Benjamín Walker encontró su voz
El cantautor chileno de 24 años y ganador del premio Pulsar al artista revelación del año 2015, presenta el videoclip para su canción Duelo. El hijo de Cecilia Echenique e Ignacio Walker prepara su segundo disco que se llamará Brotes. Con un poco más de un millón de reproducciones en Spotify y un video protagonizado por Juanita Ringeling, el joven cantante busca establecerse en la música nacional.
Por Patricia Cifuentes
Benjamín Walker (24) pasea por las calles de Los Ángelesechando de menos a Juanita Ringeling, quien protagoniza su videoclip. En pantalla dividida se ve a ambos caminando por California con el letrero de Hollywood de fondo. La canción es Duelo, la segunda del próximo disco de Walker que habla del desamor y de situaciones cotidianas que buscan ser contadas de manera diferente. Entre los consejos de su madre, Cecilia Echeñique, y los de su productor, Javier Barría, el joven cantautor busca encontrar su propia voz.
“Duelo es una canción que nace de un hecho puntual, que nace del desgarro, de la pena, pero también de seguir enamorado”, dice Walker.
— ¿Cómo defines tu música?
— Cuesta mucho el tema de las etiquetas, porque hay muchas influencias. Si tuviera que definirla como un género tradicional sería por elementos. El elemento reiterativo en mi música es la guitarra acústica de nylon. Yo me guié académicamente por la formación latinoamericana de guitarra de palo, que es folklórica, clásica latinoamericana, brasilera. Eso fue lo que me formó como músico. Pero por gustos musicales y por herencia familiar, hay una tradición angla que escucho y toco harto. Como Nick Drake y Cat Stevens. El elemento común es la guitarra acústica.
— Sobre Duelo, tu nueva canción, cuáles son tus expectativas.
— No sé, no me gusta hacerme la idea de qué va a pasar, sino que tratar de simplemente hacer las cosas bien. Es el segundo single del próximo disco y viene con un videoclip muy entretenido que hicimos con la Juanita Ringeling en Los Ángeles. Habla del desamor. Es una canción que nace de un hecho puntual, del desgarro, de la pena, pero también de seguir enamorado. Son temáticas muy comunes, pero uno siempre las cuenta de forma distinta, entonces igual tengo fe de que puede dar en el gusto a la gente.
— ¿Tu nuevo disco, Brotes, tendrá diferencias con el primero en cuanto a su trasfondo y estilo?
— La gracia del disco nuevo es que son canciones muy sinceras, que nacen de necesidades muy reales. Hay un trasfondo que tiene que ver con buscar mi propia voz, mi propio sonido. Musicalmente lo siento más propio que el primero y eso importa mucho para tener una voz única, para que el que escuche mis canciones pueda decir: “Esa es la volá de Benjamín Walker”. También en el disco irá la reversión de “Tu valor” (canción estrenada en 2016). Es la misma canción, pero no. La grabé de nuevo, con otros instrumentos y otros arreglos. La versión de ahora es un poco más indie, la que saqué el año pasado es completamente pop, con elementos latinos.
— ¿Tienes una rutina de creación?
— No tengo un método fijo. Solo puedo escribir si nace de inquietudes reales y personales. Mi regla número uno es que solo voy a terminar una canción si en verdad tengo algo que decir. Algún rollo mío o una historia que me contaron y que me hace sentido. La música siempre viene antes que la letra, solo en algunas excepciones he escrito la letra antes que la música. Agarro los instrumentos que tengo en mi casa y hay un momento en que tengo la ansiedad de mandar todo a la mierda y tocar nomás. Suena cliché, pero es verdad. Soy muy nocturno, agarro la guitarra como a las 3.00 am, tomo una frase que me gusta y que me hace acordarme de tal cosa que me pasó y ahí tengo una excusa para escribir. Luego veo cómo va evolucionando, pero siempre dejo que la canción me guie un poco, como que de guata se para dónde tiene que ir.
— La canción “Tu valor” logró un millón de reproducciones en Spotify. ¿Tuviste alguna estrategia para llegar a esa cantidad de personas?
