Madres desesperadas, niños con necesidades especiales, establecimientos colapsados y promesas incumplidas son pan de cada día en Antofagasta, comuna que concentra el 42% de estudiantes sin cupos para matricularse en colegios. La falta de soluciones tiene a las familias afectadas moviendo cielo, mar y tierra para que sus hijos puedan acceder al derecho constitucional de la educación.

Por: Daniel Gaete (@ddann13l)

Edición: Almendra Mendez y Magdalena Soublette

Marina Flores (26) abandonó su país de origen, Bolivia, dejando a su hija al cuidado de familiares. Los primeros años en Chile fueron difíciles hasta que, trabajando como limpiadora de microbuses  de la línea 121 en Antofagasta, conoció a su pareja. David Dextre (37) era conductor de micros y también abandonó su país natal, Perú, buscando un nuevo comienzo y dejando a su hijo con su madre biológica. Ambos decidieron formar una familia. Primero se unió Leidi Flores (9), hija de ella. Posteriormente, a comienzos de 2024, se sumó  Josner Dextre (14) para vivir con su padre y su nueva familia, dispuesto a comenzar su enseñanza media en Antofagasta.

Cuando su hija Leidi arribó al país, Flores comenzó los trámites para integrarla en Kinder en un establecimiento cercano al Barrio La Chimba, lugar donde vive la familia. La gestión se eternizó, los cupos escaseaban y la incertidumbre llevó a Flores a matricularla en la Escuela República del Ecuador. Su argumento era “donde sea, pero que estudie”, obligando a ambas a salir todas las mañanas a las 6:40 para recorrer los 25 kilómetros que separan su casa de la escuela. Cada año intenta cambiarla de establecimiento, pero la respuesta siempre es la misma: “Siga esperando”.

“Con Josner intenté que fuera distinto, me anticipé”, cuenta Flores. “Fui al Mineduc por lo menos cinco veces y los colegios que elegí de preferencias tenían filas de más de 100 personas. Llegué a estar en el puesto 113 del Liceo La Chimba”.

Josner Dextre, el hijo adolescente de David quellegó a Chile ilusionado por cursar la enseñanza media en el país. Aún sigue esperando, encerrado en casa, su ansiado primer día. Leidi tampoco pudo empezar su año escolar con normalidad. El paro de profesores por el suicidio de la docente Katherine Yoma retrasó su regreso a clases hasta mediados de abril y Flores se vio obligada a pedir horario nocturno limpiando en la línea 121 para acompañarlos.

“Sea cual sea la figura de financiamiento del establecimiento educacional, en Antofagasta todos los colegios están sobresaturados”, declara Ivette Gareca, presidenta del Sindicato de Profesores y Profesionales de la Educación. “La actual corporación tiene 52 establecimientos, de los cuales tan solo ocho o nueve tienen enseñanza media”. A esto se le suma un aumento del 344% de estudiantes en condición migratoria irregular en relación al año 2017, de acuerdo al Ministerio de Educación. “Tenemos niños con necesidades especiales que no pueden estar esperando a que se construyan nuevos espacios, esta situación es muy grave”.

Yrma Cortez (47) conoce mejor que nadie esta situación. Ella y su marido Isaiah Ramos (54) son padres de Matías Ramos (15) y Diego Ramos (13), ambos con trastorno del espectro autista. “Al Matías le encanta estar solo, habla un inglés perfecto y vive en su mundo de películas (…) Diego es un apasionado por el deporte, pero hasta hace unos años casi ni hablaba. Fue gracias al programa integrador de su antiguo colegio que empezó a volverse conversador”. Además, se hace cargo de sus dos nietas, Ivannia (11) y Florencia Contreras (9), de quienes pidió la custodia para rescatarlas de sus padres, ambos adictos a las drogas.

Yrma Cortez postuló a sus hijos a más de cuatro colegios. Lo más cerca que estuvieron fue en el puesto 88 de la lista de espera del Liceo Comercial. En mayo pasado, Matías finalmente consiguió un cupo en el Liceo Isca de Antofagasta, incorporándose a dos meses del cierre de semestre. Diego, por el contrario, no gozó de la misma suerte y continúa esperando. 

Cortez ha intentado poner de manifiesto su situación ante las autoridades de educación regional buscando una solución, pero la única respuesta que ha obtenido es: “No hay prioridad para nadie, debe seguir esperando”, dice.

