
El que habló por los desaparecidos
Luis Ciocca Gómez, odontólogo forense y profesor de la Universidad de Chile, hizo el primer reconocimiento de una detenida desaparecida en dictadura. La identidad de Marta Ugarte, cuyo cuerpo se encontró en 1976, fue develada mediante su dentadura. Desde entonces, Ciocca ha trabajado para hacer de la Odontología Forense una especialidad universitaria.
Por Javiera Uribe Zapata
Artículo ganador en la categoría prensa escrita para universitarios de la versión 2018 del Premio Periodismo Memoria y Derechos Humanos.
Camina despacio por su oficina en el tercer piso de la Facultad de Odontología de la Universidad de Chile, la misma donde recibió su título en 1966 y en la cual hoy, con 79 años, hace clases de Odontología Legal y Forense. En su escritorio hay dos cráneos reales y papeles que deberá leer con la ayuda de gruesos anteojos. En una esquina de la pequeña oficina hay un esqueleto falso con un cartel: “Yo fui lo que tú eres. Tú serás lo que yo soy”.
El Dr. Luis Ciocca, no tenía dentro de sus planes dedicarse a la Odontología Forense. Tampoco, lo que le sucedió en 1976.

Se recibió como odontólogo a los 28 años. Luego de especializarse en ortodoncia se instaló en una consulta en Vicuña Mackenna. Una década más tarde, a fines de septiembre de 1976, recibió un llamado telefónico. Eran sus pacientes Hilda y Berta Ugarte. Le informaron que su hermana Marta Ugarte, también paciente del doctor, estaba desaparecida hace un mes y que había un cuerpo femenino en el Servicio Médico Legal. Suponían que podía ser ella.
Marta Ugarte Román, funcionaria del gobierno de Salvador Allende y miembro del Comité Central del Partido Comunista, desapareció el 9 de agosto de 1976. Luego de pasar por el centro de tortura Villa Grimaldi, fue asesinada y su cuerpo lanzado al mar. El mismo destino que tuvieron más de 400 detenidos desaparecidos entre 1974 y 1978.
Los restos fueron encontrados en las costas de la playa de La Ballena en la V Región. El Informe Rettig (1991) describe las condiciones en que se encontró el cadáver hace 41 años: fractura de columna y costillas, ruptura de hígado y bazo además de luxaciones en los hombros y la cadera.
Su rostro presentaba lesiones, quemaduras recientes y heridas punzantes, le faltaba un trozo de la lengua en el lado izquierdo y tenía una fractura de mandíbula. No había registro de huellas dactilares, el cuerpo estaba catalogado como NN. Su dentadura se mantenía en buenas condiciones y presentaba procedimientos aparentemente recientes, intentar que su dentista reconociera el cuerpo era la única esperanza para confirmar que era ella.
Luis Ciocca llegó de Iquique a estudiar odontología a Santiago en 1956. En esa época participó en las Juventudes Comunistas y con 21 años votó por Salvador Allende. “Nunca dudé en ir a reconocer a Marta, lo sentí mi obligación ética”, recuerda Ciocca. “Lo que sí dudaba, era que fuese su cuerpo, había leído la noticia en los diarios y hablaban de haber encontrado a una joven de 23 años. Ella, en ese entonces, tenía 42”, cuenta el dentista.


Ciocca logró dar con su nombre luego de revisar fichas, radiografías y modelos. Encontró una extracción y una corona dental que él mismo había colocado con un pequeño perno en la boca de la paciente. “No había visto un muerto desde que estudiaba anatomía en la Facultad en el 61”, dice. El cuerpo pertenecía sin duda a Ugarte, la primera detenida desaparecida de la dictadura en ser identificada.
“Conocía mucha gente de izquierda, atendía a miembros de la Contraloría y el Ministerio de Hacienda y Relaciones Exteriores del gobierno de Allende. No era una persona desinformada, y aun así ninguno de nosotros pensaba que los detenidos estaban muriendo”, cuenta el doctor. Un tiempo antes de desaparecer, Ugarte le había pedido eliminar todas sus radiografías y que le cambiara el nombre a todos los documentos. Ciocca los registró bajo sus iniciales, otras veces bajo un nombre falso: Carmen Soto, pero no eliminó nada. “Yo tenía 30 años, si no hubiera dicho que era ella, cómo habría podido vivir después”, reflexiona hoy.
Colegas y discípulos coinciden en que el dentista es una persona amable, de personalidad dulce y tranquila que pasó por un momento álgido de la historia. Andrea Muñoz, colega de Ciocca hace más de 20 años, dice que esa calma “no es algo que se haya dado con la edad. Tú lo ves por los pasillos solo, pero no creo que sea individualismo, sino que se auto excluye. Ha tenido que enfrentar muchas cosas, reconocer el cuerpo de Marta y después empezar a desarrollar la disciplina sin ayuda al comienzo, a eso te vas acostumbrando.”
En la mañana del 27 de septiembre de 1976, Ciocca identifica a Ugarte en el Servicio Médico Legal. Tres días más tarde, se sorprende al ver su nombre en los diarios. La Segunda lleva el título Dentista identificó a asesinada de la playa La Ballena . La Vicaría de la Solidaridad contactó a Ciocca ese mismo día, le advirtieron que miembros de la DINA podrían visitarlo, que tuviera cuidado y que no cayera en trampas.
Esa misma tarde de septiembre, pocas horas después de reconocer el cuerpo de Ugarte, al odontólogo lo esperaban dos camionetas con las luces bajas afuera de su oficina. Al notar que se dirigían hacia él, volvió a entrar y salió junto a su asistente y el último paciente que aún estaba en la consulta. En grupo caminaron en dirección opuesta y perdieron a los persecutores.

