El exorcista
El sacerdote Luis Escobar Torrealba (58) fue designado oficialmente por el obispo Alejandro Goic como exorcista de la diócesis de Rancagua. Es el primero públicamente conocido en la Iglesia Católica chilena. Desde su nombramiento ha esquivado a la prensa y ha tenido que empezar a dar horas de atención para los casos de todo Chile que llegan a su oficina. Por primera vez revela los pasos que constituyen el ritual de un exorcismo, cómo discierne entre una posesión y una afección sicológica y responde a visiones críticas de la teología y la siquiatría.
Por Andrea Yávar.
En la pequeña oficina de su casa ubicada en la población Costa del Sol, al extremo oriente de Rancagua, el padre Luis Escobar Torrealba (58) conversa con un joven. Sentado frente a su escritorio se inclina y levanta su mano para impartirle la bendición final. El rostro del joven se desfigura y todo su cuerpo sale disparado contra la pared alejándose del sacerdote. Tiempo después el joven repite el extraño comportamiento en una misa al acercarse a recibir la comunión. Como si le hubieran dado un fuerte golpe en el estómago, su cuerpo se dobla y cae a varias bancas de distancia.
El muchacho había jugado con unos amigos a la ouija –tablero con letras y números que serviría para contactar espíritus- y luego llevaron a cabo un rito de sangre. Dibujaron un círculo en el suelo, dentro de una estrella de cinco puntas con uno de los cinco elementos en cada una: aire, fuego, tierra, agua y espíritu. Tomaron un cáliz que robaron de una iglesia, mezclaron licor con la sangre de cada uno de ellos y bebieron la mezcla. De ahí en adelante el joven soportó diez años de crisis esporádicas por las que fue llevado al hospital. En una de esas visitas, una enfermera al no encontrar ninguna causa para los malestares del paciente, decidió poner agua bendita en su frente. De inmediato él comenzó a retorcerse y gritar.
Tiempo después y a través de la recomendación de un conocido, el muchacho encontró al sacerdote Luis Escobar, quien luego de varios exorcismos consiguió que el joven retornara a una vida normal. Esta es una de las cinco posesiones que el sacerdote ha visto en sus cinco años como exorcista.
El párroco cumplió 21 años como sacerdote el 1 de junio de 2015. Hasta que fue nombrado por el obispo Alejandro Goic mediante el decreto N°66 como exorcista de la diócesis de Rancagua el 27 de diciembre de 2013, practicaba exorcismos Ad Casum, es decir, intervenía de acuerdo a la necesidad de cada caso, solicitando la autorización del obispo. Ahora ya no requiere ese permiso para practicar el rito, por lo que queda a juicio del sacerdote discernir cuando se trata de una posesión o otro tipo de afección.
Escobar es el único exorcista formalmente designado que se conoce hoy en Chile. Este tipo de resoluciones son mantenidas de forma interna en la diócesis, por lo que no existe un registro que otorgue fechas o información de nombramientos anteriores. Escobar indica que nombrar a un exorcista por decreto es algo que se recomienda desde el Vaticano, pero que normalmente los obispos prefieren no realizar el nombramiento de forma oficial por la incredulidad que hay dentro de la misma Iglesia.
“Hay una corriente dentro de la Iglesia que niega al demonio como un ser y lo equipara con una fuerza negativa. Eso es una corriente orientalista que no tiene nada que ver con el cristianismo”, declara el sacerdote, quién además valora la valentía del obispo Goic, que decidió hacer público el anuncio en un país donde, según Escobar, la religión y la sociedad aún son muy conservadoras. “Es imprescindible que todo el mundo entienda que el diablo existe”, enfatiza.
La última actulización del Ritual del Exorcismo la efectuó el Cardenal Jorge Medina en 1999.
El sacerdote lleva a cabo la mayor parte de su labor en su residencia ubicada junto a la parroquia Santísima Trinidad. Al entrar a su casa, de inmediato llama la atención la cantidad de imágenes religiosas que llenan de arriba a abajo cada rincón. Las estampitas y libros de oración abundan sobre la mesa del living, también imágenes de la Virgen y santos. En sus estanterías tiene los Rituales, libros que explican y ordenan los sacramentos de la Iglesia Católica Romana. Pero el Ritual del Exorcismo no está a la vista, prefiere guardar el libro en reserva para prevenir cualquier mal uso que pudiera darle una persona que no conoce el tema.
