en Banco Santander. Además, es colaborador en el equipo general de Naciones Unidas en materia de discapacidad y accesibilidad, donde trabajó por la Ley de Inclusión Laboral y colabora con las políticas públicas del país en esa materia. Aparte es vicepresidente de la Federación Nacional de Organizaciones y Personas con Discapacidad en Chile (FEDICH). Aún con todo esto, Rodríguez señala que su pasión siempre ha sido el fútbol: “desde pequeño me gusta mucho”.
Nació ciego pero eso no le impidió frecuentar las canchas de su barrio en El Belloto, en la comuna de Quilpué, y jugar fútbol con sus primos que vivían por el sector. Para que pudiera identificar la pelota, la envolvían con una bolsa plástica con la intención de que hiciera ruido. Así, Rodríguez siempre se sintió incluido en este deporte. Pero no ha sido una trayectoria fácil, asegura.
Cuando tenía 18 años, sus primos lo llevaron a un evento en la ciudad de Quillota de una fundación que buscaba dar empleo a personas con discapacidad, donde presentaban distintos deportes inclusivos, entre ellos el fútbol para ciegos. Fue en ese momento cuando le presentaron el balón sonoro a Rodríguez: “Me enseñaron cómo se jugaba y desde ahí que me puse a jugar y no paré más”, relata.
En 2012, Rodríguez, junto a un grupo de jóvenes con discapacidad visual, decidieron revivir la selección de fútbol ciego que desde el 2007 no estaba compitiendo. Buscaron a un entrenador para retomar la disciplina y se consiguieron los elementos necesarios para empezar a entrenar.
Su entusiasmo y disciplina dio resultados inmediatos. En 2013 el equipo se encontraba participando en la Copa América de esta disciplina en Santa Fe, Argentina. Llegaron a diferentes torneos, pero según lo que indica Rodríguez no les fue tan bien: “Igual la selección era joven, esperábamos más en ese momento, pero lamentablemente no se dio”.
Tras permanecer dos años más en el equipo, en 2016 tuvo un problema con el equipo técnico y decidió renunciar.
— ¿Qué te llevó a tomar esa decisión?
— En todos los deportes hay un sentido de superioridad de parte del equipo técnico hacia los jugadores, pero creo que se agrava y se profundiza en los deportes de personas con alguna discapacidad. Al no ver, uno tiende a depender un poquito más de ellos, entonces yo creo que van sintiendo cada vez más este sentido de pertenencia. No era un ambiente sano en los camarines y me enfrenté a uno de los del equipo técnico y terminé renunciando.
— ¿Qué hiciste en ese momento en donde te quedaste sin fútbol?
— Soy una persona que trata de aprovechar las oportunidades que se dan en el momento. Entonces, a pesar de que me llegué a quedar sin deporte, siempre tenía algo que hacer. En ese tiempo me llamaron para ser coordinador de Jóvenes Ciegos Chile (agrupación de jóvenes con discapacidad visual que trabajan para resolver problemáticas que afecten a las personas con discapacidad y a su entorno). Me llamaron para un congreso en Argentina y regresé con la misión de organizar un movimiento de jóvenes ciegos acá en Chile, que no había. Conseguimos armar un grupo de 60 jóvenes ciegos, de Arica a Punta Arenas y armamos la primera reunión de jóvenes ciegos en el cono sur.
— ¿Por qué volviste a jugar en la selección?
— En 2020 cambiaron de entrenador, y me llama y me dice: “Oye, mira, yo no te conozco, pero estuve viendo tu historia y quería saber si te interesa venirte con nosotros”. Ahí yo le dije: “mire, si dentro de sus prioridades va estar tener un camarín sano y unido, me interesa”. Y volví. Y desde ahí que cambió todo, el camarín es distinto, hay otros líderes muy positivos. Es algo mínimo esto y yo creo que el gran legado que estamos creando, y que van a dejar estos juegos; donde nosotros tenemos que aprovechar de posicionarnos también frente a la gente como deportistas de alto rendimiento y como personas, no como niños.
— Sobre el triunfo en la India el pasado mes en la Copa Intercontinental de fútbol para ciegos, ¿cómo vivieron este logro?
— No te voy a mentir, ha sido buena, pero difícil. Más pesada que la mugre de hecho. Estoy muy, muy agotado. Después de la Copa América, el Comité Paralímpico nos dijo que no había lucas para la Intercontinental, así que no íbamos a ir. Nosotros dijimos, “tenemos dos opciones. La primera es que nos quedamos y entrenamos para los Panamericanos acá o la segunda, es que salimos a buscar los recursos como sea”. Y salimos a buscar los recursos como sea. Pero no fue un proceso fácil, no todos nos esforzamos al mismo nivel. Al final nos llegamos a conseguir la plata total muy poco antes de partir.
— ¿Qué significó ir a la India como equipo?
— Yo creo que el momento de más desahogo que tuvimos fue cuando ya nos juntamos en el aeropuerto y dijimos: “Acá están nuestros tickets. Acá están nuestras visas. Nos vamos. Imagínense, quién se iba a pensar que íbamos a estar acá”. Fue en un momento súper liberador, donde el equipo igual se unió mucho más. Los jugadores que quizás no estaban tan unidos, cuando vieron el esfuerzo de los otros, se plegaron. Fue muy bonito.
— ¿Cómo fue haber ganado la Intercontinental de fútbol para ciegos?
— Es algo que no lo podría describir porque es un sueño, es un desahogo, es un querer tener enfrente a los que te decían que no se podía. Dejamos todo. Dejamos todo lo que teníamos en la cancha. Salimos súper cansados. Fuimos el equipo que más viajó; 42 horas a la India. Hicimos los mejores partidos. El momento culmine fue decir: “Ya. Estamos para cosas grandes”.
— ¿Cuál es su motivación (en los Parapanamericanos)?
— En la India yo dije: “tenemos que entrar creyendo y salir creyendo a la cancha”. Siempre me voy a apropiar de eso. Imagínate, quién te iba a decir que unos pati pelados como nosotros, que no nos conocía nadie, lograríamos levantar 45 millones de pesos de la nada sin el apoyo de la Federación, sin el apoyo del Comité Paralímpico. Así que siempre hay que creer. Crean y que crean y cuando se dé, hay que aprovecharlo, ¿no?
— ¿Cuál es la importancia que le otorgan a estos triunfos y lo que se viene?
— Lo más importante creo yo, es el legado social que va a quedar. El llamado es a ir a la cancha, llenar los estadios del Parapanamericano y entender que vienen los mejores deportistas de América, por lo tanto, que vengan a disfrutar, a aprender y a valorar a las personas por la capacidad que tienen de jugar y no por una condición o discapacidad que puedan tener. Que no vengan a ver la persona que le falta el brazo, sino que vengan a ver el atleta que corrió 100 metros en 10 segundos.
Gabriela Fernández es estudiante de tercer año de Periodismo de la Pontificia Universidad Católica (@fcomuc). Ha participado como conductora en diferentes programas de la Radio UC (@radio.uc). Hoy en día participa en el programa Página 33 (@pagina33uc), sobre vida y política universitaria.