El 9 de abril se concretó el ‘‘apagón analógico’’, proceso que completó la transición de televisión analógica a televisión digital terrestre. La promesa es que los televisores del país contarán con una mejora en la calidad de audio y vídeo. Sin embargo, los dispositivos más antiguos perdieron el acceso a la televisión abierta. Esto afecta a quienes no saben cómo migrar o no tienen los recursos para recibir la TVD.
Por Renata Latorre (@chillax.bdz)
Edición: Arlette Fernández (@a.r.l.e.tt.e)
−¿Qué le pasó a esa, Vicky? −pregunta Edemira Bordones, de 92 años, observando el televisor que compraron 14 años atrás.
−Ya no tiene señal −contesta Victoria Maureira, su hija de 67 años, esperando que su madre logre entenderlo.
Pero Bordones no lo entiende. Desde el pasado 9 de abril no puede ver televisión. Tenían una rutina fija. El televisor se prendía a las 14:00 y se apagaba cerca de las 22:00 horas. Para Maureira, que no es muy fanática de la televisión, únicamente era un sonido de fondo que las acompañaba en su casa en Quilicura, donde de lunes a viernes están solas. Su madre lo percibe diferente: cree que la hija no quiere prender la tele y le pide todos los días que lo haga. Bordones se aburre. Últimamente solo se dedica a tejer en frente de aquella oscura pantalla.
Victoria Maureira es dueña de casa. No sabía que se quedaría sin televisión. El mismo día del llamado ‘‘apagón analógico’’ quiso encenderla y solo vio rayas horizontales y escuchó ruidos que no era capaz de entender. Buscó en su celular y descubrió lo que pasó: una nueva ley eliminó la televisión analógica en Chile. Ella ya tenía una antena y, por más que intentó, no logró dar con la señal digital. Dice que debe comprar un adaptador. No sabe cuál. No sabe dónde. No puede ir muy lejos para no dejar a su mamá sola.
Según explica José Antonio Soto, académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile y especialista en Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), el proceso de digitalización en el mundo empezó en los años 90, pero no fue hasta el 2009 que la subsecretaría de Comunicaciones determinó que Chile transmitiría contenidos según el modelo de transmisión ISDB-T, de norma japonesa. ‘‘El problema es que antes se vendían televisores de norma americana’’, explica. Agrega que, mientras no se tenga un decodificador, los aparatos adquiridos antes de 2009 quedarán obsoletos.
En mayo de 2014 se promulgó la Ley 20.750, conocida como Ley de Televisión Digital, en la que se introdujo oficialmente la televisión digital terrestre (TVD) en Chile. Para 2015, el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones lanzó el Decreto n°167, en el que se daba plazo hasta 2020 para una transición ordenada desde la señal analógica hasta la digital. La migración se extendió hasta 2024 y este 9 de abril se terminaron de apagar más de 700 antenas analógicas en el territorio nacional.
La pérdida de televisión para la tercera edad
Pablo Vidal, presidente de la Asociación Nacional de Televisión (Anatel), explica que, para avanzar de televisión análoga a digital, los canales nacionales estaban obligados a construir nuevas antenas en todo el territorio chileno y a recibir autorización por parte de la subsecretaría de Telecomunicaciones para emitir las nuevas señales. El horizonte era que la transición se hiciera de forma gradual. Señala que en los canales ‘‘no estaban las condiciones económicas’’ para que la migración se concretase en 2020. No cuenta con las cifras, afirma, porque son individuales de cada canal.
Vidal sabe que los canales no pueden llegar a todo el país. Como solución complementaria, Anatel entregó 26.000 kits satelitales de TV Digital en 96 localidades determinadas por el Consejo Nacional de Televisión (CNTV). Además, para informar, se llevó a cabo, en sus palabras, la ‘‘campaña pública más larga que se ha realizado en el país y sin financiamiento del Estado’’. Durante seis semanas, desde la primera de marzo hasta el apagón, la familia ‘‘Los Tevés’’ explicaba por medio de infomerciales el proceso de cambio e invitaba a indagar más en internet.