La última actualización del libro fue efectuada por el Cardenal Jorge Medina, en el año 1999, cuando oficiaba como prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de la Santa Sede. En esa ocasión se publicó un capitulo que quedaba por revisar desde el Concilio Vaticano II, que fue actualizado con aportes de las Conferencias Episcopales, el conjunto de obispos que ordena cómo debe actuar la iglesia en cada país.
En el capítulo tercero del Ritual del Exorcismo se especifica que la licencia para celebrar exorcismos sólo puede ser concedida a un sacerdote piadoso, docto, prudente, con integridad de vida y preparado específicamente para la tarea, entre otros requisitos, según declara Monseñor Medina.
Escobar reconoce que es difícil reunir todas las características que se enumeran en el Ritual y que él en particular, no posee todas. Pero cree que una de las obligaciones primordiales es que el exorcista tenga la disposición a ayudar y crea firmemente en la fuerza de los sacramentos y ritos de la Iglesia.
“Después de las misas de sanación y en algunos bautizos, empezaron a pasar cosas para las que no tenía explicación racional. Lo único que podía decir es que ahí había un espíritu malo”, dice el sacerdote.
Hace diez años, cuando se integró a la Renovación Carismática, una corriente de oración cristiana que celebra en forma festiva la presencia del Espíritu Santo, comenzó a ver los primeros fenómenos que lo hicieron interesarse en el exorcismo. Participó en misas para sanar que en su parte final tienen oraciones de liberación que culminan con la imposición de las manos al afectado, lo que provoca que muchas personas caigan al suelo, lo que ellos llaman “caer en descanso”.
Una vez en el suelo, las personas se retuercen con las oraciones, gritan y muestran aversión a la mención de Cristo. “Después de las misas de sanación y en algunos bautizos, empezaron a pasar cosas para las que no tenía explicación racional. Lo único que podía decir es que ahí había un espíritu malo”, menciona el sacerdote.
“Quedé tan impactado por cómo el demonio reconoce a Cristo en la eucaristía, cómo grita para que se lo saquen, da vuelta la cabeza, se quema. No insulta la eucaristía, la reconoce. Esa experiencia fue fundamental para mí”, recuerda Escobar.
Escobar recuerda una vez en que una oración se alargó más de lo normal. Luego de tres horas en que él y un equipo rezaban y cantaban, el sacerdote se acercó al Santísimo y tomó el viril, con el cual se transporta la hostia consagrada, y lo llevó hasta la persona afectada. La reacción que obtuvo fue inmediata. “Quedé tan impactado por cómo el demonio reconoce a Cristo en la eucaristía, cómo grita para que se lo saquen, da vuelta la cabeza, se quema. No insulta la eucaristía, la reconoce. Esa experiencia fue fundamental para mí”, recuerda Escobar.
Las oraciones de liberación no se pueden igualar a un exorcismo, aunque pueden tener la misma efectividad. Se diferencian en que las oraciones de liberación son más cortas y no tienen un ritual, se trata de un rezo sencillo para liberar al fiel de preocupaciones, penas y afecciones emocionales, además que pueden ser impartidas por cualquier sacerdote sin autorización del obispo de su diócesis. En cambio en el exorcismo, se pide de forma expresa y en nombre de Jesucristo que la persona sea protegida y liberada de la posesión.
Para profundizar en sus conocimientos, que reconoce sólo escuchó de forma somera cuando estudiaba en el seminario, el sacerdote Escobar asistió a talleres de liberación en Córdoba y a congresos en México y Colombia, además de cursos de formación, para aprender y orientar su trabajo pastoral sobre estos sucesos.
Compartió con sacerdotes experimentados en este tema, discípulos de Gabrielle Amorth, uno de los exorcistas más reconocidos en Italia, y con otro sacerdote, Antonio Fortea, un teólogo español reconocido a nivel mundial como especialista en demonios, posesión diabólica y exorcismo, a quien luego trajo a Chile para dictar un congreso.
