A cinco años del primer fallecido por COVID-19, las secuelas del virus son evidentes. Según un estudio de la Universidad de Magallanes, un 48% de chilenos sufre de COVID persistente, es decir, padece síntomas post infecciosos, siendo el más común la dificultad respiratoria. Aunque el uso de vacunas ha demostrado disminuir la probabilidad de presentar esta sintomatología en un 73%, la inoculación ha bajado de manera significativa.

Por: María Victoria Yeme (@vickyyeme)

Edición: Antonia Ossandón (@hoodemons)

Florencia Ulloa (21), estudiante y deportista amateur, dio positivo a coronavirus en febrero de 2021. Desde ese día, su vida cambió. Ella describe su cuadro sintomático como grave y cuenta que posiblemente el no estar vacunada —porque aún no le tocaba por rango etario— hizo que su enfermedad fuera más notoria.

Entre sus síntomas estuvo la fiebre, la tos, la dificultad para respirar y, en el punto más álgido, reacciones alérgicas en la piel, vómitos y problemas gastrointestinales. Ulloa bajó de peso significativamente y su porcentaje de oxígeno en la sangre era inferior a lo normal. Nueve meses después de la enfermedad, retomó su rutina y comenzó a entrenar atletismo como lo hacía anteriormente. Pero su cuerpo había cambiado, se le redujo la capacidad pulmonar y sufrió de una serie de desmayos. Por esto,  decidió acudir al Centro de Salud Deportiva de la Clínica Santa María, donde le hicieron un escáner de pecho y descubrieron manchas negras en sus pulmones. “Me dijeron que eran cicatrices y que posiblemente tenía heridas post COVID”, explica la estudiante. Ulloa aún sufre síntomas asociados al coronavirus,  y el más reciente son problemas hormonales.

Su caso no es aislado. A cinco años desde el comienzo de la pandemia por COVID, se siguen investigando las secuelas a largo plazo que dejó la enfermedad. Según la inmunóloga e investigadora de la Universidad de Chile, Mercedes López, el COVID persistente  (o COVID de larga duración o Long COVID) “tiene un nacimiento interesante, ya que los pacientes organizados se dieron cuenta y empezaron a presionarnos para estudiar este síndrome post infeccioso”. Es por eso que se fundó en Chile un Centro de referencia de coronavirus persistente, llamado “Long COVID en Chile”, con el objetivo de difundir testimonios y estudios acerca de estas sintomatologías. 

La organización se puede encontrar en redes sociales, esta busca ser una institución de referencia para la promoción y mejora de la atención en salud chilena, integrando y reconociendo así la enfermedad del Long COVID en la atención clínica. Además, aseguran ser un espacio de reivindicación política y de apoyo mutuo entre los pacientes de COVID persistente. En la plataforma online reciben testimonios y dan atención a quienes lo necesiten.

Un artículo publicado en Natures Review Microbiology reveló que hay más de 65 millones de personas que padecen COVID persistente en el mundo. Mientras en Chile, un 48% de los chilenos sufre de esta sintomatología, según un estudio de la Universidad de Magallanes. 

El COVID persistente es una condición clínica aceptada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde octubre del 2021. De acuerdo con la Dra. López, “es un abanico de fenotipos que es distinto en cada paciente. Por lo tanto, lo único que es común para todos es la definición de la OMS”, explica. 

Según la OMS, el COVID persistente se define como una variedad de síntomas prolongados que persisten durante dos meses o más posterior al COVID-19. Los síntomas más comunes son ansiedad o depresión, disnea o dificultad para respirar, dolor muscular o articular, síntomas cardíacos (como dolor en el pecho), respiratorios (tos, dolor de garganta o falta de aliento), y alteraciones neurológicas (falta de concentración, problemas de memoria o sueño), entre muchos otros síntomas que aún están siendo investigados. 

Florencia fue recuperando poco a poco su capacidad cardiorrespiratoria, pero señala que tiene la sensación de que nunca volvió a ser la misma que antes. Estos últimos años, ha tenido problemas hormonales que, por falta de investigación no se pueden atribuir a un COVID persistente, aunque su ginecólogo le comentó que hay una tendencia.

