Cuerpo de Socorro Andino: los bomberos de la montaña
En esta organización dependiente de la ONEMI participan voluntarios que se organizan en patrullas de seis días. Aportan plata de sus bolsillos para equipamiento y logística, y están a punto de lanzar un libro de protocolo interno sobre búsqueda y rescate en montaña. El aumento de la práctica del trekking ha llevado a que también crezca el número de accidentes como los del cerro Manquehue y San Gabriel, este equipo es el más calificado en Chile para prevenirlos.
Por María Francisca González y Natalia Alvarado

“¿Qué ropa andan trayendo? ¿No sabes cuánto rato caminaron?”, son algunas de las preguntas que Romina le hace a la persona que está al otro lado del teléfono. Poco a poco los voluntarios llegan a su reunión semanal en el cuartel de tres pisos ubicado en Cumming 329 y se enteran de lo que pasa: hay excursionistas perdidos en el cerro La Campana y uno de sus amigos pide ayuda para encontrarlos.
Gunther Hiche (47), jefe nacional de operaciones del Cuerpo de Socorro Andino (CSA), intenta recopilar más antecedentes para dar instrucciones, antes de comenzar la reunión: “¿Cuál es la dificultad que tiene el cerro? ¿Quién lo conoce?”. “Yo”, contesta uno de los presentes, que no aparenta más de treinta años. “Ya, tú quédate ayudando, nosotros empecemos la reunión”, ordena Hiche.
Romina, aún sentada al teléfono, les pregunta cuál fue la entrada que usaron para ingresar a La Campana. En la televisión que tienen conectada al computador proyectan un mapa del cerro para revisar sus posibles ubicaciones y el voluntario que se queda a ayudar llama a la Conaf, los encargados de ese cerro.
Antes de partir al rescate, el voluntario se pone una polera naranja fosforecente que dice Socorro Andino en la espalda y mete en la mochila todos los implementos que pueda llegar a necesitar: arneses, cuerdas, mosquetones, anteojos y guantes.




Santiago Flores es jefe de Operaciones de Outlife, emprendimiento privado que administra, entre otros, el Parque RKF Manquehue. Asegura que el acceso a los cerros se concentra en pocos lugares que se desgastan más de la cuenta. “Donde hace cinco años entraban tres trekkeros al día, hoy entran cerca de 300”, explica. Debido al creciente avance inmobiliario y a los planos reguladores de las municipalidades, han aparecido otras vías de acceso, pero no están normadas y son poco seguras.
Esto, junto a la inexperiencia y a la poca cultura outdoor de los nuevos trekkeros, genera accidentes y muertes. Homero Ponce, secretario general de Socorro Andino, cree que en los cerros hay carencia de vigilancia y señalización: no hay cierres o indicaciones de zonas peligrosas como precipicios. Además hay asaltos recurrentes.

El trekking es una actividad que ha ido en aumento en Chile y se extiende a lo largo de los 4.800 kilómetros de montaña que tiene el país. De 2005 a 2015 hubo un incremento de 1.442.429 a 2.689.190 visitas a las áreas protegidas de la Conaf, cuyo parque más visitado es Torres del Paine.
Por eso ha sido necesario establecer restricciones para resguardar las capacidades de servicio de cada campamento y proteger sus recursos naturales, por ejemplo reglamentar que sin reserva previa, no se puede pasar la noche en el lugar.
Como todos los miércoles, a las veinte horas, en el CSA los voluntarios ordenan las sillas como si fuera una sala de clases. El encargado de la patrulla que estuvo de turno durante la semana toma la palabra. Cuenta al resto de los voluntarios que el sábado realizaron un operativo preventivo en el cerro Manquehue, mismo lugar donde el pasado 28 de agosto falleció Geraldine Storm al caer por un barranco. Ese sábado se controló el ingreso a 236 personas, sin contar a los niños. El principal factor de riesgo detectado, cuenta el encargado, es que las personas iban con zapatillas lisas, cuando deberían usar unas con agarre.
“Los bomberos de Vitacura, el año pasado, tuvieron 46 eventos de emergencia en ese cerro, este año a la fecha llevan 48”, dice Gunther. Estas emergencias en su mayoría requieren rescates de personas extraviadas. El socorrista añade que a raíz del último accidente se realizó una reunión en la municipalidad de esa comuna junto a bomberos y carabineros y se acordó que las patrullas de turno harían operaciones preventivas en el lugar todos los sábados de septiembre.
Aunque Socorro Andino no tiene todavía la tasa exacta de accidentes en los cerros, Carlos Sepúlveda, director nacional de Cuerpo de Socorro Andino, dice que actualmente hay entre tres y cuatro accidentes por semana, cifra que hace un par de años era de una a la semana.
Terminada la reunión del miércoles, uno de los voluntarios recuerda el aporte de mil pesos que se les pidió a través del grupo de WhatsApp. Gunther explica que es para comprar una huincha que servirá para marcar los materiales con una rotuladora. “No está la plata pa’ comprar la huincha, porque no está dentro del presupuesto. La idea es comprarla entre todos, vale veinticinco, veintiséis mil pesos”, dice. A continuación, pregunta si alguno de los voluntarios tiene problemas con esta petición. “Prefiero que lo hablemos aquí, para que después no se ande hablando por detrás”, concluye.
El Cuerpo de Socorro Andino está compuesto por voluntarios, quienes además estudian y trabajan. Por eso se organizan en un sistema de patrullas: deben dormir seis días en el cuartel y cumplir con las labores que se les exigen, entre ellas planificación y ejecución de rescates, labores preventivas y rutinas de ejercicios. Cambian de turno los días miércoles, luego de la reunión operativa.
Los ingresos del Cuerpo de Socorro Andino
Según datos del proyecto de presupuesto de 2016, esta organización dependiente de la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (ONEMI) recibe aproximadamente $65 millones de pesos anuales, los que generalmente son destinados a gastos operacionales como mantención de vehículos, renovación de material, por ejemplo el ocupado en primeros auxilios, y capacitación de aspirantes a voluntarios, que se realizan dos o tres veces en el año. En 2017 parte de ese dinero pretende ser destinado a la compra de un dron, radios digitales y medidores de viento.
Los $65 millones de pesos no alcanzan para cubrir todas las necesidades. Por lo tanto, los voluntarios pagan mensualmente una cuota de cuatro mil pesos. Además tienen un convenio con el Ballet Folclórico de Chile, quienes arriendan los dos salones del edificio del CSA para ensayar los días sábado, mientras, al menos, una persona de la patrulla de turno realiza sus funciones en el lugar. Gunther explica que la compra de comida para los voluntarios que se acuartelan los fines de semana se saca de esos fondos, porque la ONEMI solo considera la compra de raciones de combate, que es lo que se lleva a los rescates.


