
Espíritu de acero
Distintas agrupaciones recrean la época medieval durante los fines de semana. Se visten de caballeros y vikingos como si estuvieran en la Europa del siglo XIII. Desde Santiago hasta Concepción, ocupan plazas públicas para realizar acondicionamiento físico, entrenar para combates y estudiar para crear con precisión los implementos que necesitan.
Texto y fotos por Katherine Páez Ramos
Frío. Lluvia. Barro. Nada puede detener a los guerreros. Pequeñas tiendas de lino verde sostenidas por estructuras triangulares de madera están esparcidas por el pasto mojado. Estoicas, resguardan ante truenos y agua. Se levantan fogatas para calentar las manos, pero también para cocinar con cacerolas. Se estrellan las hachas danesas contra las ramas que avivarán las llamas. Seis estandartes se erigen en el campamento: Fimbultyr, Cuervos de Odín, Lobo Blanco, Varmesjord, Stor Elv y Einherjer.
Los Cuervos realizan su cábala tradicional: gritan mientras besan un pezón de cordero para la suerte. En Fimbultyr, su Konnungr (rey) sacude su túnica de cuero y gambesón azul para luego acomodar el yelmo sobre su largo pelo rojo. De la barba del Konnungr cae agua mientras suena el cuerno de guerra. La batalla de Stamford Bridge va a comenzar.
La época medieval revive cada fin de semana en distintos parques de Chile. En Santiago, Curicó, Viña del Mar, Talca y Concepción se reúnen grupos para entrenar y compartir sus conocimientos sobre la época. “El plus de la edad media es que puedes utilizar una espada templada de acero auténtica y un escudo, y si cuentas con el equipo puedes combatir con otra persona de verdad”, cuenta Melisa Bravo (33 años), estudiante de peluquería canina y participante de La Hermandad Teutónica de Chile. Este grupo recrea a la Orden de los Caballeros Teutónicos, fundada en Palestina en el año 1190 durante la Tercera Cruzada y conformada por monjes que decidieron tomar las armas para expiar sus pecados.
Rafael Guajardo (28 años) del mismo grupo, quien trabaja también en un centro de llamados, explica que las telas y armaduras tienen que ser tal cual como evidencian los descubrimientos arqueológicos y registros históricos de la época. “Hay agrupaciones que utilizan canilleras de motos, en nuestro caso es una pieza de acero, la greba”, detalla Guajardo.

La indumentaria es parecida a lo que la ficción acostumbra a mostrar: en el torso se utiliza una cota de mallas que evita cortes y pesa 15 kg. En la cofia que se coloca en la cabeza se suman tres kilos y cinco más van en las piernas; bajo la malla va un gambesón -una chaqueta acolchada- que permite que los golpes no lleguen tan fuertes.
Los implementos de acero como espadas y cascos cuestan entre $100.000 a $300.000 e incluso más si se traen importados del extranjero. No solo armarse es caro, la vestimenta también necesita un alto presupuesto. La tela para un traje de civil cuesta mínimo $20.000 sin contar la confección y a esto se suman los elementos de recreación como carpas o cocinas para generar el ambiente medieval. En general, son los propios recreadores quienes fabrican a pulso los objetos.
Campesinos preparando guisos en calderos, aldeanas trabajando en los telares, juglares tocando música, artesanos de joyería y herreros junto a vendedores de hidromiel, una cerveza dulce de al menos 10º de alcohol, son algunas de las cosas que se ven en los eventos que recrean el Medioevo. Uno de los últimos realizados en Santiago fue la conmemoración de la Batalla de Stamford Bridge (1066), en la que los vikingos intentaron conquistar Inglaterra y lucharon en un puente. Esta competencia es organizada por el conjunto Lobo Blanco, agrupación que recrea a la cultura normanda, y el ganador es el último grupo que logra mantenerse en pie.


En esta ocasión fueron seis los clanes que pelearon en equipos de cinco combatientes con escudos de madera decorados por colores rojos y verdes, diseñados para imitar visualmente a los históricos. Sobre una plataforma elevada a medio metro del piso, cada clan formó una pared de tres adargas y detrás se ubicaron las lanzas y hachas. Ricardo (45 años) más conocido como Ragnar Blodigocks por sus compañeros, fue quien diseñó el evento en 2016. “Te aseguro que no hay uno así en ninguna otra parte del mundo, el formato es único”, dice sobre el escenario. Esta vez no hubo accidentes, pero el año anterior una lanza atravesó la rodilla de un competidor. Las lesiones en manos y cara por movimientos a destiempo son típicos al tratarse de una disciplina de contacto.

