Ilustración Mathias Sielfeld

Sólo 25 retrasplantes –quince de riñón y diez de hígado– se realizan cada año en el país. Pero para quienes necesitan órganos como un corazón o pulmón se trata de una meta prácticamente inalcanzable. Como para Magdalena Calvert, una estudiante de sicología de 22 años quien hoy espera un doble retrasplante de pulmón, sabiendo que hasta ahora nunca nadie lo ha conseguido.

Por Fernanda De la Maza

Fue justo cuando Magdalena Calvert nació que a su hermana le detectaron fibrosis quística, una enfermedad crónica hereditaria que degenera los tejidos de los pulmones. El diagnóstico fue tardío y, al poco tiempo, ella murió. Para prevenir, los padres de Magdalena le realizaron exámenes muy pronto y descubrieron que padecía la misma enfermedad. La única solución era un trasplante doble de pulmones. Entonces, cuando tenía doce años –en 2003 y con una gran cobertura en los medios–, Magdalena se convirtió en la persona más joven en Chile en recibir ambos pulmones.

Han pasado casi diez años desde la operación, Magdalena hoy tiene 22 años, estudia psicología y necesita con urgencia volver a trasplantar sus pulmones. Sin mejoría médica posible, en una habitación de la Clínica Las Condes, ella espera sabiendo que en Chile nunca nadie ha recibido un retrasplante de pulmón.

Trasplante a la chilena

La estadísticas dicen que de los 1.370 personas que hoy están en lista de espera por un trasplante, 1.187 necesitan un riñón, 130 un hígado, 45 un pulmón y nueve personas esperan por un corazón. Aunque los pacientes pueden vivir sin operarse, sólo dializándose, el riñón es el órgano más trasplantado en Chile y se trata de la intervención más barata: en la mayoría de los casos no supera los 12 millones de pesos, y Fonasa cubre toda las etapas del tratamiento

En cambio, el pulmón es uno de los órganos más difíciles de trasplantar, y registra un 50 por ciento de sobrevida a los cinco años. Los pacientes trasplantados de pulmón –el costo de la operación bordea los 40 millones de pesos, en el caso de Magdalena su isapre pagó el 95 por ciento– consiguen mejorar considerablemente sus vidas, pero con el tiempo van apareciendo complicaciones: entre otras, se produce un depósito de colesterol que provoca estrechez en bronquios y arterias del órgano. “El pulmón está muy expuesto a infecciones por el contacto que tiene con el aire. Esto no es sólo por hablar y respirar, sino también debido a la enorme superficie de los alvéolos, que equivalen al tamaño de una cancha de fútbol”, explica Jimena Rodríguez, médico del equipo de trasplante de la Universidad de Chile.

Magdalena Calvert describe estos diez años con sus nuevos pulmones como “increíbles” y cuenta que, además de ingerir medicamentos a diario y realizarse chequeos médicos y exámenes de sangre de manera periódica, la única gran restricción que ha enfrentado ha sido no poder practicar deportes.

Esperando un milagro

Los pulmones que le trasplantaron a Magdalena tenían fecha de vencimiento: diez años. Casi una década ha pasado desde la operación y ahora ella necesita con urgencia retrasplantar ambos órganos. En Chile, sin embargo, cambiar órganos ya trasplantados es prácticamente imposible, pues se realizan sólo 25 de estas intervenciones al año: quince de riñón y diez de hígado.

De los pacientes que reciben riñones por primera vez, un 40 por ciento son incluidos en listas de espera para un retrasplante y, al final, sólo un 5 por ciento de ellos logra ser intervenido. Eso porque siempre tendrán prioridad quienes nunca han sido trasplantados.

En general, los retrasplantes tienen una sobrevida inferior al de la primera intervención y, además, un tercio de quienes logran realizarse una operación de este tipo rechazan el órgano.

El doctor y vicepresidente de la Corporación del Trasplante, José Manuel Palacios, dice: “los pacientes que requieren un segundo trasplante de riñón o hígado tienen las mismas dificultades de uno que necesita el órgano por primera vez. En el caso de pulmón, corazón y páncreas, en Chile no se han hecho segundos trasplantes”.

El año pasado Magdalena comenzó a agotarse con la más mínima actividad física y su insuficiencia respiratoria se hizo evidente. “Un retrasplante sería mi sueño”, dice ella pensando en la posibilidad de convertirse en la primera persona en Chile en recibir un retrasplante de pulmón.

Internada en la clínica, donde sólo se mueve en silla de ruedas –incluso para ir de la cama al baño–, ella aún conserva esperanzas, las que se fundamentan en los datos que indican que el último año hubo 332 trasplantes en Chile, de los cuales 27 fueron de pulmón. Sus esperanzas se acrecentaron, además, hace un par de semenas cuando el Ministerio de Salud informó que los trasplantes han aumentado en un 50 por ciento en lo que va de 2012.

La familia de Magdalena Calvert asegura que ella está consciente de que está desahuciada. Pero al mismo tiempo, dicen, ella está agradecida por la posibilidad de haber podido prolongar su vida con el que, talvez, haya sido su único trasplante de pulmón.

Sobre la autora: Fernanda de la Maza es alumna de tercer año de Periodismo y este artículo es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por el profesor Sebastián Alaniz.