En los extremos o colas de las ferias libres autorizadas se ubican comerciantes ilegales que realizan actividades sin permiso municipal. Son los llamados coleros. Mientras algunos buscan regularizarse para pagar patente y trabajar legítimamente, otros desatan disturbios, venden alcohol, pelean por los puestos, y son agresivos con los inspectores municipales. Su comportamiento impide una correcta fiscalización de estos espacios y afecta el proceso de obtención de patente de otros coleros.
Por: Antonia Villalobos Ramírez
Edición: Almendra Mendez
Desde hace 28 años, Carmen Armijo (68) llega todos los miércoles y sábados a las seis de la mañana a instalar su puesto en calle Beaucheff en la comuna de Pedro Aguirre Cerda donde vende libros y chalecos para mascotas. Ella es una de los trescientas coleros, es decir, feriantes ilegales que trabajan en esta calle. Se los conoce así pues no cuentan con la patente municipal que les permita comercializar en la vía pública. Armijo se instala en el extremo de la feria libre Ismael Valdés. Esta feria funciona desde hace 30 años los miércoles y sábados en Enrique Matte, entre avenida Club Hípico y Manuela Errázuriz.
Armijo es la segunda de cuatro hermanos. Su nombre es Carmen, pero prefiere que le digan Lucy. Ha vivido toda su vida en Pedro Aguirre Cerda y estudió educación de párvulos, profesión que nunca llegó a ejercer. Se tituló a los 25 años, pero según ella su madre la obligó a cuidarla y no la dejó trabajar. Cuando murió, Armijo tenía 40 años y poca energía para tratar con niños. Un día su padre decidió que no le pagaría más la pensión, así que Armijo agarró todos los libros que había en su casa y los fue a vender al paradero más cercano.
Es crucial la constancia de Armijo, porque si deja de ir, otros coleros se tomarán su puesto y le quitarán el espacio.
Los conflictos por los espacios de trabajo son habituales en la cola de las ferias, que se producen porque ningún colero paga una patente municipal que les otorga el derecho a usar un lugar determinado. Armijo cuenta que hay un grupo de 120 coleros organizados en la Agrupación Solidaria El Trigal que existe desde hace 12 años, y de la cual ella es la presidenta. La organización espera regularizarse para obtener la patente, y así poder trabajar tranquilos. “Esa es nuestra lucha, nosotros queremos que nos cobren, no queremos trabajar gratis”, asegura.
Los coleros de la agrupación mantienen constantes reuniones con los inspectores y feriantes regulares, pero no llegan a ningún consenso. Según Armijo, siempre priorizan los problemas de los comerciantes establecidos.
Claudio Ibáñez, director de Desarrollo Económico de la Municipalidad de Pedro Aguirre Cerda, explica que el aumento de coleros se da porque hay muchos vecinos con precariedad económica y por eso se les permitió – de manera informal – instalarse en los extremos de las ferias autorizadas. “La municipalidad no otorga patentes a estos vendedores, ya que operan en espacios no habilitados para el comercio, como pasajes que deben mantenerse despejados”, dice.
En épocas festivas el problema se agudiza. Hace unas semanas, en la comuna de Maipú, los coleros alcanzaron notoriedad luego de ser desalojados del lugar por parte de Carabineros y el Departamento de Fiscalización Municipal de Maipú en la feria libre ubicada en Avenida El Descanso. El operativo buscaba desalojar a los vendedores informales que obstruyen la salida de emergencia de la Séptima Compañía de Bomberos. Según Carabineros, la mayoría de los coleros accedió a retirarse. Sin embargo, hubo personas que no siguieron la orden, provocando discusiones en la calle. Tras eso, quienes se resistieron recibieron infracciones y el decomiso de su mercadería.
