Desde que vio las imágenes del primer hombre en la Luna, a sus diez años, ha soñado con ir más cerca de las estrellas y saber qué se siente. Aunque no ha estado fuera del planeta, trabaja en la NASA como encargada de la salud de los astronautas durante los viajes espaciales.
Por Dan Berezin
Yvonne Cagle tiene 54 años y es astronauta de la NASA, pero ella nunca ha sido parte de una tripulación. Trabaja como bioquímica especializada en medicina aeroespacial. Su misión es lograr la mejor adaptación posible de un astronauta en el espacio. Pero también debe prepararlos para regresar a la Tierra, lo que ella considera la parte más problemática de las misiones espaciales.
Cagle comenzó sus estudios de bioquímica en 1978, en la San Francisco State University. Nunca pensó que eso la llevaría a trabajar en la agencia espacial estadounidense. Además de su trabajo en la NASA, imparte charlas en las que cuenta sobre experiencias en misiones espaciales. Así llegó en noviembre pasado a Santiago al primer Festival Internacional de Innovación Social, FIIS. Más que un relato científico, lo de Cagle es una motivación a seguir sueños tan imposibles como ir al espacio. Aunque ella no ha viajado nunca más allá de la atmósfera, está convencida de que los viajes durarán cada vez más tiempo y que serán cada vez más alcanzables para el resto de las personas. “Hay espacio para todos”, dice.
Cuando por primera vez vio las imágenes del hombre en la Luna se preguntaba cómo sería lo que estaban experimentando esos astronautas. Una pregunta que pudo responder en parte cuando experimentó por primera vez la falta de gravedad. “De pronto todas las dimensiones y ángulos de la gravedad desaparecen. Sentí que esta era la sensación que todos debíamos experimentar en el universo, que la gravedad es maravillosa, pero está amarrada a solo un punto de vista o marco de referencia de la vida, y creo que todos deberíamos sentir esa liberación de la gravedad, que es solo una forma de ver las cosas”, explica.
— ¿Qué tan distinto es el espacio en realidad respecto de su representación en la ficción?
— La principal diferencia es la dificultad para moverse. Cuando estás en el espacio, es como estar en el agua. Pero incluso en el agua tienes gravedad. En el espacio es muy difícil controlar tu cuerpo. En las películas vemos todo en tiempo real, pero en el espacio todo se demora tres veces más, es todo tres veces más lento.
El cuerpo humano en el espacio
Aunque su carrera dio un giro cuando se involucró con la NASA, su trabajo sigue ligado a la medicina. Cagle ha estado a cargo de la preparación médica de los astronautas y busca cómo hacer la adaptación del cuerpo al entorno del espacio más apacible. Trabajó como colaboradora en el Longitudinal Study of Astronaut Health (Estudio Longitudinal de la Salud del Astronauta), un programa que estudia la mortalidad e incidencia de distintas enfermedades que afectan a los astronautas. Cagle concluye que la mayor dificultad para el cuerpo no es sobrevivir en el espacio, sino poder volver a adaptarse a la gravedad una vez que se vuelve. La científica plantea que este problema se puede sortear con estadías cada vez más largas.

— ¿Qué tan diferentes son los cuidados médicos que necesita una persona en la Tierra y fuera de esta?
— Es completamente diferente, todo se pone cabeza abajo. Como el cuerpo se está tratando de adaptar a la falta de gravedad, y todos los órganos están flotando, la sangre se acumula. Debido a todo eso, los procesos fisiológicos del cuerpo cambian su comportamiento. Lo otro que cambia mucho es cómo practicas la medicina, porque uno está flotando, los equipos, las herramientas y el paciente también están flotando.
— ¿Cómo puede ayudar la medicina en el descubrimiento del universo?
— A medida que entendemos cómo funciona nuestro cuerpo, podemos entender cómo las fuerzas, la energía, los astros, los planetas, la Luna y las estrellas, interactúan e incluso evolucionan. Piensa en la vida de una estrella, que incluye etapas similares, es una forma maravillosa de comprender cómo las cosas funcionan lejos de aquí.
— ¿Qué tan bien se puede adaptar el cuerpo humano al espacio exterior?
— Bastante bien en un principio. Pero luego de un tiempo, se reduce la masa muscular y la densidad de los huesos, y el corazón no requiere tanto esfuerzo. Como el cuerpo no requiere tanto esfuerzo, se acondiciona y se deteriora. El problema es cuando volvemos a la Tierra, o a la Luna, donde hay un sexto de la gravedad, esa gravedad nos dificulta mucho funcionar cuando estamos desacondicionados. Nos podemos adaptar al espacio, el problema es evitar sobre adaptarnos para poder volver a la gravedad.
— ¿Podríamos adaptarnos al espacio solo con alimentación y cuidados especiales?
— La bioingeniería puede ayudar mucho en hacer nuestros sentidos más inteligentes, y capaces de manejar los procesos biológicos. La nanotecnología es una forma de ayudar con eso, para aplicar cirugías a nivel microscópico. Eso es posible y algunas de esas tecnologías ya existen, pero hay cosas más simples que podemos usar. El ejercicio es vital para mejorar los tiempos de adaptación de la musculatura a la gravedad”.
— Si la dificultad está en volver a un ambiente con gravedad, ¿es posible pensar en no volver, en colonizar el espacio, como una solución?
— Sí, absolutamente. Es muy distinto ir al espacio pensando en volver, que ir y quedarse allá por un largo período. Tenemos que cambiar el modo en el que vemos esa exploración. Pero sería una solución. Si nos quedamos ahí por períodos más largos, nuestros cuerpos comenzarían a evolucionar, a verse y comportarse diferente. Alguien que pase buena parte de su vida en el espacio se vería muy distinto a como vemos a la gente acá en la Tierra.
— ¿Cuánto tiempo cree que falta para colonizar el espacio?
— Dentro de diez años, sin duda. Y estoy siendo generosa.
Sobre el autor: Dan Berezin es alumno de quinto año de Periodismo y este artículo es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por la profesora Jimena Villegas.