Escobar llamó la atención de los medios tras su nombramiento en diciembre de 2013. Periodistas lo esperaban a la salida de su casa y a las afueras de la cárcel de Rancagua, donde es capellán. “A los pocos días de que se hizo conocido el nombramiento me llamó por teléfono un periodista argentino. Se encontraba en el paso de Los Libertadores, porque me quería venir a entrevistar. Le pedí que se devolviera, porque yo no recibiría a nadie”, cuenta el sacerdote, que decidió esperar a que la efervescencia del tema se redujera para evaluar junto al obispo si hablaría con la prensa.
Escobar recuerda que cuando recién comenzó, la palabra “exorcista” le quedaba grande, pero hoy luego de prepararse y conocer más casos que llegaron a su iglesia en busca de ayuda, puede reconocer cuando una persona presenta una afección espiritual de este tipo y cuando es necesario derivarla a un psicólogo.
El rito
El primer paso es una entrevista en la cual dice aplicar “técnicas secretas” para saber si la persona efectivamente sufre una afección de este tipo. Muchas veces son producto de “heridas del alma”, como las llama. Dice que la gente que se acerca tiene mucha culpa por diversos motivos y el demonio aprovecha esta situación para destruir su psiquis. “Como Iglesia hemos generado los elementos para alimentar la culpa en las personas y eso es contrario al evangelio”, reconoce el sacerdote.
Para que se determine que una persona está poseída la situación debe ser evaluada a nivel humano, luego filosófico, después psicológico y finalmente religioso.
Explica que si bien el demonio acecha a las personas que se encuentran vulnerables, pueden ser afecciones psicológicas las que estén provocando el problema. Para discernir sobre esto, además de la entrevista, se guía con pequeños trucos que prefiere no revelar, y con agua y sal exorcizada. “A veces viene gente convencida de que tiene el demonio dentro. Le damos agua y suele suceder que cuando una persona tiene una afección espiritual, expulsa o vomita el agua”, cuenta.
Para declarar que una persona se encuentra efectivamente poseída, se debe pasar por una evaluación más larga. El sacerdote Juan Carlos Urrea, psicólogo y doctor en teología, menciona que este hecho extraordinario se debe determinar a través de diversos pasos. Primero se estudia la situación humana, después la filosófica, luego la interpretación psicológica y finalmente la religiosa. Es en este camino que la mayoría de las supuestas posesiones no pasan el primer escalón.
“La primera acción del demonio en la vida de las personas es la tentación. No le interesa tanto poseer porque siempre sale perdiendo, porque Dios lo utiliza para la conversión del poseído. En cambio en la tentación no, porque es la persona la que acepta”, dice Escobar, para explicar que la acción demoníaca es gradual.
Otros grados son la obsesión, que consiste en tentaciones más violentas y duraderas que las comunes; la opresión, por medio de la cual el demonio atormenta a la persona; o la infestación que se supone es un grado un poco menor a la posesión, entre otras.
“El rito del exorcismo es hermoso, porque toda la oración está centrada en el Señor, en la Santísima Trinidad, en Dios”, dice el sacerdote.
Cuando una persona pasa este análisis y se comprueba que es víctima de una posesión, se aplica el ritual. Escobar considera que la gente tiene una visión errónea del rito por culpa de las películas. “El rito del exorcismo es hermoso, porque toda la oración está centrada en el Señor, en la Santísima Trinidad, en Dios”, dice el sacerdote.
El rito comienza con una alabanzaen la que los asistentes sentados en un semicírculo, frente al Santísimo, cantan y glorifican a Dios. En esta parte, algunas personas caen en “descanso”, entran en una especie de trance espiritual donde el afectado está consciente, escucha a lo lejos y está en paz y bienestar profundo; sus músculos y extremidades no responden. “Ahí se manifiestan a veces opresiones demoníacas, porque hay alabanza y el demonio le tiene fobia. Es como cuando hay un ladrón en la casa, llega el dueño y prende la luz, no se puede esconder, tiene que manifestarse”, dice el sacerdote.
Después se imponen las manos al poseso. En ese momento, el sacerdote declara que el afectado puede golpear, escupir, insultar y comenzar a decir cosas sobre la vida del sacerdote. Luego se bendice al poseso con la cruz, se sopla el rostro de la persona evocando al Espíritu Santo y se realiza la oración del exorcismo que puede tener dos modalidades: deprecativa o imperativa. En la primera, se le ruega a Dios que no permita al demonio poseer al fiel, de esta forma se construye una defensa espiritual; en la segunda se le ordena al demonio que abandone al fiel atormentado.
