Los efectos del cambio climático ya se evidencian en las costas de Chile, incluyendo aumentos en el nivel del mar y marejadas, hasta cambios en la flora y fauna marina. Expertos indican que el ecosistema oceánico del país está cambiando a causa del alza de temperaturas, teniendo efectos negativos no solo en el agua sino en todo su ecosistema. Aunque también hablan de su mitigación.

Por Basthian Calvetti Poblete.

Edición por Arlette Fernández, Nicolás Stevenson y Trinidad Riobo

Actualmente, en los océanos del mundo está ocurriendo algo que quizás pasa inadvertido para el ojo común de las personas: La temperatura de las aguas está subiendo. Este fenómeno trae consigo consecuencias graves para el mar y las zonas costeras. Chile siempre ha estado acompañado por el océano Pacífico. El mar ha servido como fuente de alimentación para los primeros seres vivos del territorio y como hábitat natural para diversas especies marinas. Hoy sigue cumpliendo un rol fundamental en las labores económicas, naturales y sociales del país, por lo que, si este inmenso cuerpo de agua llega a alterarse sin retorno, los efectos que sufrirían los chilenos serían muy negativos.

El observatorio Copernicus de la Unión Europea, entidad encargada de analizar el planeta y su medio ambiente, informó hace un año que la temperatura de los océanos aumentó a nivel mundial en un 0.26%, alza que se registró tanto en mayo como en abril de 2023. Además, la Agencia Estadounidense de Observación Atmosférica (NOAA en inglés) afirmó que en abril de ese año se llegó a una temperatura récord de 21.1 grados Celsius en la superficie del mar, siendo la habitual de 17ºC.

La meteoróloga Alicia Moya, miembro de la oficina de servicios climáticos de la Dirección Meteorológica de Chile, señala que en diferentes zonas de los océanos se estaba desarrollando el fenómeno de “La Niña”, evento climático que enfría la temperatura global del planeta. Pese a este indicador, se registró un récord de 21.1 °C. Esta alza, entonces, se atribuye a una influencia externa ligada a factores humanos, particularmente a la emisión excesiva de gases de efecto invernadero que aumentan el calor del mar.

Fuente: Statista.com

Además, la experta indica que la situación cambió drásticamente, pues el fenómeno climático de “El Niño” se hizo presente en las costas chilenas. Este evento climatológico afecta principalmente al sector ecuatorial del océano Pacífico. A diferencia de “La Niña”, “El Niño” sube la temperatura del planeta, por lo que esta tuvo un aumento que se sumó a las alzas causadas por la acción humana.

“Los efectos son más visibles en el mar de la zona norte del país. El aumento de las temperaturas del océano en este sector provoca que el calor en el aire se intensifique, lo que generará inevitablemente un alza en la temperatura de estos lugares”, explica Alicia Moya.

Los incendios y el aumento del nivel del mar

El alza de calor en el país también afecta a las zonas humanas en la costa. Moya indica que debido a las olas de temperatura elevadas se están generando condiciones fortuitas para la proliferación de incendios forestales. Estas catástrofes han aumentado su ocurrencia y gravedad durante el nuevo milenio en el país.

Entre los incendios más destructivos registrados en Chile en el siglo XXI se encuentra el ocurrido a principios de este año en Viña del Mar, que arrasó con más de nueve mil hectáreas y dañó el 34% de la superficie de la comuna. Otro siniestro ocurrió entre enero y febrero de 2017, afectando principalmente las regiones de O’Higgins, Maule y Biobío, y devastando más de 500 mil hectáreas. Una situación similar se vivió durante la temporada 2011-2012, con incendios en distintas zonas del país que significaron la pérdida de 90 mil hectáreas en total.

Incendio forestal en Pirque, región Metropolitana. 2017. Fotografía: Pablo Trincado, Wikipedia.

Otra de las consecuencias directas de este cambio en la temperatura de los océanos es el aumento del nivel del agua. Según Catalina Aguirre, oceanógrafa y académica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), uno de sus principales factores es la dilatación térmica. Este fenómeno corresponde a la necesidad de espacio que tienen las moléculas que componen el agua al comenzar a calentarse, pues estas se agitan con mayor excitación. Por ende, debido a su rapidez, las partículas del océano chocan entre sí con más fuerza, haciendo que el nivel de las aguas aumente.

