La Seremi de Salud de la Región metropolitana lanzó la alerta por el aumento de brotes de enfermedades transmitidas por alimentos, asegurando que un 10% son por el consumo de comida callejera. Solo en 2024 se decomisaron 1733 carros y más de 72 toneladas de alimentos en la región. Según expertos, el aumento de estas afecciones se debe al exponencial crecimiento en el rubro tras la llegada de migrantes a la RM. Aquí otras razones de esta masificación y su impacto en la vida urbana de Santiago. 

Por Camila Concha Araya

Edición Daniela Avendaño

Antes de la inauguración de la estación de metro Hospital del Pino, en la avenida Padre Hurtado con Lo Blanco, en San Bernardo, a fines de 2023, los únicos extranjeros que vendían comida callejera ahí eran un grupo de haitianos. En esa intersección, conocida como Los Morros, ofrecían ramen, una sopa japonesa de fideos. 

Sin embargo, tras la apertura de la estación, comenzaron a sumarse principalmente venezolanos y peruanos, que llegaron a instalarse con una amplia oferta de carros de comida rápida, cocinerías, hornos a gas, frituras, brochetas de múltiples ingredientes. ‘‘Ellos en su mayoría arriendan piezas en el sector de Diego de Sevilla’’, comenta Mical Carvajal (26), estudiante de derecho y quien vive en las cercanías de la nueva población que llegó a residir a su barrio. ‘‘El boom del comercio se da entre ocho y nueve de la noche y llegas a marearte por los olores porque venden alcohol, cigarros y comida frita’’, agrega. 

Lo que sucedió en la estación de metro Hospital del Pino no es un caso aislado: es para expertos una prueba de la transformación de algunos espacios de la ciudad. En los últimos años, varios sectores de la capital han visto un aumento exacerbado de la venta de comida callejera dispuesta en carros ambulantes. Ya no es un grupo específico: hoy el origen es muy diverso. Esto ocurre puntualmente en cuadrantes reducidos como los que se encuentran en las afueras de las estaciones de metro, donde hay una alta demanda por comida al paso. ‘‘Las personas comen en la calle porque no tienen tiempo para cocinar o hacer las compras’’, explica Karen Basfi-Fer, directora de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de Chile. ‘‘Es lo que nos deja satisfechos, sale más barato y está en todas partes’’, continúa.

El fenómeno coincide con la ola migratoria de latinoamericanos que llegó a Chile durante la década pasada. Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) entre 2015 y 2020, la población extranjera se triplicó en el país, pasando de 465 mil personas a casi 1.5 millones en ese periodo. 

Un estudio sobre comercio ambulante publicado en 2023 por el Gobierno Regional Metropolitano de Santiago junto con el Centro de Políticas Públicas UC mostró que el 42% de los vendedores ambulantes son extranjeros y que el 49,1% de ellos no tiene una situación migratoria regular en Chile. ‘‘No hay dudas de que el mercado de comida callejera creció con la llegada de los migrantes y ellos toman esa vía para sustentar sus vidas’’, afirma el antropólogo de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Cristián Morales. 

Esta problemática ha generado cambios en la estética urbana y ha traído problemas con el control de basura y olores. ‘‘La comida callejera no es una cosa buena, no es una cosa deseable (…) es un problema multiinstitucional y multidimensional también’’, comenta Diego Varela, secretario ejecutivo de la Agencia Chilena para la Inocuidad y Calidad Alimentaria (ACHIPIA) del Ministerio de Agricultura.

En marzo de 2025, la Seremi de Salud de la Región Metropolitana notificó 223 brotes con 1500 personas afectadas, de las cuales 102 terminaron hospitalizadas entre 2024 y febrero de este año por enfermedades de transmisión por alimentos. De estas cifras, se afirmó que el 10% de los casos fueron causados por el consumo de comida callejera.

Durante la época de altas temperaturas, la Seremi junto a las municipalidades de la región comandaron un operativo contra el comercio ambulante de alimentos para evitar intoxicaciones y problemas sanitarios en las personas. En 2024 se decomisaron 72.7 toneladas de alimentos y 1733 carros.  

Aunque las autoridades han tomado acciones para controlar la situación yendo a puntos clave como el barrio Meiggs en Estación Central o Estación Mapocho y Plaza de Armas en Santiago centro, estas siguen siendo insuficientes. Sectores como el de la estación Hospital del Pino o Parque Almagro son ejemplo de que la fiscalización no llega a todas partes de la región. ‘‘Lo que me impacta es que el paseo Bulnes era un lugar muy lindo con locales establecidos, pero el comercio ambulante lo ha arruinado estéticamente’’, relata María José Herrera (35), vecina del sector. ‘‘Además los vendedores se han tomado los asientos, así que ya no se puede ni descansar ahí’’, continúa. 

La eficiencia de las fiscalizaciones del estado y las municipalidades está siendo cuestionada. ‘‘Los gobiernos se preocupan de hacer acciones que sean visibles, pero que no tienen impacto’’, opina Juan Pablo González, sociólogo del Servicio Jesuita de Migrantes. ‘‘No importa cuántas trabas les pongas, los vendedores van a encontrar una forma de seguir vendiendo porque siempre va a haber alguien que les va a comprar’’, continúa. 

Las razones detrás de la masificación 

El comercio ambulante es una actividad comercial irregular de venta al por menor realizada en lugares públicos no fijos y que utiliza instalaciones desmontables, transportables o móviles. En Chile, el caso de la comida callejera no es algo desconocido. Históricamente los carros de alimentos preparados han sido parte del paisaje de las ciudades del país, espacios donde sopaipillas, completos y motes con huesillo se convirtieron en un clásico de la gastronomía ambulante chilena. 