— Yo igual soy torpe en las redes sociales, intento estar al día, pero en verdad no me sale muy natural. Soy más pragmático en hacer las canciones y tratar de tocarlas cuando pueda. Esa canción en particular tuvo la suerte de que llegó a estar en muchas playlist de Spotify, entonces tuvo la oportunidad de llegar a mucha gente. Yo trato de interactuar, de responderle a todos los que me escriben, de generar contenido entretenido y de subir alguna foto chora de lo que estoy haciendo. Instagram, Facebook y Spotify son las principales fuentes para difundir. El video es clave, intento subir todo con material audiovisual.
— ¿Quiénes son los que más te escuchan?
— Todavía soy suficientemente emergente como para que eso mute de un día para otro. Pero sí he notado, por la gente que me apaña a las tocatas, que es un público muy melómano, que le gusta mucho la música de por sí, porque es una música que uno se sienta a escuchar. Son historias, narraciones, experiencias y sensaciones. Lo mío es para escucharlo de vez en cuando. Es para estar sentado, tal vez tomándose algo y escuchando lo que está pasando ahí. De la tradición de Jorge Drexler, Kevin Johansen o Caetano Veloso, que rescatan historias, sentimientos y las plasman en narraciones.
— ¿El premio Pulsar al artista revelación del año 2015 fue un incentivo para seguir mejorando?
— Sí, fue una motivación. Hay gente que lo mira a huevo como: “Ahh, no me importan los premios”, pero yo no. Me encantó, fue un estímulo para embalarme con lo que estaba haciendo. Estoy muy agradecido y sigue siendo una motivación para creerme el cuento y hacer cosas con la música.
— Tu productor es el también cantautor Javier Barría. ¿Ha cambiado tu forma de hacer música desde que trabajas con él?
— Heavy, cambió todo. Fue un antes y un después. Yo era fanático de Barría. Andaba sin productor y se me ocurrió escribirle. Trabajamos en “Tu valor”, a Javier le gustó la canción y eso fue un precedente para decirme a mí mismo: “Quiero que él grabe conmigo el segundo disco”. Cambié todas mis formas de hacer las cosas. Tiene que ver no sólo con agarrar un instrumento y tocar música, sino que entender las máquinas, que los computadores sean parte de los instrumentos. Todo eso te abre el mate, te hace crear canciones distintas. Mi oficio no va a ser lo mismo después de este disco.
— Egresaste de Derecho de la Universidad de Chile, sin embargo, estás concentrado en la música. ¿Qué pasó con el Derecho?
— Era una pretensión tener las dos cosas en paralelo, pero después de egresar necesitaba entregarle energía solo a la música. Soy una persona a la que le gusta crear, lo necesito para matar mi ansiedad y el derecho es un poco estéril. Quiero entregar mi energía, sobre todo en esta época, a otras cosas y hay señales de que eso está dando fruto.
— Militaste en la Izquierda Autónoma y eres adherente del Frente Amplio. ¿Cómo relaciones creación y política?
— No de manera explícita, pero mi disposición como artista apunta a ciertas tendencias políticas. No desconozco lo político de la música, independiente de que se hable de amor. Uno no deja de ser político, aunque no escriba abiertamente de algo puntual. Mientras no desconozca el valor que tiene la política en sí, me siento consecuente con eso. Pero mi música todavía no. He tratado, pero encuentro que me sale forzado. Me gusta escribir solo cosas que me nacen de la guata, quizás algún día encuentre algo que me guste y lo muestre, pero hasta ahora no me ha pasado.
— ¿Ha influido la figura política de tu padre, el senador Ignacio Walker (DC), en tu carrera musical?
— No, nadie que me siga o que en verdad escuche mi música me ha hecho un comentario en relación a mi papá. Al principio hizo ruido, porque estaba recién entrando en escena y como hubo un premio Pulsar entremedio muchos medios de comunicación me preguntaban por mi papá. Pero nunca fue tema y para mí tampoco lo es. Nuestras diferencias políticas no son drama, nos llevamos muy bien y no hay presión de ningún tipo. Con ese tema he estado muy tranquilo.
“Lo mío es para escucharlo de vez en cuando. Es para estar sentado, tal vez tomándose algo y escuchando lo que está pasando ahí”.
