Ilustración por Sebastián Rivera “Inerciatic”./Km Cero.

La otra condena del Derecho

Cuando la salud y el éxito académico desequilibran la balanza. ¿Hasta qué punto es justo el nivel de exigencia de un examen de grado? Estudiantes que aspiran a convertirse en abogados comparten historias en las que aparecen pesadillas recurrentes, crisis de ansiedad y medicamentos.

Por Camilo Morales Droguett

Mariana Ramírez: “Es tanto el miedo antes de los exámenes que, cualquier cosa que trague, siento que la voy a vomitar”.

Voy en cuarto de Derecho en la Universidad de Chile, todavía me quedan un par de años para el examen de grado. Los exámenes orales valen el 50% del ramo, es mucho el estrés que se siente saber que te juegas el semestre en solamente dos pruebas, en las que cada una se siente como si fuera un examen final. Creo que es lo más terrible de todo este período, más aún si son exámenes orales.

He tenido buenas y malas experiencias en los exámenes orales, desde sacarme un seis hasta salir llorando, porque me reprobaron o me mandaron a suficiencia, que es la oportunidad posterior en que te hacen nuevamente un examen oral. Dependiendo de cómo contestes una pregunta determina si pasas o repites el ramo. Son muchas las páginas que hay que memorizar y recitar como loro para que al final del día todo dependa de las dos preguntas que te hacen en la prueba .

Los días antes de estas evaluaciones son especialmente desgastantes para todos y es sabido que muchos compañeros recurren a medicamentos sin receta para poder estudiar. En mis últimos semestres no he podido dormir antes de dar exámenes. Como son durante el día, tampoco puedo comer, porque es tanto el miedo que tengo que cualquier cosa que trague siento que la voy a vomitar”.

Javiera Díaz: “Las semanas siguientes al examen de grado seguía teniendo pesadillas”.

Desde chica, me gustaba el prototipo del juez, así que me imaginaba mucho en ese estilo de abogado: trabajando con los fiscales y jueces. Entré a estudiar Derecho a la Universidad Católica y egresé en diciembre de 2017. Como todos, tenía que dar el examen de grado, así que partí estudiando en marzo y lo di en noviembre. Estaba muy nerviosa. Los últimos dos meses, me despertaba todos los días a las 6.00 de la mañana y terminaba de estudiar como a las 10 de la noche. Uno trata de bajarle el perfil a la situación, decía: Ya, es un examen, si me lo echo filo, no pasa nada. Pero tienes niveles de estrés horrible. Todos te pueden decir lo mismo, pero una se siente pésimo.

Me acuerdo que lanoche antes no dormí nada, así que me desperté temprano y fui a estudiar a la biblioteca de Las Condes. Como llegué a las 9.00 hrs y abrían a las 9.30 hrs, no me dejaron entrar y me puse a llorar. Ese día, tampoco pude almorzar, porque estaba muy nerviosa y vomitaba. No comí nada. Cuando llegué a la universidad, me encerré en la capilla del Centro de Extensión y estudié hasta el final. Mi examen de grado comenzó a las 20.30 hrs, y fui la última en darlo ese día: estaba raja. Me tocaron profesores difíciles, así que tenía mucho susto, pero fueron muy respetuosos. Si pasaste el examen, sales de la sala con el diploma. Afuera de la sala estaban mis papás, mi hermano y mis amigos más cercanos esperando. Cuando salí, iba con el diploma y les dije a todos que había pasado. Fue emocionante, todos se pusieron a llorar, hasta mis amigas, porque sabían lo sufrido que había sido toda la carrera.

Todos después de la guerra somos generales. Una vez que ya terminaste la carrera, uno le baja el peso a lo que viviste, pero es horrible. Yotuve que ir al psiquiatra mientras estudiaba para el examen de grado, porque todos tus días giran en torno a eso. Te despiertas sabiendo que tienes que estudiar y te quedas dormida sabiendo que al día siguiente va a ser igual. Y… en los minutos de descanso la angustia era peor, porque lo único que pensaba era: Puta, debería estar estudiando. Así que le dije a mi mamá que eso no era normal, que necesitaba ansiolíticos, porque no podía sola. Tenía pesadillas, me ponía a llorar de la nada y dormía pésimo.

Al día siguiente del examen de grado estaba tan cansada que no podía moverme de la cama ylas semanas siguientes todavía teniendo pesadillas. A veces, despertaba angustiada pensando que tenía que estudiar. Tengo compañeras que hasta hoy sueñan que no lo aprueban o que lo tienen que dar de nuevo”.

Valentina Buzeta: “Han aumentado mis crisis de ansiedad y de angustia”.

Egresé el año pasado de Derecho UC y me estoy preparando para el examen de grado. Se siente mucho estrés. Me levanto todos los días temprano, tomo desayuno y me voy a la biblioteca que queda cerca de mi casa. Llego tipo 10.00 u 11.00 de la mañana y me quedo hasta que cierran, a las 20.00 hrs. Se requiere mucha fuerza de voluntad, porque estudio todos los días como siete u ocho horas diarias, un poco más cuando tengo interrogaciones para el examen de grado. Para un examen normal es necesario prepararse un mes y hasta ahora he estado tres meses estudiando. Eso es agotador.