Los comerciantes ilegales defendieron su necesidad de trabajar y afirmaron que no perjudicaban el accionar de Bomberos. Estos, por su parte, explicaron que la presencia de estos vendedores dificulta la atención de emergencias. Desde la municipalidad, justificaron el operativo como parte de un plan para ordenar las ferias libres e instaron a los coleros a solicitar patentes. Sin embargo, algunos vendedores afirmaron a Tele13, que han tratado de regularizar su situación pero no han tenido respuesta, “venimos luchando y nunca nos dan solución”.
En Pedro Aguirre Cerda, una comuna con 104.462 habitantes, además de la feria libre Ismael Valdés, hay otras ocho autorizadas. Son la principal fuente de abastecimiento de los vecinos, pues la comuna solo tiene siete supermercados. Una cifra baja si la comparamos con los quince que en Lo Barnechea, que tiene 131.053 habitantes, o los 32 que tiene Las Condes con una población de 294.838 personas.
ACABAR CON “LA MAFIA”
En la cola, al igual que en la feria, existe una demarcación realizada por la municipalidad. Son líneas amarillas pintadas cada tres metros en el pavimento. Ese es el espacio que tiene cada feriante para comercializar.
Marcela Cortés es colera desde hace cuatro años y, al igual que Armijo, está esperando una patente. Asegura que algunos coleros actúan como una mafia, pues muchos no respetan la demarcación. Si un feriante deja de ir, los demás coleros se tomarán su puesto. No pueden hacer nada, afirma, porque son violentos y se defienden entre ellos para seguir agrandándose. “Aquí somos pocos los que tenemos tres metros. Al frente tienen 27 metros en una sola familia, ¿es o no es una mafia?”, agrega.
Además de los conflictos por los puestos, en la cola se instalan carros que venden comida sin resolución sanitaria. Tienen toldos y mesas donde la gente se sienta a comer. Existe un puesto que vende mojitos y micheladas a $2.000 pesos. Algunos coleros, incluso consumen alcohol en la vía pública, lo que ha generado peleas y discusiones. Cuando son fiscalizados, esconden el alcohol y en su lugar lo reemplazan con otra mercadería porque está prohibido su consumo y venta en ferias libres. También se puede encontrar a personas que comercializan ilegalmente medicamentos y cigarrillos. Armijo afirma que son bandas y que meterse con uno de ellos, significa enfrentarse a un grupo.
Según Claudio Ibáñez, director de Desarrollo Económico de la Municipalidad de Pedro Aguirre Cerda, la presencia de los feriantes ilegales y los conflictos que provocan se deben a la poca capacidad de fiscalización que tiene el departamento de inspecciones del municipio. Hasta la pandemia, la comuna contaba con cinco inspectores. Entre 2023 y 2024, esta cifra aumentó a 12, aunque lo ideal sería contar con 20. Sin embargo, según conversaciones recientes con Ibáñez, nuevamente tuvieron una nueva baja en el número de inspectores municipales, quedando sólo seis.
Cortés y Armijo, como coleras que buscan regularizarse, resienten la poca fiscalización. No pueden trabajar tranquilas. Cortés cree que si la municipalidad fiscalizara y les otorgara una patente, “se acabaría la mafia”.
La Ordenanza Municipal N°3 sobre comercio en la vía pública, de la Municipalidad de Pedro Aguirre Cerda, prohíbe la venta de alcohol y la preparación de alimentos en la calle. Establece que los inspectores municipales deben fiscalizar el ejercicio del comercio ambulante y velar por el cumplimiento de las normas establecidas en la ordenanza. Pero Álvaro Silva, jefe de Inspecciones de la Municipalidad de Pedro Aguirre Cerda, señala que los inspectores no dan abasto para fiscalizar regularmente y cumplir con lo establecido en la ley.
Para ponerlo en contexto, los doce inspectores del departamento deben fiscalizar el comercio establecido, el retiro de vehículos abandonados y el comercio ilegal. Para ferias libres, solo hay ocho inspectores y Silva asegura que “están asustados con los coleros”. Han tenido que soportar desde amenazas de muerte hasta agresiones físicas.
