Ilustración: Javier “Fox” Jara/Km Cero.

Ganador Premio Periodismo de Excelencia Universitario 2017

Desde 2015 se registran cinco denuncias internas por abuso sexual y 19 por acoso en las Fuerzas Armadas, todas hechas por mujeres. Las tres ramas tienen registro de estos hechos: el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada. Aunque sus procesos de investigación son diferentes, tienen algo en común: en ninguna se resguarda el anonimato ni existe apoyo legal para las denunciantes, quienes son sancionadas si no logran probar los hechos de los que dicen ser víctimas.

Por Martín Browne y Daniel Pizarro

“Mientras se encontraba interna en la enfermería, sufrió tocaciones en una oportunidad por parte de un clase (miembro permanente de la Escuela de Suboficiales de las FF.AA.). En otra ocasión, mientras estaba de guardia, ocurrió el mismo hecho. En otra fecha recibió una invitación de un clase para acostarse en el dormitorio mientras estaba de guardia”, se lee en una de las denuncias de abuso sexual realizada por una mujer que pertenece a las Fuerzas Armadas, obtenida a través de una solicitud de Transparencia realizada al Ejército, para esta investigación. El personal denunciado fue castigado disciplinariamente. Cuando la joven hizo la acusación en 2016, tenía 21 años.

Entre el 1 de enero de 2015 y el 1 de junio de 2017, el Ejército registra nueve denuncias por acoso sexual. Dos de ellas fueron realizadas en 2015. El 8 de abril de 2017 una mujer de 30 años, con grado de cabo segundo, dijo: “(haber) recibido proposiciones sobre mantener relaciones sexuales y engañar a su esposo por parte de otro integrante de la unidad”, según consta en el documento entregado por la institución. Dos meses más tarde, la resolución de la investigación sumaria administrativa determinó que “no se pudo acreditar el hecho” y que la “denunciante fue sancionada”.

No es un hecho aislado. El Ejército castiga a los denunciantes cuando aquello que denuncian no puede ser comprobado. “Nosotros investigamos lo disciplinario. Lo que generó el hecho, en este caso el denuncio, es lo que provocó una fricción en el servicio. Esa es la generalidad de las investigaciones sumarias administrativas, para que no se repitan”, explica el Coronel Francisco Sáez, subdirector del Personal del Ejército. “Si hay una denuncia sin constatación de hechos, se decreta un castigo”, explica.

En mayo del mismo año, otra mujer de 26 años acusó “exhibicionismo de genitales” de un integrante del Ejército “en estado de ebriedad”. En la resolución consta que tampoco se pudieron acreditar los hechos, “por no existir testigos presenciales”.

Durante 2016 se realizaron otras seis denuncias por acoso sexual y una en 2017. Dos de los denunciados fueron sancionados disciplinariamente. En los otros casos, los hechos “no se pudieron acreditar”, según el mismo documento.

El Ejército tiene, además, registros de denuncias por abuso sexual que, a diferencia del acoso, consisten en acciones sexuales no consentidas diferentes al acceso carnal, como tocaciones o besos en áreas de connotación sexual (ver recuadro). Desde el 1 de enero de 2015 al 1 de junio de 2017, esta institución registra tres casos, todos en proceso judicial, según consta en la respuesta a una solicitud de Transparencia realizada para esta investigación.

¿Qué entiende el Ejército por abuso sexual
El Ejército aplica las reglamentaciones generales del Código Penal para definir abuso sexual. Este se entiende como cualquier actividad sexual no consentida por una de las personas involucradas, donde haya contacto corporal que involucre la zona de los genitales, el ano y la boca. El acoso sexual no está tipificado como falta y por lo mismo su definición depende de las instituciones respectivas. Instituciones dependientes del Ejército, como la Escuela Militar, tienen reglamentos internos con definiciones propias de lo que entienden por acoso sexual, que tiene aplicaciones y especificaciones según las lógicas de la Escuela.

La Armada, internamente, distingue dos tipos de acoso sexual. El primero es el “chantaje sexual”, cuando un superior condiciona el acceso que un subordinado puede tener ciertos beneficios, a la realización de un acto de contenido sexual. Y el “acoso ambiental”, cuando el medio se torna intimidatorio u hostil para el cadete.