— ¿Tienes alguna meta o sueño respecto a tu carrera?
— Me gustaría que la música me hiciera viajar. Si puedo mantener un estilo de vida donde eso pueda ser parte de la ecuación voy a ser el hombre más feliz del mundo. Me gusta enfrentarme a rutinas distintas, no puedo estar en lo mismo mucho rato, por eso tal vez no pude aguantar la idea de titularme en Derecho, porque implicaba oprimir demasiado el ímpetu de querer irme lejos a tocar. Me encantaría vivir fuera de Chile un tiempo.
— ¿Qué tan difícil sería para ti llegar a ser un exponente internacional?
— Uy, peludísimo. Tengo que preocuparme de hacer canciones sinceras y que tengan suficiente poder como para que algunas personas se puedan identificar con ellas y ahí recién hablar de proyecciones. Todos los días me tengo que acostar pensando en que por lo menos di un pasito pequeño como para que eventualmente pasen cosas.
— ¿Qué opinas sobre la escena musical chilena?
— Admiro muchísimo a Nano Stern, a Me llamo Sebastián, Gepe y rayo con Alex Anwandter. A Manuel García también y logré grabar una canción con él. Encuentro que hay muy buena salud en la música chilena y siempre la ha habido. Gente con mucho talento. Encuentro que estamos en una industria de mierda. Chile es muy chico, hay poco público y la idiosincrasia chilena ha condicionado a que el arte sea una cosa terciaria. En otros lugares, aunque sean chicos, puedes vivir perfectamente del arte. A mí me encantaría estar tocando y escribiendo todo el día, pero estoy obligado a estar sentado en el computador la mitad del día haciendo videos, en las redes sociales, llamando para agendar tocatas, todo lo hago solo. Lo ideal es que yo solo esté preocupado de hacer música y que otro haga eso. Hay que hacer muchas cosas y eso es una lata, porque se pierden muchas vocaciones.
— ¿En qué ha influido la carrera de tu madre, la cantante Cecilia Echeñique?
— ¡En todo! Mi oficio es lo que he aprendido de ella. Sigo preguntándole cómo hacer algunas cosas, siempre es a la primera persona a la que le muestro mis canciones nuevas y ella me muestra las suyas. Somos colegas viviendo en la misma casa. Cantamos en vivo juntos seguido, porque tenemos muchas canciones que tocamos desde que soy muy chico y nos salen con una química que yo no tengo con nadie más. Mi mamá cumple 30 años de trayectoria y me invitó a cantar con ella el primer single del disco nuevo, que es una reversión de su clásico “Porque siempre hay tiempo”. Estar cantando con mi mamá en sus 30 años de trayectoria es emocionante. En lo personal, me encantaría grabar un disco con ella con las canciones que hemos tocado históricamente.
— Además del disco. ¿En qué otros proyectos estás trabajando?
— Hausi Kuta, que es un proyecto de rock alternativo experimental. El disco se llama Variaciones, lo grabamos con Felipe Cadenasso y Antonio del Favero. Vamos a estar promocionando el disco, porque lo lanzamos en diciembre del año pasado, pero todavía no tocamos mucho, entonces queremos empezar a tocar. Nuestro principal motivación con esa banda es generar una experiencia en vivo que sea única y estamos con ideas muy entretenidas para lograr eso. Quiero mover ese disco, moverme por Chile, llegar a regiones a las que no he llegado y estoy organizado para que eso pase con los singles nuevos. Vamos a hacer lanzamientos y tocatas en todo Chile. En paralelo, mi mamá me ha invitado a ser coro en sus discos, pero nunca hemos hecho un proyecto madre-hijo. Eso sería bonito, aparte que no veo a alguien haciendo algo parecido.
Hausi Kuta fue nominado a los Premios Pulsar 2017 en las categorías Artista revelación y Álbum del año.
Sobre la autora: Patricia Cifuentes es estudiante de Periodismo e hizo esta entrevista como parte de su práctica interna en el Km Cero. Las fotos las sacó Magdalena Fuentes, también como parte de su práctica interna en el medio.