No cabemos más

En abril de 2023, Ivette Gareca y su equipo de trabajo, integrado por miembros del Sindicato de Profesores y Profesionales de la Educación de Antofagasta, viajaron desde esa ciudad para exponer ante la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados en Valparaíso. El motivo ponía en evidencia una problemática creciente y poco visibilizada. “Fuimos a poner de manifiesto que los colegios de la comuna ya no daban abasto, a poner el tema encima de la mesa”. La reunión se desarrolló con normalidad y Gareca expuso minuciosamente los desafíos de la comuna haciendo especial hincapié en la gravedad y urgencia del asunto. “Cuando terminó la sesión sentimos que avanzamos”, confiesa Gareca. “Nos confirmaron que como mucho en marzo se produciría el levantamiento de una escuela modular en La Chimba y otra escuela que fuera desde Playgroup a Cuarto Medio. Realmente creímos que iba a suceder”.

El paso del tiempo iba apagando la certeza de que el proyecto se llevara a cabo y Gareca, intentando movilizarlo, llamaba cada día varias veces al ministerio de Educación. El compromiso estaba fijado para marzo, pero la fecha se acercaba y las respuestas eran cada vez más ambiguas. Gareca llamó por última vez en febrero de 2024 buscando claridad. “Me dijeron que esto pasa por presupuesto nacional y debido a la contingencia los recursos se iban a usar para los incendios de Viña del Mar (…) Yo le dije que todos los años había incendios, que cómo nos iban a dejar así”. 

De parte de la Secretaría Regional Ministerial (Seremi) de Educación en Antofagasta, su vocería  informó que el ministerio de Educación (Mineduc) ha impulsado un proyecto de solución modular en la comuna, buscando abordar la urgente necesidad de cupos en la región. Este espacio servirá como una adición al Liceo Científico Humanista de La Chimba y supondrá un gasto de más de $6.600 millones, cubierto por el Mineduc. El proyecto se levantará en un terreno de Bienes Nacionales cedido a la Municipalidad de Antofagasta y ocupará 8 mil metros cuadrados de una superficie total de 24 mil. Esta infraestructura que beneficiará a 980 estudiantes y se encontraba estancada en proceso de licitación, finalmente tiene fecha de cierre, prevista para el próximo 25 de noviembre. Desde el Mineduc, no hubo respuesta al cierre de la edición de este reportaje.

Gareca enfatiza la urgencia de la situación. “Aquí hay un serio problema. Los aforos delimitados hace años no responden a las necesidades actuales. Los colegios van metiendo más mesas y se generan condiciones de hacinamiento (…) Además no dejan actualizar estos aforos, porque se requieren mejoras de infraestructura y no hay recursos para hacerlas”, dice.

Desde 2016 hasta 2022 el número de postulantes a matrículas aumentó sostenidamente en Antofagasta, llegando a registrar un aumento récord del 25,3% entre 2021 y 2022 según datos de la organización Acción Educar. Durante esos seis años, mientras la demanda de matrículas crecía cada vez más rápido y las necesidades de infraestructura eran mayores,  no existieron solicitudes para abrir nuevos colegios particulares y/o subvencionados. En el caso de los liceos, el último establecimiento levantado en la comuna fue el Liceo Científico Humanista La Chimba hace 12 años.

La sobredemanda y el hacinamiento son problemáticas comunes para Gary Muñoz Villena, Director del Liceo Politécnico Los Arenales desde  21 de junio de 2022. “Cuando llegué al cargo había 480 alumnos. En este momento tengo más o menos 904 alumnos en este liceo”. El aumento sostenido del alumnado afecta directamente a los planes de logística que permiten el correcto funcionamiento de las actividades curriculares, generando dificultades a la hora de disponer de espacios e implementos. Según Muñoz, “acá hace diez años se construyeron muchas aulas temáticas y pocos talleres (…) en los talleres no se puede trabajar correctamente, el espacio y las herramientas no son muchas”. Los aforos delimitados en su momento, ya no responden a la realidad de la comuna.

Muchos de los padres que lograron matricular a sus hijos en el Liceo Politécnico Los Arenales atraviesan jornadas extenuantes para poder educarlos, según relata Muñoz. “Nosotros tenemos jóvenes que vienen de lejos, estudiantes que tienen que levantarse todos los días a las 5 de la mañana para estar acá a las 8. Eso está directamente relacionado con el tema de los cupos. No hay cupos donde ellos viven”. A esto se le suma una alta vulnerabilidad del alumnado, “mi realidad es distinta a la de otros liceos, yo estoy al lado de un macrocampamento de 1300 familias (…) tengo aproximadamente un 90% de vulnerabilidad dentro del liceo”. Muñoz estima que casi la mitad de sus estudiantes son inmigrantes.

El equipo del liceo trabaja a diario para entregarles una educación integral a sus estudiantes pese a las distintas contingencias que surgen en el tiempo. “Estamos esforzándonos como equipo. Como es nuevo, estamos tratando de buscar recursos a través del sector privado, que alguna minera o empresa nos vaya ayudando en algunos proyectos”, afirma Muñoz.

