
Sabores con acento
Con la arepa bajo el brazo
Desde Venezuela a Santiago migraron personas, ideas, ritmos y sabores y en los últimos cinco años, en la Región Metropolitana el interés en las arepas ha aumentado en un 75% según Google Trends. Por ello, dedicamos este artículo a una degustación de tres variedades de este manjar cotidiano que se instala en el paladar chileno.
Texto y fotos por Bernardita Acevedo
Una arepa básica está hecha de tres ingredientes: agua, sal y harina de maíz. Estas masas redondas originalmente se producen con el choclo tierno machacado, también se puede usar harina de maíz para su preparación.
Existen nombres diferentes según el tipo de relleno que contenga la arepa, por ejemplo, si es rellena de pollo y queso, se llama la catira. La arepa se come en Venezuela como en Chile comemos la marraqueta, es decir en cualquier momento y en cualquier lugar.

Si es la primera experiencia comiendo arepas o si eres un fanático, nunca es recomendable comerla sola. La arepa gana con la combinación de ingredientes como queso, palta, champiñones, tomate o pollo. Parte de la experiencia está en atreverse.

A continuación presentamos a la Catira, la Sifrina y la Pelúa; tres arepas venezolanas con distintos rellenos y degustadas en tres locales de Santiago centro.
La Catira
“La Tribu”, Santa Rosa 28
Instagram: @latribusantiago

Al acercarse al mostrador aparece Alejandro Rodríguez, trabajador venezolano del local, quien recibe con ese inolvidable acento, y ofrece las distintas ofertas de arepas: carne, pollo, porotos negros, arroz, queso, etc. La decisión tomada fue pollo y queso.
En el primer bocado se siente un dejo de curry y el queso, los cuales combinados hacen una dupla que convence. Al ir avanzando se percibe el sabor de la arepa como tal, y para hablar con honestidad, quizás un toque más de sal podría haber ayudado.
El gusto total de la arepa, el relleno más la masa, lo hace bastante agradable, para el bolsillo también, ya que por $2.800 te aseguras un almuerzo contundente.
La Sifrina
“Cafetería Doña Elena”. Merced 496
Instagram: @cafeteriadoñaelena
En el interior del local se encuentra la dueña, que se presenta como Doña Elena de Pacheco de 65 años. Ella proviene de Maracaibo, ciudad al noreste de Venezuela. Se vino a Chile hace dos años y tres meses, ya que sus hijos insistieron en que la situación de Venezuela no era propicia para seguir viviendo ahí. Hace dos meses abrió este local, el cual la acerca a sus orígenes.
Ella prepara La Sifrina, cuyo relleno consiste en palta picada, pollo y queso mantecoso y la petición fue que la cocinara al horno. Llega a la mesa una arepa del tamaño de un CD con abundante relleno y una salsa que cubre el contenido. Tiene mayonesa con ciboulette, palta cremosa y un pollo que destaca por sus condimentos. Se percibe pimentón rojo, un poco de ají de color y un dejo de aceite en la mayonesa que hace pensar que puede ser casera. También se capta un sabor distinto en la arepa, cierto gusto a tostado, como las marraquetas en la mañana, y una esponjosidad mayor, lo cual anota un punto a favor.
Como resumen, por solo $3.300, esta arepa logra un sabor de notable calidad con cierta nostalgia a lo casero. Se recomienda al lector que pida la arepa al horno si desea sentir una arepa con más gusto y contenido.
La Pelúa
“Amanda’s Arepas & Shawarmas”.Compañía de Jesús 1509
Instagram: @amandasarepas
En la recepción se encuentra Yorley Medina, emigrada de Venezuela, que con una sonrisa y disposición impecable te invita a ingresar. Yailin Paredes, también venezolana, se dedica especialmente a rellenar la arepa con los contenidos deseados. La elegida fue LaPelúa, rellena de carne mechada y lo que ellos llaman queso amarillo.
El servicio fue de llamativa rapidez, dada la cantidad de gente que había en el local. Fueron exactamente dos minutos hasta que la arepa se encontraba lista para ser degustada.


A primera vista se nota que la carne va sazonada con ese característico rojo que se vio en el pollo de las arepas anteriores, y que luego de saborearlo es posible notar que el tomate destaca en conjunto con cierto ají adherido de forma muy leve. El queso cubría esta carne, pero el sabor era más bien suave, no incidía mucho en el gusto final, más bien en la textura. En cuanto a la masa misma de la arepa, se siente un sabor más bien insípido, quizás la arepa al horno elevó las expectativas dejando a aquellas a la plancha con una vara alta que pasar.
El total de la arepa cumple con lo básico, pero no sobresale, lo cual decepciona por haber gastado $3.690 en esta. El lector puede atreverse a probar con ingredientes diferentes, más osados quizás, pues la oferta de rellenos de este lugar es bastante variada y eso siempre será algo a favor en el descubrimiento.
Sobre la autora: Bernardita Acevedo es estudiante de primer año de Comunicaciones. El artículo fue editado por Sebastián Zamora en el Taller de Edición en Prensa.