“Se le efectúan tocaciones indebidas mientras se encontraba en la enfermería de la unidad, por parte de tres clases” (sic), se lee en una de las dos denuncias por abuso sexual dentro del Ejército que están siendo investigadas por la Fiscalía Militar de Valdivia,. El Juzgado de Garantía de Los Ángeles está investigando el otro caso de abuso.

Todo suceso ocurrido dentro de las dependencias de las Fuerzas Armadas son jurisdicción de los tribunales militares. Los soldados tienen la autonomía para iniciar procesos judiciales en tribunales civiles o denuncias en Carabineros o Policía de Investigaciones (PDI).

Las denuncias que registra el Ejército se repiten también en la Fuerza Aérea (FACh). Según el documento obtenido por Ley de Transparencia, hay acusaciones de mensajería de carácter inapropiado, tocaciones indebidas y acoso por parte de superiores durante campañas de combate.

Se han realizado siete denuncias por acoso sexual dentro de la FACh y dos por abuso sexual desde el 1 de enero de 2015 hasta mayo de 2017. Cadetes, oficiales, empleadas, civiles; todas las víctimas son mujeres. En los cuatro casos donde se comprobó el acoso ninguna de las afectadas fue compensada. Las penas para los acusados incluyeron “reprensión” y “arresto militar”, que consiste en la prohibición de que el recluso salga del recinto por un máximo de dos meses. En los otros tres casos, el documento dice: “no se pudo acreditar la efectividad de los hechos denunciados”.

La sanción mínima por una falta disciplinaria en las Fuerzas Armadas es la reprensión, que consiste en un: “llamado de atención fuerte frente a un superior, registrada en la ficha de vida del culpable”, según el Coronel Sáez. Luego de una serie de medidas similares, vienen los días de arresto militar, cuyas características dependen del rango militar del sancionado. Por ejemplo, los altos mandos pueden pasar sus días de arresto militar en sus casas. “No hay una relación lógica gradual entre la falta y la cantidad de días por arresto, por ejemplo”, cuenta Sáez. La sanción más grande es la expulsión.

Las dos denuncias por abuso derivaron en procesos judiciales. La primera, por tocaciones indebidas en abril de 2015, fue sobreseída en el sumario interno. La más reciente por abuso sexual, del 17 de mayo de 2017, fue remitida al Juzgado de Garantía de Talagante por “incompetencia”.

El caso de la Armada es diferente. En la respuesta a la solicitud de Transparencia dijeron no contar con una base de datos de todas las denuncias, pero sí enviaron tres casos de acoso sexual de los cuales dos terminaron con sanciones para los acusados: uno por falta gravísima por “tocaciones” y otro, que se encuentra en “proceso de reconsideración”, fue castigado por falta grave por “invitaciones reiteradas a salir y obligarla a permanecer en los eventos que realizaba la repartición”. El caso que quedó sin sanción fue, según consigna la respuesta, porque: “no se pudo comprobar fehacientemente la responsabilidad de persona alguna en los hechos denunciados (acoso e intento de tocación)”.

Protocolos de denuncia

En el verano de 2017, marinos de la Fragata Lynch escondieron cámaras para espiar y fotografiar a sus compañeras. Raúl Órdenes, inculpado por las víctimas ante la institución y la Fiscalía Naval, fue desligado de la Armada. La investigación judicial aún no concluye. Semanas después, La Tercera publicó que un recluta en estado de ebriedad había entrado al cuarto de una compañera y fotografiado su torso desnudo en el buque escuela Esmeralda. Aunque el caso aún está siendo investigado, el recluta fue desafectado de la Armada inmediatamente.

Luego de los dos casos, la Armada emitió un comunicado de prensa que confirmaba: “cinco nuevos casos relacionados con transgresiones a la normativa que debe observar el personal institucional en sus relaciones interpersonales”. La institución no dio más detalles de estos, apelando a la protección de la privacidad de los afectados.

Los hechos ocurridos alertaron a la Subsecretaría para las FF.AA. del Ministerio de Defensa, que solicitó los protocolos de cada institución para hacer denuncias por acoso y abuso sexual.

