Antonella Sigala: “El jazz moderno está habitado solo por hombres, cuesta mucho encontrar intérpretes mujeres”
El jazz tiene su origen en la década de los años 20’ y, a pesar de su antigüedad, ha logrado permanecer en el mundo actual. Sin embargo, las mujeres son solo una minoría en este género musical. Antonella Sigala (21) logró comenzar su proyecto como solista uniendo el pop y el jazz, estilo que la formó y le apasiona, haciéndose un espacio en este complejo escenario.

Por Florencia Cabello Troncoso @floo.re
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Antonella Sigala tenía 14 años cuando cruzó la puerta del jardín infantil que cambiaría su vida. Había comenzado a aprender jazz en sus clases de canto -lo que no le gustaba del todo-, y su mamá la llevó al ensayo de la banda de un amigo. Era una situación muy extraña; nueve hombres de entre 50 y 80 años tocando sus instrumentos junto a una joven de 14, en medio de un jardín ya vacío. La Antonella de ese entonces no entendía nada, pero esa banda era Old Fashion Jazz Band, una de las bandas de jazz tradicional más reconocidas en Chile. Antes de cruzar esa puerta, no tenía ningún interés en el jazz -como toda adolescente en el 2010, quería ser como Demi Lovato o Christina Aguilera-, pero en el momento en que presenció a los músicos entonar sus instrumentos tan diversos, supo que ese era su lugar.
“Cuando llegué me sentí muy rara, iba vestida de colegio, eran todos mayores y canté una canción que me pidieron aprender. Me salió pésimo, pero encontraron tierno que me hubiera acercado y atrevido a ensayar con ellos, entonces me dijeron ‘quédate, no importa que haya salido mal’”, dice.
Allí se dio inicio a una relación casi paternal entre los músicos y Antonella. El miércoles era el día en que se reunían para ensayar, siempre la misma canción. Cuando estuvo lista, debutó en el Club de Jazz Santiago. Esos 9 artistas le enseñaron todo lo que necesitó respecto al jazz.
Siendo la menor de siete hijos, de manera inconsciente, todos en su familia le fomentaron la música. Vivía pegada a la radio escuchando los mixtapes que su padre le traía de sus viajes laborales y a los 7 años ya grababa canciones -especialmente de Luis Fonsi-, en el home studio de sus hermanos. La burbuja de protección en la que vivió durante su formación -que incluía a su familia y a todos los integrantes de Old Fashion Jazz Band-, le impidió ver una cruda realidad del jazz: las mujeres son solo una minoría. Y cuando son parte, su lugar es casi exclusivamente en el canto.
En 2020, Antonella se animó a ir un paso más allá y comenzar a realizar uno de sus sueños: crear un proyecto en solitario. Así lanzó “Mi Decisión”, su primera canción, que si bien es pop, de a poco uno logra escuchar cómo su discografía se entrelaza con el jazz. Además de estos dos proyectos, existe Antonella Sigala Quinteto. Esta es una versión alternativa a la banda Old Fashion Jazz Band, además de ser más pequeña y funcional en términos laborales.
“Con el Quinteto decidí aprovechar de hacer otras canciones que a mí me gustan del jazz, porque Old Fashion Jazz Band tiene un sello de época, de estilo, incluso tienen canciones sin mí. En el quinteto, creamos un jazz un poco más estándar y bien marcado con canciones de divas de la época, como Billie Holiday. Es música mucho más femenina”, dice.
Destacada también por la revista Billboard Argentina por su música pop, Antonella fue uno de los cinco nombres nominados a “Artista Proyección” de los premios MUSA 2022. El veloz impacto que tuvieron sus primeras composiciones la llevó a ganarse un puesto entre los diez artistas destacados del 2021, por los mismos galardones. Con esto, logró posicionarse y crecer; cuenta con más de 3.000 oyentes mensuales en Spotify y más de 16 mil seguidores en Instagram. Ella no se llevó el galardón, de hecho, prácticamente ninguna de sus compañeras mujeres lo hizo. La única artista que consiguió una estatuilla fue Denise Rosenthal, como “Mejor Artista Pop”.
¿Cómo fue el momento en que te enamoraste del jazz?