Juan Pablo Ayala, profesor de educación física, pasó por otros dos grupos antes de llegar a La Hermandad Teutónica: Lobo Blanco, que recrea a la cultura vikinga en el parque Quimey de San Bernardo y el Centro de Esgrima Histórica del parque San Borja. “Lo que atrae a la gente es que toca tu instinto, volver a tus raíces. Un profesor me explicó que los seres humanos tienen memoria genética, y cuando nos juntamos en un asado nos quedamos hipnotizados con el fuego, porque recordamos cómo celebrábamos la caza, es parecido con los combates”, explica Ayala.
Javier Norambuena (22 años), estudiante de Derecho y miembro de Einherjer, clan nórdico de Talca, dice: “La gracia del combate no es ganarle a otro, es irte superando”, y remarca: “También es especial poder compartir con gente igual de culta sobre un tema tan específico”. Si bien no es necesario combatir para ser recreador. Felipe Saenz (29 años), tornero mecánico y participante de La Hermandad Teutónica, cuenta: “La gente se prende con las batallas, no todos los días ves a alguien agarrándose a espadazos”.
El arte del combate medieval

El Centro de Esgrima Histórica, existe desde el 2009 en la comuna de Santiago. Sus integrantes se inclinan por la práctica de artes marciales medievales, en particular del formato H.E.M.A (Historical European Martial Arts). Esta iniciativa funciona como un curso anual, tiene un currículo específico para tres niveles (básico, intermedio y avanzado) y el entrenamiento se divide en escuela Germánica e Italiana.
Gracias a fondos públicos de la Municipalidad de Santiago –alrededor de un millón por año- han logrado comprar equipo. Este incluye símiles de espadas largas sin filo y sin punta, hechas de sucedáneos de madera o plástico, con las que practican las formas al aire. Solo los que llevan un par de años pueden ocupar las armas de acero.
Rodrigo Silva, instructor del nivel básico, explica que ellos se dedican a: “Reconstruir, a través de manuales, técnicas antiguas con la espada para un contexto deportivo moderno”. Estos son los códices que dejaron los maestros de estas artes entre los siglos X y XV. Iván Rabanal, instructor del nivel avanzado en escuela Italiana, dice que llega mucha gente a inscribirse, pero la mayoría se retira. “Creen que es más recreación y fantasía, cuando la realidad es que el acondicionamiento físico es el de un deporte más”, comenta Rabanal.
Otra manifestación de la esgrima antigua es el Combate Histórico Medieval (HMB), deporte internacional creado en 2010, cuyo octavo mundial se realizó en Barcelona en 2017. “Son combates en armadura full contact, nos damos con todo”, cuenta Sebastián Muñoz, uno de los fundadores del Batallón Draconia, el primer grupo de HMB chileno. A diferencia de los recreadores que en general aplican de forma bruta las técnicas y del H.E.M.A que busca replicarlas con precisión, Muñoz explica que acá: “Los implementos que usamos, como la armadura, tienen una estilización deportiva para cumplir con estándares de seguridad, aunque están basados en análogos históricos”.


Los combates de HMB son cortos y tienen distintas modalidades, pasando del uno contra uno hasta duelos masivos que pueden ser más de 50 personas por equipo, en los que gana el lado que termine con más hombres de pie. En Latinoamérica los países que suelen asistir a los mundiales son Brasil, Argentina y México. “La primera vez que fue Argentina, llevaron armaduras que pesaban entre 40 y 50 kg. Pelearon con Rusia y Polonia que tenían protecciones más ligeras y perdieron en menos de 10 segundos”, recuerda Muñoz. En Chile hay siete clubes activos: seis en Santiago y uno en Viña del Mar.
La inmersión en la recreación llega a lo emocional en la mayoría de los grupos. “Me siento apoyado por todos, Cuervos es como una familia”, dice Juan Mancilla (19), miembro del conjunto Cuervos de Odín que recrea a la cultura vikinga en Viña del Mar. La cantidad de ferias se ha intensificado desde hace un par de años gracias a series como Game of Thrones y Vikings, solamente en noviembre y diciembre habrán alrededor de 20 eventos.
Sobre el autor:Katherine Páez Ramos es estudiante de Periodismo y escribió este reportaje en el curso Taller de Prensa. El artículo fue editado por Jaime Flores en el curso Taller de Edición en Prensa.