Fotomontaje de Macarena Figueroa a partir de una foto de Consuelo Lomas para Km Cero.

Educación sexual: un curso reprobado

La ley 20.418 de “regulación a la fertilidad”, encargada de orientar la educación sexual, ha sido objeto de críticas. La flexibilidad en contenidos y la tardía edad en que se implementan, han sido algunas de las objeciones de expertos y estudiantes. El gobierno presentó esta semana un proyecto para actualizar la normativa que adelanta a quinto básico la enseñanza de esta materia.

Por Ignacia Herrera y Bianca González

Lenka Fuentes (22) tenía 11 años cuando tuvo su primera menstruación. Estaba almorzando en la casa de sus abuelos cuando sintió ganas de ir al baño y vio algo inesperado: sangre en sus calzones. “Yo no entendía nada, nunca había escuchado de la menstruación. No lo había visto en la tele, nunca me lo habían explicado en el colegio, y cuando me llegó me puse a llorar. Lloraba y lloraba y no entendía lo que me pasaba. Era como: por qué está saliendo sangre de mí. Me sentía asustada, sucia. Era muy extraño”, relata.

Lenka no sabía lo que le pasaba en su menarquía o primera menstruación, que ocurrió cuando estaba en enseñanza básica, entre sexto o séptimo, ya que dice no recordar el año preciso. La historia de Lenka refleja una realidad extendida: según datos de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), dos de cada tres niñas a nivel mundial, afirman desconocer lo que les estaba pasando cuando tuvieron su primera menstruación.

En el currículo nacional del Ministerio de Educación se establece que la menstruación es una temática obligatoria dentro los planes de estudio de Ciencias Naturales. Esta materia se empieza a dictar cuando las adolescentes tienen entre 12 y 13 años, en séptimo básico, sin embargo, según información del Departamento de Ginecología de Clínica Las Condes, las jóvenes pueden comenzar a menstruar desde los 10.

El gobierno envió esta semana un proyecto de ley para actualizar la normativa que exige la enseñanza de educación sexual en los colegios desde quinto básico. “Está claramente demostrado que en la medida que este niño tenga los conocimientos, sin eufemismos, (…) se va a enfrentar de mejor manera a estas materias, como a sí mismo, a construir relaciones sanas”, afirmó el ministro de Salud, Emilio Santelices, en la presentación conjunta del proyecto con el Ministerio de Educación.

Es lo que le sucedió a Aylin Ponce (22), a los 10, cuando estaba en el colegio. Recuerda haber estado en clases y comenzar con un dolor de guata “fatal”. “Me sentía muy mal, pero no asimilaba que era la regla, recuerdo estar todo el día así y cada vez que iba al baño a hacer pipí veía mi calzón manchado y pensaba que era barro (en ese tiempo jugábamos en la tierra con mis compañeras y no usaba calzas debajo de la falda)”, cuenta Aylin. Si bien a ella le habían hablado de la menstruación, no sabía cómo se sentiría o qué le pasaría en el momento.

La UNESCO define una educación sexual integral como: “Un proceso de enseñanza y aprendizaje basado en planes de estudios que versa sobre los aspectos cognitivos, psicológicos, físicos y sociales de la sexualidad”. Es lo que los expertos proponen para mitigar los efectos del desconocimiento en los adolescentes.

Lo que dice la ley

La ley 20.418 (2010), que establece las normas sobre la información que se debe otorgar en materia de regulación de la fertilidad, exige que los colegios cuenten con un programa de educación sexual. Sin embargo, no establece un programa con contenidos mínimos para la enseñanza, permitiendo que los establecimientos decidan según sus principios y creencias.

La ex alumna del colegio San Francisco de Asís, Florencia Ramírez (19), cuenta que su colegio, de tradición católica, promovía la virginidad hasta el matrimonio y categorizaba los preservativos como algo negativo. “Tenía un miedo que me metieron en la cabeza. Porque no sabía, ¿cachái? Desconocimiento po”, relata.