A finales de enero de 2017, las víctimas de la Fragata Lynch informaron lo sucedido al Ministerio de la Mujer. El hecho original, denunciado por un tercero en noviembre de 2016, creó una investigación interna. Proceso donde ni el Ministerio de Defensa ni el de la Mujer podían actuar.

La subsecretaria de la Mujer, Bernarda Pérez, explica que todas las investigaciones sumarias son internas y propias de la institución, y solo competen a las instituciones jurídicas correspondientes. “Cuando la investigación se entorpece, o la afectada siente que el resultado no será exitoso, tiene todo el derecho a realizar una denuncia. Eso sucedió acá, y por eso se trasladó al espacio público. En casos como este se ha podido trabajar de manera más amplia el tema, gracias a las voluntades políticas de actores como el ministro de Defensa y la subsecretaria para las FF.AA.”, explica Pérez.

Cuando se hizo la denuncia al Ejecutivo, la Mesa por la Inclusión y la No Discriminación comenzó a incidir, ayudando a las afectadas. Esta mesa de trabajo es el espacio en el que representantes de las FF.AA., del Ministerio del Interior, Cancillería, Defensa, y de la Mujer, trabajan las problemáticas y la agenda de género.

Actualmente no hay un marco legal que exija a las instituciones de las Fuerzas Armadas comunicar al Ministerio de Defensa las denuncias por temas de índole sexual. “No es competencia de la Subsecretaría ni del Ministerio llevar esos registros porque si hay una investigación sumaria que fuera elevada por un recurso jerárquico, va a llegar acá”, afirma Paulina Vodanovic, subsecretaria para las FF.AA. del Ministerio de Defensa.

Denuncias internas por abuso y acoso sexual dentro de las instituciones de las Fuerzas Armadas del 1 de enero de 2015 al 1 de junio de 2017, según documentos en respuesta a las solicitudes de Transparencia ingresadas.

En el proyecto de ley sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, que se discute en la Comisión de Constitución de la Cámara de Diputados, se propone tipificar el acoso como falta. “Se agregan al Código Penal figuras que dan cuenta de realidades hasta hoy no cubiertas por nuestro ordenamiento jurídico. Así, en un nuevo artículo 494 ter, se regula como falta el acoso sexual sin contacto corporal”, indica el proyecto de ley.

El castigo que se propone para quien cometa acoso sexual es una multa de cinco a diez unidades tributarias mensuales. Dentro de la definición de acoso se incluye capturar imágenes del cuerpo de una persona sin su consentimiento con fines sexuales, hostigar a una persona mediante la exhibición de genitales y el hostigamiento mediante gestos o expresiones verbales de carácter sexual explícito. Todas conductas que han sido denunciadas en las instituciones de las Fuerzas Armadas entre el 1 de enero de 2015 y el 1 de junio de 2017.

La Subsecretaría para las Fuerzas Armadas, junto a la Mesa por la Inclusión y la No Discriminación, están trabajando en crear un protocolo que sirva para unificar los procesos de denuncia en las tres ramas de las FF.AA. Luego de la redacción del documento, este será enviado a las instituciones para su revisión. La implementación de este, según la subsecretaria Vodanovic, debe ser autorizada por cada una de las ramas. Se espera que una primera revisión se haga antes del cambio de Gobierno.

El protocolo de la Escuela Naval no considera que las víctimas reciban apoyo legal cuando hacen las denuncias por acoso o abuso. Las mujeres que denunciaron ser fotografiadas en la Fragata Lynch, por ejemplo, no recibieron defensa legal por parte la Armada. La ayuda vino de la ONG Abogadas Pro Chile, que desde una perspectiva que busca la equidad de género defiende los derechos fundamentales de las personas a través de asistencia jurídica y formación cívica. Fueron ellas quienes asistieron a las víctimas y sus familias para enfrentar el proceso en la Armada y lograr que se trabajara con sentido de urgencia.

Las abogadas se reunieron con la ministra de la Mujer Claudia Pascual, en el Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (Sernameg). Allí plantearon la necesidad de regular los procesos de investigación por abusos y acosos que ocurren en las instituciones de las FF.AA., corrigiendo tres aspectos. Primero, la necesidad de permitir que la denuncia sea anónima. Segundo, terminar con el “desequilibrio procesal”, es decir, es necesario que a las denunciantes se les de asesoría judicial al igual como se hace con los acusados. Tercero ,se debe exigir a las instituciones transparentar datos y cifras de denuncias por abuso y acoso sexual, además de los procesos de investigación y sus sanciones.

