
Los nuevos brotes de Quebrada de la Plata
Desde 1980 la Quebrada de la Plata en Maipú se ha quemado 15 veces. La última fue el 14 de noviembre de 2016, donde se consumieron 875 de las 1.100 hectáreas que esa misma tarde habían sido declaradas Santuario de la Naturaleza. Desde ese día el lugar quedó inhabilitado para cualquier persona que no fuera parte del equipo de restauración creado por la Universidad de Chile. Pero ellos no son los únicos que han vuelto: los vecinos de Maipú ingresan ilegalmente a la Quebrada desde hace más de 30 años.
Por Camila Ossandón S.
Karol Armijo, presidenta de la Agrupación por la Conservación y Restauración de la Naturaleza (Acoren) de la Universidad de Chile, había estado celebrando desde las 13.30 hrs en el campus Antumapu esa tarde de noviembre de 2016. El grupo de alumnos, egresados y titulados de Recursos Naturales, Agronomía e Ingeniería Forestal había sido notificado a esa hora de la decisión del Consejo de Ministros para la Sustentabilidad, presidido por el ministro de Medio Ambiente Pablo Badenier e integrado por los jefes de cartera de Agricultura y Hacienda: la Quebrada de la Plata cumplía con los requisitos para ser Santuario de la Naturaleza. Tener 1.500 especies de flora y fauna endémica que conforman un 1% de la biodiversidad mundial, según el informe que la Universidad de Chile había enviado en mayo de 2016 para solicitar el título.
La universidad instaló la estación experimental Germán Greves Silva en la Quebrada de la Plata en 1933 después de que los terrenos de la Rinconada de Maipú fueran heredados por la familia del ex presidente Pedro Aguirre Cerda. Ahí nació Acoren en 2014 para hacerse cargo del cuidado forestal de la Quebrada después de que la Minera Esparta, instalada ilícitamente en 2012, amenazara su biodiversidad y valor ecológico. Tras las denuncias de la organización vecinal de Maipú Movimiento para la defensa de la Quebrada de la Plata, la minera tuvo que retirarse por obligación de la superintendencia del Medio Ambiente ese mismo año y Acoren comenzó el proceso de protección del sector.

Acoren seguía celebrando su victoria en campus Antumapu en La Pintana, a una hora de distancia de la Quebrada de la Plata. Habían pasado 40 minutos después de la declaración de la Quebrada como Santuario de la Naturaleza, cuando Karol Armijo recibió un Whatsapp de su madre: “Karol, se está quemando todo”.
Armijo llamó a Rosa Peralta, administradora de la estación experimental, quien le confirmó que el fuego que se había iniciado en la cuesta de Lo Prado había alcanzado los terrenos de la Quebrada de la Plata, de los cuales el 78% fueron declarados con pérdidas de flora grave por la Universidad de Chile. La Corporación Nacional Forestal (Conaf) y la Municipalidad de Maipú se encontraban en el santuario apagando las llamas con dos helicópteros y 1.900 litros de agua. En la entrada de la Quebrada, 15 vecinos de la población El Maitén de Maipú veían las llamas avanzar hacia ellos. Los animales huían a toda velocidad y el fuego rodeaba a bomberos y administradores.
Esas 15 personas formaban parte del entonces Movimiento para la defensa de la Quebrada de la Plata que nació en mayo de 2012 por iniciativa de vecinos de Maipú que visitaban frecuentemente la Quebrada. María Muga, presidenta y gestora del movimiento que ahora se llama Organización ambientalista para la defensa de la Quebrada de la Plata al adquirir carácter jurídico, miraba desde la reja de entrada cómo las llamas se llevaban los recuerdos de asados y visitas en familia que llevaban recolectando desde hace 10 años.
“En ese tiempo, todos los funcionarios de la Facultad de Agronomía con sus familias tenían permiso firmado por la administración de la estación experimental para entrar a la Quebrada. Ahí la conocí, nos juntábamos para ir los 18 de septiembre con asado, y la gente hasta se quedaba a acampar. Teníamos una cascada en la que nos bañábamos, el agua corría hasta la entrada, era hermoso y me enamoré del lugar”, relata María Muga mientras explica el dolor que sintió al ver todo quemarse. A partir de eso surgió en ella la necesidad de representar a la comunidad en la mesa para la recuperación de la Quebrada de la Plata, donde participó con su colega Pedro Lazo y el vicedecano de la Facultad de Agronomía, Carlos Muñoz.
Tres días después, las llamas desaparecieron. El equipo de Acoren fue a evaluar el lugar el 17 de noviembre y comenzaron a elaborar el Plan de restauración de la Quebrada de la Plata en conjunto con la mesa creada por el vicedecano, de la cual forman parte la Universidad de Chile, Conaf, el ministerio de Medio Ambiente, la Seremi y el grupo comunal Organización ambientalista para la defensa de la Quebrada de la Plata. El plan es dirigido por el profesor e ingeniero en recursos naturales Jorge Pérez y tiene como objetivo diseñar medidas que aceleren el proceso de regeneración natural tras el incendio y sensibilizar a la comunidad para mejorar la protección del nuevo santuario.
