Actor de la voz

Su primer trabajo en radio lo consiguió cuando aún estaba en el colegio, donde sus compañeros lo apodaban “El FM”. La pasión que comenzó como un juego, hoy lo encumbra como uno de los locutores más reconocidos en Chile y América Latina, y como un referente para quienes ejercen la profesión.
Por Consuelo de la Jara
Fernando Solís está parado frente a un micrófono, mirando la pantalla de una tableta. Lee atentamente y alrededor de cinco segundos más tarde se escucha:
— Permite llevar hasta tu espacio, cualquier imagen de alta definición, porque todo se transforma y tu espacio también: Cerabol HD, la calidad que soñaste.
El texto es parte de un spot publicitario de una cerámica con diseño en Bolivia. “Me piden una sensación de que es para un perfume”, dice Solís, “esta cuestión es pura interpretación”.
— Dale con el que sigue –le dice al técnico que se encuentra frente a un computador, al otro lado de un ventanal, y continúa grabando.
Han pasado 10 minutos. Solís ha hecho 6 locuciones distintas para publicidad, radio y televisión que se emitirán en Chile, Colombia, México, Bolivia o toda Latinoamérica.
El locutor se aleja del micrófono y abre una puerta que da al hall central de una casa: Su estudio ubicado en Ñuñoa está conectado a su hogar.
En las paredes del living-comedor se amontonan colecciones de radios y micrófonos antiguos. A un costado se posa un tocadiscos ochentero acompañado de un parlante que le llega hasta la altura del ombligo. En la mesa de la terraza hay una colección de discos de vinilo. No sabe cuáles ni cuántos tiene.
A Solís siempre le apasionó el sonido.
Nace una voz
“Yo soy un animal de radio, lo único que hago bien es trabajar en radio”. Hijo de un militar y una dueña de casa, a los 11 años el locutor comenzó a estudiar, escuchar, coleccionar y grabar música. A los 14 fue a pedir su primer trabajo a una radio en Puerto Montt. Preguntó si es que había algún puesto disponible para hacer el aseo y le dijeron que no.
Al año siguiente, la misma persona que lo rechazó lo llamó para que comenzara a trabajar como locutor.
Con 15 años viajaba todos los viernes por la noche desde Valdivia hasta Puerto Montt. Grababa presentaciones radiales para la semana y regresaba el domingo a su ciudad. Seis meses más tarde le ofrecieron un puesto en una radio de Valdivia. “Era igual que ahora pero muy básico y muy malo, era un juego entretenido”, recuerda Solís, refiriéndose a su primer trabajo como locutor.
Luego de conseguir esos dos trabajos, el entonces adolescente no se sentía cómodo. A muchos les parecía que ser locutor era chistoso. En el colegio lo molestaban y más de una vez lo tildaron de loco. El sobrenombre “FM” lo acompañó durante la enseñanza media. “Al final trataba de hablar lo más normal posible, para poder evitar el que me tildaran de locutor”, comenta.
Al salir del colegio no sabía que debía hacer para convertirse en un profesional de radio. Presionado por su madre y otros familiares, que no querían que se dedicara a la locución, comenzó a estudiar ingeniería eléctrica. No trabajaría exactamente en lo que le apasionaba, pero estaría muy cerca.
“No quiero que sigas pagándome más la universidad”, le dijo Solís a su madre durante el segundo año de carrera. Su vocación era la radio y no podía seguir negándola. Sin compartirla, su mamá acató la decisión del locutor. Ante los ojos de su familia, quienes trabajaban en radio estaban condenados a ser “bohemios trasnochadores”.
De inmediato se puso a trabajar para cumplir su sueño. Se iba a preparar como si estuviese en la universidad. Dedujo que debería estudiar cierto tipo de materias para poder desarrollarse en lo que le gustaba. Así, Solís se puso a leer literatura clásica, psicología y a estudiar idiomas, canto y teatro.
“A los locutores en Chile se les enseña a preguntarse cómo suena su voz en lugar de cuál es la interpretación correcta de un texto”, explica, “la formación del locutor es más grande, es cultural, profesional. Tiene que ver más con el teatro, las artes de la interpretación”.
Con 15 años de trayectoria en la locución, Jaime Davagnino hoy es la voz en off más importante de Canal 13. Para él, la preparación de Solís ha sido clave para posicionarlo como un referente en el rubro. “Particularmente hay que reconocerle el legado que ha tenido sobre nuestro gremio y, por otro lado, la calidad y la capacidad de reinventarse que lo ha mantenido por años en un lugar de privilegio en términos profesionales”, dice.
