“¿Por qué me quise hacer cargo y no seguir con mi vida? Porque hay una pequeña que necesita cariño, apoyo y amor, y yo se los puedo dar.” Foto: América Palma.

Después de Ámbar

Rafael Páez tiene 20 años, en abril se hizo conocido por ser el tío de Ámbar, la niña de un año que fue abusada y asesinada en Los Andes. Cuando los Tribunales de Familia le negaron la tuición, denunció en los medios que fue discriminado por ser homosexual. Ahora quiere conseguir la custodia de su sobrina mayor, de ocho años, y hacer crecer Pasitos de Ámbar, una corporación que tiene como fin informar sobre los derechos de los niños y sus vulneraciones.

Por América Palma.

Sentado en el sillón de su casa, el 28 de abril de 2018, Rafael Páez revisó su Facebook mientras fumaba un cigarro. De pronto una publicación le llamó la atención: “Niña fue abusada y asesinada por su tío”. En la foto que acompañaba el post estaba su hermana Cinthya y su cuñado Andrés Espinoza. Luego recibió un audio de su madre, Jacqueline Olmedo: “¡Rafita, Rafita, por favor háblame! ¡Rafa, por favor, contesta mi amor! ¡Contesta!”. Fue entonces cuando Páez conectó todo; su sobrina Ámbar había muerto.

Rafita, como lo llaman sus cercanos, tiene dos hermanas: Cinthya de 29 años y Taby de 26. Él cuenta que con Cinthya nunca tuvo una buena relación, mientras que con Taby, mamá de Ámbar, eran buenos amigos y por eso fue muy cercano a sus hijas. La acompañó en sus embarazos y la ayudó a cuidarlas cuando Taby salía a trabajar, pero la relación se quebró cuando Rafael supo que su hermana consumía drogas. Más tarde se enteró del descuido de sus sobrinas.

“Éramos partners. Pero la relación se comenzó a quebrar el año pasado. Hubo una trizadura y ahora se destruyó. Ya nada volverá a ser como antes. No hay ningún tipo de relación”, dice Páez, quien responsabiliza a sus dos hermanas por lo sucedido; a Cinthya por no impedir el abuso y a Taby por descuidarla.

Él cuenta que de pequeño su familia no tuvo una buena condición económica. Su padre, del mismo nombre, Rafael, era guardia de seguridad. Su madre, Jacqueline, se mantenía en trabajos temporales. Se separaron luego de 12 años de convivencia y los tres hijos se quedaron viviendo con el padre. Actualmente su madre está viva y su padre falleció.

Desde la muerte de Ámbar, Páez ha sido la voz de la familia. Cuenta que constantemente recibe llamadas de periodistas, pero ahora quiere hablar de su futuro.

— ¿Cómo viviste la pérdida de Ámbar?

— Yo no he podido vivir el luto, no he podido sacarme todo lo que tengo adentro y llorar. Entonces es fuerte que me vuelvan a recordar todo lo de atrás. Eso me hace mal. Se ha convertido como en morbo.

— ¿Por qué siendo tan joven quisiste hacerte cargo de tus sobrinas?

— Lo quise hacer, porque tuve una infancia horrible. En su momento cuando yo era chico, nadie se quiso hacer cargo de mí. O si lo hacían, era por lástima ¿Por qué me quise hacer cargo y no seguir con mi vida? Porque hay una pequeña que necesita cariño, apoyo y amor, y yo se los puedo dar.

— ¿Qué recuerdos tienes de tu infancia?

Recuerdo que no tuve una infancia económicamente buena. Puta, mi papá trabajaba, ganaba poco. Se iba con otras mujeres que tenía, siempre hubo un abandono por parte de mi papá. Él nos apartó del lado de mi mamá, porque ella tampoco tenía una situación económica buena. Me crié con los dos al principio y después no. Mi papá era muy manipulador.

“El miedo está constantemente. Pero tengo la seguridad de que ya no estoy solo”. Foto: América Palma.

Tras la muerte de Ámbar, Páez dio a conocer a los medios que había peleado por la tuición de sus sobrinas, pero según él, los tribunales se la habrían negado por su homosexualidad. Él comenta que desde chico recibió este tipo de discriminación. Cuando estaba en el colegio admite no haber tenido buen comportamiento, porque sus compañeros lo molestaban por su orientación sexual. Durante la enseñanza media pasó por tres liceos hasta llegar en tercero medio al Liceo Técnico Amancay donde se tituló como Técnico en Alimentación. Ahí confiesa haberse sentido aceptado por primera vez.