“El día del incendio fue muy frustrante, todos sentimos una gran responsabilidad con la Quebrada, porque hemos estado años trabajando aquí. Es por eso que nos propusimos empezar a restaurarla de inmediato y aunque sea más trabajo vamos a recuperarla”, cuenta hoy Karol Armijo. Han pasado seis meses desde que se inició la investigación para la restauración de cada hectárea quemada. Estas han sido divididas en 111 unidades territoriales homogéneas creadas para clasificar los sectores que requieren de un mismo tipo de cuidado y que tienen flora, fauna y tipos de suelo en común.
A fines de abril se dio comienzo al trabajo en terreno y se empezó a sembrar. El costo de conservación del santuario incluye personal, investigación, extensión y docencia, y será de 28 millones de pesos aproximadamente. El dinero está siendo recaudado a partir de aportes de Conaf, fondos del ministerio de Medio Ambiente, donaciones de particulares y también compensaciones que se le están exigiendo a la Minera Esparta tras el daño a la biodiversidad provocado en 2012.
Ciclistas y senderos ilegales: amenaza a la restauración
A pesar del trabajo de académicos, investigadores y estudiantes, el proceso de reforestación ha sido difícil, pues aunque la Quebrada no permita la entrada a personas que no vayan a realizar estudios autorizados por la universidad desde sus inicios -incluso los funcionarios de la Facultad de Agronomía que la visitaban en la década del 2000 dejaron de ser admitidos-, según Acoren ingresan a través de senderos ilegales más de 500 motociclistas y ciclistas por fin de semana, que utilizan accesos ilegales, principalmente los ubicados en la entrada del colegio aledaño República de Dinamarca y por el sector del peaje de Lo Prado.
Los ciclistas bajan desde la cumbre, aplanan los caminos, los hacen resbalosos, y crean senderos no autorizados. “A mi casi me han atropellado miles de veces. Nos pasó que íbamos en la camioneta de la Facultad y por arriba de nosotros se tira un ciclista en picada hacia abajo. Si Jorge –quien conducía- se demora un segundo más en frenar chocaba al tipo y lo tiraba al barranco. Si alguien se cae, no hay caminos habilitados para que suba una ambulancia. Si te llega a pasar algo te puedes morir ahí adentro”, cuenta Armijo.

El profesor de la Universidad de Chile a cargo de la restauración, Jorge Pérez, dice que es necesario que la gente deje de ingresar para la que la recuperación sea efectiva. “La Quebrada nunca será abierta, va en contra de la idea de conservar un Santuario de la Naturaleza. Solo hacer visitas educacionales estará permitido, ya que el propósito de la Quebrada es absolutamente científico”, dice Pérez.
Acoren cuenta con programas educativos que han implementado en distintos colegios y que pretenden seguir haciendo durante 2017. Según Karol Armijo, su experiencia durante la evaluación del terreno quemado ha sido dificultada por el motocross. “Provocan un ruido que se escucha al menos a un kilómetro de la Quebrada, hacen rupturas en el suelo dañándolo permanentemente y ahuyentan a la fauna, compuesta principalmente por conejos y zorros, evitando que esta sea catastrada”, cuenta Armijo.
El equipo de rehabilitación de la Quebrada realizó encuestas a 231 personas que la transitaban en 2015, de los cuales 106 provenían de Maipú. Todos los encuestados realizaban un total de 7.722 visitas al año, y el 53% sabía que el lugar era un recinto privado. 184 de los 231 eran ciclistas.

Plantar, ver arder, plantar de nuevo
Mientras el equipo Acoren registra dentro de la Quebrada los rebrotes que han surgido en la base de los colliguay y las proustias, también ven litres y espinos que resistieron las llamas. Y peumos, cientos de peumos, algunos de los mismos que 30 años atrás un grupo de vecinos de Maipú había plantado en intentos por forestar las laderas de la Quebrada de la Plata, y los mismos de los cuales en marzo de 2017, Nelson Navarro, vecino de Maipú, había recogido semillas junto a su esposa para luego volver a ingresar de forma ilegal y reparar el suelo que quemó el fuego para repartirlas.
Nelson Navarro vive en Camino La Rinconada de Maipú desde 1978. Oriundo de Valdivia, a sus 67 años, corta el pelo como le enseñó su padre cuando tenía 12. A eso se dedica para costear la comida y la casa, pero hasta el año pasado, pasaba al menos una vez a la semana en la Quebrada de la Plata. Iba a acampar, plantaba semillas, construyó un sistema de regadío y protegía los árboles con tierra de hoja seca para evitar que el fuego los alcanzara. Desde que conoció la Quebrada en 1980 se metía en las laderas y asegura que la ha visto quemarse 15 veces, según él, todo por intervención humana de personas que no quieren cuidar la naturaleza.