Roberto Quiroz, jefe nacional del Cuerpo de Socorro Andino hasta junio de este año, explica que por crecimiento -en cuatro años pasaron de cinco a doce delegaciones, con 500 voluntarios- , el problema se vuelve más complejo. “No podemos calcular un monto fijo para cubrir nuestras necesidades. El CSA es dinámico, si hoy calculamos equis cantidad, probablemente en dos meses quedaríamos cortos”, agrega.
Quiroz señala que tiene pendiente una reunión con Ricardo Toro, director de la ONEMI, para pedir un aumento de presupuesto, pero entiende también que el país tiene otras prioridades en este minuto. “Lo ideal como rescatistas es ser como los suizos, porque son muy profesionales. Pero caemos en lo mismo: recursos”, señala.
Gunther cuenta que también quieren hacer una reestructuración interna para que la entidad avance y comience a verse más profesional, con ese objetivo presentarán un manual de procedimiento interno donde se explicará, por ejemplo, la presentación personal que deben tener los voluntarios cuando estén en la guardia o cuando salgan a los rescates.
“Tenemos que mejorar nuestra imagen como institución, sobre todo si queremos empezar a trabajar con carabineros o con el ejército”, dice Gunther a los voluntarios y añade: “Van a tener que comprar sí o sí el uniforme, la polera y el polar, al menos. El que no esté con polera, pa’ fuera”. Los piercings y el pelo largo también quedarán prohibidos y todos deberán seguir el entrenamiento diario que se les indicó. “Estén claros que así viene la mano y al que no le guste, a la vuelta de la esquina hay un cuartel de bomberos. Vaya y toque la puerta a ver si lo reciben”, finaliza dirigiéndose a los voluntarios.
Iniciativa de seguridad
El Consejo Nacional de Seguridad de Chile creó hace tres meses un Comité de Seguridad en la Montaña a cargo de la Escuela de Montaña del Ejército, que persigue tres objetivos: reforzar la seguridad en las excursiones y crear pautas y normas generales de carácter obligatorio; establecer normas sanitarias sobre el virus hanta y otros asociados a animales como murciélagos y vinchucas; y, por último, regular el tránsito vehicular de aquellos que vuelven de las excursiones cansados y deben manejar largos trayectos.
Para Guillermo Gacitúa, presidente del Consejo Nacional de Seguridad, el objetivo de la esta iniciativa es sensibilizar y educar a la comunidad y establecer una regulación nacional común para la seguridad en los parques y cerros. Para llevar a cabo esta iniciativa se fijará un presupuesto a fin de año y se espera un financiamiento mixto: aportes estatales, municipales, privados y de cuerpos colegiados.
A raíz de esta medida, Homero Ponce, secretario general de Socorro Andino, cree que además la campaña debería estar enfocada en fomentar la educación extra escolar de montañismo, currículo que está aprobado por el ministerio de Educación, pero que según él, por las actuales reformas, está postergado. En este programa se busca enseñar a los niños sobre la excursión y contempla la formación de profesores para guiar a sus cursos en esta materia.
Sobre las autoras: María Francisca González y Natalia Alvarado son estudiantes de Periodismo y escribieron este reportaje como parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa. El artículo fue editado por Javiera Zaccarelli en el curso Taller de Edición en Prensa.