A seis meses del fin de los incendios que afectaron a Viña del Mar, Villa Alemana y Quilpué, los focos están puestos en la búsqueda de responsabilidades y la reconstrucción de las viviendas, mientras que la fauna silvestre damnificada pasó a un segundo plano. Sin embargo, en la zona, fundaciones y grupos ciudadanos no han cesado su combate por rehabilitarla.

Por: Felipe Ureta

Edición: Magdalena Soublette y Trinidad Riobó

El fuego en Viña del Mar, Quilpué y Villa Alemana hace seis meses se extinguió. Con él se fueron, según los balances del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (SENAPRED), más de 8000 hectáreas, 7000 viviendas y también, lamentablemente, costó la vida de 131 personas. Tras un bullado proceso, se decretó prisión preventiva para Franco Pinto, bombero, y Francisco Mondaca, exbrigadista de CONAF, sindicados como los autores materiales de una parte del incendio, abriendo nuevamente las heridas de la que ha sido señalada como la mayor tragedia producto de un desastre natural, después del terremoto de 2010.

Como tal, la tragedia no solo se llevó consigo vidas y viviendas. También dañó el ecosistema y a su fauna. Desde el Colegio Médico Veterinario (COLMEVET) reportaron que 5597 animales fueron atendidos producto de los incendios: De este total, 5091 eran mascotas y 421 animales de granja. Este 99% representa a lo que se conoce como fauna “doméstica”, es decir, aquella que depende de humanos para su subsistencia luego de su domesticación.

Los 85 animales restantes corresponden a fauna silvestre; no dependen de humanos para subsistir.

Sin embargo, que sólo un 1% de los animales atendidos corresponda a este tipo de fauna, no significa que ese sea el total de la fauna silvestre realmente afectada. “La manera de medir este daño es bajo observación directa o indirecta. Directa es cuando te encuentras los restos de los animales calcinados y la indirecta es bajo proyecciones de anteriores incendios, ya que los animales más grandes huyen, pero sus hábitats se encuentran totalmente dañados”, explica Claudio Ilabaca, jefe interino del Departamento de Conservación de Ecosistemas Boscosos y Xerofíticos de la Corporación Nacional Forestal (CONAF).

Esto no solo significa una diferencia en la estadística, sino que se materializa a la hora de la repartición de los fondos para su cuidado. Mientras que en Quilpué la Municipalidad recibía cerca de 9 millones de pesos desde la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo para seguir levantando el hospital de campaña para perros y gatos, no hubo recursos asignados a la recuperación de la fauna silvestre.

“El estado nunca apareció”, dice Pablo Salah, cofundador y director de la Fundación Ñamku,  la única especializada en rehabilitación de fauna silvestre en la Región de Valparaíso. Esta entidad se hizo cargo de todos los animales lesionados que pudieron ser rescatados desde el suelo siniestrado. “Tuvimos en un momento 72 pacientes. Para la escala que manejamos nosotros, son 72 papas calientes”, dice Salah.

UNA MISIÓN DE LARGO ALIENTO

Desde el punto de vista ecosistémico, a pesar de que los animales silvestres son menos atendidos que los domesticados, su cuidado es igual de relevante, sobre todo la restauración para llegar de nuevo al ecosistema de referencia. “De nada sirve solo preocuparse de la flora y de la funga (hongos). Si no nos preocupamos de la fauna, no se logra generar una restauración adecuada”, explica Diego Peñaloza, vicepresidente nacional del COLMEVET, al ser consultado por la importancia de estos olvidados animales.

Por esta situación antes de la catástrofe, la cual era en cierta medida predecible por lo sucedido en años pasados, fue que el SENAPRED planeó el establecimiento de una Mesa de Dimensión Animal en su Comité de Gestión del Riesgo de Desastres (COGRID). En ella, además de autoridades, se encontraban Pablo Salah, el COLMEVET y la Asociación de Médicos Veterinarios de Fauna Silvestre (AMEVEFAS).

Una de las razones que los convocaba era la búsqueda de recursos para poder administrar los insumos y al personal. Sin embargo, eso no sucedió. Así lo relata Violeta Barrera, hoy presidenta de AMEVEFAS, quien adjudica “esta falta de apoyo estatal en emergencias, a una débil red que no comprende las características del sistema de atención y por ende no puede entregar financiamiento rápido para no funcionar en base a donaciones”.

Sin embargo, con el fuego comenzado el pasado 2 de febrero por causas que hoy se saben humanas, ni Barrera ni Salah podían esperar para ponerse en acción. Así, ambos establecieron una red en la que AMEVEFAS se hizo cargo de coordinar los rescates en terreno para poder luego trasladar a los animales que lograsen ser rescatados hacia la Fundación Ñamku, ubicada en el sector de Las Ramaditas al norte de Concón.