Solía subir a la Quebrada con un grupo de vecinos que se juntaban en el supermercado Unimarc cerca de la plaza de Maipú. Todos iban en bicicleta, en grupos de a cuatro o de cinco, y acompañaban a Navarro a plantar sus semillas. Tiene fotografías de 1980 que muestran una Quebrada de la Plata forestada, con cascadas y mucha agua. Una muy distinta a la que existe hoy. Nelson Navarro asegura que él debía ir a cuidar los árboles, porque la Universidad de Chile no se preocupaba del sector: “Yo tengo que ir a cuidar el lugar. porque ésta es mi tierra, mi casa. Para los de la universidad tú mueves una piedra y estás destruyendo el ecosistema, pero están equivocados, porque no miran a futuro. Hay que limpiar, hacer cortafuego antes, y si se nos quema, reforzamos”.

Cuenta que fue perseguido por los guardias de la estación experimental de la Universidad de Chile cuando iba a reforestar: “Me tiraron la camioneta encima y trataron de sacarme hasta con piedras, porque pensaban que era un ladrón”. Una vez que los carabineros le dijeron a Juan Vilches, guardia de la Quebrada, que Nelson Navarro iba a ayudar, las persecuciones se acabaron. También dice que el Grupo de Operaciones Policiales Especiales (GOPE) y Socorro Andino han tenido que ir a buscarlo por miedo a que le pase algo.
Navarro no iba a la Quebrada de la Plata desde septiembre de 2016 producto de una tendinitis. Se culpa a sí mismo de no haber limpiado los suelos y cubierto los árboles con tierra de hoja para evitar el incendio. Cuando el equipo de Acoren se enteró de que ha estado realizando ese trabajo desde hace tiempo, se sorprenden. “Deberíamos hacerle un homenaje”, dice uno de los alumnos, otros miran sus fotos y se asombran, ven con melancolía los paisajes verdes y llenos de agua que ahí aparecen.
Para las autoridades de la restauración de la Quebrada de la Plata esta actitud no corresponde con la ayuda que el terreno necesita para crecer de nuevo. La hipótesis de Aira Faúndez, integrante del equipo de investigación de Acoren y encargada de laboratorio en la Facultad de Recursos Naturales, es que la gente ingresa a restaurar sin permiso a la Quebrada, porque tiene desconfianza en las instituciones y no cree que se vayan a hacer mejoras.
“Hay gente que cree que la Universidad de Chile lo ha dejado abandonado, lo que hasta cierto punto es cierto, porque no se hacían muchas actividades antes. Pero ahora es la primera vez que el Estado se junta con la academia para proteger la biodiversidad de la Quebrada, y va a funcionar”, agrega Faúndez.
El vicedecano de la Facultad de Agronomía de la Universidad de hile, Carlos Muñoz, dice que el Estado se está haciendo cargo a través de la mesa de trabajo de manera que sea la primera vez que se cree un manual técnico durante el proceso de investigación y restauración de la Quebrada este año, el cual servirá de guía para rehabilitar hábitats quemados por incendios forestales. “Esta investigación va a ser como un piloto que va a contar con expertos que opinarán respecto a cuál es la mejor manera de proceder en estos casos. Va a surgir un plan idealizado de lo que se puede hacer en otros lugares quemados, por ejemplo todos los lugares que fueron quemados en el verano”, comenta Muñoz. A esto se suma el profesor Jorge Pérez, director de la investigación, que agrega que comenzarán una campaña de difusión este año en la ciudadanía para proteger la Quebrada de la Plata y evitar que sigan ingresando personas no autorizadas.
Nelson Navarro subió el fin de semana del 22 de abril a plantar las 1.000 semillas de peumo y espino que tiene guardadas en su casa. Subió solo, de su grupo él es el único que persiste. Ni sus amigos ni su esposa siguen interesados en ir a sembrar al lugar. Enfatiza en que debe hacerlo antes de que empiecen las lluvias, para que al llegar septiembre comiencen a brotar. En la misma época, la Quebrada de la Plata revelará un secreto que, según la ingeniera en recursos naturales Aira Faúndez, está esperando las condiciones climáticas apropiadas para salir a la luz: todas las bulbosas verdes, hinchadas y subterráneas cubrirán el Santuario de la Naturaleza, pues éstas lograron sobrevivir escondidas bajo tierra en el incendio.
Sobre el autor: Camila Ossandon es estudiante de Periodismo y escribió este reportaje para el curso Taller de Prensa. El artículo fue editado por Valentina Osorio en el Taller de Edición en Prensa.