
Desnudos frente a la cámara
Packs es el nombre que recibe un conjunto de fotografías que adolescentes envían con imágenes de sus cuerpos desnudos por servicios de mensajería. Desde la Brigada de Cibercrimen de la PDI dan un aproximado de 10 denuncias, en lo que va de 2018, en que estos desnudos han sido filtrados sin el consentimiento de su autor y protagonista.
Por María Jesús Herranz



“Son fotos de partes del cuerpo con índole sexual, porque se mandan con el fin de calentar al otro”. Así es como una alumna de cuarto medio de un colegio particular de Las Condes trata de definir lo que los escolares conocen como packs, un conjunto de fotografías íntimas que los adolescentes se sacan y envían a través de aplicaciones como Snapchat o Whatsapp. Esto, con el objetivo de coleccionar la mayor cantidad de imágenes de sus compañeros, quienes se fotografían desnudos. La primera persona que las envía, es el autor.
Santiago (los nombres de todos los estudiantes que hablan en este reportaje fueron remplazados para resguardar su identidad) es alumno de tercero medio de un colegio particular de Las Condes. En su celular tiene guardados cerca de ocho packs de compañeras de segundo y tercero medio. La primera vez que mandó uno pasaba por un momento de soledad: “podía compartirlo con mis amigos y me aceptaban mucho más, teníamos tema de conversación”. Aunque confía en sus compañeros, le preocupa que sus fotos se viralicen. “Podría quedar en vergüenza o podrían aprovecharse de mí, y por eso sólo mando por Snapchat, ya que ahí las fotos se borran”, explica Santiago.
Patricio Cabello, director de la investigación de Kids Online Chile y académico de psicología de la Universidad Católica de Valparaíso, explica que los adolescentes realizan este tipo de conductas como parte de un despertar sexual dentro de lo normal. “No hay nada nuevo en ese sentido”, dice el psicólogo, y añade: “hay un interés de los adolescentes por compartir un espacio y generar interés por parte del otro. También hay una reafirmación del liderazgo, más cuando es sobre un aspecto sexual”.
Un joven manda su pack: una, dos o más fotos de su cuerpo desnudo a alguien y le pide al otro que le mande también sus desnudos. Si bien éste último puede negarse, se supone que debe mandar packs de otras personas a cambio. Así, se crea una red de fotos. Hay grupos de Whatsapp o Dropbox con el fin de intercambiarlas. Algunos las guardan en pendrives para borrar el registro de sus celulares y computadores ante el temor de que sus padres puedan encontrar estas fotografías.
“Se supone que con Internet uno puede tener privacidad”, dice Antonio, alumno de segundo medio de un Liceo de Providencia. Cuenta riendo que él utiliza Whatsapp, Snachpat, Instagram y Facebook para mandar estas fotografías con sus amigas cercanas o con su polola. “Yo tengo la misma confianza con mi polola que con mis amigas, sólo que con la polola hay más sentimiento y con las otras más calentura”, expresa el escolar.
Desde la Policía de Investigaciones advierten el peligro de que las fotos caigan en manos de desconocidos. El subcomisario de Cibercrimen, Roberto Arriagada, comenta el caso de una menor que tenía su pack guardado en el teléfono, pero se lo robaron: “El ladrón cuando se topa con las fotografías, le pide dinero a cambio”, cuenta y explica:“una fotografía es como un virus, en el momento en el que sale de tu teléfono, pierdes el control, y uno no puede asegurarle a los padres que se eliminarán las fotos de la red”. En lo que va de 2018, cerca de 10 denuncias que involucran packs han llegado a la Brigada de Cibercrimen de la PDI.
¿Pornografía infantil?
“La ley es muy clara cuando habla de pornografía infantil: cuando el fotografiado es menor de 18 años”, expone el subcomisiario Arriagada. Por otro lado, la abogada penalista de la Universidad Católica, María Elena Santibáñez, explica que desde los 14 años en Chile ya se tiene responsabilidad penal. Esta práctica podría ser un delito sólo para el que difunde o almacena las fotografías, dice Santibáñez y agrega: “Ahora bien, si existen menos de tres años de diferencia entre el menor de edad y el receptor de las fotografías y hay consentimiento del menor, no se constituye un delito”. Pero, desde la PDI dicen que sí puede existir delito cuando el receptor original difunde la fotografía a otros.
“Hay que descartar que no haya una persona adulta detrás solicitando la foto. La edad también asombra: hay niñas de 11 o 12 años mandando packs”, comenta la Comisario Balloqui, y también explica que no sólo pasa con chilenos, sino que los menores se relacionan con personas de todo el mundo a través de la red y que muchas veces son engañados por adultos. Según el portal SDPnoticias el origen de esta práctica está en Estados Unidos, donde se viralizó a través de los memes bajo la frase send nudes (manda desnudos). Luego este concepto habría llegado a México, donde se las reemplazó por “mándame tu pack”.
Francisca es alumna de tercero medio de un colegio particular de Las Condes, y hace un año un amigo le pidió que le mandara su pack. “Yo quería sentirme más madura, parecer más grande”, dice la joven, quien asegura sólo haber mandado fotos de su busto. “Quería calentar a la otra persona”, dice riendo. “Sabía que se podía viralizar, pero no me importó”. Francisca mandó alrededor de 20 fotos a compañeros mayores, hasta que uno de ellos las mostró a otras personas. “Después de eso tuve mucha inseguridad y nunca más me gustó”, explica la escolar. “Ahora me complica bastante”.
La PDI realiza charlas sobre el grooming en los colegios, donde les hablan sobre el cuidado de la privacidad del cuerpo, pero dicen que los jóvenes sólo se dan cuenta de la vergüenza que pueden sufrir cuando se distribuye la imagen. Además, explican otro tipo de riesgos, por ejemplo que las fotos caigan en manos de pedófilos o la porno-venganza entre parejas. Diego, compañero del Liceo de Antonio, reconoce que con su ex pareja hicieron este acuerdo: “Con mi ex las borramos, o sea yo por lo menos”. En cuanto a que las fotos desnudo que envió puedan ser difundidas, el joven de 16 años comenta: “Nunca pensé eso, no creo que sea algo que vaya a pasar”.
Sobre los autores: María Jesús Herranz es estudiante de quinto año de Periodismo. El texto lo editó Consuelo Morán en el Taller de Edición en Prensa.