La crisis climática está generando estragos en la salud mental de los jóvenes, causándoles lo que la Asociación Americana de Psicólogos (APA) reconoce como “ecoansiedad”. Ante este padecimiento, en Chile se ha visto un auge en la labor de los ecopsicólogos y la implementación de lo que ha sido llamado como “ecoterapia” para su tratamiento. Aunque para algunos esto puede ser una exageración, los expertos sugieren tratarla para no gatillar una patología más grave.
Por: Sofía Irribarra
Edición: Victoria García, Nicolás Stevenson y Trinidad Riobó
Tiempo de lectura: 8 minutos
“Me acuesto pensando en la realidad medioambiental que vivimos. Siento que no me importa tanto mi existencia, pero sí que se quemen árboles o que se contamine el agua. Eso me genera mucho más estrés y, bueno, ecoansiedad”, comenta Josefina Vidal, joven de 21 años.
La ecoansiedad está entendida por la Asociación Americana de Psicólogos (APA) como “el temor crónico a sufrir un cataclismo ambiental que se produce al observar el impacto aparentemente irrevocable del cambio climático y la preocupación asociada por el futuro de uno mismo y de las próximas generaciones”. El término fue acuñado por la APA en 2017.
La antropóloga Carla Cerpa, colaboradora de GreenPeace que dicta talleres sobre cómo combatir la ecoansiedad, señala que son: “respuestas ansiosas de supervivencia de nuestro sistema frente al nivel de crisis ambiental que estamos viviendo. La ecoansiedad despierta emociones de miedo, rabia, tensión, frustración y una profunda desesperanza frente a la catástrofe”.
Vidal, estudiante de ingeniería en recursos renovables en la Universidad de Chile, comenta que su inquietud por el cambio climático comenzó a los 14 años y ha ido en aumento constante.
La joven hace una distinción entre la ansiedad y la ecoansiedad: “la ansiedad normal está relacionada con tu propia vida, está enfocada en tu futuro. La ecoansiedad es al revés: es una ansiedad (por querer) saber qué va a pasar con el mundo, qué va a pasar con los animales y las plantas. Es dejar de pensar en ti porque va más allá”.
Desde las ciencias esta distinción se caracteriza por el contenido que genera ansiedad: “En el caso de la ecoansiedad estamos hablando de un miedo crónico al desastre ambiental”, dice Rodolfo Sapiains, investigador asociado al Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2.
La ecoansiedad es un fenómeno que, de acuerdo a los expertos, hoy va en aumento, a medida que las catástrofes medioambientales se han vuelto un mayor tema de conversación.
Una encuesta realizada por GreenPeace respecto a la preocupación por el cambio climático, en la cual colaboró la antropóloga Carla Cerpa, arrojó que aproximadamente un 90% de los encuestados reconoció experimentar una notoria preocupación respecto a los efectos que el cambio climático está provocando.
A la vez, los resultados del sondeo “Juventudes y Crisis Climática” publicado en 2024 por el Instituto Nacional de la Juventud (INJUV), y que abarca persona entre 15 y 29 años, señalan que los sentimientos más recurrentes al pensar en la crisis climática son de preocupación (21%), tristeza (18%) y miedo (12%).
El psicólogo e investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, Gonzalo Palomo, quien asesoró el sondeo realizado por la INJUV, señala que “las mujeres en promedio se preocupan más por el estado ambiental que los hombres. Gente con hijos tiende a preocuparse más de estos problemas”. De hecho, este sondeo arrojó que el 67% de los jóvenes no quiere tener hijos a raíz de la crisis climática.
Frente a esta situación, hoy hay un auge en la labor de quienes se han especializado para tratar la ecoansiedad. Entre ellos han surgido los ecopsicólogos, quienes “buscan convertir la ansiedad por la crisis climática en una potencia transformadora mediante la ecoterapia”, dice la ecopsicóloga colombiana, Marian Rios.
Los expertos explican por qué esta rama de la psicología no es nueva. Nació en Estados Unidos alrededor de 1980. Rios, presidenta de la Sociedad Internacional de Ecopsicología (IES), cuenta que surgió después de que un grupo de psicólogos y filósofos de la época se preguntara qué estaban haciendo por el cambio climático y por la Tierra. La IES es la red de ecopsicología más grande del mundo.
“Es un paradigma interdisciplinario, en donde está primero lo eco, es decir, los principios que sostienen la vida y la naturaleza, y luego lo que está en la mente, para unir interior y exterior”, menciona Rios. La ecopsicología es, en otras palabras, el punto de encuentro entre la ecología y la psicología que busca revincular la relación que los humanos tienen con la naturaleza.
Rios es también fundadora del Instituto de Ecopsicología virtual “Koru Transformación”, el cual opera sin una sede. Esto debido a que se dedican a realizar talleres para la capacitación de profesionales que se interesan en explorar la ecopsicología en Chile, España y Colombia de manera simultánea.
Claudio Pereira, ecopsicólogo formado en esta institución, señala la importancia de esto: “la ecopsicología, al reconectarnos con la naturaleza, comienza a generar cambios profundos en nuestros estilos de vida, hábitos de consumo y alimentación. Tiene una consecuencia súper fuerte la visión ecosistémica del ser humano”.
“Primero que nada hay que validar el síntoma. La ecoansiedad es un símbolo de sensibilidad que demuestra que eres lo suficientemente empático para sentir el dolor de la Tierra y que estás en un estado de preocupación constante por la humanidad. Ese sentimiento no puede transformarse en una desesperanza”, dice la presidenta de la IES.