Desde insectos, pasando por aves, hasta zorros nativos fueron víctimas de las condiciones que estableció el fuego. “No solo fueron problemas asociados al fuego, sino también al desplazamiento, como zorros que pueden ser atropellados por arrancar asustados o aves que pueden caer”, explica Peñaloza desde el COLMEVET.

“Valparaíso es muy movido. Nos coordinamos por grupos de WhatsApp, y voluntarios caminaron de 3 a 5 kilómetros por día buscando animales que se podían llevar a Ñamku”, relata Barrera destacando el apoyo de desinteresados voluntarios.

Por su parte, la situación de Salah en Ñamku era más compleja; comenzada la atención se necesitaba contar con personal capacitado. “En un momento el equipo (compuesto por voluntarios y trabajadores habituales de la fundación) comenzó a colapsar, por lo que tuvimos que contratar más gente con fondos nuestros”, explica.

A pesar de que la misión pudo lograrse de buena forma sin tener que privar de atención a animales, Salah reconoce que, de alguna manera, fue una suerte contar con el equipo necesario. “Cuando se trata de fauna doméstica, está todo mucho más armado porque están acostumbrados. A nosotros (los encargados de la fauna silvestre) nos suelen llegar tres animales, esta vez fueron más de 70. Entonces fueron afortunados de que aquí hay un recurso humano, no económico, bien preparado, pero quizá en otra situación sería distinto”, indica.

Incluso, Salah advierte que esta experiencia permite sacar lecciones para próximas veces. “Los culpables somos nosotros por aparecer, la próxima vez tendremos que esperar a que primero llegue el Estado, porque la culpa de que no aparezcan los recursos es nuestra, ya que hace 10 años venimos salvando esta situación”, haciendo referencia a reuniones de monitoreo en marzo.

Violeta Barrera, presidenta de AMEVEFAS, es tajante: “no corresponde que el cuidado de la fauna silvestre se sostenga en voluntariado”.

UN PREOCUPANTE FUTURO

Más allá de la forma en que Salah y Barrera enfrentaron la catástrofe, lo que preocupa es cómo se está desarrollando la recuperación de los ecosistemas afectados, especialmente ante la eventual aparición de nuevos incendios.

Según Carolina Martínez, investigadora del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIDIGEN), la auto reconstrucción de viviendas en cuencas de cerros, sectores donde se pueden encontrar animales silvestres como ratones, está siendo “aún peor que lo que había antes”, lo cual resultaría preocupante en cuanto esta “cobertura vegetal era desde antes un seguro que ya se estaba perdiendo”. “Era como un colchón ambiental para la llegada del fuego a las viviendas”, añade Martínez, refiriéndose a que las cuencas de los cerros sirven para que haya espacio para poder mitigar el incendio antes de que llegue a las casas.

Otro sector que también contenía ante la llegada de los incendios a las viviendas eran los humedales de esta zona, sitios en los cuales se encuentran más de 60 especies de anfibios y en donde el 33% de las aves acuáticas, fueron afectadas. “La recuperación de los incendios es a partir de humedales. Hay muchos que no están declarados como protegidos, y pueden ser susceptibles al cambio de uso de suelo”, explica Francisco Gómez, coordinador de proyectos de la Fundación Kennedy, especialista en humedales.

A pesar de las dificultades, aún queda esperanza para quienes han llevado a cabo el cuidado y recuperación de la fauna silvestre. Se trata de la creación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) por parte del Ministerio del Medio Ambiente, aprobado como ley y lanzado en 2023. Este servicio tiene como objetivo central la conservación de la biodiversidad en Chile, integrando competencias y funciones que antes estaban dispersas entre diversas instituciones, bajo un único organismo.

El SBAP no solo se encargará de la administración de las áreas protegidas, tanto terrestres como marinas, sino que también gestionará la conservación de la naturaleza fuera de estas áreas, incluyendo la restauración de ecosistemas degradados y la protección de especies amenazadas. Aunque el proceso de implementación aún está en marcha, con un reglamento por elaborar en los próximos años, la creación del SBAP representa un avance significativo para la protección ambiental de acuerdo a Salah. “No tengo muy claro cómo va a funcionar, pero ya la dije a la Ministra (Maisa Rojas, de Medioambiente), que yo me postulo como director. Mejor que lo administremos nosotros que los políticos”, agrega entre risas y preocupación.

Felipe Ureta Soublette (@felipeuretas) es alumno de cuarto año de College en CCSS con Major en Comunicaciones. Se ha desempeñado como conductor programas del área política y deportiva de Radio UC (@radiouc). Hoy es creador de contenidos en el medio deportivo dígital DLT Sports (@dltsports)