Foto por Macarena Figueroa de la Fuente/Km Cero.

Los que salieron del túnel

El 23 de enero se estrena la película Pacto de Fuga, la cual busca retratar la historia de un grupo de ex presos políticos del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) y su escape de la cárcel de máxima seguridad de Santiago en 1990. A 30 años del escape escuchamos la historia de los protagonistas reales.

Texto y fotos por Macarena Figueroa de la Fuente

Despertaban a las siete de la mañana todos los días, les pedían a los gendarmes que les abrieran las celdas y salían a trotar para no perder su entrenamiento militar, que algunos de ellos habían adquirido en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba (FAR) o en las Tropas Especiales de Cuba. Luego del trote tomaban desayuno y caminaban por el patio, aparentando observar los improvisados partidos de fútbol de los demás reos. Pero eso era solo una distracción o como ellos dicen, puro teatro: porque su verdadero objetivo se gestaba, pacientemente, en la galería 7–8, o más bien, bajo ella.

“Masiva fuga de reos por el atentado a Pinochet y la internación de armas”, fue el titular de la portada del diario La Segunda, del martes 30 de enero de 1990, el día después de la fuga de los 49 presos políticos del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) que se encontraban privados de libertad en la ex cárcel pública de Santiago. Hasta ese momento se desconocía la magnitud del escape y sólo se conocían las primeras declaraciones de Gendarmería: “Aparentemente luego de salir del túnel, se lanzaron (los reos) al lecho del río Mapocho y por allí huyeron caminando hacia donde los esperaban otras personas”.

Fotocopias del diario La Segunda, con fecha 30 de enero de 1990. Archivo extraído y fotocopiado en la Biblioteca Nacional.

El escape, conocido como Operación Éxito, ocurrió el 29 de enero de 1990. Los 49 ex presos políticos escaparon de la cárcel de máxima seguridad de Santiago por medio de un túnel que construyeron por alrededor de 18 meses.

“El tema para mí es la libertad conquistada, no la libertad regalada, sino que la libertad planificada para conquistarla”, dice con énfasis Eduardo Asenjo, ex preso político y parte de los 21 militantes que se organizaron para cavar el túnel. El reo, catalogado como el prófugo número 20 por el diario La Segunda, cuenta que para la construcción del túnel se entraba todo lo que se quería a la celda; cables, ampolletas y madera fueron algunos de los materiales que ingresaban con frecuencia, bajo la excusa de arreglar el lugar y hacerle un segundo piso a sus celdas, pero que en realidad utilizaban para excavar y mantener a Lolita.

Así le decíamos, se hablaba de Lolita. En el exterior se conoció como Operación Éxito, pero para nosotros siempre fue Lolita”, cuenta Eduardo Rosentreter, quien 30 años atrás fue uno de los que cavó con cucharas, ollas, palos o lo que se encontrara aquel túnel de 60 metros de largo y alrededor de 60 centímetros de diámetro, según las estimaciones de sus mismos creadores.

Imagen izquierda: Archivo Fotográfico perteneciente a la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas. Imagen derecha: El dibujo de la cárcel hecho por Marcos Riquelme. La operación fue llevada a cabo en la celda número 4 de la galería 7–8.

Las galerías que conformaban la ex cárcel pública de Santiago se componían de varias celdas, divididas entre un primer y segundo piso. “No soy muy bueno dibujando, pero aquí era donde metíamos la tierra”, explica Marcos Riquelme, ex preso político del FPMR, mientras traza con un lápiz un mapa de la cárcel y sus celdas. Apunta al entretecho, donde se escondieron durante alrededor de un año las 55 toneladas de tierra que en total se sacaron del túnel.

Fuera de la cárcel, los cabecillas del FPMR se organizaban y daban órdenes a quienes serían los ejecutores de los encargos. Como dice Manuel Acuña, parte del Frente en esa época, “yo era un pelao más que acataba órdenes”.

La operación que significó esconder toneladas de tierra sin que los presos fueran descubiertos, fue lo que impresionó a la productora de la película del director David Albala para hacer la película Pacto de fuga. El tráiler de la cinta que se estrenará el 23 de enero, tras la postergación de su estreno original en octubre de 2019, fue lanzado por 20th Century Fox Chile y ya se puede ver en los cines.

“La historia puede ser muy entretenida en el sentido de la aventura y adrenalina, pero más allá de eso es una lucha, una lucha por autogestionar nuestra propia libertad. Me gustaría que en la película se contextualizara bien la fuga en sí, en el momento histórico que se estaba viviendo”, dice Eduardo Rosentreter.

Luego de meses de trabajo, el 29 de enero de 1990 tomaron la decisión de salir. Con boletas, dinero, llaves, boletos de metro y la ropa de ese mismo día, los 24 militantes del Frente entraron al túnel que los llevaría directo a su libertad. Por medio de un sistema de ventilación diseñado por ellos mismos a base de botellas de plástico, los fugitivos llenaban sus pulmones de aire fresco, un alivio considerando la calurosa temperatura que describen haber sentido dentro del túnel. A la hora del escape, eran 24 los que sabían del túnel; los otros 25 se dieron cuenta al no ver a sus compañeros en sus celdas y decidieron seguirlos también.

El día antes de la fuga los acuartelaron, los dirigentes del Frente Patriótico les dijeron que tenían que prepararse para algo grande. Nadie preguntó qué. Tenían que escuchar pacientes y acatar las órdenes: sería una operación sin armas y totalmente confidencial. “Un compañero se acerca a mí y me dice: Compañero usted se va a trasladar a La Florida y Puente Alto, porque tiene que encontrarse con un compañero, no nos dicen que son fugados”, dice Manuel Acuña. El encargo era trasladarlos y encontrarles una casa rápidamente: “No se preguntaba nada. Era la orden y punto”.

“Nosotros no somos pacifistas, somos combatientes, entendemos las causas de fondo que originan las peleas, entonces yo salí armado del túnel, había logrado entrar armamento”, dice Riquelme. Esperándolos afuera estaban miembros del Partido Comunista, más uno de los compañeros que obtuvo la libertad durante el período de construcción de Lolita. “Salimos del túnel y había una micro común y corriente, de un recorrido y con chofer, con las luces prendidas, ni siquiera oscura. Yo creo que la normalidad es la más bella de las formas de hacer algo ilegal”, dice Asenjo. Al subir a la micro, a los fugados se les fue indicando el lugar donde tenían que bajar y las palabras mundanas, pero claves que tenían que intercambiar con un compañero del Frente que los esperaba una vez afuera y los llevaría a una casa de seguridad.

Eran alrededor de las doce de la noche cuando un Chevrolet Chevette apareció en una de las oscuras calles de La Florida. Los autos que utilizaban eran recuperados, en palabras simples: robados. Dentro del auto iba Acuña, esperando encontrarse con quien intercambiaría la frase conocida por ambos. El fugado subió al auto y Manuel lo llevó a la casa que se le había destinado, donde permaneció por dos años oculto a cargo del frentista. Eventualmente los caminos de los dos hombres se separaron, pero Acuña recuerda con cariño su tiempo a cargo del fugado.