En diciembre del año pasado, coleros de la feria Treinta de Octubre golpearon a dos inspectoras que fueron a fiscalizar un puesto de verduras que en realidad vendía carne. Ambas inspectoras tienen prohibido, por orden psiquiátrica, volver a fiscalizar una feria. Los demás inspectores estuvieron dos meses sin ir a una, como señal de protesta por la violencia sufrida. Para volver, exigieron mejoras en las medidas de seguridad como: chalecos antibalas y cascos. A raíz de los hechos de violencia en su contra en el último tiempo, los inspectores han decidido ir en grupo de hasta seis personas a fiscalizar ferias grandes y de cuatro para ferias más pequeñas.
SACAR ADELANTE LAS FERIAS LIBRES
Mabel Rojas, jefa de Renta de la Municipalidad de Pedro Aguirre Cerda, explica que para otorgar patente se necesita un documento redactado por los inspectores, que especifique la cantidad de puestos y personas que quieren regularizarse, su documentación, ubicación y mercadería. Dichos datos son difíciles de obtener porque el proceso de fiscalización es lento, los inspectores no logran abarcar todas las ferias, algunos coleros son conflictivos, se cambian constantemente de lugar, se toman otros puestos, y muchos de ellos no están dispuestos a pagar una patente. “El proceso nunca termina”, afirma Rojas.
Para autorizar una feria de coleros -o de extremos- en Beaucheff, se necesita modificar la Ordenanza Municipal N°3 y regularizar la calle para que sea una feria. Porque ellos, como coleros, no están contemplados en el documento. Además, deben tener personalidad jurídica que los reconozca como una entidad capaz de tener obligaciones y realizar actividades comerciales.
Rojas advierte que en 2022 se creó la feria de Fraternal, la única de coleros en la comuna. Se regularizó la calle, se modificó la ordenanza y se entregaron 55 patentes municipales. Pero solo han pagado doce.
Armijo asegura que los coleros de su agrupación tienen personalidad jurídica desde 2012. Para obtenerla, Armijo durante ese año pidió autorización mediante una firma a todos los vecinos de la calle Beaucheff. Sostiene que, si les preguntara ahora, no todos estarían de acuerdo, por el mal comportamiento de algunos coleros. Según Hernán Zamorano, presidente de la Junta de Vecinos Universidad de Chile, los coleros “son de armas tomar” y afectan la seguridad del barrio.
En muchos casos propagan el delito de la falsificación. Martina Ramírez, colera desde hace 10 años en Beaucheff, relata que el año pasado llegaron coleros a vender relojes y cinturones de la marca Guess. Toda su mercadería era robada. Más tarde, llegó un grupo de hombres a pelear con esos feriantes ilegales. Discutieron y sacaron pistolas. No hubo balazos en esa ocasión, pero, según Erica Valdés, vecina del sector, han ocurrido peleas en la cola y en la plaza frente a la feria, donde sí ha habido disparos.
Ramírez no forma parte de los 120 coleros organizados y solo va los sábados a vender ropa usada en la extensión de la feria. Llega a las seis de la mañana para que no le quiten el puesto. No ha buscado regularizarse. Este tipo de situaciones complican el proceso de fiscalización.
“Primero tenemos que sacar adelante a las ferias libres”, dice Ibáñez de la Municipalidad de Pedro Aguirre Cerda. Ibáñez agrega que cuando terminen de regularizar las ferias, se tendrá certeza de los espacios disponibles en los extremos y se hará un llamado para postular a una patente municipal. Con ello, explica Ibañez, se creará un comité municipal directivo que revise el comportamiento de los coleros.
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Antonia Villalobos (@antovillalobos_) es estudiante de cuarto año de la carrera de Periodismo. Hizo su práctica interna en @Radio.uc , donde se encargó de crear notas web. Actualmente, es ayudante del curso Ética de las Comunicaciones y es su primera vez publicando en la revista.