Ilustración Mathias Sielfeld

Después de que les prohibieron ver a sus hijos, un grupo de hombres se organizó para defender sus derechos en tribunales y fraguar un proyecto de ley que les reconociera las mismas facultades que a las madres en la crianza. Hoy los miembros de Amor de Papá esperan que una Comisión Mixta del Congreso revise los últimos detalles para que se promulgue la Ley de Tuición Compartida.

Por Emilia Duclos

Cuando René Espinoza, profesor y fundador de Yoga a Mil, comenzó una negociación con su ex pareja para acordar detalles sobre el cuidado de su hija Lila, la madre insistió en darle sólo ocho horas cada 15 días para ver a la niña. Al pedir más tiempo de visita, fue acusado de abuso sexual y una orden judicial le prohibió ver a su hija. Después de dos años y siete meses separados, Lila, que a sus cuatro años paseaba por los tribunales de familia, declaró la inocencia de René ante los jueces, quienes lo absolvieron por unanimidad. Aún así, la madre siguió impidiendo que padre e hija se vieran.

Fue a fines de 2007 cuando René conoció al periodista David Abuhadba, quien también se encontraba en un juicio contra su ex mujer. “Desde que Lucas tenía cinco años lo veía sólo en los tribunales. Podían pasar hasta dos años sin que lo viera. Ella lo impedía”, cuenta Abuhadba. Luego de seis años sin poder llegar a un acuerdo con la madre, él acudió al Servicio Nacional de Menores (Sename) y conoció a padres que estaban en su misma situación. Les propuso que se organizaran y en 2007 fundaron la agrupación Amor de Papá, con el fin de entregar asesoría judicial a los padres y defender el derecho de los niños a estar con ellos.

Después de seis meses de trabajo, crearon una división jurídica para tramitar la Ley de Tuición Compartida, también conocida como “Ley Amor de Papá”, que permite a los padres negociar la tuición de sus hijos y reconoce la paridad entre los progenitores. Luego de que el proyecto ingresó al Congreso en 2008 con el patrocinio de diez diputados, fue aprobado por el Senado el 12 de marzo pasado y hoy está siendo analizado por la Comisión Mixta del parlamento, con el fin de precisar uno de los artículos antes de que el proyecto se convierta en ley.

Esteban Valenzuela, ex diputado independiente y actual Director de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad Alberto Hurtado, fue quien encabezó el ingreso del proyecto al parlamento. “Esta ley implicaba ponerse en el lugar de una voz o minoría subalterna e invisible: los padres maltratados. Todo el mérito de este proyecto lo tiene David Abuhadba y los hombres y mujeres de Amor de Papá”, dice.

Según el artículo 24 del código civil, ya existe la igualdad de condiciones para los padres en derechos y obligaciones, pero eso cambia cuando se separan ya que no se garantiza el cuidado afectivo, la estabilidad social y económica de los hijos. “Lo que haría esta nueva ley es señalar que la igualdad y la corresponsabilidad se mantienen aún después de la separación, pensando en el bienestar del niño. Ya no existen los estereotipos en donde la mujer es la dueña de casa y el hombre es sólo el proveedor”, explica la jueza del Tercer Tribunal de Familia de Santiago, Gloria Negroni.

David Abuhadba y René Espinoza son parte de la directiva de doce miembros que forman Amor de Papá. La organización ha ayudado a sacar adelante juicios de padres como Abuhadba, quien hace un año tiene la custodia de su hijo Lucas, y Espinoza, quien pudo reencontrarse con su hija en una terapia de vinculación. Tras haber pasado por todas las instancias judiciales e informes periciales, recién en enero de este año Espinoza logró negociar con la madre y ahora puede salir con su hija todas las semanas. Aún así, afirma que su relación con ella es distante y cree que eso se debe a la situación traumática que Lila tuvo que enfrentar. “A mi niña la enfermó la fiscalía. Los que quisieron defenderla fueron los que la dañaron”, asegura.

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David Abuhadba cuenta que hasta hoy son 150 mil los padres que se han contactado desde todo Chile con Amor de Papá, para pedir asesoría en sus casos. También han acogido a hombres de otros países, como Argentina e Italia e incluso una vez recibieron el caso de una madre de España. Para incorporarse a la organización, los interesados deben asistir a una capacitación y pagar una cuota de inscripción de 50 mil pesos.

Para ir dando asesoría, los miembros de la directiva deciden quién recibirá ayuda y quién no. Han tenido algunos casos de papás abusadores que quieren entrar y, por eso, el requisito más importante es que el interesado tenga al menos una sesión con el psicólogo infanto-juvenil de la organización. Además, toman en cuenta las ganas de pelear que tiene el interesado y su disposición a seguir los protocolos, como asistir a todas las reuniones, capacitaciones y actividades calendarizadas.

Es miércoles y los padres recién incorporados llegan a su primera capacitación. David Abuhadba les muestra videos de la fundación con testimonios y les explica en qué consiste su trabajo. Luego abre una presentación PowerPoint y se detiene en una diapositiva con una imagen de un tablero de ajedrez. “El sistema judicial es como un juego de estrategia: cada movimiento que haces provoca una respuesta del adversario”, dice mientras señala las piezas. Por un lado están las blancas, que corresponden a la madre, y por el otro las negras, que representan al padre, dice Abuhadba. Algunos espectadores asienten con la cabeza, otros se miran con complicidad. Saben que deben aprender a enfrentar el sistema judicial, aún cuando están a pocos movimientos de que la ley que los beneficia sea ratificada por el Congreso.

Sobre la autora: Emilia Duclos es alumna de cuarto año de Periodismo y este reportaje es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por la profesora Jimena Villegas.