El pasado 18 de marzo, el exdecano de la Facultad de Ingeniería, Juan Carlos de la Llera, asumió como el nuevo rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Desde su oficina en Casa Central, la nueva autoridad dice que el paso por Ingeniería le mostró que ciertas transformaciones que parecían tomar mucho tiempo, no lo requieren tanto. También cree que un buen líder debe ser capaz de trabajar muy bien en equipo y está convencido de que una universidad es un verdadero faro en cuanto a lo que significa ser un buen ciudadano para la sociedad. 

Por: Trinidad Riobó Maturana

El pasado viernes 25 de abril, se marcó el inicio del  año académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile con una ceremonia que comenzó con una misa presidida por el Obispo Auxiliar de Santiago y presidente del área de educación de la Conferencia Episcopal, Monseñor Alberto Lorenzelli R. Fue también el primer discurso del nuevo rector de esta casa de estudios, Juan Carlos de la Llera, tras el cambio de mando. A lo largo de poco más de veinte minutos, De la Llera estableció un paralelo entre el rol de dirigir una universidad y el oficio de liderar una orquesta musical: “En los conciertos vemos el resultado, pero el verdadero trabajo ocurre durante los ensayos y práctica individual. Igual que en la universidad”, dijo. El rector también se refirió a la cancelación como uno de los desafíos que enfrenta la universidad, a propósito de una intervención de estudiantes en el campus San Joaquín, quienes se manifestaron en contra de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC) tras una publicación en apoyo a la defensa de la vida con motivo del Día del Niño por Nacer.

En este contexto, el rector dijo que “el fenómeno de la cancelación ha instalado el temor a decir lo que se piensa. Pero cancelar al otro es cancelar su sonido. Y esa lógica no tiene espacio en la universidad. Aquí, todas las notas deben poder tocarse y escucharse”. 

Durante los primeros días de mayo, el rector de la Llera hizo una gira en Estados Unidos para fortalecer la proyección internacional de la UC, participando en la cumbre de Universitas 21, conformada por destacadas universidades de todo el mundo y realizada en California. Además, visitó universidades como Stanford y Berkeley, y empresas tecnológicas como Google. La agenda incluyó reuniones estratégicas para impulsar la nueva Vicerrectoría de Innovación Digital, Datos y Tecnología, enfocada en inteligencia artificial y ciencia de datos. Además, se encontró con exalumnos y autoridades.

Entre el ajetreo de sus primeros días como rector, De la Llera se toma un momento para conversar en su oficina, ubicada en la rectoría, en el segundo piso de Casa Central, en el corazón del campus, justo sobre el denominado patio de la Virgen.

A las 15:00 horas en punto de un viernes, el rector cruza las mamparas de vidrio que protegen las altas puertas de madera que separan el resto del campus de su oficina. Al entrar, pregunta por qué estaban cerradas y las deja abiertas. Un gran ventanal con vistas a la Alameda destaca en la antesala de su oficina. A la derecha y hacia el lado de la oficina del rector cuelga una fotografía del Papa Francisco, y a la izquierda, una del Arzobispo de Santiago, Monseñor Fernando Chomalí.  Su oficina es amplia y una sencilla estatua blanca de la Virgen María con pequeños maceteros de plantas a su alrededor decora un mesón detrás de su escritorio. Este tiene una pila de diferentes diarios, libros y algunas fotos enmarcadas. El rector toma asiento en una mesa adicional que hay a su izquierda, en donde tiene algunos documentos por firmar que deja a un lado.  

—¿Cómo han sido las primeras semanas como rector? 

—Han sido semanas muy bonitas e intensas en cuanto a tener que subirte a un proyecto que ya está andando a toda velocidad y a tener que aprender un montón de cosas. Pero debo reconocer que es un trabajo que me es bien familiar. Si bien es cierto, la magnitud es muchísimo más grande que la que yo tenía cuando fui decano de la Facultad de Ingeniería, es un trabajo que tiene mucha similitud, entonces me siento muy cómodo. Pero, por otro lado, muy desafiado por la cantidad de posibilidades que hay de poder hacer cosas y de poder realmente profundizar temas que ya se han desarrollado en la universidad.  