Con la llegada de los inmigrantes la oferta de platos se diversificó porque aportaron comidas típicas de su lugar de origen. En las calles hoy se pueden encontrar desde vasos de fruta picada hasta ceviche y arepas. Todos preparados en los mismos carros de comida callejera. ‘‘Hay que reconocer que existe una conexión afectiva con la comida, sobre todo con la propia de tu lugar’’, comenta Morales. ‘‘Entonces los gritos para vender estos platos aluden a una comunidad y acercan a las personas’’, agrega. 

La popularidad de este tipo de comidas no solo viene de la nostalgia de los mismos inmigrantes. ‘‘La comida siempre es un buen negocio’’, afirma Basfi-Fer. ‘‘Mucha gente sin recursos comienza en este mercado porque la comida si no se vende, se come’’, explica Morales. 

Hasta diciembre de 2022, según datos del Servicio Nacional de Migraciones, se estimaba que había más de 107 mil extranjeros indocumentados en el país. Debido a esto, la política migratoria ha sido más restrictiva en Chile, dificultando la estadía de los extranjeros que ya están en el país al entrar de manera irregular. ‘‘Eso impulsa a las personas a suplir sus necesidades alimenticias de forma cada vez más informal’’, menciona González. 

Sin embargo, la iniciativa de comenzar con un carro de comida callejera no viene exclusivamente de los extranjeros. El 58% de los comerciantes callejeros son chilenos y expertos afirman que los carros de supermercados que son adaptados como cocinillas para preparar y vender los alimentos son un rasgo muy propio de Chile. Esto ha llevado a la existencia de microempresarios nacionales del comercio callejero ilegal que los arriendan para el uso de otros. ‘‘Puedes ver que hay haitianos vendiendo sopaipilla o jugos en estos carros, pero no son de ellos’’, cuenta Morales. ‘‘Hay un dueño de varios carros y contratan extranjeros para que vendan’’, agrega Basfi-Fer. 

La solución no es única

Según el informe de Enfermedades Transmitidas por Alimentos (ETA) de ACHIPIA del 2023, casi el 40% de los casos de infecciones tiene como causa la ingesta de comidas y platos preparados. Entre las ETA están la Hepatitis A, Hepatitis B y el cólera y entre las más graves están, las infecciones parasitarias como la salmonela o la listeria. ‘‘Los alimentos que se ven más involucrados con estas enfermedades son los platos preparados’’, explica Varela. 

En la encuesta sobre inocuidad y calidad alimentaria de la misma ACHIPIA se puede ver que el 32,7% de los encuestados tiene confianza en la higiene de los alimentos que se venden en la calle y otro 31% tiene algo de confianza. ‘‘Nosotros—ACHIPIA y la escuela de Nutrición de la Universidad de Chile— estamos preparando a profesionales de la salud y a inspectores municipales, pero la fiscalización no da abasto’’, explica Basfi-Fer. ‘‘Por lo tanto hay que educar a la población general para que ellos tomen la decisión de no comprar este tipo de comida’’, concluye.    

En el estudio de caracterización del comercio ambulante del Gobierno Regional Metropolitano de Santiago se advierte que, aunque existen sanciones y multas, el 70% de los vendedores ambulantes continúa con esta actividad y un 30% no presenta preocupación por ser multados y no pagar. ‘‘Si un alcalde de una comuna dice que va a ser duro con la fiscalización, los vendedores van a cruzar la calle y van a estar en la comuna en donde el alcalde no va a tener la misma postura’’, comenta Varela. 

De esta forma los expertos hacen un llamado a que exista un acuerdo político transversal entre entidades del Estado y municipalidades para mejorar la coordinación entre fiscalizar y educar a la población, haciendo énfasis en la campaña comunicacional. ‘‘En los matinales, cuando hay un reportero en una esquina concurrida, se compra un café y un sándwich de la calle y dice que está rico (…) es hacerle promoción al comercio ilegal (…) cuando debería exponer que eso está mal’’, explica Varela.  

Por otra parte, se discute la posibilidad de dar más espacios a los inmigrantes latinoamericanos que están documentados para que se instalen formalmente con sus puestos de comida, sobre todo en las comunas más populares en donde no existen espacios exclusivos para vender comida callejera. ‘‘Los Food truck —carros de comida que están establecidos— en un principio son lo mismo, solo que más bonitos y tiene más marketing, pero a ellos no los miramos mal’’, comenta González. ‘‘Entonces (las autoridades) tienen mecanismos para convertir ese tipo de emprendimientos en algo que permita mover a una comuna y apoyar a las personas para que surjan’’, continúa.

Además, se critica que muchas veces las campañas en contra del comercio ambulante de alimentos se hacen desde un punto de vista reactivo más que preventivo. Esto hace que se destinen más recursos en la fiscalización, siendo más costosa para el estado. ‘‘A problemas complejos no puedes darle soluciones simplistas’’, declara Varela. ‘‘La fiscalización es necesaria, pero no suficiente’’, agrega. 

A pesar de todos los esfuerzos actuales, aunque se siguen implementando operativos de fiscalización, su efectividad continúa siendo cuestionada. ‘‘Ahora es horrible salir por ahí en la tarde/noche. Hay mucha violencia’’, relata Carvajal. Se refiere al sector de la estación de metro Hospital del Pino. ‘‘Ahora se ganan la avenida como feria todos los días y no hay nadie quien fiscalice’’, finaliza.

Camila Concha es egresada de College Ciencias Sociales UC y estudiante de 5to año de Periodismo UC. Actualmente es conductora de Estación Asia de Radio UC en donde ha participado desde 2023 y fue reportera también. Además, es ayudante de Historia de la Comunicación Social y editora de la Revista KM Cero. Es primera vez que publica en un medio.