A principios de 2019, el Departamento de Evaluación de la Ley de la Cámara de Diputados presentó un informe sobre los 10 años del funcionamiento de la Ley 20.418. En el documento, se evidencia la preocupación que existe por la incidencia que actualmente tienen los directivos en los contenidos de educación sexual. Se lee: “La norma limita el ejercicio del derecho a educación sexual al permitir que los sostenedores o la comunidad educativa determine los contenidos y enfoques que se impartirán en dicho establecimiento. Así, se estaría impidiendo educar en función de los conocimientos basados en evidencia empírica”.

Debido a la variación que hay en la educación sexual en Chile dependiendo del colegio al cual se asista, hay disparidad o incluso desventaja entre los ciudadanos. Mario Bruna (19), ex alumno del Instituto Nacional, cuenta: “Todo lo que nos enseñaron era aplicable a hombres no más. Por ejemplo, a mí nunca me enseñaron nada que tuviese que ver con el período, no nos interiorizaron en eso, que un hombre también lo tiene que saber. Hay muchas cosas que no nos enseñaron y que deberíamos saber”.

Magdalena Rivera, médico sexóloga de la Escuela Transdiciplinaria de la Sexualidad, expone que los establecimientos deberían entregar información adecuada, más allá de sus lineamientos valóricos. “La educación sexual debe tener base científica y de derechos humanos. Está bien que estén los valores y que se impartan de acuerdo con lo que le interesa a los padres y al establecimiento, pero eso no debería impedir que se entregue información adecuada”, afirma.

De acuerdo a una evaluación realizada por la UNESCO, Chile estuvo en el último lugar de cumplimiento del programa Prevenir con educación (2015), que tenía como objetivo mejorar la enseñanza de la sexualidad en los colegios. Fernanda Ávila (20), ex alumna del Liceo Tajamar, menciona que su colegio no le otorgó información oportuna sobre el tema. “Una vez fue una matrona, pero así como muy esporádico. Deben haber sido como dos o tres veces máximo dentro de los cuatro años de media”, cuenta.

El informe de la Cámara de Diputados destaca la necesidad de otorgar más atribuciones al Ministerio de Educación para que sea el responsable de asegurar la calidad y acceso en esta materia. Además, dice que existe una necesidad de abordar la anticoncepción o las enfermedades de transmisión sexual (ETS) desde una mirada integral, basada en el autocuidado y respeto por el otro. “Se requiere fortalecer el acceso a una educación sexual centrada en la afectividad, desde las primeras etapas formativas, de manera que garantice tanto el acceso como el ejercicio de los derechos que consagra la norma”, se lee en el documento.

Para asegurar el acceso a la información desde la temprana edad, un grupo de diputados ingresaron un proyecto que busca reformar la ley actual, con el objetivo de adelantar a kínder la enseñanza de educación sexual. Quienes presentaron el proyecto son los diputados Pablo Lorenzini (DC), Marisela Santibáñez (IND), Manuel Monsalve (PS), Marcela Hernando (PR), entre otros. Este proyecto, pretende fijar normas sobre información, orientación y prestaciones en salud y educación sexual. Además, señala la constitución de contenidos mínimos estipulados por el Ministerio de Educación.

Marcela Hernando, una de las diputadas que firmó la iniciativa del proyecto, señala que esta pretende ampliar la cobertura de la ley 20.418, mediante la incorporación de un reglamento expedido por los Ministerios de Educación y Salud. Con ello se espera que “se pueda cumplir la ley y quede establecida la forma en que los niños, niñas y adolescentes recibirán los contenidos y la calidad de éstos, consiguiendo así romper la barrera de la desigualdad que en la actualidad se impone en esta temática”, afirma la parlamentaria.

Antecedentes de Educación Sexual en Chile

Línea de tiempo creada a partir de la información presente en el Primer Informe Salud Sexual Salud Reproductiva y Derechos Humanos En Chile de la Fundación Miles Chile. Si quieres revisar la línea de tiempo completa, visita este link.

