Fotos por Sofía Norman.

51 años después

Entrevistamos a una participante de la toma del 67 y a una vocera de la toma feminista de 2018

Elena Serrano fue una de las pocas mujeres que participó activamente en la histórica toma de la Casa Central de la Universidad Católica en 1967. Daniela Pinto fue una de las voceras de la toma feminista que cerró las dependencias del mismo campus en mayo de 2018. Una es abogada, tiene 70 años y es Demócrata Cristiana, la otra estudia Bioquímica, tiene 22 años y es independiente. Ambas se consideran feministas. Las reunimos para que nos dieran su mirada sobre estos hitos separados por 51 años.

Por Consuelo Morán

Es un jueves de junio y son la una de la tarde. En el frontis de la Casa Central de la Universidad Católica, Daniela Pinto está apoyada, protegiéndose del calor, en el costado que da sombra de la estatua de Monseñor Crescente Errázuriz. Elena Serrano, en el costado contrario, recibe la luz del sol. No se conocen, pero ambas se tomaron el edificio que está en frente; una en 1967 y la otra en 2018. Se ríen al darse cuenta que estuvieron una al lado de la otra, sin saberlo.

— Qué lindos ojos tienes — dice la abogada inmediatamente después de saludar a la estudiante.

El 11 de agosto de 1967, la FEUC, encabezada por Miguel Ángel Solar, se tomó la Casa Central de la Universidad Católica. Pedían modernizar y reformar la institución vaticanista y también la salida del sacerdote Alfredo Silva Valenzuela que ya llevaba 14 años como rector. 51 años después, el 25 de mayo de 2018, estudiantes de la universidad se tomaron el mismo edificio, pero con una bandera diferente: la del feminismo.

¿Cuál fue el rol de las mujeres en la toma del 67?

Serrano: Las mujeres en la toma no éramos más de 10. En el petitorio no había ninguna especificidad de género. Teníamos una posición minoritaria, no había mujeres vocales en la FEUC, no teníamos acceso a las decisiones políticas. Pero nuestro rol era el mismo que el de los chiquillos: limpiar y comunicarnos con la prensa. Yo no recuerdo haber sido discriminada, pero es muy probable que yo me discriminaba a mí misma. Se armaron muchos matrimonios ahí, por supuesto ninguno duró mucho, el mío duró más (ríe).

¿Y cuál fue el rol de los hombres en la toma feminista de este año?

Pinto: Los chiquillos han entendido que esta lucha no es de ellos. El primer día de la toma nosotras decidimos que estuviesen los hombres en la noche, por un tema de seguridad. Igual fue complicado, porque hay muchas compañeras que han sufrido violencia sexual y ellas no se sienten cómodas en espacios con hombres. Como pasamos bien la primera noche, decidimos que la siguiente iba a ser sin hombres.

Serrano: Qué divertido, porque nosotros éramos todo al revés. Las mujeres dormíamos en nuestras casas y los machos dormían en la Casa Central. Al día siguiente de la toma empezaron a llamar al teléfono de mi casa. Llamaban y empezaban a insultarme, con unas obscenidades espantosas; que yo era una puta de mierda y aquí y allá. Según mi mamá, mi reputación estaba absolutamente en el suelo. En ese momento lo pensé simplemente como un insulto, no lo vinculé a una violencia de género. No como lo habría hecho un tiempo después.

¿Qué tan democrática fue la situación de tomarse la universidad?

Pinto: El jueves entregamos el petitorio y el rector no quiso recibirlo. Ese fue nuestro salvavidas para avalar la toma, pero razones sobraban para tomarnos la universidad. Después de entregar el petitorio tuvimos una asamblea en Ciencias Biológicas, éramos muchas, como 200 compañeras. Teníamos la idea de que “lloviera en Casa Central”, que era la frase clave para referirse a la toma. Éramos como 21 territorios representados. Después empezó la planificación; nos fuimos a la Universidad de Chile en la tarde, éramos como 100 compañeras. No teníamos cadenas, no teníamos nada. En un momento dijimos que si llegábamos a los 150 nos tomábamos la universidad. Y si no, para la casa. A las cinco de la mañana del viernes llegaron como 200 personas.

