Aunque no todos tienen un programa establecido de formación, los partidos políticos usan charlas masivas y clases de política como método difundir sus postulados entre sus militantes jóvenes y mantener vivos así sus ideales políticos.
Por Nicolás Sot
En 2005 Karina Delfino (24) cursaba tercero medio y era la líder del centro de alumnas del Liceo 1. Uno de esos días fue a la sede del Partido Socialista (PS) para hablar con unos amigos sobre educación. Entonces se encontró con un afiche que invitaba a una charla sobre Carlos Lorca, diputado del partido y detenido desaparecido tras el golpe de estado de 1973. Aunque a su madre, María Angélica Mussa, no le gustaba que participara en política, Karina fue al evento con una amiga, pues, a sus 16 años, ya sentía la inquietud de militar en un movimiento de izquierda. Cuando salió de la sede –después de ver videos sobre Lorca y escuchar a militantes hablar del PS–, ella supo que quería hacer una carrera política “para ayudar a los demás”. Hoy, 8 años más tarde, es la presidenta de la Juventud Socialista y es parte del comando de Michelle Bachelet.
Son pocos los jóvenes que participan en política y menos, quienes reciben formación por parte de un partido. Según la séptima Encuesta Nacional de la Juventud 2012, publicada en agosto por el Instituto Nacional de la Juventud, un 19% de la población entre 15 y 29 años se siente interesada por el tema y solo un 8% pretende formar parte de una colectividad. Ante este escenario, las enseñanzas de los partidos a sus jóvenes tienen un doble fin: atraer a nuevos integrantes y, además, perpetuar la existencia del movimiento político ante el desinterés de las nuevas generaciones.
Los mecanismos son similares en la izquierda y derecha, pero las temáticas varían según los principios de cada movimiento. La realización de charlas y foros, como al que asistió Karina, son las formas más comunes. Hoy se convoca a través de redes sociales, correos electrónicos a los militantes registrados y afiches en universidades, colegios y paraderos de buses.
En las Juventudes Socialistas (JSChile) hoy trabajan para crear un programa de formación que pretende enseñar a escuchar las demandas sociales y, luego, transformarlas en políticas públicas. “Tenemos un conjunto de iniciativas aisladas de las directivas regionales y hasta comunales, por lo que pretendemos hacer un piso mínimo de conocimiento para nuestros compañeros y que termine en un encuentro nacional”, explica Felipe Jeldres (24), vicepresidente de JSChile y encargado de la formación política de sus integrantes.
Algo similar pasa en las Juventudes Comunistas (JJCC), en las cuales tampoco existe un proceso formal de educación política, según dicen. Más bien, “son instancias centradas en el aprender bajo la práctica”, explican. Un ejemplo son las Bases o grupos de militantes de la Jota que se establecen en universidades, colegios o comunas y que realizan reuniones sobre contingencia social, como ocurrió en 2011 ante la demanda estudiantil por educación gratuita y de calidad. Además, el Partido Comunista (PC) tiene una Comisión Nacional de Educación, responsable de realizar charlas abiertas y publicar “Principios”, revista oficial del partido. “Aparece cada tres meses. Habla sobre lo que está haciendo el partido y es abierta, así que cualquiera puede comprarla en las oficinas o cafeterías del partido”, cuenta Daniel Espinoza (25), miembro del Comité Central de las JJCC y encargado nacional de educación.
Un currículum profesional
La Unión Demócrata Independiente (UDI) cuenta con un esquema establecido para su juventud, la cual bordea los 2 mil adherentes entre los 16 y 30 años. El subterráneo de la sede central, ubicada en Suecia 286, Providencia, es el centro capitalino donde preparan a los próximos líderes del partido. La enseñanza UDI tiene dos aristas: por un lado, el rol pedagógico que cumple la Fundación Jaime Guzmán, la cual enseña sobre el Imperio Romano, el Cristianismo y otros temas culturales y políticos a través de encuentros semanales a los que asisten una veintena de personas.
La directiva de la Juventud UDI (JUDI) también contribuye en los ideales de sus miembros. En el primer semestre; se enfocan en hacer charlas con diputados, senadores y figuras importantes del partido, para luego continuar, en el segundo semestre, con ciclos de formación de 8 clases. “Buscamos fortalecer el rol popular de ir siempre orientado a la clase media y a los más pobres, la defensa de temas valóricos como el derecho a la vida y una economía social de mercado donde el Estado debe intervenir y no dejar todo a la libre oferta y demanda”, explica Andrés Echazarreta (21), vicepresidente de JUDI y guía del departamento de formación política.
Cuando terminan sus cursos de formación, los alumnos deben rendir un ensayo escrito para así certificar lo aprendido y poder participar de clases de debate como las impartidas por Marcelo Rivera, escogido como el mejor juez en el último Campeonato Mundial Universitario de Debate en Español, realizado por la Universidad Complutense de Madrid.
Todos importan
Más allá de Santiago son las directivas regionales las que se encargan de generar instancias para motivar la participación de sus inscritos y, con ello, convocar a nuevas caras. Las directivas locales buscan ser un reflejo de la nacional, por lo que organizan foros, reuniones y charlas, pero con autoridades del partido que trabajen en la zona; aunque los altos mandos también viajan a realizar encuentros para así conservar una coherencia de intereses.
Víctor Blanco (24) es presidente de la Juventud de Renovación Nacional (RN) en la región de O´Higgins. Por su cercanía con Santiago, él intenta participar en la mayoría de las actividades que su directiva nacional organiza, no solo para aprender más sobre su partido, sino que para realizar eventos similares en su región.
Aunque RN no tiene un estatuto de formación establecido para sus militantes jóvenes, cada directiva regional debe fomentar las reuniones. Gracias a estos encuentros, sus cerca de 8 mil inscritos a nivel nacional, entre los 16 y 29 años, se sienten parte del partido y lo mantienen afianzado, según Blanco: “Tenemos libertad de decidir qué temas pasar, cuándo y con qué profundidad. La idea es formar a la juventud en los valores y principios del partido, como el respeto a la democracia, pero también generar una convicción de libertad y de apertura de mente”.
“Nos interesa que sepan por qué se está en RN. Nuestros militantes deben saber en qué se basa el partido y sus cimientos. También, es un factor importante saber con quién competimos a través de un cotejo histórico”, explica Víctor Blanco. Ese es el objetivo que se repite en la mayoría de los partidos nacionales: centrar las enseñanzas en sus propósitos como colectividad y hacer miradas generales sobre la competencia. Además, con charlas sobre historia de Chile se pretende dar por entendida la variedad de movimientos políticos actuales.
“Lo ideal es que las personas jóvenes aprendan los principios básicos de sus movimientos políticos en comparación a otros. En muchas ocasiones se cae en un entrenamiento ideológico más que en una reflexión profunda de sí mismo”, dice Tomás Chuaqui, cientista político de la Universidad Católica. Todos concuerdan en que la base la puede otorgar el partido, pero romper con la burbuja ideológica y ver más allá, depende de cada uno.
Sobre el autor: Nicolás Soto es alumno de tercer año de Periodismo y este artículo es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por el profesor Cristóbal Edwards.