“Le pedimos (al ministerio) que hicieran que las instituciones castrenses (FF.AA.) transparenten las denuncias que han recibido, en qué están los procesos iniciados y cuántos han terminado con sanciones”, afirma Jeanette Bruna, abogada de la agrupación.

El diputado Jorge Tarud (PPD), presidente de la Comisión de Defensa durante la publicación del caso Fragata Lynch, cree que las Fuerzas Armadas deberían tener registros de las denuncias por abusos sexuales y que éstas tienen que ser públicas, resguardando la identidad de las víctimas, además de que los registros tendrían que estar en las mismas ramas y en el Ministerio de Defensa. Posterior a la presentación del comandante en Jefe de la Armada, almirante Enrique Larrañaga, ante la comisión por el caso Fragata Lynch , ésta no fiscalizó la existencia de casos similares en las escuelas del Ejército y la FACh.

Escuelas sin registros

Para este reportaje se realizaron solicitudes de Transparencia a las Escuelas Naval, Militar y de Aviación, para acceder a las denuncias por abusos sexuales, maltrato psicológico y/o maltrato físico dentro de las instituciones.

La respuesta de la Naval fue: “No existen registros de denuncias sobre la materia solicitada”. En la Escuela Militar tampoco había información, respondieron: “(en los) archivos de este Instituto no existen antecedentes relacionados con eventuales actos por maltrato físico, psicológico y/o abuso sexual”. Por último, la Escuela de Aviación respondió con dos casos que no son de abuso o maltrato de corte sexual.

Para la subsecretaria de la Mujer, Bernarda Pérez, la clave para entender la falta de denuncias está en comprender la realidad de los conscriptos. “Lo que aquí sucede es que estamos en un contexto que es rudo y que tiene una lógica de jerarquías. Entonces hay que reeducar a los conscriptos para que entiendan que lo rudo no es lo mismo que lo violento, y que no tengan miedo de denunciar cuando lo amerite”, concluye.

La subsecretaria también pone énfasis en lo nuevo del tema para nuestro país. “Recién estamos discutiendo una ley de normativa de género”, dice sobre el proyecto de ley que busca penalizar el acoso sexual.

El procedimiento para denunciar abuso y/o acoso sexual en las escuelas empieza por presentar el caso de forma escrita a un superior. Una vez realizado ese trámite inicial, se adoptan las medidas cautelares pertinentes, como separar a los involucrados durante el proceso de investigación. Los afectados también pueden recurrir al Juzgado de Garantía para llevar un proceso penal en paralelo.

Según la abogada Jeanette Bruna, por reglamento y para ejemplificar cómo están reguladas las comunicaciones en la Escuela Militar, los reclutas tienen prohibido comunicar una enfermedad a sus padres antes de hablar con un superior, lo mismo ocurre con las denuncias, y si no se cumple este conducto regular es considerado una falta grave. “En un caso al menos, le costó la expulsión de la Armada”, afirma Bruna sobre un ex cadete de la Escuela Naval, quien denunció tortura por un compañero y fue reprendido por contarle a sus padres antes de hacer la denuncia.

Las mujeres en las Fuerzas Armadas

El 3 de enero de 2017, en la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados, se llevó a cabo una sesión para discutir el caso de la Fragata Lynch. En ella, el diputado René Saffirio (DC) recordó que según la resolución 1325 de la ONU, Chile se comprometió a generar un plan de desarrollo nacional para la correcta integración de mujeres a las FF.AA. Una de las prioridades era “consolidar el proceso del ingreso femenino a las escuelas matrices de las Fuerzas Armadas”.

El diputado Jorge Tarud recuerda que en la década de los 90, cuando era embajador en Australia, recibió a la Esmeralda frente a la ministra de Defensa australiana. “Cuando llegó el comandante chileno, ella le preguntó cuándo sería el día en que lleguen mujeres a los barcos chilenos. El almirante le contestó: Not in one hundred years (Ni en cien años)”.

