
El tic tac de las moscas
John Ewer lleva la mitad de su vida experimentando con pequeñas moscas que le permiten entender el funcionamiento del cuerpo humano. Estos insectos casi microscópicos han sido la pieza clave en su investigación sobre reloj biológico en los seres humanos, aquel que regula nuestro cuerpo día a día. Hoy, este cronobiólogo busca cambiar el huso horario en Chile.
Por Magdalena Fuenzalida
John Ewer (57) mira como una mosca cruza por su laboratorio, es pequeña y no hace ruido. “Se debe haber escapado esta rebelde”, dice. Se encuentra en una pieza de dos metros de ancho por cuatro de largo, ubicada en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valparaíso. En el mesón hay dos microscopios y contra las paredes, lo que parecen ser dos refrigeradores. En la habitación hay un estante que guarda más de 4.000 frascos pequeños, adentro están “las chicas de John”, como solía llamar la madre de Ewer a las moscas con las que trabaja su hijo.

Viste pantalones y zapatillas de trekking, como si fuera a ir de camping. Sobre su chaleco tiene un broche con forma de mosca. “Si a una persona le preguntas qué tiene en común un humano con una mosca, probablemente no sabrá qué responder, pero la verdad es que somos iguales”, dice Ewer, mientras se balancea en su silla.
La drosophila melanogaster más conocida como la mosca del vinagre, ha llevado a cinco grupos de científicos a ganar el Nobel en Biología en más de una oportunidad. El equipo que recibió el galardón en 2017, estuvo conformado por los profesores de John, con una investigación respecto a los relojes biológicos que regulan cuando una persona se despierta o se duerme. “Si yo cierro esta sala y la hago completamente oscura, uno se va a dormir, porque tienes un reloj interno que regula eso”, dice el cronobiólogo.
La cronobiología o la llamada “ciencia del tiempo” se centra en el estudio de los ritmos biológicos, que regulan no sólo la atención, sino también coordinan todo el cuerpo. “Como somos animales diurnos, funcionamos y hacemos todo durante el día, todos los órganos están sincronizados a una hora determinada”, explica el científico.
Desarrollar alas
Desde pequeño le interesó entender el funcionamiento de las cosas. Su padre, un inglés que llegó escapando de las secuelas de la II Guerra Mundial, siempre les dijo a sus dos hijos, Joan y John: “You don’t guess, you look it up” (No adivinas, lo buscas). Él los motivaba a investigar cómo funcionaban las cosas.
La mayoría de los fines de semana y vacaciones de su infancia los vivió acampando. Joan Ewer, su hermana mayor, cree que estas experiencias los marcaron a ambos a estudiar Biología, aunque ella abandonó la carrera, la pasión por la naturaleza persistió. Hoy, ambos son socios del parque Ahuenco en Chiloé, una iniciativa que busca proteger la naturaleza.
Cuando creció, a John le tocó estudiar su licenciatura durante la dictadura de Augusto Pinochet, por ende, no tuvo acceso a materiales especializados, y creaba sus propios microscopios con lo que tenía a mano.

En 1985 viajo a hacer su doctorado en Estados Unidos, título que obtuvo de Brandeis University en 1991. Ahí vivió 20 años y conoció a su esposa Kathleen Whitlock. Fue en ese país que encontró la que sería su pasión: las ventajas de estudiar a los humanos a través de las moscas. Experimentó con polillas y ratones, pero era más barato mantener a las moscas, además de que su reproducción es más rápida. “No era lo mismo, estas pequeñas malditas son lo mío. La ventaja es que es fácil ensayar con ellas, es mal visto experimentar con humanos”, bromea Ewer.
Valeria Silva, biotecnóloga de la Universidad Andrés Bello, una de las 12 personas que lo acompañan en su laboratorio en Valparaíso y su asistente de laboratorio hace tres años, acaba de botar unos cerebros de mosca que estaba observando para ver las redes neuronalesy la implicancia de una hormona en la regulación del sueño. “Es como matar una hormiga”, dice Valeria, encogiéndose de hombros mientras ríe. En la pared hay varios pósters de moscas, entre ellos uno que muestra la cabeza de una mosca.

¿Qué hora es?
En Chile el sol se levanta a las 8 am, hora de entrada para varios colegios del país, por lo que un niño se despierta por lo general una o dos horas antes, obligando al cuerpo a activarse antes de que la luz natural aparezca. “El cuerpo se despierta por lo general acorde al sol, entonces queda un déficit de sueño, lo que es más serio en los niños”, dice John.

El objetivo de John es mover el sol, que salga más temprano. “El horario de invierno en Chile está sincronizado con el de Bolivia, pero el que corresponde es el de Perú”, explica, ya que cree que es clave para que el reloj biológico funcione bien en los chilenos. Lleva varios años intentando cambiarlo, entrevistándose con políticos y agrupaciones gubernamentales.
En mayo, junto con el senador Guido Girardi (PPD), el Premio Nacional de Ciencias, Ramón Latorre y Carmen Gloria Betancourt, psiquiatra y académica de la Universidad de Concepción, presentaron un proyecto para que se cambie el horario y amanezca más temprano. Aunque este año no lo lograron, John manifestó su descontento en los medios con el cambio al horario de verao y tiene esperanza de que en el futuro se concrete un cambio.
“Y pensar que todo surgió por esta cosa miserable, chiquitita”, dice John mientras intenta agarrar una mosca que vuela libre por su laboratorio.
Sobre la autora: Magdalena Fuenzalida es estudiante de Periodismo y escribió este artículo en el curso Taller de Prensa. El artículo fue editado por la estudiante de Periodismo, Sofía Campusano.