Me angustia quedarme estancada en alguna materia, no avanzar y saber que el tiempo corre. No puedo enfermarme, porque me puede afectar en el estudio. Me preocupa no poder resolver esos problemas por tener que estar poniéndole más atención al hecho de estudiar que a lo demás. Han aumentado mis crisis de ansiedad y de angustia. También he comido menos saludable o menos veces al día por tener que estudiar.

Hace dos años comencé a tomar medicamentos para la concentración. Cuando había exámenes normales, durante el semestre, me preparaba con cinco días de anticipación. Los días más lejanos a las evaluaciones había que estudiar cinco u ocho horas al día y los más cercanos 12 horas. Uno tenía que estar de ocho de la mañana a ocho de la noche en la biblioteca de la universidad.

Esa presión afectaba mi estado de ánimo. Influyó en la disposición que tenía para hacer otras cosas y en la relación con mi familia y mis amigos más cercanos. Estaba de mal humor, constantemente irritable, preocupada y bajoneada. Afectó a mi salud, me enfermé y somaticé el estrés. Hubo un año que tuve problemas al colon y eso fue solo por no poder estudiar bien.

Creo que el hecho que los estudiantes tengan que automedicarse para estudiar está mal. Todos sabemos eso. Pero los cabros lo hacen, porque están muy presionados. Pasar los ramos y salir bien de las evaluaciones es una necesidad. La universidad y la sociedad ejercen una presión muy grande. Eso te hace preguntarte qué es lo que importa más, si la salud o el rendimiento académico. Eso es un problema del sistema que nadie ha sabido o no han querido atacarlo bien.

La gente demuestra estar cansada. La mayoría de las personas están chatas, no pueden dormir y comen mal. O duermen mucho o muy poco. Nunca me he topado con un compañero que esté preparando el grado y que me diga que está viviendo el mejor momento de su vida”.

Francisco Flores: “Consumí Mentix para mejorar mi rendimiento académico”.

“Estoy en quinto de Derecho en la Universidad de Chile y el año pasado consumí Mentix para mejorar mi rendimiento académico. No lo sentí como una gran ayuda, pero me sirvió para estudiar y concentrarme. Tengo la costumbre de pasar de largo para todas mis pruebas. Cada una vale un 50%, entonces me juego el ramo en dos evaluaciones. Uno nunca puede decir que tiene el ramo pasado, así que en ningún momento estás relajado. En primer año, no sabía cómo afrontar la carrera y sufrí más de la cuenta: me estresé mucho.

El uso de Mentix es algo sabido e incluso se comercializa en grupos de Facebook. En periodo de exámenes, cuando no hay clases, te dedicas todos los días a estudiar y no duermes. Entonces las pastillas son muy apetecidas por el común denominador de la gente que no puede pasar de largo solo con café”.

Ignacio Ortega: “¿Cómo vas a aprender, si tienes que esforzarte al nivel de no dormir y drogarte para estudiar?”

La automedicación a la que recurren los estudiantes para poder estudiar es más común de lo que parece. Es pésimo y habla de las condiciones de cómo la gente tiene que estudiar, de que todo pasa a ser una competencia por tratar de meterse más materia en la cabeza. ¿Cómo vas a aprender, si tienes que esforzarte al nivel de no dormir y drogarte para estudiar? Imagínate no dormir para tener que estudiar y después, a pesar del agotamiento que uno tiene, no poder dormir. Es horrible.

Estoy estudiando Derecho en la Universidad de Chile y voy en quinto año. Tomo Aradix por receta, porque tengo problemas para la concentración. Al principio la universidad era muy difícil y me costaba mucho. Sentía que las pruebas orales eran suerte, como una ruleta rusa, porque no sabía estudiar. Sufría, sentía toda la carga encima y pensaba: Me tiene que ir bien, tengo que hacer esto. Siempre me costó agarrar el ritmo y recién en cuarto año pude establecer un método de estudio confiable, que sirviera para mis niveles de concentración.

Es común la venta de pastillas en grupos de Facebook, pastillas que te afectan de forma muy negativa, porque no sabes qué efectos vas a tener o cómo va a reaccionar tu cuerpo. Cuando tomas Mentix vas a sentir lo mismo que no dormir, no tienes ningún descanso. Después no se puede conciliar el sueño, y eso te produce mucho agotamiento. Hace pésimo. Para mí todo eso es muy penca, pero a la vez es tan común que no me sorprende que ocurran esas cosas hoy en día.

Hay que pensar que la universidad es importante, pero uno también tiene que preocuparse de sí mismo, tampoco hay que sobrepasar el límite, porque eso te va a hacer mal. Pero igual me estresaba mucho. Ahora vienen los exámenes y uno vuelve a sentir esa presión”.

Sobre el autor: Camilo Morales Droguett estudia Periodismo y escribió este artículo en su práctica interna en Km Cero. El artículo fue editado por Javier Muñoz en el Taller de Edición en Prensa y por Trinidad Rojas, editora de Km Cero.