Cuando comencé con las clases de canto, después de un tiempo de estar aprendiendo lo básico, le dije a mi profesora que quería ser cantante de soul-pop, como Whitney Houston, y ella me respondió que primero debía conocer sus raíces. Fue ahí cuando conocí a Ella Fitzgerald, diva del jazz, y no enganché nada. De hecho, llegué un poco quejándome a mi casa. Luego, cuando mis papás me llevaron a practicar con Old Fashion Jazz Band, fue el momento en que lo supe. En el jazz todos los instrumentos son análogos y suenan sin amplificación, entonces fue muy impactante escucharlo, estar ahí, en una sala de ensayo pequeña y que sonara así. Fue muy envolvente, como sensorial.
Si te apasiona tanto el jazz, ¿por qué decidiste dirigir tu proyecto solista hacia una línea más pop?
Como componía música popular, no tenía las herramientas para componer jazz. Ahora sí creo que un poco más. He estado aprendiendo. Mi próxima canción es mucho más jazz-pop; rescaté técnicas de cómo tocar el piano de la época, cómo es el swing de la época, las guitarras. Pero tampoco lo fuerzo. Mientras más jazz puede ser, mejor, pero si no sale, no hay rollo.
Se podría decir entonces que la Antonella Sigala del futuro es una mezcla de jazz y pop.
Sí, porque el jazz formó mi identidad. Cuando llegué a la banda tuve mis primeras pegas como música, fue mi primer acercamiento al oficio. Y siento que mi identidad reside en eso. Yo cantaba jazz, por lo que me vestía de cierta forma, hacía ciertos gestos. Cuando me enfrenté a la música popular en mis composiciones, quise que sumara todo eso.
¿Cómo es el rol de la mujer en el jazz? ¿Hay alguna dificultad?
Sí, hay muchas limitaciones. El canto es el lugar que se tiene reservado para las mujeres, el lugar más aceptado. Yo no me di cuenta de esto, hasta hace muy poco. Por la banda con la que tocaba, siempre teníamos buena paga, comida, un espacio, cosas básicas, pero que no siempre están. Siempre tuve un buen ambiente y ellos respetaban mucho mi proceso, también porque el jazz tradicional es mucho más familiar. El jazz moderno está habitado solo por hombres, y cuesta mucho encontrar intérpretes mujeres. Ahora estoy haciendo un estudio y todas las músicas de jazz que he entrevistado se han sentido muy limitadas. Los hombres son muy críticos y competitivos, porque es un mundo complejo, cuesta crecer. Incluso, a las mujeres suelen llamarlas «cantontas», porque creen que nunca seremos lo suficientemente buenas.
¿No te decepcionaste del mundo del jazz cuando notaste eso?
Me di cuenta súper tarde, porque estaba acostumbrada a que solo fueran hombres. Cuando comencé mi quinteto, enganché con la Rosa, que fue la primera música de jazz que conocí. Ahora toca en mi banda solista, es una batera súper bacán y solemos conversar sobre la baja cantidad de mujeres en nuestro rubro. Creo que hay que esforzarse en ser muy buena para tener un lugar y sentirse respetada. Hace unos meses, participé en una Jam de mujeres. Las jam son espacios que se dan post presentación para que todos lleven sus instrumentos y se suban a tocar de manera improvisada, que es algo súper identitario del jazz. Y la cosa es que se organizó una Jam separatista, de puras mujeres, o al menos la primera a la que yo y muchas de mis compañeras habíamos asistido. Todas nos íbamos a poner a llorar porque, pese a que no nos conocíamos, tuvimos una vibra increíble. Además, el nivel era súper bueno. También nos compartimos el micrófono y muchas daban sus testimonios sobre cómo se habían sentido y cómo eran sus experiencias en este mundo.
¿Cómo crees que podría eliminarse este rol que cuentas que tienen las mujeres en el jazz?
Apoderándonos de los espacios. Así creamos los ambientes que necesitamos para crecer, apoyarnos y aprender también, tranquilas y seguras. Y creo que esto puede pasar pronto o, al menos, nos estamos acercando. Cada vez se están creando más instancias, agrupaciones y presentaciones de jazz femenino. La conversación se está instalando.