La Dra. López realizó junto a sus colegas un estudio de COVID persistente en la Universidad de Chile, que comenzó en 2021 y, aunque tienen resultados preliminares, aún sigue en desarrollo. La investigación, mediante un seguimiento de síntomas, tiene como fin identificar las secuelas de la enfermedad.

Para desarrollarlo, se decidió que era necesario analizar la persistencia viral en personas que habían experimentado una infección leve o moderada. Los pacientes que fueron de alta gravedad y requirieron de oxígeno, pueden tener otras patologías derivadas de tratamientos más invasivos, y no de algo propio del SARS-CoV-2, el virus causante del COVID-19. Por ejemplo, en casos de COVID, podrían tener el Síndrome Post Cuidados Intensivos, más que un cuadro de COVID persistente. Por otro lado, la investigadora agrega que los deportistas son quienes primero se dan cuenta de una persistencia sintomática porque sufren lo que es pasar de una vida activa a presentar dificultades físicas.

El fundador de la organización de “Long COVID en Chile” y técnico en enfermería intensiva, André Saravia, menciona que muchos de los testimonios en su organización aluden a que la condición se trata de una discapacidad y muchas veces, provoca pérdidas de empleo. André pudo experimentar lo anterior en primera persona: “me obligaron a reintegrarme a trabajar y yo sentía demasiado cansancio. Se lo comenté al médico de salud del personal del hospital y nunca tomaron en cuenta la persistencia de los síntomas”, señala. André fue desvinculado de su trabajo y decidió denunciar al Hospital Las Higueras a través de las redes sociales. Es así como empezó a investigar por sí solo, y junto a Paulina Rojas Sepúlveda, que también sufría de COVID persistente en Chile, crearon su organización. 

Impactos en la vida cotidiana

La comunidad científica ha centrado sus esfuerzos en comprender las secuelas post infecciosas, condiciones que han despertado preocupación debido a su complejidad y variedad de manifestaciones clínicas. 

La Dra López indica que hay marcadores biológicos y de imágenes que ayudan al diagnóstico clínico y de descarte en los síndromes post infecciosos, como la inflamación persistente o persistencia viral. No obstante, últimamente se han reportado casos más graves que obligan a que los científicos y pacientes se pregunten si se trata, más bien, de una enfermedad crónica por su condición irreversible. Tales casos, aún están siendo investigados, pero se trataría de personas con una sintomatología que dura años sin mostrar mejoras y que impacta en su vida cotidiana. 

La pediatra e infectóloga especialista en vacunas, Alejandra Massoc, explica que el COVID persistente puede ser muy grave y que es un riesgo por la baja cobertura de inoculación de vacunas en Chile (Ver tabla 1). Asimismo, explica que “se puede desarrollar tres meses después de tener coronavirus en niños y adultos, y pueden ser síntomas nuevos o persistir los que ya se tenían durante la infección, sin alguna otra explicación, o sea, en el fondo que solamente puedas decir que el COVID es la causa”. Agrega que, además, los niños, post COVID, pueden desarrollar un síndrome que se llama inflamatorio multisistémico, que es la inflamación de muchos órganos. Este síndrome es conocido como: PIMS o SIM.

Según un estudio publicado por miembros del Departamento de Neonatología del Hospital Infantil de la Universidad de Fudan, Shanghái, y del Departamento de Pediatría del Hospital Popular de la Región Autónoma del Tíbet, Lhasa, ambos en China, la tasa de mortalidad de niños hospitalizados con COVID-19 varía entre 1% a 8%. Sin embargo, esta variación puede explicarse parcialmente por la dificultad de determinar si la infección por SARS-CoV-2 fue la causa directa de la muerte o si fue una comorbilidad, como sería el PIMS. 

“Imagínate lo que implica que un niño, que puede haber debutado con un COVID leve o que está descrito como asintomático durante la enfermedad, dos a seis semanas después desarrolla este cuadro inflamatorio y puede morir por eso”, dice con preocupación la infectóloga ante la baja en la inoculación por SARS-CoV-2. 

