Este año se producirá en Chile un hito demográfico significativo: según datos del Instituto Nacional de Estadísticas, la población mayor de 60 años superará a la menor de quince. Establecimientos de Larga Estadía para Adultos Mayores (Eleam) dan cuenta de la crisis y el abandono en el que se ven inmersos, los problemas económicos que deben enfrentar, la poca visibilidad social y la escasez de cupos.
Por: Jacinta Bulnes
Edición: Trinidad Riobó
Juanita Núñez (93) no recuerda hace cuánto tiempo vive en el Hogar Santa Cristina en Ñuñoa. Casi no se acuerda, tampoco, el nombre de sus hijos. Lo que sí conserva en la memoria es el pelo colorín que solía tener cuando era joven y que era del mismo color del de su abuelo. También, recuerda haber vivido en Chillán y adorar a su padre.
Está vestida con un chaleco de lana negro. Un pañuelo verde en el cuello resalta su pelo corto y blanco. Tiene los párpados arrugados, sus cejas son escasas y sus pómulos marcados. Su cuerpo representa su edad. “Oiga, no me acuerdo, no me acuerdo, mmmm”, repite constantemente con voz ronca y gastada. “Impresionante cómo se va la memoria”, admite Núñez. Alrededor de veinte residentes más ven pasar la mañana entre paredes amarillentas, sillones gastados y música de fondo. Casi no hablan entre ellos.
Los Establecimientos de Larga Estadía para Adultos Mayores (Eleam) son residencias de apoyo para personas de la tercera edad como Juanita Núñez. Tradicionalmente conocidos como “hogares de ancianos”, estos espacios buscan proporcionar un entorno seguro y adecuado para el envejecimiento. Los Eleam se establecieron formalmente en el 2002 junto con la creación del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), organismo que promueve el cuidado y los derechos de los adultos mayores en Chile. En el país hoy hay registrados 878 Eleam: Estos cuentan con 23.706 cupos a nivel nacional, de los cuales 429 se encuentran en la capital.
Los Eleam se dividen en tres tipos según su forma de financiamiento: Los públicos, los subvencionados y los privados con y sin fines de lucro.
Los primeros dos forman parte de la red del Senama. Actualmente existen veinte de estos recintos, que suman un total de 1.188 camas, y están destinados a personas mayores en situación de mayor vulnerabilidad. Se accede a ellos mediante postulación a través de Senama o de los municipios, y su costo puede ser gratuito o con copago y tienen la posibilidad de recibir aportes estatales si están inscritos en el Registro Nacional de Eleam.
Por otro lado, existen los Eleam privados sin fines de lucro, gestionados por fundaciones u organizaciones sociales, que se financian principalmente con donaciones, aportes privados y las pensiones de los residentes. Algunos de ellos están acreditados en Senama y pueden contar con fondos públicos.
Finalmente, los Eleam privados con fines de lucro operan como empresas, su financiamiento se da a través del pago directo de los residentes y no reciben subsidios del Estado.
No todas las personas mayores de 65 años pueden entrar a un Eleam: En algunos casos las listas de espera para acceder a sus cupos son largas y los costos mensuales oscilan entre $300.000 (Eleam privados sin fines de lucro) y $2.400.000 (Eleam privados con fines de lucro) , según el tipo de gestión, nivel de dependencia, infraestructura, ubicación y servicios.
El perfil de los residentes varía según el tipo de Eleam. En los públicos o subvencionados predominan adultos mayores con alta dependencia y bajos ingresos, mientras que en los privados hay mayor diversidad, dependiendo del servicio requerido. Todo Eleam debe estar regulado por el Decreto Supremo N°14 del Ministerio de Salud y cumplir con las normativas sanitarias de la Seremi correspondientes para operar. Aquellos que no cumplen con estos requisitos son considerados informales e ilegales.