El rito tiene una duración de dos horas aproximadamente, pero se puede reiterar por meses y años, ya que nada asegura que el fiel quede libre de la posesión con sólo un exorcismo.
Hay otra parte del proceso que no aparece en el Ritual, pero que el sacerdote aplica y que consiste en pedirle al afectado que declare: “Jesús es el Señor”. Según comenta Escobar, si la persona se encuentra afectada por una posesión no podrá decirlo en los primeros intentos.
El rito tiene una duración de dos horas aproximadamente, pero se puede reiterar por meses y años, ya que nada asegura que el fiel quede libre de la posesión con sólo un exorcismo. El sacerdote sabe que la persona está sana cuando se le aplica por última vez el exorcismo y no hay una reacción. Aunque menciona que se debe aplicar nuevamente el ritual después de un tiempo, en caso de que el demonio: “se esconda y haga creer que se fue”, explica.
“Según las últimas estadísticas de la conferencia episcopal latinoamericana, de cada dos mil casos que se presentan, generalmente uno podría determinarse como una posesión”, menciona el sacerdote Juan Carlos Urrea. El propio padre Escobar reconoce no haber atendido más de cinco posesiones propiamente tales y argumenta: “San Agustín dice que el diablo es como un perro encadenado, acosa, mete mucho ruido, pero mientras no me meta en su terreno no me va a hacer nada. Solamente muerde a los que se le acercan demasiado”.
Visiones encontradas
El exorcista critica a la Iglesia por el secretismo con que se ha tratado el tema. Jaime Coiro, vocero de la Conferencia Episcopal, dice que al ser situaciones tan excepcionales, la Santa Sede recomienda actuar con mucha prudencia y no publicar nombres ni registros de sacerdotes. Por lo tanto, expone que el padre Luis Escobar no es el único exorcista en el país, ya que hay otros que son Ad Casum y posiblemente también hay algunos con decreto. “Lo novedoso de este caso, es que Escobar es el primer sacerdote nombrado de forma oficial y pública”, enfatiza Coiro.
El teólogo Antonio Bentué, es de la opinión de que los exorcismos son un tema culturalmente pre-moderno donde se presenta a un Dios castigador, que cada vez cuadra menos con las nuevas evidencias de la modernidad. “Si la fe quiere parecer razonable en la modernidad, no puede seguir manteniendo cosas que cada vez serán más increíbles y más rechazadas. Así nació el ateísmo y en este punto tiene razón, esa batalla está perdida, ese Dios ha muerto”, declara.
Escobar no es el único exorcista de Chile, hay otros que son Ad Casum y con decreto, pero es el primero reconocido de forma oficial y pública por el Vaticano.
El psiquiatra especialista en trastornos disociativos de la Universidad Católica, Jaime Santander, dice no creer en las posesiones demoníacas, ya que todos los casos que ha visto a lo largo de su carrera responden a trastornos psiquiátricos como la histeria, psicosis crónica como la esquizofrenia o trastornos delirantes. Sin embargo, destaca que el rito no sería perjudicial para un enfermo, ya que en estas temáticas la sugestión también es fuerte, por lo que en algunos casos si el enfermo cree en su sanación, esta posiblemente se produzca.
El cura Escobar critica que no sean conocidos los exorcistas de otras diócesis, pues hoy en día acuden a él personas de distintas regiones. “Los tenemos abandonados, es parte de la grey que está siendo devorada por los lobos. Gente que se aprovecha de esto y les cobran altas sumas de dinero”, señala. “Hemos recibido críticas, burlas, ironías pero me da exactamente lo mismo porque es real, y que se pase a hablar y denunciar de forma pública me parece un excelente paso”, afirma el sacerdote, que se ha visto en la obligación de establecer horas de atención debido a la alta afluencia de fieles que se acercan en busca de ayuda.
Sobre la autora: Andrea Yávar es alumna de cuarto año de Periodismo y este perfil es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa impartido la profesora Gloria Faúndez.