Dos años después de decidir seguir su vocación, en 1987, luego de la muerte de su madre, el locutor se encontraba viviendo en Santiago. Con 20 años había conseguido trabajo en dos grandes radioemisoras de la época: Futuro y Andrés Bello. En diciembre del mismo año comenzó haciendo un reemplazo en TVN, y dos meses más tarde ya era parte oficial del canal.
En 1990 consiguió un lugar en radio Concierto. Cinco años después de comenzar preparándose por su cuenta, el equivalente a lo que la mayoría demora en estudiar una carrera en la universidad, el esfuerzo de Solís comenzaba a rendir frutos. Muy pronto comenzaría a hacerse un espacio en el mundo de la publicidad y recibiría sus primeras ofertas de trabajo desde Argentina.
El colmo de un locutor
Solís tiene cuatro hijos. Francisca es la segunda y tiene 22 años. Para ella, el trabajo de su padre es una oportunidad para sentirlo más cerca. “Cuando no veo a mi papá me hace muy feliz escucharlo en la tele, de repente estoy viajando y escucho un comercial de mi papá. Es rico, a mí me gusta”, dice.
Pero para él, escucharse no es lo mismo que para su hija. Si bien dice que para realizar su trabajo debe tener cierta cuota de ego y creer en lo que dice para que el resto de las personas lo hagan, oírse le resulta tedioso y agotador. Solo lo hace cuando, al momento de grabar, algo debe ser mejorado. “Me parece que es demasiado narcicismo”, explica.
“Eso que dijo el guatón es mentira”, dice Claudio Reyes, actor y amigo del locutor desde hace más de 20 años. Dos veces al mes, los amigos se juntan a jugar cachos y ver televisión. Según el actor, cada vez que aparece la voz de Solís hay que subir el volumen del aparato. Lo mismo comenta su mujer, Analía Croci. Pero ella cree que escucharse para Solís es una oportunidad de apreciar cómo quedó el producto final de su trabajo. “Es un actor de la voz”, asegura Reyes, quien agrega que a su amigo, al final, le gusta escucharse debido al nivel de preparación que tiene.
Verónica Ferrada se dedica a la locución hace diez años y admira a Solís por el esfuerzo que ha puesto en desarrollar sus capacidades. “Es exitoso pues se ha dedicado por completo y lo hace con cariño”, dice, “de todas maneras es mi gurú, mi master, mi referente”.
El salto internacional
— “Los premios MTV 2007, el 18 de octubre a las 10 pm. Auspiciado por Coca-Cola, Converse…”
2003 marcó un antes y un después en la vida y carrera de Solís. Luego de llevar 20 años desempeñándose como locutor de televisión, radio y publicidad, fue contratado para ser la voz oficial de los MTV Video Music Awards Latinoamérica, evento que se realizó en México.
“Eso le abrió un campo en toda Latinoamérica. Antes era conocido en Chile y un poco en Argentina, pero ahí lo empezaron a reconocer y llamar de varios países”, dice Croci.
El show duraba entre dos y tres horas. El locutor tenía acceso a todas las figuras de la música presentes en el espectáculo. Estar ahí y ser chileno era lo que más le gustaba. “Allá era muy respetado. Como decirte. Tenía todo, hasta chofer”, recuerda. En la producción de los premios trabajaban personas de todas partes del mundo, cada uno hacía un trabajo. “Hablar” era el de Solís.
Siguió locuteando los premios en sus tres ediciones posteriores. La experiencia le entregó, dice, la dosis de seguridad que le faltaba. Finalmente, Fernando Solís sentía que el trabajo hecho valía la pena.
El locutor cree que a veces no es valorado en su propia tierra. En otros países tiene admiradores, le dicen “ídolo”, lo reconocen. En ese sentido, considera que Chile no es un país solidario con quienes obtienen logros en el extranjero. “No te impregnan de orgullo por lo que hace un chileno fuera”. De todas formas, no se hace problemas, dice. Para él la locución es su trabajo, no algo por lo que deba ser especialmente reconocido.
— ¡Últimos días, ven hoy a la red Chevrolet! Chevrolet, find new roads.
Solís se aleja del micrófono. “Ese va a salir en Chile, pero lo hacen en Dinamarca”, cuenta. La voz es menos grave y profunda que la utilizada frente al aparato de grabación. El locutor mira la tableta y continuará recitando frases publicitarias y anuncios de televisión y radio para toda Latinoamérica durante la siguiente media hora.
Sobre las autoras: Consuelo de la Jara Donoso es alumna de cuarto año de Periodismo y este reportaje es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por el profesor Sebastián Rivas. La foto es de Monserrat del Pino, y corresponden a su trabajo en el curso Taller de Fotografía Periodística, dictado por la profesora Consuelo Saavedra.