Vivir entre termoeléctricas

Fotos por Nicole Contreras.

En la comuna de Cabrero, región del Bío Bío, hay seis termoeléctricas en funcionamiento, cinco de ellas en la localidad de Charrúa. Los habitantes denuncian dolores de cabeza, aguas contaminadas, animales enfermos y disminución de los cultivos. Hoy la empresa Terra Cabrero busca iniciar la construcción de una séptima termoeléctrica en el sector de La Quinta, pero los vecinos apoyados por el alcalde de Cabrero, ganaron un recurso de reclamación que retrasó su implementación. Sin embargo, el litigio continúa.

Por Nicole Contreras

Dos semanas después del terremoto del 27 de febrero de 2010, el país quedó a oscuras desde TalTal a Chiloé. Un transformador de electricidad se sobrecalentó. El desperfecto se produjo en la Subestación Charrúa, que transforma la energía que recolecta de las termoeléctricas e hidroeléctricas que abastecen al Sistema Interconectado Central (SIC) para transmitirla hacia el norte, a través de torres de alta tensión.

Los vecinos de la localidad de Charrúa, que pertenece a la comuna de Cabrero, Región del Bío Bío, escucharon hablar por primera vez de su importancia para el desarrollo energético del país en los medios de comunicación. Pero aún muy pocos saben que esta comunidad de 2.000 habitantes alberga cinco termoeléctricas (la sexta está en la misma comuna, pero en El Progreso) y que a cien metros de algunas de ellas hay familias que las detestan.

Alta tensión

Sentada en un banquillo de madera, Gladys Valdebenito (57) limpia las callampas que sus hijos recogen en los bosques, mientras ve a sus nietos jugar en su patio, donde sólo hay tierra. En la localidad de Charrúa no hay casas con jardines, ni plazas verdes. Un auto pasa por el camino de tierra y deja una nube de polvo. En su familia hay cuatro adultos y tres niños, que viven gracias al trabajo de su yerno en las minas del norte. La mayoría de los hombres de la comunidad debe emigrar a otros lugares para conseguir un empleo, mientras las mujeres recolectan moras en verano y hongos en invierno. Según el Observatorio del Ministerio de Desarrollo Social, el 31% de la comuna de Cabrero se encontraba en situación de pobreza en 2014.

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Gladys Valdevenito limpia callampas en el patio de su casa en Charrúa.

Cabrero es una comuna de casi 30.000 habitantes que destaca por su conectividad. Tiene salidas directas hacia todas las grandes ciudades de la región: Concepción, Chillán y Los Ángeles, debido a su proximidad con la ruta 5 sur. Por lo que es un lugar ideal para distribuir la energía por medio de torres de alta tensión y cableado eléctrico que nacen de la Subestación Charrúa.

Esta subestación fue su primer contacto energético en la década del 40, administrada por Endesa. Hoy está en manos de la empresa Transelec y es una de las seis termoeléctricas que hay en la comuna que funcionan con petróleo o gas: cinco en el sector de Charrúa y una en El Progreso.

“La gente cree que las termoeléctricas van a mejorar su calidad de vida, los representantes de las empresas hacen muchas promesas, después viene una decepción, porque luego de los tres meses de construcción quedan cesantes y llegan a trabajar profesionales con título, y aquí la gente no tiene estudios”, cuenta Julio Aillón, presidente de la junta de vecinos de Charrúa.

La vivienda de Jacinto Soto (65) comienza a vibrar y pareciera que un terremoto va a destruirla, el ruido de las turbinas, similar al despegue de un avión, golpea como un martillo en su cabeza. Su casa está a 300 metros de la central termoeléctrica Los Pinos y a 200 de Transelec y Santa Lidia.

El paisaje que se observa desde su casa son torres de alta tensión que han aumentado a medida que se instalan más termoeléctricas en la zona.

Cabrero destaca por su conectividad. Tiene salidas directas hacia todas las grandes ciudades de la región. Por lo que es un lugar ideal para distribuir la energía por medio de torres de alta tensión y cableado eléctrico que nacen de la Subestación Charrúa.