La experiencia del extranjero

La UNESCO ha establecido que la relevancia de implementar educación sexual se debe a los efectos que provoca en los jóvenes, por ejemplo, un aumento del conocimiento y una mejora de su actitud en lo que respecta a la salud y los comportamientos sexuales y reproductivos.

En el ámbito internacional, Holanda ha sido uno de los países exitosos en cuanto a la implementación de programas de educación sexual. Se imparte desde que los alumnos tienen cuatro años de edad. Los contenidos cambian y se profundizan dependiendo del año de escolaridad. La chilena, Ignacia Van der Wegen (21), vive en Holanda desde los doce años y cuenta que independiente del tipo de colegio, público o privado, se enseña lo mismo.

El vocero del Ministerio de Educación, Cultura y la Ciencia de Holanda, Jorgen Trommelen, explica que la educación sexual un derecho constitucional en su país. “El gobierno holandés provee fondos a colegios privados y públicos para que cumplan con ciertos requerimientos”, dice. Por ejemplo, un mínimo de contenidos a tratar de manera transversal en las instituciones educativas, tales como: diversidad, sexualidad biológica y afectiva, y los métodos de anticoncepción.

Según la estudiante chilena radicada en Holanda, para los colegios, tanto el aspecto biológico como el valórico, son importantes y se les da igual dedicación en clases. En su escuela la sexualidad era materia del curso de Biología, donde se les enseñaba las ETS y el uso de preservativos. “Yo creo que, porque nos inculcaron eso de jóvenes, te puedo decir que aquí ver a una niña de 16 embarazada, es algo muy raro. Es algo que hasta el día de hoy nunca he visto ni he escuchado, no pasa como en Chile”, cuenta Ignacia.

Según datos de la División de Población de las Naciones Unidas (2017), la tasa de fertilidad en adolescentes en los Países Bajos es de 4 nacimientos por cada 1000 mujeres entre los 15 y 19 años, mientras que en Chile es de 46 por cada 1000.

En Religión se veía el enfoque más valórico: de respeto y amor. Sus clases eran distintas a las que recibía en Chile, pues, según sus palabras “eran más filosóficas, como pensar sobre la vida, y también se hablaba de sexualidad abiertamente, sobre el amor y cómo las personas se quieren”.

Reacciones alternativas

Ante la flexibilidad escolar y la carencia de un programa transversal de educación sexual, otras instituciones han aportado con la entrega de información para los jóvenes. En ese sentido, en 2016 la Municipalidad de Santiago presentó el libro 100 preguntas sobre sexualidad adolescente, que respondía con explicaciones ilustradas a diversas interrogantes propuestas por un comité de siete estudiantes de distintos liceos de la comuna. Las inquietudes tocaban temas de autoconocimiento, diversidad, afectividad, vida sexual, anticoncepción, embarazo, y enfermedades de transmisión sexual.

“Claramente (el libro) no puede tapar las falencias de la educación sexual. Eran preguntas que tenían los mismos adolescentes. Pero la educación sexual es mucho más que solo la información, porque requiere que hayan espacios de reflexión, que haya algo más guiado”, argumenta Magdalena Rivera, médico sexóloga y parte del comité de expertos creadores del libro, que fue criticado, entre otros, por el senador Manuel José Ossandón.

La organización Teen Star se dedica a capacitar instituciones y docentes para que los colegios puedan entregar herramientas de educación sexual a jóvenes y adolescentes. Es uno de los programas aprobados por el Ministerio de Educación al que los establecimientos pueden optar para educar a sus docentes en la materia. La directora académica de la organización, Nicole Poblete, comenta: “Igual hay colegios que no hacen esto, que prefieren charlas o intervenciones pequeñas. En la práctica lo que más funciona es que los profesores hagan un acompañamiento, porque una sola intervención puntual, sin seguimiento o monitoreo no tiene muchos frutos”.