Los siguientes días, recibió tres visitas. Un hombre que se identificó como periodista, le pidió fotografiar sus registros. Al día siguiente se presentó una mujer acompañada de tres hombres, dijo que la había enviado un conocido de Ciocca, y le pidió ayuda porque estaba sufriendo una pérdida durante su embarazo. “Yo como estaba saltón con lo que había pasado supe de inmediato que me querían involucrar en algo raro, pero siempre intenté hacerme el desentendido”, recuerda. El doctor no volvió a ver a la mujer o al supuesto periodista después.
La última visita fue de un miembro de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE), que se identificó como tal, preguntándole si estaba seguro de que el cuerpo encontrado pertenecía a Marta Ugarte. “Cuando me dijo eso, le respondí que me ofendía al preguntarme si estaba seguro, no había duda. Le dije que ella venía siempre sola a sus consultas y que tenía un excelente concepto de ella, siempre ordenada, metódica y metida en su trabajo” , recuerda Ciocca.
Después de estos encuentros, comenzó a participar de manera informal en el Servicio Médico Legal (SML). En ese entonces, los únicos autorizados para actuar como peritos en la institución eran médicos. La odontología legal y forense no existía como especialidad odontológica, tampoco era parte del currículo de pregrado de la Facultad de Odontología de la Universidad de Chile.
“Después de reconocer a Marta pregunté si tenía que firmar algo, pero me dijeron que eso solo podía hacerlo un médico”, recuerda Ciocca. Desde ese momento, se convirtió en su objetivo la idea de conformar la odontología forense como especialidad. “Usted sería el hombre indicado para esto”, le dijo el Dr. Vargas Baeza, en ese entonces médico a la cabeza del SML.
“Cuando una disciplina entra al ámbito judicial adquiere poder social y político y yo creo que en cierta forma el profesor abre una puerta”, dice César Leyton, historiador científico de la Universidad de Chile a cargo del Museo de la Odontología, donde se exhibe la ficha dental original de Marta Ugarte.
Una carrera de larga data

Aun cuando su firma no fue necesaria para oficializar el proceso de reconocimiento del cuerpo, Ciocca escribió un informe de tipo forense, donde detallaba el caso de Marta y la forma en que había reconocido el cuerpo. Ese informe se convirtió después en su primer libro: Elementos de la odontología legal, editado a fines de la década del 70.
“De a poco, me fui integrando al SML, iba como voluntario en las semanas y ahí fui aprendiendo. Al principio había un poco de reticencia por parte de los médicos, pero recibí un buen trato y a pesar de esas cosas personales, decía: Ya me metí en esto, no lo puedo dejar ”, recuerda Ciocca

Con el tiempo y gracias a la experiencia y la certificación, se convirtió en especialista legal y forense. En 1983 hizo su primer curso. Instruyó a médicos, a la Policía de Investigaciones y funcionarios de Carabineros. Luego del caso de Marta Ugarte, Ciocca se enfrentó con otros casos que tenían un trasfondo político. Uno de los más emblemáticos fue el de Tatiana Fariña, estudiante de sociología de segundo año de la Universidad de Chile, quien murió en una explosión de bomba. Su cuerpo fue trasladado al SML desde la comuna de Lo Prado en 1985 y el análisis de su dentadura ayudó a develar su identidad.
En 1983 fundó la Sociedad de Odontología Legal y Forense de Chile y tres años después la especialidad fue reconocida por la Comisión Nacional de Certificación de Especialidades Odontológicas (CONACEO). “Teníamos de todo: sociedad, personal y cursos, pero nos faltaba formar especialistas, yo sabía que eso era la clave”, comenta Ciocca.
“Aunque empezamos antes que otros países en Latinoamérica como Argentina y Colombia, algunos han tenido un desarrollo mucho más rápido, lo digo con cierta envidia, ya que ayudé a muchos colegas que me enviaban cartas pidiéndome consejos”, afirma Ciocca y agrega: “Es una disciplina muy apasionante, pero poco lucrativa. Hay muchos espacios de trabajo que muchos colegas no ven, como el peritaje en demandas laborales, querellas y en los mismos servicios de salud”.
En 2010, Ciocca presentó formalmente la propuesta de convertirla en una especialidad universitaria. Se aprobó y pasó a formar parte del currículo de los alumnos de odontología de la universidad. Ese mismo año, publicó su segundo libro en la disciplina legal: Odontología médico-legal, el cual dedicó a Marta Ugarte.
No fue hasta 2015 que formó a su primera generación de especialistas con dos egresadas, que recibirán su título a principios de 2018. Este año continuará la formación de la segunda generación, la cual espera tener cinco especialistas más. “No es una persona tan vociferante de sus logros, pero este tipo de cosas son parte importante del desarrollo de la disciplina, en este ámbito del trabajo forense siempre estuvo muy solo, pero igual persistió como hormiguita hasta ganarse un espacio entre médicos”, dice Andrea Muñoz.
Sus colegas y alumnos coinciden en dos cosas, que la personalidad del doctor siempre se ha mantenido igual, atento, calmado, de bajo perfil, pero decidido en los momentos necesarios. Sin embargo, también lo ven por primera vez cansado. Por lo mismo, dicen que se notan los esfuerzos que ha hecho por dejar la especialidad en marcha.
“El doctor es muy generoso con sus conocimientos y siempre está disponible para nosotros”, dice Denisse Lagos, una de las recién egresadas de la especialidad de odontología forense y legal. “Planeo quedarme en la docencia de la especialidad al menos por cinco años”, agrega.

