Foto Martín Corvera

Luego de doce años como presidente, Martínez hoy es el secretario general de la Central Unitaria de Trabajadores. En los ocho meses en su nuevo cargo, dice, ha descubierto que “cualquiera puede ser presidente, pero no cualquiera puede ser secretario general”.

Por Monserrat del Pino

La sede de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) ubicada en Alameda vio pasar doce años de presidencia de Arturo Martínez. El gastado edificio –llamado también Palacio Espínola Pereira, construido en 1913 y declarado Monumento Histórico en 2010– no presenta ninguna señal de lo que hay adentro: ni placas, ni nombres. Solo un deteriorado “1346” y un cartel que llama a marchar el 11 de julio. Al entrar hay cuatro o cinco trabajadores conversando, compartiendo cigarros y recibiendo a todos como “compañeros”.

La oficina de Martínez no es una más en la Central Unitaria de Trabajadores. La secretaría general tiene su propia asesora comunicacional y una secretaria. Es un espacio amplio adornado con fotos de Salvador Allende y el escudo del Club Deportivo de la Universidad de Chile. Con 70 años y a nueve meses de haber perdido las elecciones de la CUT, cuenta que su nuevo cargo le ha permitido amortiguar el golpe de perder la presidencia. “Cuesta, después de 12 años, dejar de ser el número uno”, asegura Martínez.

Sentado derecho con sus manos apoyadas con vigor sobre su escritorio, da una clara impresión: él continúa siendo el patrón de la CUT.

Durante 12 años “las hizo todas”. Era el presidente, el secretario y el tesorero. Según explica Martínez, el secretario general debe poner los temas en la agenda nacional y ordenar el funcionamiento interno de la Central. Es el cargo más político y el más técnico a la vez, dice. En conclusión, el ex presidente de la multisindical afirma: “Cualquiera puede ser presidente, pero no secretario general”.

— ¿Continúa usted siendo una figura importante o la visibilidad de la CUT solo se representa a través de la presidencia?
— Yo siento que todavía soy una persona que debo estar en la CUT, pero para adentro de ella. Creo que si me hubiese ido no habría este clima de unidad sindical y de compañerismo. Yo genero unidad, porque soy capaz de articular y de ceder. Además soy uno de los más antiguos del sindicalismo, llevo 42 años como dirigente. Entonces los compañeros nuevos siempre me vienen a preguntar cosas, y yo trato de aportar con mis conocimientos. Aquí todavía soy una imagen importante.

— Aun así, usted pasó de aparecer mucho en los medios a no salir casi nunca. Hoy solo se le menciona cuando acompaña a la presidenta Bárbara Figueroa. ¿Esto qué le produce?
— A mí nunca me gustó mucho salir todos los días, yo me conformaba con salir una vez por semana, pero eso de salir a cada rato no me gusta. Sin embargo, se siente la falta de espacio para hablar lo que uno quisiera hablar, se siente un poco de dolor. Pero yo sé que en un momento, cuando yo decida, voy a empezar a salir. Yo le dije a Bárbara que no le iba a competir el primer año (…) Mi objetivo es poner las propuestas del sindicalismo tanto durante la campaña presidencial como cuando se instale el otro gobierno.

— Según su perspectiva, ¿ha hecho Bárbara Figueroa un buen trabajo?
— Yo creo que ella se ha encargado de dar visibilidad a la CUT. Ella aparece bastante en los medios y tiene un buen equipo de prensa, pero creo que le falta dedicarse más a desarrollar la CUT en términos de formación sindical. Si la evalúo por cuántas veces ha aparecido en la prensa, yo creo que le ha ido bien, pero eso no lo es todo. Espero que como lleva ocho meses pueda cambiar, porque hay que construir la CUT, no solamente representarla.

— ¿Qué le parecieron las críticas a Bárbara Figueroa por haber usado un polar The North Face en la marcha del 1 de mayo?
— Me parecen estúpidas. Hay gente que piensa que, porque uno es dirigente sindical, no tiene derecho a pasarla bien, a ser feliz, a usar lo que quiere. Además, es la plata de ella, trabaja y recibe sueldo, por lo que puede hacer lo que quiera con ella. Hay que preocuparse de los contenidos, y no en cómo se visten o actúan las personas.

— ¿La CUT mostrará apoyo hacia algún presidenciable? ¿Se inclinará hacia el apoyado por el PC?
— Nosotros tenemos un acuerdo de la independencia sindical. Como institución, no nos vamos a pronunciar apoyando a ningún candidato porque esa no es nuestra función. En la CUT hay trabajadores de derecha, hay de todo, y uno los representa a todos en sus demandas sindicales y laborales.

— Pero usted siendo militante del Partido Socialista, ¿apoyará la candidatura de Michelle Bachelet?
— Públicamente no puedo salir apoyando a Bachelet, porque yo soy secretario general de la CUT. Me gustaría que ganara. En mi comuna si tengo que hacer un puerta a puerta, o salir a pegar un cartel lo voy a hacer, pero como CUT no.

— ¿Por qué Bachelet? ¿Solo porque la apoya su partido o porque cree en ella?
— Yo siempre voto por el mal menor. Con un gobierno de derecha es mucho más difícil hasta para relacionarse, la forma de hacerlo es con arrogancia, prepotencia. Estos otros de la concertación eran más simpáticos por último, te atendían, conversabas, aunque no hicieron mucho.

— Entonces, ¿cree que Bachelet es el mal menor dentro de los presidenciables?
— Creo que Bachelet fue el mal menor durante su presidencia. Pero tiene que haber aprendido que ahora el país necesita un nuevo tipo de gobierno, no uno de administración del modelo. Si no, a los dos años la gente va a estar reclamando contra ellos, y no vamos a encontrar la hora en que se vayan.

— Ha sido reconocido en los medios como el dirigente sindical de la Concertación, ¿se siente especialmente apegado a esa coalición?
— Yo creo que cometí un error. Se instaló en la prensa que yo era muy proclive a los gobiernos de la Concertación por el hecho de ser militante del Partido Socialista, pero nunca fui de la agrupación. Nunca me gustaron sus políticas. De hecho a Ricardo Lagos le hicimos un paro y a Bachelet también. Eso me hizo daño a mí y no fui capaz de demostrar que no era cierto.

— ¿Tiene alguna intención de postular a algún cargo político en el futuro? ¿Volver a lanzarse como candidato a diputado o incluso a la presidencia de la CUT?
— Yo creo que mi futuro político ya está bien delineado y está aquí, en la CUT. Mi gran esperanza es que en la próxima elección uno de los nuestros, de la lista socialista, llegue a la presidencia de la Central. Yo no, yo ya fui presidente. Y diputado tampoco, no tengo aspiraciones políticas. Mi hábitat es el sindicalismo.

Sobre la autora: Monserrat del Pino es alumna de cuarto año de Periodismo y este reportaje es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por la profesora Jimena Villegas.