Los plásticos que se degradan con el tiempo y se convierten en partículas de menos de cinco milímetros, conocidas como microplásticos, han comenzado a detectarse dentro del cuerpo humano. Esto podría representar un problema futuro al derivar en diversas enfermedades, según expertos. Si bien en Chile hoy hay legislaciones pioneras para abordar el asunto, expertos temen que la presión de la industria impida su implementación.

Por: Daniela Avendaño 

Edición: María Paz Martínez

Tiempo de lectura: 10 minutos

Los plásticos están en todas partes. En los envases de alimentos, en las botellas de agua, en las botellas de detergente, en los envoltorios de productos cosméticos, en los cepillos de dientes, en las bolsas de basura… Y así se podrían enumerar muchas cosas que utilizamos en el día a día.

Según datos de Greenpeace, la ONG presente en 55 países que actúa contra el abuso hacia el medio ambiente, solo un 9 % de los plásticos se recicla, un 12 % se incinera y la gran mayoría, un 79 %, acaba en vertederos o zonas como playas y bosques. 

El porcentaje que queda en el ambiente tiende a degradarse por la exposición al sol, las temperaturas y el roce con otros componentes como el agua. Sin embargo, nunca desaparece. Por el contrario, termina convertido en fragmentaciones de menos de cinco milímetros, a lo que se llama microplásticos, según señala el químico Carlos Manzano, investigador de la Universidad de Chile. Manzano también es uno de los autores de un estudio publicado en 2024 en la revista científica Environmental Pollution sobre la presencia de estas partículas en marcas de agua embotellada a la venta en nuestro país.

“Al igual que los plásticos más grandes, los microplásticos terminan siendo consumidos por las especies, por los peces que terminamos después nosotros comiendo […] terminan en las nubes, entran al ciclo del agua normalmente a través de la lluvia”, explica el abogado Cristóbal Correa, director de campañas de contaminación de la ONG Oceana, una organización internacional dedicada a proteger los océanos del mundo, uno de los ecosistemas más afectados por la contaminación de plástico. Correa es también coordinador principal de la Coalición Supera el Plástico, una agrupación que reúne a organizaciones medioambientales que trabajan para abordar la problemática del plástico en Chile.

“La ingesta por parte de animales marinos de los microplásticos es de los efectos más importantes, es lo que está mayoritariamente reportado […] La cuantificación de efectos está siendo muy difícil, pero con seguridad tiene que ver con la presencia de microplásticos en todo ámbito”, agrega además el ingeniero civil químico Humberto Palza, académico del Departamento de Ingeniería Química, Biotecnología y Materiales de la Universidad de Chile, quien lideró la investigación sobre una tecnología que podría ayudar a reducir la contaminación por plásticos producidos en Chile. 

La evidencia es cada vez mayor. En 2022 investigadores de Países Bajos de la Universidad Libre de Ámsterdam descubrieron por primera vez la presencia de microplásticos en la sangre del 80% de las personas analizadas. El 15 de mayo de 2024  se publicó un estudio de la Universidad de Nueva México en la revista académica Toxological Sciences donde se señala el hallazgo de concentraciones significativas de este material en los testículos humanos, lo que podría llegar a ser un problema a futuro.

“No es algo tan estudiado […] Puede haber una exposición crónica, que se dice cuando tienes exposición a contaminantes en baja concentración, pero por un periodo muy extenso de tiempo y el consumo de muchos productos que contengan microplásticos puede derivar en un montón de enfermedades, incluso en situaciones relacionadas al cáncer”, explica Manzano, indicando que esto también se puede dar debido a los químicos adheridos a los plásticos, ya sea para hacerlos más resistentes o más flexibles, entre otras cosas.