El director reconoce haber intentado comunicarse múltiples veces con las autoridades en busca de soluciones. La respuesta que más le toca escuchar es: “Nada. Hasta el día de hoy, nada”.

Me duele por él

Benjamín Salinas (32) se vio obligado a volver a casa de su madre en Antofagasta desde Concepción tras su divorcio. El traslado le generaba incertidumbre, pero su principal preocupación era su hijo, Mateo Salinas (9), quien decidió voluntariamente irse con su papá, dejando atrás su casa, su mamá, sus tres hermanas y toda su vida hasta ese momento. Con la llegada de marzo comenzaron los problemas. Salinas llevaba postulando a su hijo en establecimientos de Antofagasta desde enero, llegando a inscribirse en más de 12 colegios, pero no obtuvo ningún cupo, y el tiempo seguía corriendo.

Durante todo el mes de marzo, Benjamín Salinas madrugaba para trabajar como conductor de Uber y generar ingresos. Luego se reunía con Mateo, quien se quedaba en casa con la abuela y, juntos recorrían Antofagasta buscando cupos y respuestas. “Trataba de hacer de Uber de las 7:00 a las 9:00, que es cuando tiene tarifa dinámica, y después de eso iba con mi hijo a ver los colegios dando vueltas por todos lados (…) íbamos presencial a todos los colegios porque sabíamos que las listas no se movían y buscábamos otra opción. Los casos que conocíamos que conseguían algo era yendo al colegio a catetear por los cupos”. Luego de su travesía rutinaria, Salinas volvía al Uber y Mateo se quedaba con la abuela, quien lo ayudaba poniéndose al día con la materia pues había ejercido como profesora de párvulos años atrás.

Y así se les fue marzo a Benjamín y Mateo Salinas, de puerta en puerta, de colegio en colegio. Las primeras semanas de abril fueron más de lo mismo para padre e hijo, pero el “milagro”, dice,  ocurrió. “Nos enteramos por una amiga que un compañero de curso de su hija iba a ceder el cupo. Ese,  mismo día yo me presenté en el colegio y no me fui hasta que me lo dieron (…) nos hicieron pasar a reunión y finalmente dijeron que Mateo estaba listo para incorporarse. Tuve que darme vueltas por todo Antofagasta para conseguirle uniforme”.

La suerte les había sonreído después de mucho buscar. Para Mateo todo este tiempo fue muy difícil. Pasaba los días en casa extrañando a sus amigos de Concepción. “Él todavía estaba en contacto con sus compañeros del sur. Veía que iban al colegio, tenían actividades y aquí nosotros ni siquiera le teníamos uniforme escolar”, confiesa Salinas. Pero aún más difícil fue cuando le tocó reincorporarse el miércoles 23 de abril. “Las primeras dos semanas fue caótico. A mi hijo le tuve que buscar un psicólogo (…) Los niños ya se habían familiarizado y él no conocía a nadie. Llegábamos al colegio y no quería entrar hasta que tocaran la campana. Había veces que se ponía a llorar”.

El psicólogo ha ayudado mucho a Mateo, pero su dolor es muy grande y Salinas, como padre, muchas veces se siente sobrepasado. Reconoce que “Mateo está pasando por el divorcio de sus papás, lejos de sus hermanas y de su casa. Pasó de vivir en un lugar lleno de bosques a la playa y desierto (…) Me cuesta saber cómo quitarle ese sentimiento”.

La dificultad para acceder a matrículas ha disparado el estrés entre alumnos y apoderados de Antofagasta, comuna en la cual el 80% de la población reconoce haber sufrido de alguna condición asociada a salud mental, según una encuesta realizada por Cadem y Enjoy en 2022. Entre las alteraciones más mencionadas se encuentran trastornos del sueño (60%), estrés académico o laboral (53%), ansiedad (49%) y depresión (41%).

Salinas reconoce ver una mejoría en su hijo, lo ve más integrado debido a la intervención y el apoyo sistemático de su psicólogo. Se siente afortunado de haber accedido a un cupo, pero afirma que, de haber seguido los conductos regulares, su hijo seguiría esperando. “No hay movimiento, ni siquiera te orientan, no tienen idea”, dice.

La suerte de Mateo Salinas no es la de muchos niños y niñas en Antofagasta quienes, producto de errores de planificación y trabas burocráticas, no pueden  reclamar su derecho a educarse.

 

Daniel Gaete es un estudiante de tercer año de Periodismo en la Facultad de Comunicaciones de la UC. Ha participado en RadioUC formando parte de Módulo 2 como columnista, y es la primera vez que publica en un medio.