Tabla 1. Cobertura de vacunación de COVID-19 en la población de riesgo. Actualizado el 5 de julio 2024. Fuente: Minsal.

Además, según la Dra. Massoc, un 25.24% de niños que tuvo una infección por SARS-CoV-2 es posible que desarrolle COVID persistente, y estos síntomas “pueden durar meses, hasta años”, revela.

Lo complicado, según la Dra. López, es que “hay signos de persistencia viral, pero todavía está bien pantanoso”. Según la especialista, como no hay marcadores biológicos específicos —iguales en cada paciente— que ayuden a objetivar el síndrome post infeccioso, “el diagnóstico queda en responsabilidad del médico que determina”. En general se descartan varias patologías antes de pensar en el COVID persistente porque pueden ser síntomas de muchas enfermedades. A la vez, no hay tratamientos disponibles para esta nueva enfermedad, sino más bien, se tratan los síntomas. Por lo tanto, “hay muchos pacientes que quedan dando vueltas”, dice la científica de la Universidad de Chile.

Los efectos del COVID persistente los puede padecer cualquier persona que haya sido víctima del virus SARS-COV-2, pero ¿se pueden prevenir? De acuerdo con la Dra. Alejandra Massoc, “está demostradísimo en estudios que si te colocas vacuna y sobre todo más dosis, disminuyes la posibilidad de desarrollar este non-COVID”. Así también, el jefe del departamento de epidemiología del Ministerio de Salud (MINSAL), Christian García, explica que “las personas que se vacunan tienen un menor riesgo de infectarse y, por lo tanto, de presentar síntomas asociados al COVID prolongado”. 

Según un metaanálisis de 24 estudios publicado por Cambridge University Press, la posibilidad de desarrollar COVID persistente disminuye en un 68.7% en las personas que están vacunadas con el esquema completo.

Sin embargo, existe una disminución significativa en la inoculación por coronavirus, y por lo tanto, más riesgo de contagio y de padecer síntomas post COVID. De esta manera, la pediatra apunta a que se debería afrontar la vacuna del COVID-19 como se hace con la de influenza, es decir, “tal cual, como ellos tienen la conciencia más clara de que todos los años se tiene que vacunar contra influenza, todos los años te tienes que vacunar contra el COVID”. La baja cobertura actual frente al virus, “no sirve para contener la circulación viral”, dice Massoc. 

La innovación científica en vacunación sigue avanzando. Hoy, por ejemplo, el laboratorio de Moderna está trabajando en una vacuna combinada para la influenza y el SARS-CoV-2, que concluyó con éxito la fase III de los ensayos clínicos. El laboratorio es el único en lograr resultados positivos en la última fase de los ensayos y espera poder comercializar la vacuna en los próximos años. Esta funcionaría también de manera anual y aceleraría la prevención de enfermedades de virus respiratorios. “Las vacunas combinadas son muy interesantes, es como el ideal. Tener una vacuna contra el COVID-19 e influenza en una sola, sería más fácil”, expresa Alejandra Massoc. 

De todas maneras, “vamos a estar expuestos a nuevas pandemias”, menciona la inmunóloga Mercedes López. Así también indica el epidemiólogo del Minsal, ya que “los síndromes post infecciosos no son algo nuevo”, y seguirán sucediendo. Ambos señalan que siempre va a ser un desafío de la ciencia y se necesitan más estudios para enfrentarlo mejor, pero que las vacunas reducen el riesgo tanto de enfermarse como de contagiar y padecer patologías post infecciosas. 

La investigación del COVID persistente sigue en proceso, y aunque la vacuna ha demostrado ser eficaz en su prevención, la Dra. López señala que es crucial continuar estudiando los efectos post COVID-19 para entender su diagnóstico y tratamiento.

Victoria Yeme es estudiante de cuarto año de Periodismo en la @fcomuc. Ha participado en @radio.uc formando parte de Módulo 2 como columnista y productora, y fue ayudante de Teoría de la Comunicación. Es la primera vez que publica en un medio.