Alrededor del mundo han surgido diversos proyectos para disminuir la producción de plásticos, pero en Chile hoy hay legislaciones pioneras para abordar el problema. Entre ellas se encuentra la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) publicada en 2016, norma que obliga a los fabricantes a hacerse responsables de la gestión y reciclaje de sus productos una vez que estos se convierten en residuos. También está la Ley Chao Bolsas Plásticas publicada en 2018, que prohíbe la entrega de este tipo de sacos en los supermercados y comercios para el transporte de las compras. Asimismo, existe la Ley de Plásticos y Productos de un Solo Uso (PUSU), publicada en 2021, cuyo propósito es regular la entrega de plásticos de un solo uso y botellas plásticas. Durante la discusión de esta normativa en la Cámara de Diputadas y Diputados, se destacó que en Chile se generan 23 mil toneladas de plásticos al año, las cuales contaminan suelos y mares, y se resaltó que el microplástico ya estaba presente en el agua que tomamos y en los alimentos.

Si bien durante estos días la ley se implementaría en su totalidad, el pasado 7 de agosto se anunció su postergación para febrero 2026. El anuncio se dio después de que el Ministerio del Medio Ambiente llevara a cabo una consulta ciudadana en la que diversas empresas, como Nestlé Chile, Walmart Chile, Starbucks y Arcos Dorados (operador de McDonald’s), compartieron observaciones que ponían en duda la implementación de la ley. Según Starbucks Coffee Chile, por ejemplo, “no existen actualmente estudios o antecedentes técnicos que permitan afirmar o sostener que la prohibición absoluta de desechables dentro de los locales es efectivamente una mejora para el medio ambiente”.

Además, varias de estas compañías argumentaron que los aspectos relevantes de la implementación, como la certificación de los plásticos compostables que estarán permitidos y aquellos que no, debían ser publicados hace 18 meses, en febrero de 2023, y eso aún no ha ocurrido. 

“La ley de Plásticos de Un Solo Uso es un referente, pero no podemos todavía decir si es un referente de implementación […] Aunque la ley suena muy buena y ambiciosa, recién en la implementación vamos a saber si va a ser una solución efectiva para la reducción de generación de basura y contaminación de basura”, indica el ingeniero comercial Mark Minneboo, director regional de Latinoamérica de la ONG Plastic Oceans, organización que lideró los primeros diálogos en torno a la problemática de los plásticos en Chile.

Expertos como la cientista política Carolina Palma, coordinadora de incidencia de la ONG Fiscalía del Medio Ambiente (FIMA), estudio jurídico centrado en tratar problemáticas ambientales, temen que la presión de la industria impida su implementación.

“Como FIMA estamos decepcionados con esta decisión […] van a haber más plásticos como desechos que van a terminar en vertederos o en el océano”, dice sobre la postergación de la normativa. “Va a ser más difícil llevar a cabo políticas en torno a lo que son los derechos ambientales”.

A pesar de este obstáculo, hay cifras del Ministerio del Medio Ambiente que dan cuenta de algunos avances. Por ejemplo, un informe sobre la implementación de la Ley REP da cuenta de una disminución del 15% en la cantidad de residuos plásticos de un solo uso entre 2020 y 2022 y la tasa de reciclaje ha aumentado en un 20% en comparación con niveles anteriores a la creación de estas legislaciones.

“Nuestro país es un referente en cuánto se ha avanzado en poco tiempo […] Muchos países están mirando lo que Chile está haciendo”, indica Minneboo.

A pesar de lo señalado por el ingeniero comercial, para Palma el tema de los plásticos sigue siendo un conflicto de “nicho”. “Las autoridades están en un lento avance respecto a este tema. O sea, existe la legislación, pero todavía faltan mejores y mayores reglamentos para poder solucionar la problemática”, dice.

La lucha contra el plástico en Chile

En 2013 el Ministerio del Medio Ambiente comenzó a redactar la Ley REP ante la necesidad de una gestión de residuos adecuada, un tema anteriormente manejado por los municipios. Esto generaba desigualdades en la eficacia de los programas de reciclaje y tratamiento de restos debido a que algunas comunas tenían más recursos que otras para la buena implementación de estos. 

En junio de 2016 la ley se promulgó y se publicó en el Diario Oficial, marcando así el inicio de un nuevo marco legal para la gestión de residuos en el país, pero de acuerdo con el experto Mark Minneboo, esto no con el objetivo de convertirse “en un método para el cuidado del medioambiente”.