La ginecóloga y académica de la Universidad de Chile, experta en Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente, Paulina Troncoso, apoya este último punto: “Yo creo que primero tenemos que formar a los profesores. Cada profe capea como puede, con sus prejuicios, la educación sexual. No más del 15% o 10% de los profesores tienen alguna formación al respecto y si tú no tienes profesores formados, cómo le vas a meter esto al currículo y tener una estrategia para enseñarlo”.

Los expertos evalúan

La médico sexóloga, Magdalena Rivera, destaca: “La desinformación respecto al tema puede causar embarazos no deseados, aumento de enfermedades de transmisión sexual y otras cosas como dificultad para disfrutar bien la sexualidad. Si uno no conoce su propio cuerpo, si no sabe cómo funciona o hay tabú al respecto, es más difícil tener una vida sexual plena y que se disfrute”.

Durante los últimos meses: en 2018, el VIH subió un 19%, la sífilis un 12% y la gonorrea un 6%, de acuerdo a datos del Ministerio de Salud y el Instituto de Salud Pública.

Los expertos afirman que las deficiencias en la enseñanza de educación sexual pueden traer efectos negativos en las diferentes etapas de vida. Estas no se aprecian solo en el alza de las ETS, sino también en problemas al momento de tener relaciones sexuales.

Una visión similar tiene la ginecóloga Paulina Troncoso, quien afirma que la desinformación afecta la manera de relacionarse de los jóvenes. “A mi consulta han llegado mujeres jóvenes preocupadas por su performance sexual, porque nadie les ha enseñado cómo son las fases de la excitación, el orgasmo y la preparación previa. Lo que ocurre, es que hay muchos jóvenes que su único acercamiento son las películas pornográficas y creen que su performance tiene que ser como las de las películas”, expone.

Ambas expertas son críticas y están de acuerdo en la entrega de una educación sexual integral a los jóvenes, tanto en los colegios como en las familias. Rivera afirma que si bien los padres tienen incidencia en el tipo de formación que le entregan a sus hijos en este aspecto, no se debe olvidar el derecho de los adolescentes a tener una educación sexual oportuna. Por su parte, Paulina Troncoso afirma: “Chile es un país que tiene una corriente conservadora muy potente que niega la sexualidad. El derecho a la sexualidad es un derecho humano, por ende, también tenemos derecho a ser educados en cuanto a sexualidad sana”.

Los especialistas además establecen que la desinformación sobre sexualidad, también repercute en el ámbito afectivo. Mauricio Salas, doctor y vicepresidente de la Sociedad Chilena de Sexología, establece que hay una estrecha relación entre la afectividad y la sexualidad: “La afectividad es fundamental para tener un erotismo y una sexualidad que te de algún significado. La actividad sexual, coital, sin componente afectivo te da satisfacciones más bien orientadas a la parte corporal que a la parte relacional y profunda”. Además, destaca la importancia de que el tema afectivo se incluya en la educación sexual al señalar que ésta puede contribuir a la comprensión del otro, lo que, según Salas, es fundamental para tener un erotismo y una sexualidad con significado profundo.

Según la sexóloga Magdalena Rivero, en la educación sexual no suele contemplarse la parte de la relación afectiva: “hace que sea más difícil vincularse, cómo llevar una buena relación de pareja, saber qué cosas no hay que tolerar, como situaciones de violencia”.

Este punto también genera dificultades en los niños, quienes en ocasiones suelen confundir el afecto con actitudes abusivas de parte de familiares o conocidos. La ginecóloga Paulina Troncoso, explica: “lo que es más preocupante en la educación sexual es que a los niños no se les enseña que no los tienen que tocar, no se les enseña que hay ciertas partes de su cuerpo que no son públicas. Que hay ciertas caricias que no son iguales que las otras. Es por eso que la educación sexual es importante desde la cuna”.

Sobre las autoras: Ignacia Herrera es estudiante de Periodismo y escribió este artículo como parte de su práctica interna en Km Cero. Bianca González, coautora, es estudiante de Periodismo y escribió este artículo como colaboradora de Km Cero. Fue editado por América Palma, en el Taller de Edición en Prensa y Trinidad Rojas como editora de Km Cero.