Aunque funcionan principalmente en invierno y verano, dependiendo del requerimiento eléctrico del país, Soto odia esos meses, porque las jaquecas no lo dejan dormir y debe ir al médico para que le recete calmantes. Sus vecinos se quejan de los mismos malestares, mientras miran las grietas que se han formado en sus casas desde que llegaron las termoeléctricas, y añoran el tiempo en que no existían y podían ir a bañarse al Canal Zañartu, donde hoy las empresas vierten sus desechos, sin que su cuerpo tuviera reacciones alérgicas.

Silvia Ortiz (65) vive junto a su madre de 90 años y a su hermana de 64, que sufre de taquicardias. Las tres viven con la pensión asistencial de su madre de aproximadamente $150.000. Los árboles frutales que tenía antes de la llegada de las centrales ya no dan frutos, su parrón sólo tiene un par de hojas verdes. Cuando las termoeléctricas funcionan al mismo tiempo durante las noches, encuentra una neblina seca sobre los árboles. “El material particulado que sale de la chimenea de la termoeléctrica viaja un poco, al caer se deposita en las hojas de la vegetación y esa capa de polvo impide que la planta haga una fotosíntesis completa”, explica Edmundo Claro, experto en medio ambiente de la Universidad Adolfo Ibáñez.

En el sector rural de Charrúa, los campesinos denuncian que sus animales se enferman por beber aguas contaminadas de los canales donde las centrales vierten sus desechos, por lo que deben gastar en medicamentos casi todos los meses. “En la feria nos rechazan los animales, porque dicen que están enfermos y los matan. Perdemos todas nuestras ganancias, esto no pasaba antes de que llegaran las termoeléctricas”, relata Javier Rosales, agricultor de la zona.

Una más

La Quinta es un sector rural de Cabrero donde cada casa se distancia de la otra por uno o dos kilómetros. A diferencia de Charrúa, todo es verde y las viviendas son construcciones de buena calidad. El plano regulador de la comuna mantiene a este sector como habitacional y a la vez industrial, lo que según los vecinos despertó el interés de la empresa Terra Cabrero para levantar una central de biomasa, que genera energía a través de la combustión de madera y es menos contaminante que las que usan petróleo. El principal problema para la localidad es que utilizará 33 litros de agua por segundo, 118 metros cúbicos de agua al día, el doble de lo que consumen los 30.000 habitantes de Cabrero.

Un día antes de que el Gobierno expresara su rechazo a HidroAysén, el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) integrado por Seremis y autoridades regionales en junio de 2014, aprobó la implementación de la séptima termoeléctrica en Cabrero ubicada en La Quinta, sin realizar un estudio de impacto ambiental por parte de la empresa.

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Termoeléctrica Los Pinos, ubicada en la comuna de Cabrero.

Fue entonces que Christian Alarcón, presidente de la junta de vecinos de La Quinta, decidió protestar. Unido con sus vecinos, redactó informes y observaciones para presentar al SEA. Intentaron dialogar, hicieron observaciones en una participación ciudadana y pidieron un estudio de impacto ambiental. Pero no fueron escuchados.

“Todos estos proyectos parten al revés, compran el terreno, primero hacen el proyecto, después ven cómo lo implementan y al final le preguntan a la gente qué piensa”, dice Alarcón, ingeniero en ejecución en maderas, y asegura que quiere evitar lo que le pasó a sus vecinos de Charrúa, quienes, según él, a pesar de estar en desacuerdo con las centrales, no reclaman porque no cuentan con los recursos para protestar.

Con pancartas en señal de protesta, treinta familias del sector La Quinta, cortaron con neumáticos quemados ambas calzadas de la carretera 5 sur a las seis de la mañana del día miércoles 6 de agosto de 2014 formando tacos de 25 kilómetros en ambos sentidos. La atención volvió a estar sobre Cabrero.

Apoyados por el alcalde independiente Mario Gierke, los vecinos lograron la anulación de la Resolución de Calificación Ambiental a través de un recurso de reclamación el 7 de agosto del 2014, en el que le exigen a Terra Cabrero que realice un estudio, en el cual se especifique el nivel de contaminación de material particulado y un informe acerca de las aguas subterráneas. El plazo es hasta mayo de 2016.