“La ley no tenía un componente literalmente medioambiental, así como ‘queremos conservar el medioambiente’. La idea era más bien ‘queremos reducir la basura’”, dice Minneboo además señalando que recién en 2017, con la publicación del documental A Plastic Ocean de la ONG Plastic Oceans, que trata sobre la cantidad de plástico en el Océano Pacifico, se comenzó a impulsar con fuerza la lucha contra este material en Chile, empezando con la eliminación de bolsas compuestas por este elemento en ciertos recintos. “En ese momento todavía no había una regulación a nivel nacional, solamente algunas ordenanzas locales en el sur”, dice. La reglamentación solo llegó cinco años después con la Ley Chao Bolsas Plásticas. Sin embargo, aunque esta legislación se constituyó como un primer paso para vislumbrar la contaminación por plásticos, no reducía el daño ambiental causado por otros tipos de productos, según Minneboo. Por este motivo, se promulgó en 2020 la Ley de Plásticos y Productos de un Solo Uso.

En 2023, para masificar el conocimiento de esta ley, surgió la Coalición Supera el Plástico. “Entre varias organizaciones nos fuimos dando cuenta que la Ley de Plástico de un Solo Uso era algo que había que celebrar, que es buena, que sirve, pero que faltaba la patita de la implementación […] teníamos la preocupación de que no se implementara correctamente”, indica el abogado Correa. “Nos juntamos para generar acciones conjuntas para buscar asegurar el cumplimiento de la ley”, afirma.

Expertos chilenos señalan que la implementación de estas legislaciones y la acción de organizaciones como la Coalición Supera el Plástico han reducido los plásticos en el medio ambiente. Esto también ha disminuido la cantidad de microplásticos circulantes. Sin embargo, su presencia sigue siendo una preocupación. El que sus consecuencias se perciban a largo plazo para muchos dificulta la adopción de medidas inmediatas para detener la propagación de posibles enfermedades asociadas a su ingesta.

La cientista política Palma señala que, para que sea más visibilizado el problema de los microplásticos, tiene que suceder algo que afecte directamente a la ciudadanía. “Si no existe un problema grande, (que sea) como por ejemplo (de la dimensión de) los rellenos sanitarios, es difícil que el tema avance tal como quisiéramos”, enfatiza.

Por un futuro con menos plásticos y microplásticos

A pesar de todas las medidas que se han tratado de implementar, Minneboo señala que las cifras de producción anual de plástico podrían triplicarse en las próximas décadas, lo que aumentaría los riesgos de adquirir enfermedades por la ingesta de microplásticos. “¿Qué está provocando el plástico en nuestro cuerpo? ¿Qué impacto negativo tendrá en nuestra salud? Yo creo que todavía no tenemos el lujo de decirlo. No hay ciencia que demuestre exactamente qué enfermedades nos están generando de aquí a diez años […] Eso para mí ya es una alarma”.

El ingeniero comercial indica además que para que Chile siga siendo un referente internacional en torno a las medidas tomadas, hay que verificar que se cumplan de buena forma las legislaciones vigentes. 

“Lo que se necesita para disminuir los plásticos en el país es una mayor fiscalización […] organismos fiscalizadores, como la Superintendencia del Medio Ambiente, en este momento tienen muy pocos recursos y poco personal para poder fiscalizar esto”, complementa Palma, agregando que también es importante que la ciudadanía tenga incentivos para reducir y reciclar los plásticos existentes. 

Cabe señalar que en materia internacional en noviembre de este año se realizará la última ronda de negociación de la ONU para la creación de un tratado internacional de plásticos, que se lleva discutiendo desde 2022. 

“Los plásticos no se pueden reemplazar. Nunca van a quedar fuera de nuestras vidas […] Nos tenemos que acostumbrar a convivir con ellos”, dice el ingeniero civil químico Palza. “Pero lo que sí podemos hacer es reducir su impacto al reducir su producción y, con ello, evitar además la generación de más microplásticos”.

 

 

Daniela Avendaño es estudiante de tercer año de Periodismo en la FCOM UC. Es parte de K-ON (@k_on.radiouc), programa de Radio UC. Es la segunda vez que publica en un medio.