Serrano: Fue una asamblea de la FEUC en la cual se decidió democráticamente. Pero no sabíamos ni cuándo ni cómo. El 11 de agosto del 67, en la tarde, me citaron a una reunión de la FEUC dirigida por Carlos Montes que era nuestro logístico: el de las cadenas, las llaves y los candados. El que sabía todo lo que había que hacer. Estaba toda la FEUC ahí y decidimos que esto iba. Teníamos miedo, teníamos mucho miedo, pero la convicción que teníamos era algo tan fuerte también.

Pinto: Sí, nosotras también estábamos muertas de miedo.

Elena: Las cadenas dan miedo, la parte física. Además, la universidad en la noche es lúgubre, helada.

¿Cuál fue el rol de los partidos políticos?

Serrano: Jugaron un rol muy importante, al revés del caso de ustedes, que ahora los partidos han perdido fuerza enormemente. Nosotros éramos lo más disciplinados que hay, los partidos estaban siempre o apoyándote o cagándote o lo que fuera, pero estaban. Durante la dictadura, los movimientos feministas surgimos, nos articulamos y nos educamos, porque teníamos una libertad que los partidos no tenían, porque estaban prohibidos. Pero como los milicos eran tan machistas, no cacharon que nosotras estábamos haciendo política y feminismo, creían que estábamos tomando té.

Pinto: Muchas tenemos militancia, pero nosotras decidimos sacar ese aspecto. Antes de ser cuadro político éramos cuadro de nosotras mismas, por eso la decisión también fue que la FEUC tuviese un rol secundario. A pesar de que la federación se portó súper bien y nos ayudó en todo lo que necesitábamos, siempre estuvo desmarcada de nosotras.

¿Cómo fue la oposición a cada una de las tomas?

Serrano: Todos los poderes fácticos estaban en contra: la prensa, la editorial de El Mercurio y los militares. Los partidos de derecha estaban vueltos locos, sacados de madre, era lo más horroroso y anti sistema que se había hecho en la historia, porque la Católica era una joyita de ellos. Los de Derecho y varias carreras más hicieron una contra toma. (Le habla a Daniela) Sé que a ustedes también les pasó, porque lo leí, nos decían la típica: el fondo es muy justo, pero la forma no es la correcta. ¿De qué otra manera quieren que sea, con el tejido?

Pinto: El viernes en la tarde empezaron a entrar por Lira, por el hospital, y por Portugal. Pero nosotras estábamos muy resguardadas, porque teníamos compañeros afuera que nos estaban protegiendo; y adentro, como no nos tomamos todo el campus, había compañeros afuera de las barricadas que también estaban a favor de la toma, enfrentándose con la contra toma. Ahí fue donde se vivió la violencia máxima.

Serrano: ¿Cuál era la actitud de los de Derecho?

Pinto: Ellos estaban muy violentos.

Serrano: Igual, igual, igual.

Pinto: Ellos firmaron una carta pidiendo el desalojo por el GOPE.

Serrano: Claro poh, si les encantan esas cuestiones.

Daniela Pinto tiene 22 años, estudia Bioquímica y es independiente. Elena Serrano tiene 70 años, es abogada y milita en la Democracia Cristiana.

¿Qué pueden decir de la forma en que reaccionó el rector en cada caso?

Serrano: El rector Alfredo Silva Valenzuela desapareció, no los vimos nunca más. No tengo idea, supongo que se habrá muerto luego. Pero el rector que llegó era Fernando Castillo Velasco, maravilloso y muy querido por sus alumnos. Él llegó como si fuera un héroe de guerra, como en esas películas de los romanos que entran a Roma con unos charriots, fue designado por el Vaticano que curiosamente tomó partido por nosotros. Cuando llegó este nuevo rector fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida, casi tan emocionante como ganar el Plebiscito del 88.

Pinto: Yo creo que el rector Ignacio Sánchez es una persona súper estratégica e inteligente. En las negociaciones siempre fueron muy cariñosos. Nos explicaban que nos querían ayudar, pero había cosas en las que no se podía ceder, muy buena onda todo.

Serrano: ¿Y esa buena onda en tu opinión era sincera?

