La Ley de Casinos determina que los propios adictos al juego deben vetar su ingreso a los lugares de apuestas, pero no permite que los operadores de casinos los expulsen de las instalaciones. Vigente desde hace dos años, la medida hoy genera dudas sobre su efectividad, sobre todo entre los afectados.
Por Viviana González / Fotos Elisa Calabrese y Camilo Muñoz
A las siete de la tarde, un grupo de personas entra al salón parroquial de la Gruta de Lourdes en Viña del Mar. La sala tiene una mesa en torno a la cual los asistentes toman café y conversan mientras esperan el inicio de la reunión. Se trata de una sesión de la Agrupación de Jugadores en Terapia (Ajuter): grupo que une a ludópatas –o adictos a los juegos de casino– en rehabilitación.
Una de las personas presentes es Rosa, quien está dispuesta a contar su historia a cambio de que no se divulgue su apellido. Sus idas al casino comenzaron luego de que su única hija, Carolina, se fuera a vivir a España. Eso la deprimió, cuenta, y fue así cómo comenzó a refugiarse en las salas de juegos, donde nadie la molestaba. Durante tres años fue todos los días, desde las cuatro de la tarde hasta las nueve de la noche. Gastaba la plata de la residencial de la que todavía es dueña. En total: Perdió casi 25 millones de pesos.
En Chile existen 17 casinos registrados en la Superintendencia de Casinos de Juego (SCJ). Aunque la mayoría de las personas apuesta responsablemente, existe un porcentaje que desarrolla ludopatía, una enfermedad definida por la Organización Mundial de la Salud como un “trastorno del comportamiento consistente en la pérdida de control en relación con el juego de apuestas”.
En 2011 la SCJ dictó una norma que permitía la autoexclusión. Así, los casinos estarían obligados a contar con formularios mediante los cuales una persona podía voluntariamente autoimponerse la prohibición de ingresar o permanecer en las salas de juegos. Sin embargo, la medida presenta algunas limitaciones, las cuales generan críticas entre los socios de la Agrupación de Jugadores en Terapia.

En primer lugar, dice uno de los miembros, el documento es válido exclusivamente en el establecimiento donde se entrega y solo por un período que va desde los seis meses a los tres años. Luego de eso la persona está automáticamente habilitada para volver a entrar a un casino. Además, en el caso de que un autoexcluido ingrese a una sala de juego y sea identificado por personal del casino, este solo le puede sugerir que se retire del recinto, pero no puede obligarlo a marcharse debido a las leyes que protegen al consumidor.
Fueron tantos los problemas que el juego le trajo a Rosa que su hija volvió de España para ayudarla. Juntas rellenaron el formulario con la certeza de que nunca más podría apostar. “Pero mi hija no había abordado el avión de vuelta a España y yo ya estaba jugando”, recuerda Rosa.
Sus familiares tuvieron que quitarle las tarjetas de crédito y el efectivo. Pero ella les suplicaba para que le dieran hasta 500 pesos. Incluso vendió su auto para seguir apostando. Cuando se dio cuenta de que no podía controlarse, buscó ayuda en la Ajuter, donde ya lleva dos años de terapia, la que –según dice– le ayuda a “recuperar el alma y enfocar la mente”.
Ludópatas disconformes
Ely López presidenta de Ajuter, quien también se encuentra en rehabilitación, afirma que el formulario de autoexclusión no tiene ninguna validez. López reclama que la norma faculte a los casinos para expulsar a los ludópatas de su establecimiento. La Ley de Casinos actual establece que solo pueden ser expulsados los menores de edad y las personas que estén provocando desórdenes, portando armas o estén bajo la influencia de alcohol o drogas.

El senador independiente Carlos Bianchi también cuestionó la medida afirmando en la página web del senado que no se está abordando el tema de forma seria. Además, dice que ninguna persona que se reconozca ludópata va a manifestarlo públicamente ni se va a autoexcluir.
Bianchi recomienda que el Estado asuma un rol más activo, a través de una política pública que permita a las familias evitar que un ludópata de su núcleo ingrese a los casinos por un tiempo determinado.
Actualmente una mesa de trabajo conformada por la Ajuter, la Asociación Chilena de Casinos de Juegos y la Superintendencia de Casinos busca solución a los límites de la autoexclusión. Dentro de las posibilidades está avisar a un familiar cuando un ludópata ingrese a un casino, para así darle más alcance a la información del formulario.
La apuesta de los casinos
La cadena de casinos Enjoy cuenta con siete sucursales en el país y el número de personas autoexcluidas representa menos del 1% de sus clientes. Para ellos han diseñado el programa “Jugados por ti”, el cual ayuda a personas con adicción al juego y el consumo de alcohol. Cuenta con folletos de prevención, un servicio telefónico de asistencia psicológica, además de consejeros ubicados en las salas de juegos. Estos se encargan de identificar a clientes con conductas asociadas a la ludopatía, aunque solo pueden acercarse e informarles sobre el programa de prevención.
Josian Bobenrieth, coordinador de proyectos de Enjoy, explica que aunque parece un aporte pequeño, realmente funciona. “Las personas autoexcluidas, buscan pasar inadvertidas, por lo que cuando se les llama la atención terminan saliendo de la sala de juegos”, dice.
Mientras la Ajuter, la Asociación Chilena de Casinos de Juegos y la Superintendencia de Casinos siguen tratando de mejorar los límites de la autoexclusión, por ahora Rosa no puede apostar que no volverá a jugar.
Sobre los autores: Viviana González es alumna de quinto año de Periodismo y este artículo es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por la profesora María Olga Delpiano. Los fotos son de Elisa Calabrese y Camilo Muñoz, alumnos de tercer y quinto año de Periodismo, respectivamente; y corresponden a su trabajo en el curso Taller de Fotografía Periodística, dictado por la profesora Consuelo Saavedra.