Vanessa Sánchez (40) es la dueña del Eleam privado donde vive Juanita Núñez. Enfermera de profesión, lleva diez años trabajando en el rubro de la geriatría. Se ha especializado en eso, y en sus ojos y su voz se palpa su vocación y el amor hacia sus residentes. Admite que no es fácil, que hay que tener paciencia: los adultos mayores no son “un vaso con leche siempre”.
A veces gritan, pegan, lloran.
Asegura que muchas residencias están cerrando: “Muchos se han cansado. Conozco a cinco personas que han cerrado en menos de un año y a tres que tienen la intención. Ya no dan más”.
La sobredemanda: “No nos entran más”
Los resultados del Censo 2024 confirman el envejecimiento de la población chilena: el 14% de las personas tiene 65 años o más, cifra que en 1992 era de solo 6,6%. Hoy, por cada 100 menores de 14 años, hay 79 personas mayores de 65. Según María Beatriz Fernández Lorca, profesora del Instituto de Sociología de la Universidad Católica e investigadora del Instituto Milenio MICARE, Chile es uno de los países más envejecidos de la región. “Cada vez habrá un mayor número de personas que requieren de cuidados a largo plazo especializados”, dice. Para la experta, los Eleam son entidades que “prestan estos servicios” en un contexto en el que la oferta pública “es muy baja”. En ese escenario, los Eleam juegan un rol clave, pero la oferta pública sigue siendo muy limitada.
Verónica Castro, terapeuta y directora de coordinación de la Red Eleam —fundación privada que apoya a 192 residencias privadas — admite que actualmente “no están las condiciones” para recibir a más personas mayores, ya que “las residencias están a tope de cupos”. Esta falta de capacidad queda en evidencia en un informe del Observatorio del Envejecimiento UC-Confuturo que señala que 260 mil personas mayores no tendrían acceso a cuidados en caso de necesitarlos. El mismo estudio muestra que en Chile solo hay 24.178 cupos disponibles, distribuidos en los diferentes hogares, para atender al total de 288.346 personas mayores que sufren de dependencia severa.
Para Octavio Vergara, exdirector de Senama y actual director ejecutivo de Sello Mayor, una iniciativa chilena que promueve la integración activa de adultos mayores en empresas, la red está colapsada debido al rápido envejecimiento de la población. Además asegura que “en Chile el Estado no trabaja coordinadamente con el sector público, por lo que no puede disponer o entregar recursos (Senama solo puede entregar, por ley, recursos a fundaciones u organizaciones sin fines de lucro)”. Para el exdirector, la única manera de hacer frente a la sobredemanda es transformar el modelo de negocio privado. “Se tiene que hacer una alianza público-privada; para que esto cambie hay que inyectar recursos privados”, advierte.
Paula Soto (33) es religiosa en el Hogar Juan Pablo I de la Fundación Las Rosas, ubicado en Independencia. Como Eleam público, es una de las pocas instituciones que recibe a quienes no pueden pagar más que su pensión. Por lo mismo, el hogar está constantemente lleno. Por medio de Fonasa, llegan miles de adultos mayores que necesitan un establecimiento donde pasar los últimos años de su vida. “Somos la familia que tienen”, admite Soto. Por ello, los 64 cupos de este hogar están constantemente en uso. Si es que alguien muere, es reemplazado rápidamente.
El déficit: “Malabares para ingresar”
A la falta de cupos se suma otro factor relevante: el precio. La demanda es muy alta, la oferta baja y mantener una residencia es muy costoso. Este desajuste económico es transversal: en la mayoría de los Eleam, los ingresos recibidos por residente no cubren los costos reales de atención. Esto es lo que advierte el gerente general de la Fundación San Vicente de Paúl, Felipe Soul, quien asegura existe una desproporción entre la pensión del adulto mayor y el costo de cuidado personal de cada residente, de acuerdo con los requerimientos exigidos por la ley, que aboga por una infraestructura, cuidados y cuidadores específicos. “No hay consciencia en la sociedad civil de la tremenda problemática”, dice. “El costo de cada residente, por la normativa que se nos exige, no se condice con los ingresos que tiene la mayoría de los adultos mayores”.