Todo lo mencionado anteriormente, genera que los mares comiencen a ocupar más espacio. “Pese a su gravedad, que el nivel del mar suba es bastante ninguneado, porque son milímetros en la vertical. Pero en la horizontal son kilómetros de agua que pueden afectar drásticamente a ciudades costeras y particularmente a islas”, explica Aguirre.

Algarrobo, una de las ciudades chilenas más afectadas por el aumento de la temperatura oceánica y su nivel. Fotografía: Observatorio de la Costa Chile, Facebook.

 

Disminuir las consecuencias del fenómeno

Otro de los efectos que produce, tanto el alza del nivel del mar como el aumento de la temperatura, es el derretimiento de glaciares. A finales de 2019 se realizó un inventario por parte de la Comisión de Minería y Energía del Senado. El fin era comprobar la evolución de estos cuerpos de hielo con imágenes satelitales tomadas desde 2002 para compararlo con un estudio del año 2014. La investigación concluyó que, en Chile, se han perdido en los últimos años más de 2.000 kilómetros cuadrados de hielo correspondiente a más de 200 glaciares.

Para el oceanógrafo y docente de la Escuela de Ciencias del Mar de la PUCV, Tomás Berger, el derretimiento de plataformas de hielo marino es uno de los efectos más notorios y negativos del alza de temperatura en los océanos. El experto menciona que, además del aumento del nivel del mar, también se genera una disminución del llamado “efecto Albedo”.

Este corresponde a la capacidad que tienen los cuerpos de hielo de rebotar la radiación proveniente de los rayos solares. Dicho fenómeno no es dañino para el medio ambiente como tal, pues es solo una característica del hielo, pero sí contribuye al aumento de la temperatura del mar al reflejar la luz solar en el océano.

Un 30% de la radiación que llega del sol no es absorbida por la tierra y rebota de vuelta al espacio, lo que ayuda a que no se caliente más el planeta. Los cuerpos de hielo, como los grandes glaciares, son los que más contribuyen a este efecto, pues es en su superficie donde más rebotan los rayos del sol. Pero estas “plataformas” que son los glaciares, corren peligro, y con ellos el “efecto Albedo”.

“A mayor temperatura del océano, menor superficie del hielo marino, por ende, habrá una menor capacidad de Albedo, lo cual hace que rebote menos cantidad de radiación a la atmósfera y finalmente sea el océano el que absorba más de este elemento”, indica Berger.

Glaciares del extremo austral de Chile. Fotografía: Fundación Aquae

En cuanto a las ciudades costeras, también existen efectos negativos del alza de las temperaturas. Según Patricio Winkler, ingeniero oceánico de la Universidad de Valparaíso, los impactos sobre los sistemas humanos son de diversa naturaleza. Por ejemplo, la inundación de asentamientos costeros y efectos sobre la operación de puertos y caletas pesqueras. Al mismo tiempo, existen consecuencias en la actividad turística debido a la pérdida de playas. También pueden ocurrir daños sobre obras portuarias, costeras e industriales, intrusión salina en acuíferos y afectaciones de zonas que cuentan con patrimonio cultural y natural.

Sobre el fenómeno de las marejadas, Winckler plantea que “en los últimos años se ha producido un alza considerable en la frecuencia del oleaje que ha afectado la costa de nuestro país, produciendo inundaciones, daños a la actividad turística, erosión costera, daños en la infraestructura y un aumento de los cierres de puertos”.

La bahía de Valparaíso, según el experto, es un claro ejemplo. En los últimos años, la zona ha sufrido un aumento en la constancia e intensidad de las marejadas y un cambio en el nivel del mar, provocando un incremento en la demanda de infraestructura costera que resista estos efectos.

La erosión es otra consecuencia que afecta la zona costera del país. Corresponde al proceso en que se va perdiendo la capa superficial del suelo y que, en el litoral chileno, permite que las playas cedan terreno al mar. Según un estudio publicado en 2023 por el Observatorio de la Costa, plataforma intersectorial de varias universidades chilenas que busca contribuir a la educación y las políticas públicas sobre la sustentabilidad en la zona costera, la erosión se está duplicando cada dos años en sectores playeros entre Arica y Los Lagos.