—¿Cuáles son las principales enseñanzas que le dejó haber sido decano de Ingeniería que le gustaría traer a este nuevo cargo? 

—Lo primero es darse cuenta de que la Universidad Católica es una plataforma muy única y potente para poder hacer transformaciones en la sociedad general. (…) Entonces lo que veo es que es posible desde la forma universitaria hacer transformaciones que son relevantes, que influyen sobre el país, que influyen por supuesto sobre la propia comunidad de la universidad. Lo segundo es que creo que el paso por Ingeniería me mostró que ciertas transformaciones que parecían tomar mucho tiempo, no lo requieren tanto y que son factibles de hacer en periodos más cortos si es que se plantean correctamente. (…) Eso es un aprendizaje muy grande que me va a ayudar probablemente a que ciertos proyectos en la universidad los podamos hacer en tiempos que son un poquito más cortos de lo que estamos acostumbrados. Y, por otro lado, mi relación con los estudiantes: Fue simplemente extraordinaria en la Facultad de Ingeniería y espero que acá en la Dirección Superior sea exactamente igual. De mucho respeto, de mucha cercanía, pero también de saber que jugamos roles distintos, aunque muy constructivos. La potencia de tener a los estudiantes suscribiendo, apoyando ciertas iniciativas, hacen que esto realmente prospere mucho más rápido que si solamente lo quieres tú. Eso también fue un aprendizaje grande”.  

—¿Qué características o cualidades cree que se deben tener para ser rector hoy, en 2025?  

—Para mí es fundamental que una persona haya vivido mucho tiempo en la trinchera, que conozca lo que pasa con los estudiantes de pregrado, de posgrado, que conozca los procesos que están involucrados en el proceso formativo, en la investigación, en la transferencia, en la política universitaria. Me parece que es una dimensión fundamental. Aquí la experiencia juega un rol que encuentro que es clave. También creo que la capacidad de anticiparse es una capacidad fundamental, de leer un poquito hacia dónde va la sociedad. Hacia dónde van estas fuerzas que existen; tecnológica, ideológica, política, económica, ambientales, etcétera, que están constantemente empujando al sistema a entenderlas y tratar de ver cómo la universidad juega un poquito ese espacio que le corresponde, de iluminar la discusión pública. (…) Otra característica que valoro mucho es que sea una persona capaz de innovar y emprender, que no le tenga miedo al riesgo. Sabiendo que hay que ser cuidadosos, que esta es una institución que tiene una historia, una trayectoria, pero como cualquier organización necesita constantemente estarse pensando y reevaluando para ver qué acciones se tienen que tomar y ser capaces de llevarlas a cabo. Es importante que tenga una buena capacidad de gestión, ser capaz de trabajar muy bien en equipo. Esto es un proyecto que no se puede manejar desde una dirección superior: se requiere a toda la universidad. Ser capaz de generar confianza y empatía con todos para que los proyectos de los distintos grupos de interés prosperen.  

—Y con respecto a pasar a la acción, ¿qué aspectos de la universidad le gustaría transformar? 

—Uno que requiere mucho trabajo es el desarrollo de las políticas públicas, en ayudar al país a iluminar un poquito su futuro y su camino de desarrollo. En todo sentido, me refiero a humano, económico, social, político, etc. Creo que tenemos una responsabilidad gigante en ese tema y siento que todavía no hemos llegado al nivel de profundidad al que se puede llegar. Un segundo aspecto que surge rápidamente es nuestra posición dentro del tema digital, inteligencia artificial, datos, cómo la universidad está viviendo esa tensión, cómo la canaliza, cómo la estructura, cómo la lleva adelante para que todas estas capacidades se enhebran dentro del proyecto educativo en general. Yo creo que ahí falta todavía mucho por desarrollar. Se han dado pasos importantes, pero falta mucho. Un tercer aspecto que para mí es fundamental es la generación de una conciencia ciudadana muy grande entre todos los estudiantes y quienes formamos la universidad. Ser un verdadero faro en cuanto a lo que significa ser un buen ciudadano para la sociedad (….)”.  