De todos modos, reconoce que en su opinión, aunque no a la velocidad que se esperaría, la agenda del Gobierno en temas de género ha avanzado fuertemente dentro de las Fuerzas Armadas. “Si comparamos a Chile con otros países yo creo que estamos bien. Yo creo que el avance nacional es notable”, comenta el diputado.

El ingreso de las mujeres a las Fuerzas Armadas fue permitido gradualmente en las instituciones. La FACh empezó en 2000, el Ejército desde 2002 en la mayoría de sus filas y la Armada en 2007.

A través de solicitudes de Transparencia se accedió a la cantidad de alumnos por generación dentro de las escuelas Naval, Militar y de Aviación. En todas ellas las mujeres representan entre un 17% y 18% del total.

“La participación y el ingreso de mujeres está regulado por las instituciones, no en función del género, sino que de exámenes que son para todos y todas. Por lo tanto, el número de mujeres que entra obedece a ese criterio de selección”, explica la subsecretaria para las Fuerzas Armadas, Paulina Vodanovic.

En los últimos diez años el ingreso de las mujeres a la Escuela de Aviación y a la Escuela Militar no tiene un comportamiento definido. No así en la Naval, donde desde 2013 ha habido un crecimiento sostenido, aumentando de 13 a 27 mujeres. ”

Cantidad de mujeres que ingresaron a la Escuela Naval, Escuela de Aviación y Escuela Militar, por año desde 2007 a 2017.

“En la sociedad cuando una mujer entra a un espacio reservado para los hombres, todo el entorno se encarga de rechazarla y normalizan esta acción, tanto hombres como mujeres”, explica Silvana Del Valle, abogada de la Red Chilena Contra la Violencia Hacia las Mujeres, una coordinadora que agrupa a diferentes organizaciones dedicadas al activismo feminista y la defensa de la violencia contra la mujer.

Según el Ministerio de Defensa un 14,4% de los miembros de las Fuerzas Armadas son mujeres. De las tres instituciones, la FACh tiene la mayor presencia femenina (18,2%).

“Muchas veces lo que se trabaja como entrenamiento o preparación para el combate es reforzado con un los hombres tienen que aguantar, entonces las mujeres tienen que aguantar el doble”, cuenta Del Valle, y agrega: “Los reclutas ocupan la misma lógica. Si estás acá debes aguantar, y no puedes acusar a alguien, porque es como traicionar al grupo”.

Una ex recluta de la Escuela Naval, quien no quiso ser identificada, cuenta:“había gente que te discriminaba solo por ser mujer”. Por lo que recuerda, asegura que de su generación ninguna mujer realizó una denuncia. “Dudo que alguien se atreva a denunciar, después te iban a huevear más, así que mejor aguantar”, reconoce. De todas las mujeres que entraron con ella, se retiró el 40%, según una respuesta de la Armada a una solicitud de Transparencia, donde no se especifican los motivos de los retiros.

En julio de 2017, el Sernameg lanzó un programa formativo con talleres de inclusión para las escuelas matrices, donde se trabaje el tema del acoso y el abuso sexual.

La Subsecretaría de la Mujer y Equidad de Género, la Subsecretaría para las Fuerzas Armadas y la Mesa por la Inclusión y la No Discriminación, están trabajando en la incorporación de temas de género dentro de las mallas curriculares, la cual debería estar ingresada en las escuelas de manera oficial junto al nuevo protocolo unificado. Además, esperan que se apruebe el proyecto de ley sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, para generar un cambio cultural en la sociedad chilena y que se tipifique el acoso sexual como falta en el Código Penal.

“Estas instituciones tienen documentos que llevan muchos años instalados y que nunca volvieron a revisarse. Gracias a situaciones como los casos de abuso podemos revisarlos de nuevo y, de paso, trabajar otros temas relacionados”, dice la subsecretaria Pérez. Para ella, esto es una oportunidad no solo para la mujeres dentro de las FF.AA, sino también para las instituciones en sí mismas.

Sobre los autores:Martín Browne y Daniel Pizarro escribieron este reportaje en el Taller de Periodismo Avanzado impartido por la profesora Paulette Desormeaux.