Marejadas registradas en Viña del Mar. Fotografía: Universidad de Valparaíso

Por su parte, los ecosistemas marinos también sufren los efectos del alza de las temperaturas en los océanos. Bernardo Broitman, biólogo marino y docente de la Universidad Adolfo Ibáñez, explica que la temperatura tiene diversos efectos, directos e indirectos, en el ecosistema marino. Cuando esta fluctúa, muchos seres vivos mueren, trasladan su biomasa hacia otro lugar o se expanden en menor o mayor medida. Por ejemplo, los organismos de la corriente de Humboldt, como algas y moluscos, están acostumbrados a un régimen de temperaturas más bien bajas, cercanas a los 15°C como máxima. Al estar expuestos a periodos prolongados de temperaturas más altas de las que experimentan habitualmente, podrían verse impedidos de crecer, respirar, alimentarse o incluso morir.

“Las aguas más calientes en general contienen menos nutrientes, lo que impacta negativamente a las algas y microalgas, que son la base de la alimentación marina, es decir impactan el suministro de alimento a otros organismos”, expresa el experto.

Un estudio publicado en la revista Frontiers in Marine Science el 5 de enero de 2023, realizado por académicos de la universidad francesa de Toulouse, de la Universidad de Chile, de la Universidad Católica del Norte y de la Universidad de Concepción, determinó que hay especies marinas que podrían moverse y ajustarse a un nuevo hábitat. Sin embargo, otras de poca movilidad terminarán por extinguirse, lo cual afectará negativamente a la pesca artesanal e industrial de las costas de Chile y Perú.

“Las especies en mayor peligro son las especies con menores tolerancias térmicas, curiosamente muchas son las tropicales, así como las especies polares, que no tendrían lugares con temperaturas más frías hacia donde desplazarse”, indica Broitman.

Salmones muertos por falta de oxígeno en el Fiordo Comau, regiones de Los Lagos y de Aysén. Fotografía: Álvaro Vidal, Greenpeace.

A pesar de que para distintos expertos no existen muchas formas de revertir lo provocado por décadas de cambio climático y de la emisión descontrolada de gases de efecto invernadero, sí hay algunas medidas que pueden disminuir las consecuencias de este fenómeno.

Una de la más innovadoras ante el problema del alza de las temperaturas en los océanos es la captura de carbono por parte de ecosistemas habilitados para aquello que están en el océano. Entre expertos a este proceso se le conoce como el “blue carbon” (o carbono azul), es decir, carbono capturado por ecosistemas oceánicos y costeros del mundo.

Estos ecosistemas consisten en arboledas subacuáticas que se encuentran en las costas o agrupaciones de árboles marinos (por ejemplo, bosques de algas, manglares, pastos marinos) que capturan el dióxido de carbono de similar modo al que lo hacen los bosques. Al tratarse de fondos poco profundos, pueden estar lo suficientemente cerca de la superficie como para tener la luz solar que necesitan para desarrollarse correctamente.

La oceanógrafa y académica de la Universidad de Valparaíso Catalina Aguirre explica que el carbono azul no es solo para contrarrestar las temperaturas del océano, sino que además puede verse como una medida de mitigación para frenar el calentamiento global en general. Aunque también evidencia sus limitaciones: “Esta solución más que nada es como una de conservación, es decir, de preocuparnos de que estos sistemas claves se mantengan sanos”, explica la experta. “Hoy estos ecosistemas están siendo devastados sin ninguna consideración. La medida es mantener estos ecosistemas protegidos y saludables.”

En el 2020, con el apoyo del Banco Mundial, el Comité Científico de la COP25 y el Ministerio del Medio Ambiente, se desarrolló una hoja de ruta para el carbono azul en Chile, aplicable a 15 años, con seis pasos para mejorar la contabilidad climática. Su objetivo es “poner en valor y fortalecer las contribuciones naturales del océano para la acción climática en Chile, ayudando a movilizar financiamiento para la conservación de la biodiversidad marina y alimentando futuros esfuerzos de planificación espacial”. De esta forma, distintos expertos aspiran a que hoy se aproveche de mejor manera el potencial aporte de los ecosistemas chilenos submarinos a la mitigación del cambio climático. Para Aguirre, lo primero es identificarlos y luego instaurar en ellos planes de manejo.

“Esa es un poco la clave, pero todo es de larguísimo plazo. No es que vamos a plantear esta solución del ‘blue carbon’ y esto nos va a solucionar el problema del cambio climático de un día para otro, en lo absoluto”, dice y agrega: “Es una medida de mitigación”.

Ejemplos de Blue Carbon. Fotografía: Sustainable Travel International.

 

Basthian Calvetti Poblete (@bashtytelefono) es un estudiante de 5to año de periodismo en la Facultad de Comunicaciones UC. Es la primera vez que publica un reportaje en un medio. Al egresar, espera dedicarse a la comunicación digital.