—¿Cómo recuerda su experiencia universitaria? 

—Inhóspita (en la década de los 80). De una especie de desapego gigante, con muy poco cuidado hacia el estudiante, de una lucha por sobrevivir. Pero también de cosas muy bonitas. Creas redes que son muy fuertes entre amigos y amigas. Realmente había que descansar en esa red para poder sobrellevar un poquito el impacto que te generaba la forma en que se educaba. Esto fue en 1980, donde había muy poca empatía con las personas y era más bien la formación disciplinar la que preocupaba. (…) Eso es algo que a mí me marcó. Ahora, yo tenía una vida de deportista, era bastante resiliente. Entonces, sí, uno aguantaba, ¿no? Pero no es la idea. 

—¿Hay algún recuerdo que guarde con especial  cariño de esa etapa? 

—Sí, por supuesto. Hasta el día de hoy las amistades de mi vida están ahí, con las cuales he compartido y espero seguir compartiendo por mucho tiempo. También recuerdo a algunos profesores míos, muchísimos de ellos a los que yo siempre admiré y sigo admirando. (…) En ingeniería sí tengo un grupo humano y precioso. Y muchos de ellos hoy día son mis alumnos o lo fueron. Y la verdad es que eso me hace más orgulloso todavía. De ver que uno también ha influido sobre su vida.  

—¿Cuál cree que es uno de los principales desafíos de equilibrar su vida personal con su rol como rector? 

—Es un desafío constante, es algo que tienes que trabajar toda tu vida. Porque en mi caso en particular, yo sabía que lo mejor que le podía entregar a mis hijos y mi hija iba a ser buena educación; para mí ese era el norte. Si yo era capaz de entregarle la mejor educación posible a nivel escolar y a nivel universitario, evidentemente ya me sentía realizado como persona. Entonces, para hacer eso, me tuve que sacar la mugre. Y no lo digo como algo que debe ser así, porque hay un poquito de sentimiento de culpa en eso, de que le dedicas mucho tiempo a ser un buen académico, apoyar proyectos, hacer muchas iniciativas, recibiendo la gratificación de que podía impactar en el país. Pero siempre ha sido en mi vida un desafío lograr ese equilibrio. Ahora los niños están más grandes, ya están haciendo su vida, están todos casados, tienen su vida propia. Entonces cuando ya puedo dedicarles ese tiempo, ya es un poco tarde. Pero dicho eso, tengo una relación preciosa familiar y somos súper partners en muchas cosas. Hice lo mejor que pude, pero claro, me habría gustado tener más tiempo. 

—Si tuviera que darle un consejo a alguien que está entrando y a alguien que está saliendo, ¿qué le diría? 

—Al que entra le diría que simplemente abra su mente al máximo para aprovechar todas las oportunidades que la universidad le ofrece, que no se sesgue respecto de lo que probablemente todo el mundo le ha transmitido. Que un poquito de ese pensamiento lo parta con una hoja en blanco.  Al que sale le diría claramente que no se olvide que en gran medida ha llegado donde ha llegado, gracias a un conjunto de personas que han dedicado su vida a formarlos. Que nunca se olviden del concepto de retribución, de que hay que retribuir en la vida a quienes te han apoyado y te han ayudado. Partiendo por la familia y terminando por tu último profesor y funcionario de esta universidad que se ha preocupado de que todo funcione para que tú puedas educarte. Esa conciencia de gratitud es muy importante

—En tres palabras o tres conceptos, ¿qué es lo que más le gusta de la universidad? 

—La calidad, los estudiantes, el descubrimiento. 

…..

Trinidad Riobó Maturana es estudiante de quinto año de periodismo en la Facultad de Comunicaciones UC. Actualmente es coordinadora de la revista @revistakmcero , en la cual participa como editora desde el 2023.