Al igual que para Victoria Maureira y Edemira Bordones, para Juan Figueroa, de 82 años, encontrarse con una pantalla repleta de puntos en escala de grises fue una sorpresa. Vive en Cerro Cárcel, Valparaíso. Tras subir seis escaleras, se llega a su casa, inmersa completamente en el mundo analógico. Utiliza solo teléfono fijo para comunicarse y su radio se conecta a señales análogas. Aún no sabe por qué perdió la televisión. Sus tres hijos decidieron juntar dinero entre todos para comprar un televisor más moderno. El decodificador no está dentro de sus conocimientos. ‘‘Yo ya tengo una antena’’, explica.
Los canales regionales no estuvieron exentos de adaptarse a la televisión digital. Natalia Arcaya, presidenta de la Asociación Regional de Canales de Televisión (Arcatel), pensaba que los medios locales y comunitarios no podrían acceder a la señal digital por los altos costos que implicaba la instalación de nuevos transmisores, pero lograron financiar esta gracias a fondos de telecomunicaciones estatales, con ayuda de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO).
Así, los canales del gremio se pudieron adelantar al cambio y contar con televisión digital para antes de 2020. Sin embargo, como la implementación total de TVD se aplazó hasta 2024, por presión de ‘‘los canales más grandes’’, los equipos de canales regionales están a pasos de quedar obsoletos por los avances tecnológicos de este período. ‘‘El proceso de la tramitación de la ley me parece vergonzoso’’, se queja Arcaya. Para ella, fue un castigo haberse anticipado y menciona que los canales regionales deberían ser compensados.
La Federación Regional de Uniones Comunales del Adulto Mayor (FRUCAM) también ha dialogado sobre la pérdida de televisión para gran parte de la tercera edad. Para ellos, ha sido difícil dar con alguna propuesta que solucione el tema, principalmente debido a que carecen de herramientas para atender todas las necesidades contingentes que afectan a los adultos mayores.
Ciro Erba, presidente de FRUCAM, explica que, si bien les gustaría atender con más dedicación este problema, es complejo cuando también se deben enfrentar asuntos más grandes, como las falencias en el sistema de pensiones o su nuevo espacio en la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). Aun así, sabe que la televisión les compete, tanto como en la visibilidad que no se les está dando en pantalla, como en el acceso que perdieron a su emisión. ‘‘Los adultos mayores siempre somos excluidos del sistema’’, alega.
‘‘A pesar del spot televisivo del último mes, creo que todavía la gente no tiene muy claro cómo ver televisión digital’’, concluye Natalia Arcaya. Arcatel recibe llamadas constantemente de personas que no saben cómo utilizar las antenas que han adquirido para el cambio. José Antonio Soto califica como ‘‘de última hora y mala’’ la campaña de la familia ‘‘Los Tevés’’. Según él, no se enseñó a la gente directamente en los barrios, en los que se requería una explicación detallada sobre dónde instalar las antenas y cómo configurar los decodificadores.
Así como le pasó a Bordones, Maureira y Figueroa, las redes sociales, como Facebook y X, están plagadas de casos de gente reclamando en nombre de sus padres y abuelos. En 2023, el CNTV publicó un estudio que afirmaba que los adultos mayores son el segmento de la población que más televisión abierta consume. El 82% se informa a través de la tele y el 53% ve televisión todos los días, con un consumo promedio de 5 a 6 horas. Hasta la fecha, no hay cifras de cuántas personas perdieron la señal televisiva ni estudios cualitativos de los grupos afectados.
Sobre los televisores, Pablo Vidal menciona que, aunque los más antiguos puedan servir para recibir la señal digital, con el decodificador pertinente, no se va a disfrutar la misma experiencia que con un televisor moderno. Los colores, la resolución y el sonido son diferentes. ‘‘Entiendo que hay personas que no tienen los recursos, pero si pudieran adquirir una televisión nueva, podrían acceder a una de mucho mejor calidad’’, declara.
‘‘Yo creo que hay que pagar ahora para ver televisión’’, reflexiona Victoria Maureira mientras su madre teje en silencio. Juan Figueroa apunta a lo mismo: ‘‘Parece que hay que pagar’’, dice mientras los boleros de la radio se oyen en el fondo. Es lo único que resuena entre las paredes de su casa.