Pinto: No. Yo creo que era una estrategia. Los logros de la toma son logros administrativos, que nosotras celebramos. Sin embargo, hay que reconocer que no hay un cambio paradigmático dentro de la universidad. Había cosas mínimas, como reconocer errores, que ellos no van a hacer nunca; reconocer que en la Universidad sí hay violencia sexual, que el protocolo no es eficiente, que se ha encubierto casos de violencia intrafamiliar.

Serrano: Lo que se veía en la televisión era este señor sacándose la cresta para negociar. Lo hizo súper bien, fue perfecto.

¿Cuál fue el rol que jugó la religión?

Pinto: Uno de los conflictos que hubo durante la toma fue el tema del santísimo de la capilla, querían que lo entregáramos. A pesar de que muchas feministas no tenemos credo, había compañeras católicas. Ellas fueron las que dijeron que no iban a sacar el santísimo, porque para ellas significaba la presencia de Dios, y Dios tenía que estar con ellas y con la revolución.

Serrano: En nuestro caso hasta el nuncio estaba de nuestro lado, porque nadie podía aceptar una universidad dirigida por este personaje, que era Alfredo Silva Santiago. Este señor lleno de medallas, cruces y vestido de morado aparecía en la mañana y los muchachos de Derecho, todos muy católicos, ultracatólicos, iban y le besaban el anillo. Este señor tenía aislada la universidad, y ni siquiera era académicamente tan buena en ese momento. Era una cuestión muy vaticanista.

Pinto: Al contrario de lo que pasó el 67, que tuvieron al nuncio de la Iglesia de su parte, nosotras estábamos en un punto ciego de la Iglesia.

Serrano: La Iglesia nunca va a estar por el feminismo.

Pinto: Ezzati no se pronunció nunca, pero antes de que estallara toda esta crisis eclesiástica, salía hablando después de cada cosa que pasaba en Chile. Pero no se ha manifestado.

¿En qué se falló en cada una de las tomas?

Serrano: Ganamos lo que queríamos ganar y con las manos limpias. Pero después vino la dictadura, entonces todo lo que hicimos pasó a ser paja molida. Pusieron de rector a un militar, un naval. Nos borraron de una plumada lo que habíamos logrado durante muchos años entonces, yo diría que cometimos errores, porque no pudimos prever que la democracia era así de frágil.

Pinto: Yo creo que fallamos al no ponernos en el plano de que quizás no nos iban a desalojar. Nosotras pensamos que la toma iba a durar media hora, y eso hizo que todo el proceso posterior fuera improvisado. Nosotras queríamos hacer algo simbólico, decirle al rector que aquí estábamos y que seguiríamos peleando, nos estamos tomando la casa del conservadurismo donde está la génesis del machismo chileno.

¿Y ustedes pensaron la toma como algo simbólico?

Serrano: No, esto no era simbólico, era definitivamente una manifestación de fuerza. No se podía entrar a ninguna escuela y a la Casa Central tampoco, estaba toda la universidad tomada. Siempre se pensó como algo de más días. Yo creo que las autoridades de la FEUC, que estaban en lo interno y en las conversaciones estratégicas, entendían mucho mejor que nosotros, que éramos los soldados de a pie, que esto tenía destino, que no estábamos hablándole a la pared.

¿Les habría gustado haber estado presentes en la toma de la otra?

Serrano: Absolutamente, yo habría estado demasiado feliz allá adentro. Las habría acogido a todas, las habría abrazado para que no tuvieran miedo y para que supieran lo importante de lo que están haciendo. Y también, desde un punto de vista más egocéntrico: qué maravilla haber trabajado en cuanto grupo feminista se pudo para que esto ocurriera. No era obvio ni era fácil, entonces eso me emociona y me parece maravilloso.

Pinto: Yo creo que yo también hubiese estado ahí, imposible que no. Igual se estaba disputando algo que era muy importante en su momento. En el fondo, yo creo que todas las generaciones posteriores a esa gran toma han estado marcadas por eso. Si no hubiese existido la toma del 67, nosotras jamás nos habríamos tomado la universidad, pero sabíamos que sí se podía, sabíamos que cuando está la fuerza y la convicción uno lo puede lograr, fueron quienes marcaron la historia posterior de las movilizaciones dentro de la universidad.

Sobre la autora: Consuelo Morán es estudiante de Periodismo y pauteó e hizo esta entrevista en el curso Taller de Edición en Prensa.

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