Según un estudio de la Universidad San Sebastián, realizado por la Facultad de Economía y Gobierno en conjunto con el Centro de Políticas Públicas, “pensiones pagadas por años cotizados y género: abril 2024” , la pensión promedio de los que cotizaron más de 20 años es de $546.284, mientras que el gasto mínimo por residente es de $1.000.000 mensuales, sin contar extras. Eso es lo que se gasta entre pañales, comida, kinesiólogos, terapeutas, cuidadores, enfermeras, remedios, entre otros insumos.
Nicoll Romero es directora técnica del Eleam Santa Margarita en Providencia. Este centro es privado. Según su experiencia, muchas familias hacen esfuerzos muy grandes para lograr ingresar a sus adultos mayores a la residencia, pero simplemente no pueden costearlo. “Es muy complejo el hecho de que no les alcanza”, dice.
Los fondos públicos destinados a los Eleam a través de Senama se asignan por medio de la Ley de Presupuestos del sector público. Senama abre convocatorias a nivel nacional para que los Eleam privados sin fines de lucro postulen al Fondo Subsidio Eleam. En 2025, Senama destinó aproximadamente $11.500 millones a este subsidio, permitiendo financiar 155 establecimientos a nivel nacional
Carolina Retamal, trabajadora social de Senama, señala que el subsidio mensual por residente está asociado a la dependencia de la persona mayor. Los que presentan una dependencia leve a moderada reciben un subsidio de $120.000 mensuales, mientras que aquellos con dependencia severa reciben $150.000 al mes. Las plazas flujo (como se conoce a instituciones con resolución sanitaria, menor o igual a 12 meses de antigüedad) reciben mensualmente un aporte de $180.000 por usuario. Estos valores se reajustan a la UF según el año de postulación del convenio.
Soul reconoce que, en la Fundación San Vicente de Paúl, actualmente tienen 60 camas desocupadas en todo Chile. Pero no es por falta de demanda, sino porque “el modelo estructuralmente no se sostiene”. Para evitar colapsar financieramente, muchas residencias se ven obligadas a mantener cupos vacíos, aún cuando hay adultos mayores que los necesitan. “No da la matemática, de algún modo hay que mantener el déficit”, explica.
Octavio Vergara, exdirector de Senama, sostiene que el país no está preparado para enfrentar el envejecimiento de la población. Mientras la necesidad de abrir más residencias se vuelve urgente, las que ya existen lidian con una realidad insostenible. El gerente general de la Fundación San Vicente de Paul admite que desde el mundo público, nadie se ha hecho cargo del cuidado del adulto mayor. “Senama y Seremi multan, cada uno por su parte y por sus reglas, sin mantener conversación entre ellos. El problema que vivimos es una consecuencia de cómo se manejan las políticas públicas en Chile. Uno padece la falta de comunicación dentro del Estado”, dice Soul.
Las multas, realizadas por la Seremi de Salud, se aplican por el incumplimiento del decreto n° 14 y n°20, los que definen los requisitos mínimos de infraestructura, recursos humanos y sanitarios, así como las condiciones de habitabilidad que debe tener un Eleam para mantener su autorización sanitaria. Los establecimientos pueden incumplir en infraestructura, protocolos de atención y cuidado, cantidad de personal, entre otros.
A esto se suma el agotamiento del sistema: Verónica Castro, de Red Eleam, señala que un 15% de las residencias ya ha cerrado por falta de apoyo. Esto ha dejado a más de 143 adultos mayores sin hogar, en un contexto donde las multas por incumplimientos —que pueden superar los $500 mil— terminan por asfixiar a hogares que ya operan al límite.
Jacinta Bulnes es estudiante de tercer año de periodismo en la @fcomuc.
Hizo su practica interna en @modulo2uc y actualmente es editora de la revista @revistakmcero. Es su primera vez publicando en un medio.
Gracias por visibilizar una realidad tan cruda y necesitada de acciones concretas para que mejore!!!