El 28 de abril de 2018, Ámbar Lazcano de un año y ocho meses, llegó al Cesfam de Rinconada, en la región de Los Andes. Hasta el lugar la llevó Andrés Espinoza (30), custodio de la menor y pareja de la tía de Ámbar, quien declaró que las graves lesiones que tenía la niña habían sido producto de una caída desde su cama. Los médicos notaron que el estado no correspondía a las consecuencias de una caída. Ámbar fue trasladada a la unidad pediátrica del hospital San Camilo y entró a pabellón inmediatamente, sin embargo, por la gravedad de las lesiones y el estado de shock, la menor falleció acompañada de los médicos que intentaron mantenerla con vida.

Andrés Espinoza fue imputado como sospechoso bajo los cargos de violación con homicidio. La menor estaba bajo la custodia de su tía, la pareja de Espinoza, hace ocho meses, tras un fallo de un Tribunal de Familia de Los Andes. Esto ya que la madre de la niña estaba incapacitada para cuidar de ella. El caso de Ámbar generó protestas en la región y para el funeral de la niña, cerca de 1.500 personas llegaron a despedirla con globos y peluches.

Actualmente Rafael Páez está en una relación desde hace cinco años. Su relación ha estado marcada por dos hechos importantes en la vida de Páez: el fallecimiento de su papá, producto de un infarto el año pasado, y la muerte de Ámbar. Hace dos años se fueron a vivir a Concepción por motivos laborales, con el sueño de empezar una nueva vida juntos y cumplir metas: tener una casa y conseguir la tuición de sus sobrinas.

— En los medios has comentado que te negaron la tuición de Ámbar por ser homosexual. ¿Tienes miedo de que esto ocurra nuevamente en el caso de la custodia de tu sobrina mayor?

— Sí, el miedo está constantemente. Pero tengo la seguridad de que ya no estoy solo. En esos momentos lo estaba, no tenía apoyo. Ahora tengo una red de apoyo bien bonita, me dicen: oye estamos contigo, en el caso de que pase esto podemos meterles presión. Si me dicen que no, puedo hacerlo público.

Celebración del cumpleaños de Ámbar en el Cementerio de Los Andes.

Pasitos de Ámbar

Antes de cumplir 30 años, Rafael Páez tiene tres metas: estudiar Técnico en Enfermería, la carrera de sus sueños; crear una fundación para ayudar a niños vulnerables y conseguir la tuición de su otra sobrina de ocho años, que actualmente está internada en un centro del Servicio Nacional de Menores.

La fundación ya se concretó. Hace tres meses creó la corporación Pasitos de Ámbar, junto a amigos y cercanos. La corporación trabaja en conjunto con Carabineros y la Oficina de Protección de Derechos de Infancia; su objetivo es entregar información sobre los derechos de los niños y las instancias para denunciar vulnerabilidades.

— ¿Qué planes tienen con Pasitos de Ámbar?

— Ya armamos una corporación en Los Andes. Yo vengo recién llegando de Puerto Montt, donde apoyamos en una marcha como corporación. Allí también se establecerá una sucursal, con personas que están en la lucha y son de mi confianza. Vamos a trabajar en conjunto y si Dios quiere, abriremos más sucursales en Chillán y Osorno.

Pasitos de Ámbar no tiene una sede aún, pero Páez cuenta que desean establecerse en alguna oficina donde la gente pueda acercarse a solicitar ayuda. Por mientras, lanzaron una página en Facebook con el nombre para que puedan contactarse con ellos.

— ¿Cómo ha sido convertirse en un activista por los derechos de los niños?

— Antes era una persona súper callada y bajo perfil. A lo más luchaba a través de las redes sociales, en algún comentario, en alguna marcha. Pero ahora, me da orgullo. Me gusta decir que soy una persona activista, más con el objetivo de luchar por los derechos de los niños. Un primer cambio drástico fue haber dejado toda mi vida en Concepción y haberme venido nuevamente a Los Andes. También he tenido cambios, como exponerme al público, que me conozcan, que conozcan mi historia, mi orientación sexual, cómo soy y por qué estoy luchando.

¿Actualmente sólo estás enfocado en la corporación?

— Estoy 100% en la corporación, no estoy trabajando. Muriéndome de hambre no estoy, tenemos ahorros para sobrevivir. Estoy en plan de buscar trabajo, pero en estos momentos estoy enfocado en la corporación y en la lucha de mi sobrina mayor.

¿ Tienes planes de volver a Concepción?

— Lo he conversado y tengo ganas de volver, pero no ahora. Yo creo que en unos tres o cuatro años más, cuando ya tenga listo lo de mi sobrina y haya ganado la pelea.

Sobre la autora: América Palma es estudiante de Periodismo y escribió este artículo en el Taller de Prensa. La entrevista fue editada por Consuelo Morán y Paula Santibáñez.