Un día antes de que el Gobierno expresara su rechazo a HidroAysén, el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) integrado por Seremis y autoridades regionales en junio de 2014, aprobó la implementación de la séptima termoeléctrica en Cabrero, sin realizar un estudio de impacto ambiental por parte de la empresa.

El alcalde, quien asumió en el cargo a fines de 2012, afirma que no permitirá que se instalen más termoeléctricas cerca de la gente, aunque no haya estudios oficiales acerca del daño a la salud de las personas. “Nosotros estamos informados y preparados para enfrentar la postura de la empresa, vamos a necesitar el apoyo de intendentes y Seremis, pero si no lo tenemos saldremos a la calle”, asegura Gierke.

Además de la cantidad de agua que la termoeléctrica extraerá de las napas subterráneas, a los vecinos les preocupa el agua que se utilizará en la plantación de árboles que la empresa hará para obtener material combustible para la central de biomasa. “Van a plantar álamos, acacias, plantaciones que requieren mucha humedad, arrebatándole el agua a los sectores agrícolas, no es tanta la energía que van a producir -20 MW-, en comparación a lo que nos va a afectar la escasez hídrica”, sostiene Osvaldo Silva, presidente del Comité del Agua de La Quinta.

Cabrero fue declarada zona de escasez hídrica agrícola por el Gobierno, en marzo de 2015. Camiones aljibe de la municipalidad tuvieron que entregar agua a los agricultores de los sectores más alejados. Los vecinos reclaman que antes podían encontrar agua a 50 centímetros, hoy lo mínimo son tres metros y temen que empeore.

Los vecinos de La Quinta planean nuevos argumentos para enfrentar a Terra Cabrero ante la próxima evaluación del SEA. “Hay una planta de certificación de fruta mucho más positiva para el crecimiento del sector que se verá afectada por la contaminación de la central. Si la central es aprobada de todas formas, haremos un recurso de invalidación”, afirma Alarcón, presidente de la junta de vecinos de La Quinta.

Jaime Schmidt, representante legal de Terra Cabrero, señala que se encuentran en proceso de cumplir los requisitos del SEA, y que la oposición es sólo de algunos vecinos. “Lo que existió fue una reclamación de dos personas naturales de Cabrero en el proceso, hay un sector que está a favor de la planta, y un sector menor que está en contra, producto de no sé, no sabría a qué atribuírselo, quizás a cosas personales que les pueden afectar”, argumenta Schmidt y agrega:”Nosotros estamos trabajando para poder entregar todas las respuestas necesarias a la autoridad y de esta forma tener nuestra aprobación ambiental, en la medida que los resultados de nuestras evaluaciones sean bien ponderadas por la autoridad y bien resueltas”.

Richard Vargas, Secretario Regional Ministerial de Medio Ambiente de la región, establece que no puede opinar sobre un proceso que está en revisión del SEA. “Tal vez tener centrales no es beneficioso para la comunidad, pero sí lo es para la economía del país, aunque que estén todas concentradas, me parece a mí que no es lo más correcto”, advierte Vargas. El Seremi votó a favor de la iniciativa en junio de 2014.

Un proyecto de cancha de fútbol, cortinas y estufas para la escuela son los principales aportes que las termoeléctricas han hecho a la comunidad de Charrúa para cumplir con sus estrategias de responsabilidad social. La última donación fueron seis paraderos, pintados de color verde, donde para el único bus que tiene la comunidad y que hace sólo cinco recorridos al día. Por el camino perpendicular al paradero, de frente al columpio y al resbalín para los niños, pasan camionetas de los funcionarios de las empresas y todo se convierte en polvo.

Sobre la autora: Nicole Contreras es alumna de cuarto año de Periodismo y este reportaje es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa impartido por el profesor Juan José Lagorio. El artículo fue editado por Maximiliano Chávez como parte de su trabajo en el curso Taller de Edición en Prensa impartido por el profesor Enrique Núñez Mussa.