Luis Ciocca ve lo que le queda por delante. Aunque ya jubiló de manera formal, la universidad le permitió seguir trabajando hasta sus actuales 79 años. “Los trámites de salida ya definitiva están en marcha”, asegura. Aunque espera bajar el ritmo, no planea desentenderse por completo de la docencia y de contribuir con la especialidad que formó.
“Una cosa es darle institucionalidad a la disciplina y otra es haber contribuido a que por primera vez la dictadura reconociera que había asesinatos políticos. Te demuestra por un lado mucha paciencia, pero también mucho coraje”, dice Leyton, quien custodia la ficha original de Marta Ugarte en el Museo de la Odontología de la Universidad de Chile. “Si existe un héroe ese debe ser el profesor Ciocca. Un hito en la historia odontológica que también fue un hito en materia de derechos humanos, eso es algo que se debe reconocer”, agrega.
“Lo de Marta me cambió la vida, sueño con que existan unos 20 especialistas y que trabajen en universidades y en Servicios Médicos Legales regionales”, dice Ciocca. Hoy son 10 los odontólogos forenses reconocidos como tal por el SML o la CONACEO, luego de ser en muchos casos autodidactas. Gracias a los estudiantes recién egresados, seguirán sumando, pero ahora con un título universitario.
La odontología en Chile nació forense: El crimen de la Legación Alemana
En 2017, se conmemoró el centenario del nacimiento de la Odontología en el país, cuando un crimen resuelto por un dentista culminó con la creación de la primera facultad en la que se estudió la disciplina, el 27 de septiembre de 1917. Exactamente 59 años después, el 27 de septiembre de 1976, el Dr. Luis Ciocca develó la identidad de la primera detenida desparecida, que se hizo pública y saldó la deuda con la Odontología Forense.
El Dr. Luis Ciocca logró dar con la identidad de la detenida desaparecida Marta Ugarte Román. El mismo día, pero 67 años antes, otro odontólogo lograba cambiar la historia a través de un reconocimiento forense.
En febrero de 1909, un incendio destruyó la embajada alemana en Chile, el cual dejó una víctima fatal y el robo de la caja fuerte de la embajada. El cuerpo encontrado llevaba la ropa del canciller de la embajada, Guillermo Beckert. El portero chileno, Exequiel Tapia, fue declarado culpable al desaparecer luego del incendio. En consecuencia, las autoridades alemanas exigieron como indemnización al gobierno chileno la cesión del Estrecho de Magallanes.
Las dudas que había dejado el caso llevaron al odontólogo Germán Valenzuela Basterrica a examinar el cuerpo ya sepultado de Beckert. Para esto, llevó el cráneo donde el Dr. Lay, dentista que atendía al canciller alemán.
Al comparar las fichas y documentos con sus restos, se llegó a la conclusión de que el cuerpo no pertenecía al canciller. Se resolvió que el cuerpo sepultado era de Exequiel Tapia, portero de la embajada inculpado por robo, asesinato y fuga. El verdadero culpable, Guillermo Beckert, fue encontrado saliendo del país con el dinero de la embajada.
Como agradecimiento por esclarecer el caso, el presidente Pedro Montt cumplió la petición del Dr. Valenzuela Basterrica: el financiamiento de la primera escuela odontológica del país. Así, nació la Facultad de Odontología de la Universidad de Chile, hecho que celebra su primer centenario.
Sobre el autor: Javiera Uribe Zapata es estudiante de Periodismo y escribió este reportaje en el curso Taller de Prensa. La fotógrafa Macarena Figueroa es estudiante de Periodismo. El artículo fue editado por Camila Ossandón en el Taller de Edición en Prensa.