…
El bombardeo de información catastrófica que circula en internet relacionada al cambio climático es, de acuerdo a los especialistas, el principal motivo por el que los jóvenes son más propensos a ser ecoansiosos. “Lamentablemente, el cambio climático tradicionalmente se ha enmarcado y asociado a desastres y a proyecciones catastróficas. Entonces, como el mensaje llega en forma de bombardeo informativo, puede tener un efecto muy negativo en las personas, más aún en jóvenes, porque les estás diciendo que su futuro va a ser pésimo y no se pueden proyectar”, señala Sapiains.
El sondeo realizado por el INJUV arrojó que un 60% de los jóvenes suele informarse sobre el cambio climático mediante las redes sociales. Sapiains destaca que “la encuesta refleja que un cuarto de la muestra dice sentir angustia emocional frecuente o muy frecuentemente. Esto representa a un gran segmento de la juventud. La mitad dice que a veces siente esta angustia por la crisis climática”.
La joven Josefina Vidal plantea que “las redes sociales funcionan como un arma de doble filo, porque te enteras de cosas que están pasando al otro lado del mundo, y no puedes hacer nada. Ese sobre estímulo genera mucha ansiedad e impotencia”. Además, Vidal añade que “con mis amigos tenemos conversaciones sobre esto, pero igual evitándolo un poco porque nos genera angustia. Todos somos ecoansiosos”.
De acuerdo a los expertos, entre los jóvenes, hay un grupo específico de afectados, que es el de quienes han sido previamente diagnosticados como PAS, Personas Altamente Sensibles. Ellos, a su vez, tienen mayor capacidad de conexión con la naturaleza. “¿Pero qué significa que una persona se sienta en extremo conectada con la naturaleza? Cuando esa naturaleza, esa montaña, se está quemando, la persona siente que su cuerpo se quema también, entonces hay mucho dolor involucrado”, comenta Rios.
Es desde la ecopsicología que, según sus promotores, se recoge el sentir de estos jóvenes. “No nos podemos negar a sentir el dolor por el mundo, pero no nos podemos quedar ahí, hay que hacer un cambio, hay que pasar de la ecoansiedad a la ecoempatía y a la esperanza activa”, señala la ecopsicóloga.
De acuerdo a Carla Cepa, la «esperanza activa» es uno de los primeros principios que adopta la ecoterapia. Esta, de acuerdo a expertos, no busca ser una «esperanza delirante», sino que tiene como propósito que los deseos de los pacientes vayan al ritmo y medida de cada uno. Igualmente, lo que busca es tratar la ecoansiedad mediante la reconexión del vínculo con la Tierra.
Para Cerpa, quien realiza talleres sobre la exploración de emociones en marco de la crisis ambiental, existen dos dimensiones sobre las que se debe tratar la ecoansiedad. Primero existe la dimensión individual y luego la comunitaria. Para ella “es desde ambas veredas que se construyen los cambios que permiten calmar la ansiedad”.
“El trabajo individual tiene que ver con integrar herramientas internas que te permitan fortalecer tu espíritu de algún modo para estabilizarte, para arraigarte a la Tierra. Desde esta dimensión es importante darse cuenta de que una acción, aunque sea individual, me fortalece”, señala la antropóloga. Además, añade que “la dimensión colectiva y comunitaria, es clave para el manejo de la ecoansiedad. De manera individual, no se logra tener el nivel de satisfacción que entrega la conexión con otros, que otorga una comunidad que tiene un sentir común”.
Sapiains coincide con Cerpa: “la dimensión colectiva es muy importante. Si te quedas encerrado o encerrada lo vas a pasar muy mal, porque la ansiedad te absorbe, te absorbe la energía, te cansa”, y añade que “la desesperanza no te permite avanzar, hay que transformarla en una esperanza activa de trabajo personal. Activa, optimista y realista, porque el mundo se enfrenta a este gran problema climático y no podemos negarlo”.
Pese a que investigaciones como la realizada por el INJUV demuestran la existencia de esta creciente ansiedad entre los jóvenes ante la crisis climática, aún existe cierta reticencia tanto a la ecoansiedad como a su tratamiento. La encuesta refleja que un 20% de los encuestados afirma que ha recibido burlas o descalificaciones por personas desconocidas producto de sus opiniones o acciones para hacer frente al cambio climático.
Ante esta suerte de negacionismo frente a la ecoansiedad, el psicólogo Gonzalo Palomo señala que: “si estos temas no son abordados, te ponen en una posición más riesgosa de desarrollar alguna patología asociada a salud mental más grave. Puede ser un gatillante para otra patología que se venía gestando”.
Por lo mismo, Sapiains cree que es necesario canalizar la indiferencia hacia acciones constructivas: “El desencanto que existe con la política, la poca ambición para hacer más cosas por el cambio climático tiene que transformarse en encontrar una nueva y mejor forma de organizarnos como sociedad”. Y luego agrega: “Hay que motivar a la gente más joven, que es la que históricamente siempre trae los cambios”.
Sofía Irribarra es estudiante de tercer año de Periodismo y Dirección Audiovisual en la FCOM UC (@fcomuc). Actualmente es voluntaria en la distribuidora audiovisual Prisma (@prismadistribucion) y ha participado en diversos programas de la Radio UC (@radio.uc).